Estudios bíblicos por series

Serie:  El Evangelio de Juan

Sois de vuestro padre el diablo (Juan 8:39-47)

El Señor Jesús nos enseña en este pasaje que sólo hay dos posibilidades para cualquier hombre: ser hijo de Dios o del diablo. Veremos también que la dignidad de ser hijos de Dios no se adquiere por pertenecer a una nación o religión especial, sino por un nuevo nacimiento espiritual. Por eso, aunque los judíos pertenecían al pueblo escogido de Dios, el Señor afirmó que eran hijos del diablo porque confiaban en su religión en lugar de escuchar a Cristo. Y también se encuentra dentro de la misma posición todo aquel que no ama a Cristo ni escucha y obedece a su palabra.

La preexistencia de Cristo (Juan 8:48-59)

En este pasaje el Señor Jesús afirma con toda claridad que él es Dios, que tiene poder para dar la vida eterna a todo aquel que guarda su Palabra y que existía desde la eternidad, mucho antes de hacerse hombre y venir a este mundo.

Jesús sana a un ciego de nacimiento (Juan 9:1-12)

Jesús había afirmado que él era la Luz del Mundo y que el que le siguiera no andaría en tinieblas. Ahora, por medio de la completa curación de un ciego de nacimiento va a ilustrar lo que esto significaba.

Ceguera espiritual (Juan 9:13-41)

Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y este pasaje demuestra que es cierto. Aquí vemos que muchos religiosos judíos no quisieron creer en Jesús a pesar de todas las evidencias.

Jesús, el buen pastor (Juan 10:1-21)

De todas las figuras que se aplican a Dios en la Biblia, la del pastor es una de las más entrañables. Otras pueden ilustrar mucho mejor su gloria y majestad, pero ninguna como ésta expresan la ternura y solicitud divinas en favor de su pueblo.

La seguridad eterna de los creyentes (Juan 10:22-42)

Tenemos aquí una de las promesas más hermosas que el Señor ha hecho a los creyentes. Podemos tener seguridad de nuestra salvación eterna aquí y ahora. Ya no tenemos temor a morir ni a comparecer ante Dios.

Jesús, la Resurrección y la Vida (Juan 11:1-27)

La tumba es el fin de toda esperanza humana. Nosotros decimos que mientras hay vida, hay esperanza, pero con la muerte se acaba todo. Es el fin de las aspiraciones, los deseos, los planes. Ya no es posible seguir luchando, ya no hay posibilidad de cambiar ni rectificar las decisiones mal tomadas. Sólo queda lugar para las lágrimas, los lamentos y las condolencias por la pérdida... Pero el Señor Jesús es la Resurrección y la Vida. Él tiene poder absoluto sobre la muerte. Él sí que puede darnos consuelo y esperanza...

La resurrección de Lázaro (Juan 11:28-44)

El Señor se enfrenta aquí con el peor enemigo del hombre: la muerte. El Señor Jesucristo es el "Autor de la Vida" y también su Sustentador, por esa razón, la muerte no tiene poder alguno frente a él. Veremos, por lo tanto, que a su orden, Lázaro abandonó el mundo de los muertos para regresar nuevamente al de los vivos.

El complot para matar a Jesús (Juan 11:45-57)

Después de que Jesús resucitara a Lázaro, el sumo sacerdote judío y todo el Sanedrín decidieron que Jesús debía morir. Así que, mientras el Señor trae vida a los muertos, sus enemigos se esfuerzan en matarle. ¡Incomprensible! Pero esta misma tensión se ve a lo largo de todo el evangelio y también en nuestro mundo moderno: mientras Dios busca la forma de bendecir al hombre, el hombre no piensa en otra cosa que en sacar a Dios de su mundo.

Jesús es ungido en Betania (Juan 12:1-3)

Como muestra de agradecimiento por la resurrección de Lázaro, organizaron una cena en honor del Señor Jesucristo. María, una de las hermanas, aprovechó la ocasión para ungir los pies de Jesús con un costoso perfume y mostrarle así su amor y devoción. Esta noble acción ha quedado recogida en las Escrituras como un ejemplo de adoración para todos nosotros.