Él era un hombre que no le gustaba que le llevaran la contraria. Era muy competitivo y no aceptaba el fracaso o el rechazo. Muchos cristianos ya habían descubierto hasta dónde estaba dispuesto a llegar con aquellos que no pensaban como él. Pero ahora era cristiano y ya no podía reaccionar así. Podemos imaginar lo difícil que tuvo que ser para él cuando fue rechazado en las sinagogas y se encontró que nadie confiaba en él.
Era un hombre habituado a desarrollar sus propios planes y estrategias. Ahora estaba descubriendo que Dios tenía preparado un camino diferente del que él había imaginado. Pablo pensó en ir a los judíos y estaba convencido de que finalmente le escucharían, pero Dios le envió a los gentiles.
Hasta ese momento Pablo se gloriaba en su pasado, en todo lo que era y había hecho. Ahora estaba descubriendo que su pasado era una pesada carga que le impedía moverse con ligereza.
Moisés: cuarenta años en el desierto cuidando ovejas.
David: primero como pastor de ovejas y después huyendo de Saúl por los desiertos y las cuevas de Judea por trece años antes de convertirse en rey.
José: en la cárcel en Egipto antes de llegar a ser la mano derecha de Faraón.
Elías: con la única compañía de unos cuervos que le alimentaban y luego en casa de una vida en Sarepta de Sidón.
Juan el Bautista: vivió en lugares desiertos hasta que se manifestó a Israel.