1Oh Dios de Sión,
¡tú eres digno de alabanza!,
¡tú mereces que te cumplan lo prometido, 2pues escuchas la oración!
Todo el mundo viene a ti. 3Nuestras maldades nos dominan,
pero tú perdonas nuestros pecados. 4Feliz el hombre a quien escoges
y lo llevas a vivir cerca de ti,
en las habitaciones de tu templo.
¡Que seamos colmados con lo mejor de tu casa,
con la santidad de tu templo! 5Dios y Salvador nuestro,
tú nos respondes
con maravillosos actos de justicia;
la tierra entera confía en ti,
y también el mar lejano; 6tú mantienes firmes las montañas
con tu poder y tu fuerza. 7Tú calmas el estruendo de las olas
y el alboroto de los pueblos; 8aun los que habitan en lejanas tierras
tiemblan ante tus maravillas;
por ti hay gritos de alegría
del oriente al occidente. 9Tú tienes cuidado de la tierra;
le envías lluvia y la haces producir;
tú, con arroyos caudalosos,
haces crecer los trigales.
¡Así preparas el campo! 10Tú empapas los surcos de la tierra
y nivelas sus terrones;
ablandas la tierra con lluvias abundantes
y bendices sus productos. 11Tú colmas el año de bendiciones,
tus nubes derraman abundancia; 12los pastos del desierto están verdes
y los montes se visten de gala; 13los llanos se cubren de rebaños,
los valles se revisten de trigales;
¡todos cantan y gritan de alegría!