Puede referirse a la fe de alguien que ha creído. En ese caso, querría decir que alguien que realmente ha recibido la Palabra, tarde o temprano manifestará la luz del Evangelio y mostrará de qué lado está.
Pero puede referirse también a la falta de fe. Los hombres tratan de encubrir las cosas, pero en esto siempre fracasarán, porque Dios exhibe todo a la luz. Ante Dios no es posible tener secretos u ocultarle cosas. Podemos recordar, a modo de ilustración, lo que hicieron Adán y Eva cuando desobedecieron el mandamiento de Dios (Gn 3:8).
Puede referirse a la verdad. Hay algo en la verdad que es indestructible. La gente puede que se niegue a afrontarla; puede que trate de eliminarla; puede que hasta intente borrarla; puede que se niegue a aceptarla, pero la verdad al final siempre prevalecerá.
No deben rehusar oír la Palabra de Dios.
Es importante oír, pero también lo es meditar bien en lo que se oye.
Y por último, también hay que tener cuidado en poner en práctica lo que oímos.
Si hemos recibido la verdad del Evangelio con un corazón sumiso y obediente, Dios tiene muchos más tesoros que darnos.
Si nos esforzamos en el estudio de la Biblia, descubriremos cosas maravillosas.
Si vamos a la iglesia sólo para recibir, pronto nos empobreceremos.
Si estamos deseosos de ser medios para que la luz y bendición lleguen a otros, volveremos nosotros mismos a recibir mayor bendición.
Si nos han dado algún ministerio en la iglesia y lo desatendemos, acabarán por quitárnoslo.
El alma generosa que da liberalmente será enriquecida, mientras que el "mezquino" que quiere guardar "lo suyo" quedará pobre y vacío.