En la primera sección se describen los sufrimientos de Cristo mientras estaba clavado en la cruz. Comienza expresando la intensa agonía que le producía el hecho de haber sido desamparado por Dios, a lo que se añadía también el desprecio de todas las personas que le miraban con odio, y que como bestias salvajes embestían contra él en medio de su debilidad. Y a más de esto, el pasaje nos describe de una forma muy vívida los terribles sufrimientos físicos que acompañaron a su lenta ejecución en la cruz. Pero en medio de todo el terrible sufrimiento al que Cristo fue sometido, encontramos una y otra vez repetidas muestras de una fe y confianza inquebrantables en Dios. Lo que no encontramos, y es importante subrayarlo, es ningún deseo de venganza sobre los que le maltrataban, o la confesión de alguna culpa que hubiera provocado tal ejecución como un castigo divino.
La segunda parte del salmo es completamente diferente. En ella la nota dominante es la gratitud y la alabanza por la liberación recibida. Ahora la mirada del salmista se dirige hacia la resurrección y glorificación del Mesías. Ya no se encuentra en medio de sus enemigos, sino que lo vemos declarando la gloria de Dios entre sus "hermanos", que son invitados a celebrar con él su liberación y victoria.