Algunas no ofrecen ninguna esperanza sino que se hunden en la desesperación existencial.
Otros piensan en la historia en términos más bien circulares y no lineales, como un interminable ciclo de reencarnaciones sin alivio alguno, salvo la no existencia del nirvana.
Los marxistas siguen prometiendo una utopía en la tierra, pero esta visión ha perdido credibilidad.
Los humanistas seculares sueñan con la toma del control de su propia evolución, pero, en tanto que esto requeriría la manipulación genética, el sueño degenera y se convierte en pesadilla.
¡Cuántas personas perdieron sus vidas en los primeros siglos del cristianismo porque creyeron que Cristo había resucitado!
¡Cuántas personas lo han dejado todo y se han entregado por completo a la predicación del Evangelio creyendo que era una buena causa, cuando en realidad estaban haciendo algo absurdo y dañino!