Estudio bíblico: Elección de los doce apóstoles - Marcos 3:13-19

Serie:   El Evangelio de Marcos   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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Elección de los doce apóstoles - Marcos 3:13-19

(Mr 3:13-19) "Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa."

El Señor forma su nuevo pueblo

En el estudio anterior anticipamos que debido a la oposición de los líderes religiosos de Israel, el Señor iba a establecer un cambio de estrategia que empezamos a ver ahora. Ellos se habían negado a reconocer las credenciales mesiánicas de Jesús al tiempo en que persistían en quedarse con una religión que ellos habían adaptado a sus propios intereses. Ante una situación así, el Señor sólo podía hacer una cosa: crear un nuevo pueblo espiritual a partir de ese remanente fiel que le aceptaba como el Mesías de Dios. Es en este contexto en el que debemos entender la elección de los doce apóstoles como las primeras piedras de este nuevo edificio espiritual. Veamos cómo lo hizo.
1. "Jesús subió al monte"
El momento se revestía de una tremenda solemnidad, y haciendo alusión a las grandes decisiones de Dios para con su pueblo en el pasado, el Señor subió a la cima de un monte. Recordemos, por ejemplo, cuando Dios le dio la ley a Moisés en lo alto del monte Sinaí (Ex 19:20) (Ex 24:12-18).
Y por otro lado, pudiera ser también que otra de las razones para llevar a cabo esta decisión en lo alto de un monte fuera para que todos vieran lo que Jesús iba a hacer y gozara así de la mayor publicidad posible.
2. "El Señor llamó a sí a los que él quiso y estableció a doce"
En principio esto nos plantea algunas preguntas. ¿Por qué sólo a doce si había más para elegir como sabemos por (Hch 1:21-22)? ¿Hay alguna intencionalidad en el número "doce"? En las respuestas a estas preguntas están las claves para entender la importancia de lo que Jesús estaba haciendo.
En primer lugar nos llama la atención que no dice que eligió a "doce apóstoles", sino que "estableció a doce". Es verdad que más adelante serían conocidos como "los doce apóstoles", pero aquí el énfasis recae en el número "doce", con lo que el Señor tenía la clara intención de limitar la composición de este grupo especial. No eran los veinte o los mil, sino los doce. Tampoco iba a estar formado por un número indeterminado de personas. Además, como luego veremos, esas personas nos iban a ser presentadas por sus nombres.
Pero por otro lado, no puede negarse que el número doce tiene también profundas raíces en la historia de Israel. Su simbolismo sería obvio para cualquier judío. Su origen está en el número de los hijos de Jacob de los que se derivaban las doce tribus que constituían la totalidad de Israel. En Mateo y Lucas la referencia a Israel es explícita cuando Jesús promete a los Doce que se sentarán sobre (doce) tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Mt 19:28) (Lc 22:30). En Apocalipsis vuelve a aparecer la relación entre las doce tribus de Israel y los doce apóstoles. Los apóstoles como cimientos de la nueva Jerusalén, la esposa del Cordero y los doce patriarcas como las puertas de la ciudad (Ap 21:9-14).
En conclusión, podemos decir que la importancia de este pasaje radica en el hecho de que Jesús estaba formando un nuevo pueblo, y que de la misma manera que en otro tiempo lo había hecho con Israel, escogiendo a los doce patriarcas, ahora escogía a doce apóstoles para la formación de su iglesia, su nuevo pueblo espiritual.

¿Cuáles son las características de este nuevo pueblo?

Si realmente estos Doce eran las primeras piedras que el Señor eligió para su nuevo edificio, podemos pensar que en alguna manera las demás deberán guardar algún parecido. ¿Cuáles eran estas características?
Compartían la intimidad del Maestro. Fueron llamados a "estar permanentemente con él" (Mr 3:14).
Habían creído en el reino de Dios que Jesús anunciaba (Mr 1:14-15) y habían tomado la decisión de formar parte de él. Para ello se habían arrepentido de sus pecados y habían creído en el Evangelio que él anunciaba. La renuncia a todo lo que tenían por estar a su lado era la evidencia más clara de este hecho.
Eran formados por el Señor acerca de los misterios del Reino. Jesús daba una instrucción diferente para los de fuera y para los de dentro (Mr 4:10-11).
Les dio una misión frente a los de afuera. Jesús instituyó Doce para enviarlos a predicar con autoridad para expulsar demonios (Mr 3:14-15).
Eran servidores de Jesús. Vamos viendo cómo colaboraban con tareas materiales concretas, como procurarle una barca (Mr 3:9), un borrico (Mr 11:7), buscar y preparar la habitación para la Pascua (Mr 14:16); ayudan a Jesús a distribuir el pan (Mr 6:41) (Mr 8:6).
Les dio autoridad para que hicieran lo mismo que él hacía.

La Iglesia se establece sobre el fundamento apostólico

Como acabamos de considerar, cualquier persona que quiera formar parte del nuevo "edificio espiritual" que el Señor había venido a formar, tendrá que compartir con los apóstoles las características mencionadas, sin embargo, también es cierto que hay otras cuestiones exclusivas para este grupo de doce que nunca más se pueden repetir y que hacen que este grupo sea único.
Lo más importante es que los Doce tenían que servir de enlace entre la Persona y la Obra de Cristo y los hombres a quienes había venido a salvar. Durante su ministerio terrenal Cristo les había hablado repetidamente de la necesidad de su muerte, su resurrección y la partida de esta tierra. Era necesario, por lo tanto, designar testigos para reunir y guiar a la iglesia después de su partida física.
Como parte fundamental de esta misión estaba el encargo de transmitir a las generaciones posteriores toda la verdad acerca de la Persona y la Obra de Jesús. Recordemos las últimas palabras del Señor Jesucristo a sus discípulos antes de ascender al cielo:
(Mt 28:18-20) "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Esta misión la llevaron a cabo fundamentalmente por medio de la predicación, pero si su testimonio había de perdurar de manera segura a lo largo de los siglos, sería necesario que fuera puesto por escrito, algo que ellos mismos se encargaron de hacer mientras todavía estaba vivos.
En este sentido, es importante subrayar que todo el Nuevo Testamento descansa sobre la autoridad apostólica. Por esa razón, cuando los líderes de las iglesias de los primeros siglos se preguntaban qué libros de los muchos que en aquel entonces circulaban por las iglesias debían ser considerados como autoritativos para la Iglesia, su principal criterio de selección fue que hubieran sido escritos por los mismos apóstoles o que contaran con su autoridad. Y por supuesto, detrás de la autoridad de los apóstoles estaba la autoridad del Señor Jesucristo que los escogió para esta misión.
Recordemos también que cuando el Señor Jesucristo estaba con estos doce en el aposento alto en la última noche antes de morir, les dijo que para llevar a cabo este importante encargo serían capacitados por el Espíritu Santo:
(Jn 14:26) "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho."
En este sentido, ellos habían de ser el fundamento humano de la Iglesia que se edifica sobre la piedra angular de Cristo.
(Ef 2:20) "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo."
(Ap 21:14) "Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero."
De estos hechos deducimos que no puede haber más apóstoles en este sentido limitado en que lo eran "los Doce". La razón más evidente es que ninguna persona en la actualidad puede cumplir los requisitos que ellos cumplían. Recordemos que después de que Judas se suicidó, los apóstoles reunidos entendieron que este hecho había sido profetizado por las Escrituras del Antiguo Testamento, y también vieron allí el mandato de que debía ser sustituido por otro: "Tome otro su oficio" (Hch 1:20). Ahora bien, notemos cuáles eran los requisitos que debería cumplir aquel que fuera a ocupar el lugar de Judas con los Doce:
(Hch 1:21-22) "Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección."
Notemos varias cosas importantes. En primer lugar, la sustitución de Judas fue la única que había sido profetizada por el Antiguo Testamento, por esa razón, cuando los otros apóstoles empezaron a morir, no se buscó a otros sustitutos para ellos, como por ejemplo en el caso de Jacobo que encontramos en (Hch 12:2). Y en segundo lugar, una vez que pasó el primer siglo, ya no había nadie que pudiera cumplir los requisitos que cumplían los doce apóstoles; como era haber acompañado a Jesús desde el ministerio de Juan el Bautista hasta su resurrección.
Por lo tanto, nadie en nuestro tiempo puede tener esa misma autoridad que el Señor Jesucristo les dio a estos doce hombres. Ni el papa de la Iglesia Católica puede ser el sucesor del apóstol Pedro, ni los doce apóstoles mormones son los sucesores de los doce apóstoles designados por el Señor Jesucristo.
Pero una vez dicho esto, debemos recordar también que el término "apóstol" proviene del griego y significa "enviado". Los Doce eran apóstoles porque fueron enviados por el Señor a predicar la Palabra con su autoridad. Y en un sentido limitado, podríamos decir que cualquier cristiano en nuestros días que sea llamado por el Señor a esta labor de ir a predicar la Palabra, podría ser considerado un apóstol. En la actualidad, el término que usamos generalmente para este tipo de personas es el de "misionero". Sin embargo, alejándose de este sentido original, muchas iglesias evangélicas prefieren seguir usando el término "apóstol" con el fin de establecer una categoría superior dentro del liderazgo de la iglesia. Y si fuera cierto que algunos buscan ser reconocidos por ciertos títulos a fin de recibir mayor gloria y prestigio dentro de la iglesia de Cristo, deberían tener en cuenta las palabras del mismo Señor:
(Mt 23:8-12) "Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

El llamamiento

1. "Jesús llamó a sí a los que él quiso"
La obra de los Doce empieza en la voluntad soberana del Maestro, lo que le confiere una autoridad y eficacia que no podría tener de ningún otro modo. El apóstol del Nuevo Testamento es un hombre escogido, no por la comunidad, sino por Jesús mismo.
Por otro lado, el llamado del Señor no fue sobre la base de algún mérito en ellos, sino por su gracia. Ninguno merecía estar entre los apóstoles. Si lo estaban, era por la misericordia de Cristo.
2. "Y vinieron a él"
El llamamiento de Dios obra conjuntamente con la libre voluntad de los hombres dispuestos a escucharlo. Ellos lo eligieron sólo después de que él los eligiera a ellos. La noche en que le arrestaron, Jesús les dijo a sus discípulos: (Jn 15:16) "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros..."
Una pregunta que algunos se han hecho tiene que ver con la posibilidad de que aquellos hombres pudieran haber rechazado este llamamiento. En relación a esto la teología calvinista afirma que el llamamiento divino es irresistible, y por lo tanto, ellos no podían negarse a ir a él. Pero esto no parece coincidir con lo que vemos en otras partes de la Palabra. Recordemos lo que Esteban les dijo a los judíos:
(Hch 7:51) "¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros."
Y lo que dijo el mismo Señor Jesucristo en su lamento sobre Jerusalén:
(Lc 13:34) "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!"
Cristo quería bendecir a los israelitas, del mismo modo que quiere bendecir a toda la humanidad, porque él es bueno, pero tantas y tantas veces el hombre se resiste a los planes de Dios. Notemos el asombroso contraste entre el "quise" de Cristo y el "no quisisteis" de los judíos.
Y lamentablemente, lo mismo ocurre en muchas ocasiones en nuestras propias vidas. Dios nos capacita y nos llama a determinados servicios y nosotros le resistimos. No debemos olvidar que el llamamiento divino no anula nuestra responsabilidad.
3. "Para que estuvieran con él"
No había nada maravilloso en los hombres mismos; fue su relación con Jesús lo que los hizo grandes. Y de igual modo podemos decir que no existe ningún servicio eficaz que podamos llevar a cabo si no surge de una relación personal con el Señor. Esta es una verdad fundamental, pero fácil de olvidar. Recordemos lo que les dijo el Señor en otra ocasión:
(Jn 15:4-5) "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
Con frecuencia olvidamos esta importante verdad y nos lanzamos a hacer una y mil cosas para el Señor en un frenético activismo. Pero nada de todo eso producirá un fruto permanente si no es el resultado de una comunión previa con el Señor.
En el pasaje que estamos estudiando notamos que el Señor no los envió inmediatamente a la obra, eso no ocurrió hasta (Mr 6:7). La razón de esto es que primero quería que estuviesen cerca de Él, para aprender de Él.

La misión de los doce

1. "Para enviarlos a predicar"
Una vez que hubieran aprendido de Cristo llegarían a ser enviados a proclamar las riquezas del evangelio en su nombre. Los que reciben deben transformarse en dadores. Con esto se subraya el carácter misionero de la elección.
Y notemos también que su labor prioritaria debería consistir en la predicación de la Palabra. Todo lo que habían aprendido de Cristo deberían enseñarlo al mundo. Con esto se relaciona el último mandamiento que el Señor les dio antes de ascender al cielo:
(Mt 28:18-20) "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Quizás en este momento sea imprescindible subrayar que lo que debemos predicar es la Palabra. Nuestras propias experiencias pueden resultar entretenidas y servir en ocasiones para ilustrar los principios bíblicos, pero en sí mismas no tienen el poder transformador que sólo tiene la Palabra de Dios. Una vez más debemos recordar las palabras de Cristo en su oración al Padre:
(Jn 17:17) "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad."
2. "Les dio autoridad"
Junto con el llamamiento recibieron el poder sobrenatural que serviría para dar testimonio ante los hombres de que Dios estaba hablando por medio de ellos.
(2 Co 12:12) "Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros."
La autoridad que les dio era tan real que Jesús llegó a decir:
(Mt 10:40) "El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió."
Al darles esta autoridad, el Señor estaba indicando que los estaba invitando a ser partícipes de su ministerio, como colaboradores en la tarea de proclamar el Reino. ¡Qué tremendo privilegio! La misión de los Doce es una participación en la misión de Cristo.
3. "Y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios"
Como su Maestro, ellos también tenían que manifestar el carácter del Reino restaurando los pobres cuerpos de los enfermos a su estado normal de salud.
Y además, como el diablo había establecido su autoridad sobre los hombres por medio del pecado, parte de su misión consistiría en echar fuera a los demonios. De este modo iban a demostrar de una forma palpable que la victoria final sobre el poder de Satanás estaba cerca.

Las características del grupo

Seguramente estos hombres eran bastante jóvenes. La mayoría de ellos estarían aún en sus veinte y tantos años cuando salieron en pos de Jesús.
El grupo era muy heterogéneo, en él se encontraban los dos extremos: Mateo era cobrador de impuestos del odiado Imperio Romano, era un renegado y un traidor a sus compatriotas. Simón el Cananista, al que Lucas llama correctamente el Zelote, formaba parte de un grupo de nacionalistas ardientes y violentos que se comprometían hasta a cometer crímenes y asesinatos para librar a su país del yugo extranjero.
Eran galileos. Una región a la que los judíos de Jerusalén miraban con bastante desprecio.
Eran gente corriente. Sus actividades se desarrollaban en el mundo cotidiano. Tenían los problemas de la gente común.
Eran hombres sin ventaja social alguna. No eran ricos, ni tenían posición social especial.
No tenían una cultura elevada. No tenían una preparación teológica especial ni una posición elevada en el judaísmo.
En ocasiones mostraron sus muchas debilidades y torpezas. Es que Jesús nunca ve lo que un hombre es, sino lo que puede llegar a ser.
Tenían caracteres muy diferentes. Jacobo y Juan, los hijos del trueno. Pedro era el tipo de persona que primero actuaba y luego pensaba.
Sus vidas y ministerios fueron muy diferentes. Jacobo sirvió muy poco tiempo, y fue el primer apóstol en llegar al cielo; Juan sirvió largos años, y fue el último en partir a la presencia del Señor.
Tenían algo especial: Amaban a Jesús. Habían decidido que Jesús era su Maestro. Querían seguir a Jesús a pesar del conflicto con los líderes religiosos.

La lista de los Doce

Con ligeras variaciones, esta lista de los nombres de los apóstoles es igual a la de (Mt 10:2-4) (Lc 6:14-16) (Hch 1:13). Parece que los nombres se presentan en grupos de tres, formando los tres primeros un círculo íntimo que acompañaron al Señor en algunas ocasiones que los otros no. El caso de Judas constituye un enigma.
¿Qué sabemos de estos hombres?
Andrés: Fue el hermano de Pedro y quien lo llevó a los pies del Señor (Jn 1:41-42). Su nombre es griego; viene de la palabra, "aner", que significa "hombre".
Felipe: Otro de los primeros seguidores de Cristo (Jn 1:43). También era de Betsaida, la ciudad de Pedro y Andrés. Fue la persona que trajo a Natanael al Señor (Jn 1:45). Su nombre es griego, y significa "amante de caballos".
Bartolomé: Otro nombre para Natanel (Jn 1:45), quien era de Caná de Galilea (Jn 21:2).
Tomás: También conocido como "Dídimo" (Jn 11:16). Ambos nombres significan, "mellizo"; el primero en arameo, el segundo en griego. Este fue el discípulo que expresó dudas acerca de la resurrección de Cristo.
Jacobo hijo de Alfeo: Conocido como "Jacobo el Menor" (Mr 15:40), quizá por haber sido menor en edad que el otro Jacobo (otros sugieren, que era de menor estatura). Aunque Mateo (Levi) también era "hijo de Alfeo" (Mr 2:14), no parece haber sido hermano de este Jacobo.
Tadeo: En (Lc 6:16), es llamado "Judas hermano de Jacobo". "Tadeo" podría haber sido su apellido.
Simón el cananista: La palabra "cananista" no debe ser confundida con "Cananeo" (un habitante de Canaan). El término proviene de la palabra hebrea, "kana", que significa "celoso" o "fanático". Los Zelotes eran "celosos" o "fanáticos" por la ley de Dios, y se atribuyeron el derecho de castigar a las personas que infringían la ley. Posteriormente, este grupo ofreció tremenda resistencia a los romanos. No sabemos nada más de este personaje. Es el único discípulo del cual no leemos nada fuera de la lista de los doce apóstoles.
Judas: El nombre, "Iscariote", significa "el hombre de Keriot", que era un pueblo en Judá. Una pregunta importante es, ¿qué llevó a un hombre escogido por Cristo y dotado con autoridad espiritual a traicionar al Señor? Probablemente fueron los sueños frustrados de querer socavar el poder de los romanos. Posiblemente influyó también su avaricia.
¿Por qué, entonces, escogió el Señor a Judas? La razón principal es porque esa era la voluntad del Padre. Dios deseaba lo mejor para Judas, pero él rechazó sus propósitos. Lo cierto es que de este modo cumplió la Escritura (Hch 1:16-19).
Algunos afirman que al escoger a Judas, el Señor nos estaba enseñando también que siempre habrá falsos maestros, ocupando puestos en la iglesia.

"Y vinieron a casa"

Jesús con sus apóstoles se retiraron a la casa. Así comenzaban a estarle más estrechamente unidos y mejor agrupados entre sí, dando evidencia de la efectividad de su llamamiento.
Enlaza con los siguientes acontecimientos. Al llamar estas personas a su lado, el Señor se estaba distanciando de su propia familia (Mr 3:20-21) (Mr 3:31-35).

Conclusión

Es asombroso que el Señor Jesucristo escogiera a un grupo de hombres tan comunes, llenos de debilidades y de aristas, con poca educación, plagados de celos y envidias para que fuesen sus representantes en la tierra. Pero ciertamente, el Señor no los escogió por lo que ellos eran en el momento de ser llamados, sino por lo que iban a ser después. La vida de cada uno de aquellos hombres, con la excepción de Judas, demuestra lo que la gracia de Dios puede hacer con hombres ordinarios. Los mismos dirigentes de Israel lo reconocieron al ver "el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús" (Hch 4:13). Aquellos hombres fueron transformados por el poder del Mesías. Sus pecados fueron perdonados y sus vidas llenas del Espíritu Santo para que proclamasen el mensaje del Reino primero a la nación de Israel y luego al resto del mundo.

Preguntas

1. ¿Por qué el Señor escogió a doce apóstoles y no a más?
2. ¿Cuáles eran las características de los doce apóstoles que todos los cristianos debemos imitar?
3. ¿Qué características especiales tenían los doce apóstoles que los demás creyentes no tenemos?
4. ¿En qué consistía la misión de los doce?
5. Comente cuáles eran las características de este grupo. ¿Cuál de todas ellas le parece la más importante?

Comentarios

México
  Lucy Cupil Martínez  (México)  (23/09/2022)
Me interesa a profundidad conocer la vida de los discípulos .
Costa Rica
  Triny Martínez  (Costa Rica)  (02/06/2021)
Quiero darle las gracias por tomarse el tiempo y hacer este estudio, muy claro y bien explicado, con palabras sencillas y fácil de entender, sin tantas palabras técnicas, soy estudiante del primer año de teología y estoy haciendo una tarea de los Apóstoles y esta información me fue de mucho provecho. Muchas gracias.
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