Estudio bíblico: La apostasía venidera - 2 Timoteo 3:1-9

Serie:   2 Timoteo   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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La apostasía venidera - 2 Ti 3:1-9

(2 Ti 3:1-9) "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos."

Introducción

Anteriormente Pablo había explicado a Timoteo cuál debería ser su actitud ante el error doctrinal dentro de la iglesia, y ahora pasa a advertirle de que esta oposición a la verdad iba a ir en aumento. El cuadro completo no es nada alentador, pero como líder espiritual, Timoteo tenía que ir un paso por delante de los acontecimientos para que éstos no le encontraran desprevenido y así supiera cómo debería reaccionar ante ellos cuando tomara el relevo de Pablo.
En nuestro estudio seguiremos el siguiente esquema:
Tema: La apostasía venidera (2 Ti 3:1-9).
Una advertencia: "En los postreros días vendrán tiempos peligrosos" (2 Ti 3:1).
Las características de los hombres en los días venideros (2 Ti 3:2-5).
Los métodos de los falsos enseñadores (2 Ti 3:6-9).

Una advertencia: "en los postreros días vendrán tiempos peligrosos"

(2 Ti 3:1) "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos."
1. ¿Cuándo vendrían "los postreros días" y cuánto durarían?
En primer lugar debemos preguntarnos a qué momento se refiere Pablo con la expresión "los postreros días" y también cuál sería la duración de esos "tiempos peligrosos".
La forma en la que los apóstoles se refieren en el Nuevo Testamento a "los postreros días" no se limita únicamente a los años anteriores a la segunda venida de Cristo, sino que abarca un período más amplio, que comienza con la ascensión de Cristo y se extiende hasta el momento en que él regresará para establecer su reino en esta tierra (Hch 2:17) (He 1:2) (1 P 1:20). Por lo tanto, lo que Pablo iba a describir a continuación no se trataba de una situación pasajera, sino de características permanentes, que en tal caso ganarán en intensidad según se acerque el momento de la segunda venida de Cristo.
Por otro lado, debemos notar también que Pablo dice que "vendrán" tiempos peligrosos, lo que indica que era algo que iba a ocurrir en el futuro, sin embargo, en este pasaje vemos algunos indicios de que él ya veía la semilla de todo este proceso empezando a brotar en su propio tiempo.
2. ¿Dónde se iba a producir esta depravación moral venidera?
Otra pregunta importante sobre las características de los hombres descritos aquí tiene que ver con la cuestión de a quién se refiere. ¿Dónde se iba a producir esta depravación moral venidera? ¿Sería dentro de la Iglesia o en la sociedad en general?
Lo cierto es que las características de los hombres descritos aquí surgen de forma natural en todos aquellos que no han sido regenerados por el Espíritu Santo, y por lo tanto, describen perfectamente al mundo. Cuando Pablo escribió a los Romanos, mencionó algunas de estas mismas características para describir la sociedad pagana que no quiere tener en cuenta a Dios (Ro 1:28-31). Nada de todo esto nos resulta extraño, ni requeriría de una advertencia especial, pero lo que de ninguna manera sería normal, es que estas cosas se dieran dentro de la propia iglesia de Cristo. Y es precisamente acerca de esto de lo que Pablo está advirtiendo a Timoteo: los principios que operaban con normalidad en el mundo, iban a introducirse dentro de la iglesia. Por supuesto, no podemos hablar propiamente de la iglesia de Cristo, sino de la cristiandad profesante, que siempre ha sido mucho más numerosa que el pequeño rebaño de Cristo (Lc 12:32).
Tenemos que admitir con tristeza que durante siglos, en muchas de las religiones llamadas cristianas, se han percibido con claridad las características descritas aquí. Y una rápida ojeada a la "cristiandad" de nuestros días revelará que siguen estando presentes entre nosotros.
La proliferación de este tipo de cosas dentro de la iglesia ha tenido graves consecuencias para los creyentes auténticos, pero también para el mundo, que ha sufrido un declive moral alarmante. No olvidemos que cuando la Iglesia abandona la Palabra de Dios, su moralidad se vuelve como la de los incrédulos, y pierde así su capacidad de ser sal y luz del mundo (Mt 5:13-16). En esas condiciones, la iglesia se vuelve inútil para prevenir la corrupción y para traer el conocimiento de Dios que disipa las tinieblas morales.
De todo esto se desprende que Pablo no enseñaba que este mundo iba a ser cada vez mejor debido a la influencia del evangelio, sino que sabía que ocurriría todo lo contrario.

Las características de los hombres en los días venideros

(2 Ti 3:2-5) "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita."
1. Las características de los hombres en los días venideros
Pablo advierte que los tiempos que vendrían serían "peligrosos", una palabra que sólo se vuelve a usar en el Nuevo Testamento para referirse a los endemoniados gadarenos que son descritos como "feroces" en gran manera en (Mt 8:28). En ambos pasajes se percibe el aumento del control y la influencia de Satanás.
A continuación nos muestra un catálogo de los vicios que caracterizarían los postreros días. Veamos resumidamente sus características:
"Hombres amadores de sí mismos". Los hombres dejarán de considerar a Dios como el centro de sus vidas para pensar en ellos mismos. Este cambio del centro de gravedad, es el causante de los desórdenes que a continuación va a describir. De hecho, fue la misma tentación en la que cayeron Adán y Eva con los desastrosos resultados que ya conocemos: "el día que comáis del árbol, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios" (Gn 3:5). Hoy en día, el amor por uno mismo es considerado como el primero y más grande de los mandamientos, y esto incluso dentro de la misma iglesia. Conceptos como la autoestima, el amor propio, el tener una imagen positiva de uno mismo, la autosatisfacción, son vistos por muchos cristianos como la meta a alcanzar. Con frecuencia se olvida la enseñanza del Señor Jesucristo en cuanto a negarse a uno mismo y tomar la cruz (Mt 16:24), o las exhortaciones de los apóstoles a no hacer nada por vanagloria, sino que con humildad consideremos al otro como superior a nosotros mismos (Fil 2:1-4). Y esto es realmente muy grave, porque el amor propio siempre hace disminuir nuestro amor por Dios y por el prójimo, de tal modo que no es de extrañar que esta característica figure en el primer lugar, porque en cierto sentido, las demás vienen como consecuencia de ella.
"Avaros". Literalmente "amadores del dinero". Cuando Dios no ocupa el centro del corazón del hombre, éste tiene que ser llenado con otras cosas que nunca llegan a satisfacerle plenamente. Esta es la base del materialismo que rige nuestras sociedades modernas, y hay que reconocer con tristeza, que esto también se ha introducido en la iglesia. Con frecuencia oímos de predicadores que dedican gran parte de su tiempo a pedir dinero desde el púlpito, y por otro lado, tampoco faltan los defensores del "evangelio de la prosperidad", que presumen de un tipo de vida cargada de ostentación y lujo como prueba de su gran fe. Por supuesto, intentan justificar su actitud de una forma bíblica, pero no cabe duda de que su estilo de vida no se parece en nada al del Señor Jesucristo, quien afirmaba que "las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza" (Mt 8:20). Incluso las personas que no son creyentes se dan cuenta de que estos predicadores son "amadores del dinero" y que usan la religión para su propio beneficio económico. El apóstol ya había advertido a Timoteo en su primera carta de este tipo de personas que "trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene" (Tit 1:11); y no tienen reparos en tomar "la piedad como fuente de ganancia" (1 Ti 6:5). Hay que tener cuidado con ellas, porque aunque usan un lenguaje espiritual muy prometedor, su verdadero interés está en las cosas materiales de este mundo. Y no olvidemos otra de las advertencias de Pablo: "raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores" (1 Ti 6:10).
"Vanagloriosos". Este es otro elemento más de esta actitud egocéntrica. El hombre dando rienda suelta al orgullo de sí mismo, apropiándose de honores que no le corresponden en justicia, haciéndose siempre el héroe de sus propios relatos con el fin de hacer creer a los demás que son mejores de lo que realmente son. Es fácil identificar esta actitud en muchos líderes religiosos. Al escucharlos percibimos que dedican mucho más tiempo a hablar de sus propias experiencias y logros personales en el campo espiritual, que a explicar lo grande y glorioso que es el Señor Jesucristo. Y por otro lado, promueven el "culto a la personalidad", ocupando siempre el centro de toda la atención.
"Soberbios". Tan alto concepto tienen de sí mismos, que en su trato con los demás se muestran altaneros y arrogantes. Siempre se colocan por encima de los demás; lo saben todo, son mejores que los demás, carecen de humildad y modestia, tienen un deseo constante de satisfacer su propia vanidad, se muestran seguros de que lo suyo siempre es mejor y tratan a los demás con cierto menosprecio. Y cualquiera que los cuestione, se constituye inmediatamente en objeto de su ira y menosprecio.
"Blasfemos". Manifiestan la misma actitud en su forma de hablar, usando un lenguaje injurioso hacia otros, despreciando, insultando y calumniando tanto a los hombres como a Dios. Cuando hablan son dañinos e hirientes.
"Desobedientes a los padres". En el ámbito familiar han perdido todo respeto al principio de autoridad. Desde jóvenes no dudarán en desobedecer la autoridad que Dios mismo ha dado a los padres, por lo tanto, no tendrán reparos en rebelarse también contra todo principio de autoridad. Esta es una terrible característica de nuestro tiempo, pero parece que ya se observaba en la época de Timoteo (1 Ti 5:8).
"Ingratos". Personas que no saben decir "gracias". Sienten que se han hecho a sí mismos y que han logrado todo lo que tienen por sus propios méritos y esfuerzos, así que no creen que haya ninguna razón para mostrarse agradecidos.
"Impíos". No tienen ningún tipo de respeto o reverencia hacia lo sagrado. El término describe un desconocimiento total de sus obligaciones hacia Dios y conlleva incluso la idea de falta de decencia.
"Sin afecto natural". Perderán hasta los instintos naturales más elementales. Serán personas sin corazón, incluso en su trato con los hijos o sus seres más cercanos. Su único interés está en ellos mismos.
"Implacables". Hombres que se resisten a todo esfuerzo de reconciliación. Inflexibles, sus contiendas nunca terminan. Se niegan a cambiar pase lo que pase. Están determinados a ir por su propio camino sin importarles las consecuencias.
"Calumniadores". Literalmente "diablos". Imitan el carácter del diablo al inventar y arrojar constantes acusaciones malignas contra otros. Con sus calumnias intentan arruinar el prestigio del otro.
"Intemperantes". Sin dominio propio, no ejercen ningún tipo de control sobre sus deseos y pasiones. Desechan todo tipo de inhibiciones y vergüenza. No les preocupa lo que los demás puedan pensar de su comportamiento ni las consecuencias que pueda tener. Están a merced de sus bajos instintos. Carentes de todo tipo de disciplina y orden.
"Crueles". Serán salvajes e indómitos, darán rienda suelta a su naturaleza despiadada. Desconocen por completo el concepto de bondad. Es difícil pensar que esto tenga que ver con personas que profesan la fe cristiana, pero encontramos numerosos casos de ello en la historia. Por ejemplo, el tribunal de la "Santa Inquisición" torturó y mató a miles de personas durante siglos, y las personas que llevaban a cabo aquellos terribles y crueles interrogatorios fueran personas religiosas que se declaraban cristianas y que creían que de ese modo estaban sirviendo a Dios.
"Aborrecedores de lo bueno". Odian todo lo que sea bueno, ya sean personas buenas, o valores y virtudes buenas. En realidad, odian lo que deberían amar y aman lo que deberían odiar (Is 5:20).
"Traidores". Personas traicioneras que defraudan toda la confianza que es puesta en ellos. Tenemos un lamentable ejemplo de esto en Judas, "el traidor" (Lc 6:16).
"Impetuosos". Literalmente "cayendo hacia adelante". Son personas que se abalanzan sin pensar en lo que hacen y en las consecuencias que sus hechos tendrán. Son insensatos, temerarios, irreflexivos, precipitados y no se detienen ante nada ni nadie. Esto se manifiesta en sus obras y también en sus palabras. Nadie puede decirles nada porque ellos lo saben todo. Es todo lo contrario de lo que debe ser el carácter cristiano: "todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Stg 1:19).
"Infatuados". Tiene el significado de estar envuelto en humo, nublados, hasta tal punto que no pueden ver más allá de sí mismos. Personas hinchadas de vanidad que han llegado a tal estado de orgullo y de envanecimiento que su mente ha quedado nublada y entontecida. Tienen un concepto de ellos mismos totalmente desproporcionado e irreal. Esta sería también una característica de los falsos maestros (1 Ti 6:3-4).
"Amadores de los deleites más que de Dios". En realidad no hay ningún tipo de amor hacia Dios. Sólo persiguen sus deseos egoístas e ignoran por completo todas las demandas de Dios. El deseo de comodidad, buena comida, satisfacción sexual y otras indulgencias llenan toda su vida. Están entregados a sus propios placeres y son controlados por ellos.
"Tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella". Resulta curioso que a pesar de tener un carácter tan impío, sin embargo no se reconocen como paganos, sino que aparentan profesar el cristianismo. Conservan una forma de religión externa, pero sus hechos demuestran que no hay piedad en su corazones. Les encantan las expresiones religiosas visibles, pero esta apariencia es lo único que les queda, y se cubren con ella con el fin de que otros los acepten como buenas personas. Sin embargo, en ellos no se puede apreciar nada del genuino poder transformador del Espíritu Santo. Estos son a los que Pablo se refirió en su carta a Tito: "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tit 1:16). Son impostores y farsantes que "vienen vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mt 7:15).
2. La actitud del siervo de Dios ante estos hombres
Aunque este tipo de hombres iban a aparecer en los postreros días, este estado de depravación moral descrita aquí no sólo era cosa del futuro, sino que ya había empezado a aparecer mientras Timoteo vivía. Y Pablo le exhorta a que se mantenga alejado de ellos como la única forma para no comprometer la verdad del evangelio.
Notemos que anteriormente el apóstol exhortaba a Timoteo para que se esforzara en corregir con mansedumbre a los que estaban en el error y se oponían a la sana doctrina (2 Ti 2:25), pero estos hombres de los que ahora trata aquí, parecen haber alcanzado un grado de depravación tal que hace inútil cualquier instrucción. La única opción conveniente es la de evadirlos.

Los métodos de los falsos maestros

(2 Ti 3:6-9) "Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que James y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos."
Después de haber descrito su carácter, ahora va a tratar sobre los métodos que emplean y cuáles son sus víctimas: "Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias". Sin duda, Pablo está vinculando a estos falsos maestros con los hombres descritos con la anterior lista de vicios.
Como ya hemos visto, a pesar de su depravación moral, estos hombres conservan cierta apariencia de piedad con la que intentan convencer a otros. Y de esta clase de hombres, hay un grupo que son especialmente activos en la búsqueda de seguidores.
1. Los métodos que emplean
En cuanto a sus métodos, dice que "se meten en las casas", es decir, visitan los hogares con el fin de buscar seguidores a los que hacer partícipes de su impiedad. La expresión usada en el original sugiere la idea de "entrar encubiertamente", como la serpiente que se mueve sigilosamente. A este mismo tipo de hombres y métodos se refiere Judas:
(Jud 1:4) "Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo."
Son por lo tanto "falsos hermanos introducidos a escondidas" (Ga 2:4), "falsos maestros que introducen encubiertamente herejías destructoras" (2 P 2:1). Sus tácticas están caracterizadas por la clandestinidad y el secreto.
2. Las víctimas de sus métodos
Su finalidad era "conseguir el control sobre las mujercillas". Parece que sus esfuerzos estaban enfocados especialmente a tratar con cierto tipo de mujeres a las que ellos consideran presas más fáciles. Por supuesto, con esto no se debe entender que Pablo pensara que todas las mujeres carecen de prudencia en la esfera moral y doctrinal, pero es cierto que hay mujeres con poca o ninguna estabilidad espiritual, que son especialmente receptivas a este tipo de charlatanes religiosos. A éstas son las que ellos buscaban, y tal vez planeaban sus visitas cuando no estuvieran sus maridos en casa, con el fin de encontrarlas totalmente desprotegidas. Y como sabemos, estas viejas tácticas siguen siendo empleadas en la actualidad por algunas sectas falsas.
Sobre estas mujeres dice que están "cargadas de pecados". Deducimos de esto que sienten ciertas necesidades espirituales en sus vidas. Sus conciencias están inundadas con diversos pecados, y quizás se sienten inquietas por las consecuencias que esto pudiera tener. Esto las haría especialmente receptivas ante estos falsos maestros.
Y añade también que son "arrastradas por diversas concupiscencias". Su conducta estaba dominada por sus deseos. No debemos pensar exclusivamente en el deseo sexual, aunque probablemente pudieran sentir cierta necesidad de recibir atención de parte del sexo opuesto, pero hemos de pensar también en el deseo de recibir aprobación y halagos, o de ser consideradas como personas inteligentes y ser escuchadas con admiración. Sea como fuere, estos falsos maestros sabían bien cómo embaucarlas.
Por último, dice de ellas que "siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad". La idea es que aunque son cautivadas fácilmente por su deseo de escuchar algo nuevo y se dejan instruir por cualquier maestro que llegue a su puerta con alguna novedad religiosa, sin embargo, "nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad", porque lo que les enseñan no tiene nada que ver con la sana doctrina que se encuentra en las Escrituras. Son personas que en su incansable búsqueda de algo nuevo en materia religiosa van pasando de secta en secta, buscando desesperadamente algún tipo de alivio para sus conciencias cargadas de pecados. Pero su problema es que no buscan en el sitio adecuado.
3. Un ejemplo del Antiguo Testamento
El apóstol pasa ahora a mencionar un caso del Antiguo Testamento que sirve de ilustración de cómo Satanás siempre ha intentado imitar lo que Dios hace para engañar a los hombres.
Cita a Janes y Jambres, que aunque no son designados por sus nombres en el Antiguo Testamento, son identificados aquí como los dos principales hechiceros de Egipto que resistieron a Moisés con el fin de desacreditarle ante Faraón (Ex 7:11,22). Evidentemente, la verdad de Dios siempre ha tenido oposición en todos los tiempos. Ahora bien, la táctica que usaron los hechiceros de Egipto fue imitar y hacer los mismos milagros que Moisés hacía, con el propósito de disuadir a Faraón para que no escuchara lo que Dios estaba mandándole por medio de sus siervos. Y esto mismo es lo que hacían los falsos maestros de los tiempos de Pablo y Timoteo: los imitaban para apartar a las personas de Dios. Usaban el mismo lenguaje religioso, aparentaban la misma piedad, podían levantar iglesias parecidas, y hasta imitar sus milagros, pero su fin era separar a las personas de Dios.
Y añade dos características más de este tipo de hombres:
"Hombres corruptos de entendimiento". Su capacidad para percibir y entender la verdad de Dios estaba completamente corrompida, de tal manera que toda conclusión a la que pudieran llegar estaría equivocada. De hecho, por su analogía, Pablo sitúa sus actividades en la misma categoría que la de los hechiceros de Faraón.
"Réprobos en cuanto a la fe". Una vez que han sido puestos a prueba han resultados desaprobados. La idea es la de una moneda que es examinada y se encuentra que es falsa y por lo tanto carente de valor. Aquí la palabra "fe" se usa objetivamente, refiriéndose al conjunto de doctrinas que conforman el evangelio. Y estas personas, que de alguna manera estaban relacionadas con la iglesia, habían demostrado su alejamiento de la fe y su entrega al error, mostrándose incompetentes para proclamar la verdad.
4. El fin de los falsos maestros
Janes y Jambres pudieron imitar a Moisés hasta cierto punto, pero llegó un momento en el cual tuvieron que admitir delante de Faraón que su poder era completamente inferior:
(Ex 8:18-19) "Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho."
Y poco después, ellos mismos sufrieron los juicios de Dios:
(Ex 9:11) "Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios."
Siempre hay un límite al poder de Satanás. Y aunque es cierto que el error ha prosperado en todas las épocas y de todas las maneras, hasta el punto en el que parece que nada lo puede detener, sin embargo, todos los sistemas falsos vienen y van uno tras otro. Incluso cuando parecen prosperar, finalmente se hace evidente a todos su insensatez y falta de sentido. Así que también el éxito de estos hombres será limitado. Y todos, empezando por los creyentes, pero abarcando finalmente a todo el mundo, acabarán comprobándolo.

Comentarios

Argentina
  Carlos Freydank  (Argentina)  (10/04/2021)
Es bueno !
Estados Unidos
  Emilio Ivan Villatoro  (Estados Unidos)  (13/01/2020)
Buena enseñanza hermano, de mucha bendición.
Estados Unidos
  Octavio  (Estados Unidos)  (29/05/2019)
Excelente .
México
  Viridiana   (México)  (16/02/2017)
Buena enseñanza, gracias por ayudarnos a comprender estas citas.
Guatemala
  josue mejia  (Guatemala)  (10/07/2014)
Me gusta mucho sus lecciones
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