Estudio bíblico: La hija de la mujer sirofenicia - Marcos 7:24-30

Serie:   Los milagros de Jesús   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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La hija de la mujer sirofenicia (Mr 7:24-30)

Hay personas que son conocidas como el hijo o la hija de tal o cual. Hay otros que son conocidos como el padre o la madre de tal o cual. Aquí tenemos el caso de alguien a quien se le conoce como la hija de la mujer sirofenicia. Pero en esta historia, la hija (que es la que tiene la posesión demoníaca) es secundaria en la narración a esa madre que está dispuesta a todo para lograr la sanidad de su hija.
Se mencionan dos ciudades que han sido muy importantes en la historia y están en el Líbano. Mateo nos dice que esta mujer era cananea, lo que indica que el evangelista no puede olvidar sus ascendientes, ella es una descendiente de los antiguos enemigos de Israel. (Mr 7:26) nos dice que era griega y de nacionalidad sirofenicia. Pertenecía a lo que en aquel momento en el imperio romano era la jurisdicción de Siria. El Señor Jesucristo había curado gentiles antes, pero siempre en territorio de Israel.
Nos podemos preguntar: ¿cuál fue la razón por la que Jesucristo salió del territorio de Israel? Después de todo él dijo: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 15:24). Yo creo que Jesucristo fue a esa zona para ser de bendición a esa familia. Esto nos recuerda que en Juan 4, la historia de la mujer samaritana, la Escritura nos dice que a Jesús "le era necesario pasar por Samaria" (Jn 4:4). Pero la gran necesidad no radicaba en que el camino era la única vía para llegar a donde él quería, sino que su objetivo era encontrar aquella mujer que estaba buscando del agua para beber pero que necesitaba "agua que salte para vida eterna" (Jn 4:14).
Jesucristo nunca se escondió de los necesitados, pero no se apresuró a presentarse delante de aquellos que lo buscaban por curiosidad, pero sin fe. Aquellos lo estaban buscando nada más que para entretener su pensamiento o para provocarle. Es interesante la frase "no pudo esconderse" (Mr 7:24). Creo que es especialmente relevante, porque no es que no pudo esconderse, pues si lo hubiera querido no hubiera sido hallado, sino que la frase implica que aunque trató, no logró pasar desapercibido. Como Lockyer dice: "Nadie puede esconder la gloria del sol. Como la luz, él no podía esconderse en un mundo de tinieblas. Un médico tan grande no puede dejar de ser notado en un mundo de sufrimiento".
Parecería que alguien informó de Jesucristo a esta mujer que estaba desesperada por la enfermedad de su hija. El famoso predicador Campbell Morgan le llama a esta porción "una de las historias más dulces de todas: la madre que está llevando la necesidad de su hija con una fe tremenda en aquel que ha creado el amor maternal hacia sus hijos".
El Evangelio de Mateo nos da un detalle más. En (Mt 15:22) leemos: "Entonces una mujer cananea que había salido de aquellas regiones, clamaba diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio". Su petición es clara: "ten misericordia de mí". Ella no pide algo en especial, sino que el Hijo de David tenga misericordia de ella, y de inmediato le explica el problema en pocas palabras. Ella no pide exponiendo ningún derecho o sus propios méritos. Ella apela a la misericordia del Mesías. Destacamos que ella lo llama con respeto "Hijo de David" que es un título que pocos israelitas le dieron a Jesús. Mateo nos da estas dos palabras tan importantes: "gravemente atormentada".
En griego la expresión "gravemente" es "kakos", que en general se traduce como enfermedad o incluso como algo malo (Hch 23:5) (Mr 1:34) (Mr 6:55).
La actitud de los discípulos en (Mt 15:23) es como si dijeran: "Señor, esta mujer con sus gritos nos está volviendo locos y se nos acabó la paciencia". Parecería que los discípulos muchas veces querían tomar el camino más corto: "Despídela, pues grita tras nosotros".
Notemos la humildad de esta madre: se postró a los pies del Señor Jesucristo. Alguien ha notado que no hubo ocasión en que alguien se postrara en sincera humildad y reverencia delante del Mesías que no haya recibido la bendición que buscaba.
En (Is 57:15) se nos habla de la humildad. Allí leemos: "Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en las alturas y en santidad; pero estoy con el de espíritu contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los oprimidos". Así se hace presente aquí esta declaración del corazón del Señor.
Ella le ruega al Señor que eche fuera de su hija al demonio. Sospecho que la mujer hablaba el idioma con un acento extranjero. Algunos creen que en esta ocasión el Señor Jesucristo habló en griego y no en arameo. "No hay razón para creer que Jesús que se crió en Galilea no hubiera sabido el idioma griego" (Walter W. Wessel). Aun en el día de hoy en esa parte del mundo es muy común que las personas hablen varios idiomas. Notemos la respuesta del Señor Jesucristo en (Mr 7:27): "Deja primero que se sacien los hijos, porque no es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos". "Los hijos" aquí se refiere al pueblo de Israel. Los gentiles se comparan a los perrillos dado que eran tratados con esta palabra por los judíos religiosos. Ahora, el Señor Jesús no trata a los gentiles, los no judíos, como perros, sino que va a usar la imagen de una mesa de la cual está cayendo comida. Algunos creen que esta mujer se ha enterado del milagro de la alimentación de los cinco mil hombres y las mujeres y niños a la que se hace referencia en el capítulo anterior. Observen que esta mujer no está reclamando sentarse en la mesa de las bendiciones de Dios para su pueblo Israel. Ella sabe que no tiene las calificaciones para esto.
¿Qué hubiera sucedido si la mujer en este momento se hubiera dado por vencida y vuelto a su casa? Fácil le hubiera sido decir: "Me han dicho cosas tan hermosas de la persona de Jesús de Nazaret, como que es tan bondadoso y compasivo y ¡a mí ni me quiere hablar!". También podría haber dicho: "Nunca he sido tratada con tanta dureza en mi vida". Pero ella, como aquella otra mujer que tocó el manto del Señor Jesucristo, tenía la perseverancia y la fe de que si persistía iba a tener la bendición. ¡Cuánto nos enseña esta mujer a todos acerca de la importancia de perseverar en la oración aun cuando parezca que la respuesta es negativa!
Nos podemos preguntar también: ¿Por qué Jesucristo no le dio desde el principio lo que ella solicitaba? Y la respuesta es sin duda: para probar su fe; y no solamente eso, sino para que nosotros también, dos mil años después, podamos aprender una lección incomparable de esta mujer.
Ella no se ofende por el ejemplo que de alguna manera asocia a los gentiles con los perros, sino que dice: "Si, Señor; también los perritos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos" (Mr 7:28).
Es interesante que este milagro traiga el tema de la participación de los gentiles en las bendiciones de Dios. En (Ro 1:16) leemos: "Porque no me avergüenzo del evangelio; pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primero y también al griego".
La mayoría de nosotros, cuando estamos en una situación de discusión y la otra persona "nos gana" en la argumentación, nos enojamos. De allí el famoso dicho que una discusión ganada puede ser una pérdida.
Ella acepta con sencillez la palabra del Maestro y vuelve a su casa. Veamos los vocablos que él emplea: "Por causa de lo que has dicho, ve". Es decir: "Tienes razón, los perrillos comen de lo que cae de la mesa de los hijos". Y algunos hijos por supuesto que hacen mucho desperdicio y cuando comen parece que la mitad de la comida se sale del plato. Esta mujer ha aprendido uno de los principios quizás más difíciles de entender, y es que nosotros no merecemos nada. Dios no vio en nosotros un potencial de belleza, de inteligencia o de santidad. (Ro 5:6) dice: "porque aún siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos". Esta mujer se dio cuenta de que no tenía ningún derecho a la bendición de Jesucristo, pero la recibió por la gracia de él.
Me imagino a cualquiera de nosotros en una situación similar volviendo a nuestra casa. ¿Qué es lo que vamos a encontrar allí? Probablemente estaríamos en la gran duda de si vamos a encontrar que la Palabra del Señor se ha cumplido o no. Pero esta mujer llega a la casa y encuentra que su hija está acostada en la cama (Mr 7:30).
No hemos dicho nada sobre la condición de esta muchacha. Sabemos que estaba atormentada por un demonio y Mateo nos dice "gravemente atormentada". Cuando el Señor Jesucristo fue a ver a la suegra de Pedro que estaba en cama con mucha fiebre, después de que ella fue sanada se levantó. A la hija de Jairo que estaba muerta en la cama, el Señor la hizo levantarse y que le dieran de comer. Para mí es interesante que a esta muchacha la encuentran curada pero no caminando sino en la cama descansando. Esto me sugiere que los síntomas que ella tenía debido a su condición de posesión demoníaca tendrían que ver con agitación e inquietud. Al verla en la cama reposando tranquilamente, su madre sabía que el milagro había sido hecho. Creo que esta es una mejor explicación que decir que estaba inconsciente tras el ataque del demonio como en el caso del joven lunático. En su condición anterior estaría como el endemoniado gadareno en un estado de agitación incontrolable (Mr 5:5). Pero si leemos con cuidado notamos que el versículo 30 de Marcos 7 nos dice: "Y cuando ella se fue a su casa, halló a su hija acostada en la cama y que el demonio había salido".
Es importante notar que los demonios obedecen el mandato del Señor Jesucristo no solamente cuando él está delante como en el caso que mencionábamos de Marcos 5, sino también cuando él está lejos. Creo que esto es interesante. Al llegar a la casa, ella se dio cuenta de que el milagro se había producido. No es que el demonio le dejó un aviso en un cartel grande de que se había ido. Es que esa casa que antes dominaba ahora tenía un aspecto totalmente distinto. Hemos visto con nuestros ojos esos hogares que llamamos a veces, con un poco de ironía, que es una casa "convertida". Es decir, cuando el Señor Jesucristo entra en la vida de una persona como su Salvador, la casa se empieza a transformar. Yo he visto creyentes que empiezan a tirar ciertas revistas y libros que no son de edificación pero que podrían ser de tropiezo. He visto cómo el ambiente adentro de la casa se transforma cuando el Señor Jesucristo entra en la vida de esa familia. Es que las palabras de Filipenses 4 cuando se aplican hacen muchos cambios en nuestra vida. En (Fil 4:8) leemos: "En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto pensad".
Nos imaginamos que la madre entra en esa casa que ya luce distinta. No sabemos si la muchacha al ser librada del demonio empieza a ordenar esas cosas que antes dejaba por todos lados. En esta porción tenemos la cama de la tranquilidad donde la joven ahora está recibiendo el descanso que tanto necesitaba.
Nos imaginamos, aunque el texto bíblico no lo menciona, el reencuentro de esta madre de fe persistente que ahora puede contarle a su hija los detalles de su entrevista con Jesús de Nazaret.

Temas para predicadores

La persistencia en la oración.
Cuando creemos que la respuesta es no, y Dios busca nuestra perseverancia.
La intercesión por el bien espiritual de otros.
La humildad de la mujer sirofenicia.

Comentarios

Colombia
  Maria Campo  (Colombia)  (10/12/2023)
Gracias. Me aclara bien qué quería decir Jesús cuando le habló de esa manera a la mujer. Valiente, poderosa y llena de fe era esta mujer.
República Dominicana
  Kelvin Domínguez  (República Dominicana)  (27/05/2023)
Excelente enseñanza fue grandemente edificado el Todopoderoso le siga dando sabiduría e inteligencia espiritual en el nombre de Cristo.
México
  Josue Arcia Gonzalez  (México)  (02/12/2019)
Muy buenas lecciones, las estoy usando en nuestro circulo de estudio biblico celular. Gracias hermanos.
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