Estudios bíblicos por series

Serie:  El Evangelio de Juan

Jesús, el pan de vida (Juan 6:16-46)

Después del milagro de la multiplicación de los panes y peces, Jesús se presentó como el pan de vida que había descendido del cielo y que ofrecía vida eterna a todos aquellos que creen en él. Sin embargo, en aquel tiempo, como también ahora, las personas se aferran a las cosas perecederas de esta vida e ignoran las grandes realidades celestiales y eternas. En cualquier caso, la invitación de Jesús sigue en pie: "el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás".

Palabras de vida eterna (Juan 6:47-71)

Después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, el Señor Jesús explicó su significado y dio algunos detalles sobre su misión. Desde ese momento muchos de los que antes habían sido sus discípulos dejaron de seguirle. ¿Qué es lo que tanto les desagradó de su mensaje? Fundamentalmente sus constantes afirmaciones de haber descendido del cielo, lo que implicaba su preexistencia y deidad, y ahora también su anuncio de que debía morir en sustitución por el pecador como único medio para su salvación. Los judíos de su tiempo no estaban dispuestos a aceptar ninguna de estas dos cosas, pero si lo pensamos bien, también las personas de nuestro tiempo se rebelan contra esto mismo...

Incredulidad de los hermanos de Jesús (Juan 7:1-9)

Cuando el Señor Jesucristo decidió ir a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos se encontró con la incredulidad de sus hermanos. Poco antes había sufrido también el rechazo de las multitudes de judíos que no habían aprobado su predicación, pero el rechazo de su propia familia tuvo que ser para el Señor especialmente duro. Este pasaje nos ayuda a entender que el Señor nos comprende cuando nosotros sufrimos el rechazo y desprecio del mundo por causa de nuestra fe.

¿Quién es Jesús? (Juan 7:10-24)

Está claro que la persona de Jesús nunca ha dejado indiferente a nadie. A lo largo de todo este pasaje se aprecia que las multitudes estaban muy divididas en cuanto a él. Algunos pensaban que era un hombre bueno, que hacía el bien, moralmente justo, un buen enseñador de las Escrituras, el profeta, o incluso el Cristo de Dios, mientras que otros estaban convencidos de que era un impostor, un falso profeta, un blasfemo, alguien interesado en atraerse a las masas congraciándose con ellas con fines egoístas. Como sabemos, la discusión de antaño se prolonga hasta nuestros días. ¿Quién es Jesús? Al fin y al cabo, sólo caben esas dos posibilidades: O bien su poder y autoridad provenían del hecho de que era el Hijo de Dios, o se trataba de un impostor diabólico y blasfemo al que los judíos hicieron bien en crucificar. ¿Qué piensa usted?

¿Es éste el Cristo? (Juan 7:25-36)

En el pasaje anterior el evangelista nos llevó a preguntarnos quién es Jesús. Ahora va un poco más allá y nos plantea la cuestión de si no será el Cristo. Esto era lo que muchos se estaban preguntando viendo las obras milagrosas que hacía y la autoridad de su enseñanza. Pero había otros que no quisieron tomar en cuenta estas evidencias y se burlaron de él. Hoy también hay mucha gente que expresa opiniones parecidas sobre Jesús sin detenerse a investigar verdaderamente quién es él y si cumplió lo que las Escrituras habían anunciado acerca de él. Pero cualquiera que con honestidad invierta tiempo en averiguar quién es Jesús llegará a la conclusión de que es el Mesías enviado de Dios para la salvación del mundo.

Ríos de agua viva (Juan 7:37-39)

Aunque con mucha frecuencia el hombre no lo quiera reconocer, la vida sin Dios carece de sentido y se va secando. El mundo busca en vano satisfacer este anhelo sin tener en cuenta a Dios. Intenta hacerlo con vacaciones, espectáculos, deportes, drogas, trabajo, nuevas relaciones... pero el anhelo persiste, o en el mejor de los casos, la satisfacción obtenida dura muy poco. ¿Qué significa esto? ¿Cuál es el problema? ...

¡Nadie ha hablado como Jesús! (Juan 7:40-52)

Los alguaciles que fueron a prender a Jesús en el templo no pudieron hacerlo porque quedaron absortos escuchándole. Esto era muy extraño, porque hombres de su oficio no se dejan arrebatar fácilmente por discursos públicos. Pero podemos entenderlos fácilmente, porque esta misma admiración por las palabras de Jesús ha sido experimentada también por millones de personas en todas las épocas, porque su voz sigue resonando todavía por medio de su Palabra escrita.

La mujer adúltera (Juan 8:1-11)

El pasaje de la mujer adúltera nos recuerda que Jesús trajo una nueva oportunidad a los pecadores para que puedan empezar una nueva vida a través del arrepentimiento y el perdón. La culpa ya nunca puede ser motivo para quitar la esperanza al pecador. ¿Y quién no necesita otra oportunidad?

Jesús, la luz del mundo (Juan 8:12-30)

Jesús hizo la siguiente afirmación: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas". Este mundo necesita la luz de Cristo porque está sumido en las tinieblas morales y espirituales. Quizá haya personas que lo nieguen, pero nuestra sociedad está bajo el poder del Maligno, y sus obras lo demuestran de forma inequívoca: espiritismo, ocultismo, magia, horóscopos, supersticiones, idolatría, adulterio, fornicación, violencia y todo tipo de perversiones...

La verdad os hará libres (Juan 8:31-38)

El Señor no estaba hablando de la esclavitud política sino de la servidumbre al pecado. El pecado es a la verdad el peor de todos los amos. Encadena al hombre con vínculos más fuertes que las cadenas de hierro con las que un criminal podría estar aprisionado en su celda. Y Cristo nos enseña que fuera de él no hay liberación del pecado. Ahora bien, el primer paso hacia la libertad es reconocer y aceptar nuestro estado. Debemos darnos cuenta de que hemos perdido el control sobre nuestras propias decisiones y que finalmente nos estamos destruyendo. Salvo que lo hagamos, nunca podremos apropiarnos de la libertad que el Evangelio de Jesucristo nos ofrece.