Estudio bíblico de Hebreos 10:26-39

Hebreos 10:26-39

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el capítulo 10, de la epístola a los Hebreos. Sabemos que ya hemos avanzado bastante por este capítulo en nuestro programa anterior, pero este tema es tan importante que deseamos regresar nuevamente al versículo 26, ya que antes señalamos puntos sobresalientes de esta sección y de gran importancia para la doctrina y la práctica cristiana, por lo que creemos oportuno repasarlas, así que comenzaremos por el párrafo que hemos titulado

Una señal de advertencia - El peligro de despreciar

Este es la quinta señal de advertencia, y la más solemne de todas. Leamos el versículo 26, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos:

"Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados"

Es una experiencia terrible el caer en manos del Dios viviente. Simón Pedro dijo, en su segunda carta, capítulo 2, versículo 21: "Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado". Esta advertencia fue para los creyentes Hebreos, porque muchos de ellos continuaban yendo al templo y algunos estaban realmente ofreciendo sacrificios allí. Ellos estaban guardando las apariencias, simulando que aún se encontraban bajo la ley de Moisés. Al hacerlo, estaban diciendo que el sacrificio de Cristo no tenía sentido para ellos. Teniendo en cuenta que los sacrificios de animales prefiguraban el sacrificio de Cristo, ahora que Cristo había muerto en la cruz, todo aquel ritual ya se había cumplido. Por lo tanto, lo que antes se había hecho en obediencia al mandamiento de Dios, ahora se había convertido en un pecado intencionado. El continuar ofreciendo sacrificios sangrientos que habían sido cumplidos en Cristo era un acto temerario y terrible. Aquellas personas estaban actuando como si los sacrificios del templo fueran a continuar para siempre. El escritor a los Hebreos les estaba diciendo que no debían mirar más al templo, porque ya no se realizaba ningún sacrificio por el pecado. Si una persona rechaza la verdad de la muerte de Cristo por el pecado, ya no hay otro sacrificio por el pecado disponible, y no existe otro camino para llegar a Dios. En aquel momento ellos tenían que mirar a Cristo, en vez de mirar al templo. Si se negaban a hacerlo así, para ellos no quedaría nada más que el juicio. La Palabra de Dios es muy clara y expresiva en relación con este tema.

Prestemos atención a estas palabras del versículo 26: "Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad". Esto significa continuar pecando deliberadamente al ofrecer aquellos sacrificios. Es una actitud hacia la Palabra de Dios que Dios llama rebelión intencionada, deliberada. En el Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento no hay más sacrificios para los pecados de semejante insolencia y atrevimiento. Y añade el versículo 27:

"Sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios."

Es decir que, si cuando Cristo vino y murió hace más de 2.000 años, Su obra de redención no fue algo adecuado, entonces amigo oyente, no hay nada adecuado, no hay nada apropiado. Dios no va a hacer algo más para redimirnos. Cristo no va a morir otra vez y, por supuesto, no es necesario que lo haga. Habrá un pecado de desobediencia deliberada por parte de aquellos que han recibido el conocimiento de la verdad, al continuar con el ritual del templo de ofrecer sacrificios. Ahora el escritor haría una comparación. Leamos el versículo 28 de Hebreos 10:

"El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente."

Y ahora observemos la comparación al leer el versículo 29:

"¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia?"

Esta es probablemente la declaración más solemne que encontramos en la Palabra de Dios.

Y, esta expresión: "En la cual fue santificado", se refiere a Cristo, al Hijo de Dios: y ellos "crucificaron otra vez al Hijo de Dios "(como leímos en Hebreos 6:6). El actuar como si la muerte de Cristo hubiera sido algo inadecuado para solucionar el problema del pecado, y continuar con esa conducta como si Él no hubiera muerto, es tratar a la sangre de Cristo como algo despreciable. El conocimiento crea responsabilidad. Si después de haber oído el Evangelio, usted le da la espalda a Jesucristo, estimado oyente, alguien tendría que decirle a usted que se está dirigiendo hacia el infierno. Y esto no lo decimos nosotros; es lo que Dios dice. Ahora, el versículo 30, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos, dice:

"Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo."

Estimado oyente, Dios va a juzgar. Él es el gobernante soberano de este universo. Todos vamos a tener que presentarnos ante Él. Dios tiene el derecho soberano de juzgar, y al cual no ha renunciado. Dijo el apóstol Pedro en su primera carta, capitulo 4, versículos 17 y 18: "17Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y Si el justo con dificultad se salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador?" Continuemos leyendo el versículo 31:

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!"

Este es un versículo interesante, y sería útil dedicarle algún tiempo. Es para cristianos y también para no creyentes. Dice que es una cosa terrible caer en manos del Dios vivo. En el libro de Esdras, capítulo 7, versículo 9, leemos: "9El primer día del primer mes había dispuesto su partida de Babilonia, y el primero del mes quinto llegaba a Jerusalén. ¡La buena mano de Dios estaba con él!" En este caso, la mano de Dios estaba sobre aquel hombre para bien. Y Dios quiere poner su mano sobre usted, estimado oyente, para bien. Pero a veces Él coloca una mano muy pesada sobre Sus hijos. Los castiga, los hace vivir experiencias duras. Yo las he vivido y quizás usted también. David también las vivió y en el Salmo 32, versículo 4 dijo lo siguiente: "Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano". ¿Qué estaba haciendo Dios? Estaba castigando, disciplinando a David, al hacerle pasar por tan duras experiencias. David había tratado de encubrir su pecado, pero Dios lo obligó a confesarlo y ocuparse de él. Por una razón similar, algunas veces la mano pesada de Dios es colocada sobre nosotros, que somos Sus hijos.

Sin embargo, la mano de Dios que castiga y disciplina es totalmente diferente a Su mano de juicio. Él dijo en el versículo 30: "Mía es la venganza, yo daré el pago". Dios no toma venganza de una manera rencorosa y vengativa. Pero Dios va a juzgar el pecado, y esto es algo que necesita ser enfatizado en nuestro tiempo. Escuchemos nuevamente al salmista en el Salmo 75, versículo 8: "La copa está en la mano del Señor; el vino está fermentado, lleno de mixtura, y él lo derrama; ¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!" Es que el salmista, así como el profeta, hablaron del juicio como un tiempo que llegaría cuando la copa de la ira se llenara. Y esa copa se está hoy llenando. Dios no tiene prisa en comenzar a actuar; Él es paciente, y no desea que alguien perezca, pero esa copa de juicio se está llenando. Y estimado oyente, es una copa amarga.

Esta copa del juicio de Dios está en el futuro de todo aquel "que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al espíritu de gracia" (como dice el versículo 29). Estimado oyente, si usted desprecia lo que Cristo ha hecho por usted en la cruz, en su futuro personal sólo quedará el juicio, y no habrá ninguna esperanza en absoluto para usted.

Este es el mismo punto que el escritor estaba recalcando a estos creyentes Hebreos. Bajo la Ley Mosaica ellos podían traer un sacrificio cada año, o cualquier día si así lo deseaban. Pero ya no lo podían hacer más; ese sistema había concluido. A partir de entonces, como nosotros, tenían que volverse al Señor Jesucristo.

Ahora el escritor comunicó una palabra personal a aquellos judíos a quienes estaba escribiendo. Leamos el versículo 32, de Hebreos 10:

"Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis un fuerte y doloroso combate"

Suponemos que los Hebreos a quienes fue dirigida esta carta, eran salvos. No parecía haber ninguna duda en la mente del escritor de que ellos eran creyentes. Continuemos leyendo los versículos 33 y 34:

"Por una parte, ciertamente, con vituperios (o insultos) y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo, y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos."

Dice aquí "fuisteis hechos espectáculo". Es que los cristianos fueron convertidos en un espectáculo público.

Y también dice "el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo". Aparentemente, algunos de los creyentes habían sido encarcelados por su fe, mientras que otros habían experimentado la confiscación de sus bienes. El escritor les estaba recordando su fe y paciencia durante esos tiempos de prueba. Dice el versículo 35;

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa"

Esta fue otra manera de decirles, como en el versículo 23, "mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza". Añade el versículo 36 de este décimo capítulo de Hebreos:

"Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa."

La paciencia y la fe están unidas en la Biblia. Después de ejercitar la fe en medio de las aflicciones, entonces, aquellos cristianos debían hacer gala de paciencia, con la esperanza futura del cumplimiento del objetivo de su fe. Luego, en el versículo 37 dice:

"Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará."

Las Sagradas Escrituras dicen que el Señor Jesucristo no tardará, que Él vendrá. Hay muchas personas que cuando se despiden dicen: "Bien, nos veremos en la próxima oportunidad, si el Señor se demora". Bueno, amigo oyente, Él no se va a demorar. Hay personas que se comportan como si Él estuviera aplazando Su venida, como si Él estuviera tardando. Pero, Él no va a tardar. Su venida figura en su calendario. Y alguien quizá pregunte: "Bueno, ¿cuándo va a venir?" Pues, Él no nos permite a nosotros ver Su calendario. Así que no lo sabemos. Algunos hablan como si hubieran visto Su calendario, pero creemos que han estado mirando al calendario humano, porque nadie ha visto el calendario de Dios. Sin embargo, podemos estar seguros de que Cristo vendrá en el día designado. Es tan seguro como el hecho de Su primera venida a la tierra. Luego, en el versículo 38, continuamos leyendo:

"Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no agradará a mi alma."

Este versículo es una referencia a las palabras que encontramos en Habacuc, capítulo 2, versículos 3 y 4, también citadas en Romanos y en Gálatas y es un versículo importante. Cada epístola que cita este versículo coloca un énfasis diferente en él. En la carta a los Romanos, el énfasis está en que "el justo vivirá por la fe"; es decir, el énfasis recae en como Dios justifica a un pecador. Aquí en la epístola a los Hebreos, el énfasis se colocó en el hecho de que "el justo vivirá por la fe". Ha habido varias referencias al Dios viviente, y esta epístola nos habla de un intercesor viviente. Él es el mismo que murió en la cruz por nosotros y regresó de los muertos. El énfasis recae en Su resurrección y en el hecho de ser el Cristo viviente a la derecha de Dios. Por lo tanto, ya que nosotros, que somos los Suyos, tenemos un Dios viviente y un Salvador viviente a la derecha de Dios, hemos de vivir por la fe. Como hemos dicho antes, nuestra fe no constituye un salo en la oscuridad. Se apoya en la Palabra de Dios. Así que "el justo vivirá por la fe". Ahora, en la epístola a los Gálatas, Pablo enfatizó la fe; entonces, "el justo vivirá por la fe".

El escritor habló aquí en cuanto a retroceder. Él dijo: "pero si retrocede, no agradará a mi alma". Retroceder significa "arriar o recoger las velas". El versículo 39 de este décimo capítulo de Hebreos dice:

"Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma."

El autor de la carta a los Hebreos no consideraba que ellos habían retrocedido, sino que estaba hablando del peligro de hacerlo, y les estaba expresando una advertencia. Y ya que retroceder significa "arriar las velas", podemos decir que el creyente es como un marinero que debería desplegar todas las velas. Esto es lo que el escritor había estado diciéndoles a estos cristianos: "¡Continuemos!" Su idea era que un creyente podía atar o asegurar sus velas, podía quedarse varado a causa del desánimo, de la persecución, por las dificultades o privaciones, o por causa de la depresión. Pero teniendo en cuenta que tenemos un Salvador viviente, debemos continuar. Despleguemos todas las velas, pongámonos en movimiento para Dios.

Recordemos la historia de los Hugonotes franceses. Ellos fueron perseguidos, y fueron traicionados. Y cuando Francia los destruyó, también destruyó con ellos los mejores hombres y mujeres que tenía esa nación. Ellos fueron a la batalla, sabiendo que se estaban enfrentando a una muerte segura, y su lema era: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos. 8:31). Esa nación nunca volvió a ser lo que era antes de haber destruido a esa gente.

Hoy nosotros los creyentes necesitamos un lema como el de los Hugonotes. Hay demasiadas quejas, reclamaciones y críticas entre los cristianos. Podríamos decir que abundan las reacciones infantiles.

Amigo oyente cristiano, todo el tenor de esta hermosa epístola puede expresarse con el imperativo "¡Continuemos!" ¡Así que continuemos activos en la causa de Dios!

Antes de despedirnos, porque nuestro tiempo está llegando a su fin, destacaremos que en nuestro próximo programa comenzaremos con el estudio del capítulo 11 de la carta a los Hebreos, que contiene la honrosa lista de los héroes de la fe. Los capítulos 11 al 13 constituyen la segunda división importante de esta carta apostólica. Hasta este punto, la epístola ha tratado principalmente con asuntos de carácter doctrinal, pero a partir de ahora nuestro estudio nos conducirá a aspectos muy prácticos. Comenzaremos entonces con el capítulo que con frecuencia ha sido llamado "el capítulo de la fe". Y estimado oyente, creemos que esta parte de las Sagradas Escrituras le resultará muy interesante porque la mayoría de las personas no cree que la fe sea un tema muy práctico. Desde ya, le anticipamos que en nuestro estudio todos llegaremos a la conclusión de que es un tema eminentemente práctico y aplicable a las más variadas circunstancias de la vida. Así que le invitamos a acompañarnos en nuestro próximo encuentro para recorrer ese interesante relato de eventos y personajes que se destacaron por su fe.

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