Estudio bíblico de Oseas 1:1-2:1

Oseas 1:1-2:1

Continuamos hoy con nuestro estudio de la profecía de Oseas. Durante los dos programas anteriores, hemos hecho una introducción al estudio de esta profecía de Oseas.

Al llegar a la profecía de Oseas nos encontramos con uno de los grandes libros de la Biblia, y con un hombre que fue un notable profeta. A nosotros personalmente no nos agrada clasificar a los profetas entre profetas mayores y profetas menores, como se suele hacer. Cada uno de aquellos profetas, ya fuera que escribiese una profecía extensa o breve, fue un hombre sobresaliente. Por ejemplo, uno no llamaría a Elías un profeta menor, simplemente porque él nunca escribió una profecía, ¿no es cierto? Y Juan el Bautista, el último de los profetas, nunca escribió nada, y sin embargo fue un profeta de Dios que anunció la venida del Salvador y de Su misión redentora al mundo.

Los profetas no fueron agrupados como Mayores o Menores en la Biblia Hebrea. Fueron ordenados tal como los tenemos por la iglesia, aproximadamente en el siglo tercero. En realidad, al arreglar el orden de los libros en la Biblia, debieron haber colocado a cada profeta junto al libro histórico que le correspondía. Usted observará que los mensajes de casi todos los profetas que escribieron pertenecieron al período del reino dividido. Cuando los reyes fracasaron, entonces Dios levantó profetas para que hablaran a la nación.

Cronológicamente, entonces, la profecía de Oseas debe situarse antes de la de Jeremías. Oseas fue contemporáneo de Isaías, Miqueas, y Joel, su compatriota del reino del norte. Oseas y Joel fueron profetas del reino del norte o Israel, mientras que Isaías y Miqueas lo fueron en el reino del sur o Judá.

En muchos aspectos, Oseas puede compararse con Jeremías. Jeremías fue el último profeta antes de que el reino del sur fuera llevado al cautiverio, pero más de cien años antes de este evento, Oseas había sido un profeta en el reino del norte. Este último ocupó la misma posición que ocupó Jeremías, con la misión de advertir a la nación de su inminente cautiverio. Ambos profetas hablaron impulsados por una experiencia personal desgarradora, aunque la de Jeremías fue más pública. La experiencia de Oseas fue vivida en su hogar, mientras que la de Jeremías fue vivida en la nación. Jeremías amaba a su nación y el tener que comunicar un mensaje tan grave le quebrantó el corazón. Pero Dios eligió a un corazón muy sensible para desempeñar esa tarea. Quizás Oseas no era tan sensible como Jeremías, pero más adelante veremos que él surgió de la experiencia de un hogar deshecho, con un corazón quebrantado. Su propia esposa le fue infiel y se convirtió en una ramera. Él la amaba tanto que fue tras ella y la recibió nuevamente en el hogar. Y después, ella volvió a comportarse como una ramera. Así que en medio de esta experiencia familiar, este hombre salió para presentarse ante la nación de Israel, con sus mejillas humedecidas por las lágrimas, y dijo: "Quiero comunicaros como se siente Dios con respecto a vosotros, porque yo me siento de la misma manera. He tenido una experiencia personal en mi propio hogar". Y como el corazón de este hombre había sido quebrantado, pudo comunicar el mensaje de Dios a su nación.

El bosquejo del libro es muy simple; en realidad sólo tiene dos divisiones principales. En los primeros tres capítulos de Oseas tenemos un énfasis en el aspecto personal, porque se incluye la historia del profeta y Gomer, su esposa infiel. La segunda parte es profética y se extiende desde el capítulo 4 hasta el 14. En esta sección vemos al Señor frente a la nación infiel de Israel.

Llegamos, pues, ahora al capítulo 1, y leeremos el primer versículo, que inicia un párrafo que relata

El matrimonio de Oseas y Gomer, la ramera

"Palabra que Jehová dirigió a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel."

Aquí se mencionaron a los reyes del sur, o de Judá, en esa época en particular; los otros fueron los reyes del norte, o de Israel. Cabe destacar la mención de Jeroboam, ya que no hubo otro rey peor que él en el reino del norte. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Comienzo de la palabra que el Señor habló por medio de Oseas. Dijo el Señor a Oseas: Ve, toma por mujer a una prostituta y ten hijos de prostitución con ella, porque la tierra se prostituye apartándose del Señor."

Lo que el Señor le pidió al profeta fue algo muy llamativo y algunos intérpretes no lo aceptan literalmente. El Dr. Scofield, con cuya opinión en este caso no estamos de acuerdo, comentó con respecto a este versículo: "Dios no le ordenó a Oseas que tomara una esposa inmoral, sino que le permitió llevar a cabo su deseo de casarse con Gomer, advirtiéndole que ella le sería infiel, y usó esta triste experiencia del profeta como base para la presentación de lecciones sobre la relación de Dios con Israel". Hasta aquí la cita. Creemos que esta es una buena forma de quitar a Dios de una situación problemática, pero no necesitamos recurrir a este extremo, porque Dios asumió la responsabilidad plena por ello.

Nosotros entendemos este versículo en base a que Dios le dijo a Oseas: Ve. Es decir, que lo interpretamos como una orden, como un mandato. Cuando Dios le dijo a Oseas "ve", no estaba simplemente dándole permiso para casarse con Gomer; fue un mandato para que así lo hiciera. Oseas era probablemente un joven que vivía probablemente en el país de Efraim del reino del norte. Allí conoció a una hermosa joven y se enamoró de ella, quien después se comenzó a comportarse como una ramera. Naturalmente, él quiso apartarse de ella. Quizás se habría casado con ella, pero no se atrevió a hacerlo en un pueblo pequeño, y la ley de Moisés establecía que ella debía ser apedreada. ¿Qué podía hacer entonces? Y Dios le dijo: "Ve y cásate con ella". Dios, en realidad, le estaba pidiendo a Oseas que quebrantara la ley mosaica. Y alguien podría pensar que fue una orden terrible. Pero no fue así porque fue Dios mismo quien se lo pidió. Creemos que Dios le aconsejó que, teniendo en cuenta que el joven estaba enamorado de ella, no debía abandonarla sino, más bien, casarse con ella, quien sería una esposa infiel y con hijos de prostitución. Aparentemente, había informes que hablaban de antecedentes de infidelidad la familia de Gomer.

Aquí al principio mismo, el Señor le dejó en claro a Oseas que Él iba a usar esta experiencia en la vida del profeta y dijo, como así lo expresa el versículo 2: porque la tierra se prostituye apartándose del Señor. Él estaba comparando ahora aquello que era adulterio físico, con aquello que era adulterio espiritual.

Y esta lección se aplica al creyente en la actualidad. Usted puede llevar una vida de libertinaje frente a Dios; en ese caso, para Él será como una ramera espiritual, como un creyente infiel. Este fue el lenguaje que Dios usó en esta historia, y como podemos comprobar, utilizó un lenguaje claro. Desearíamos que el púlpito de nuestro tiempo fuera un poco más enérgico de lo que realmente es. A veces nos parece que todos estamos tratando de ser amables, de agradarnos unos a otros y, por consiguiente, algunas veces no nos expresamos con la fuerza y la energía con que lo hace la Palabra de Dios. Ahora, los versículos 3 al 5 de este capítulo 1 de Oseas, dicen:

"Fue, pues, y tomó a Gomer, hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo. Entonces el Señor le dijo: Ponle por nombre Jezreel, porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú a causa de la sangre derramada en Jezreel, y haré cesar el reinado de la casa de Israel. Aquel día quebraré el arco de Israel en el valle de Jezreel"

Aquí podemos ver que no sólo el matrimonio, sino también los hijos iban a presentar una verdadera lección espiritual para la nación de Israel. (Recordemos que los hijos de Isaías también tuvieron un mensaje espiritual para la nación). Ahora, Jezreel era el nombre del hijo, y significaba "Dios esparcirá". Dios dijo: "Yo vengaré la sangre de Jezreel". Jezreel era el nombre de una ciudad y también de una famosa llanura, la llanura de Armagedón, o el Valle de Esdraelon. Tuvo una historia expensa y sangrienta en el pasado, y la tendrá en el futuro como el lugar en el que finalizará la última guerra. En este pasaje, Dios estaba diciendo que dispersaría al reino del norte. Y continúa diciendo el versículo 6 de este primer capítulo de Oseas:

"Concibió Gomer otra vez y dio a luz una hija. Dios dijo a Oseas: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, ni los perdonaré."

A esta niña Dios la llamó "Lo-ruhama", que significaba "indigna de compasión", o sea, que ella nunca conoció la compasión de un padre. No era el caso de una hija huérfana, sino que ella no sabía quién era su padre. Esta situación nos revela el escándalo que sufrió el hogar de Oseas, Y a través de esta circunstancia Dios le estaba diciendo al pueblo del reino del norte, o de Israel, que había caído en la idolatría. Fue como si les dijera: "No conoceréis mi compasión, porque yo no soy vuestro padre."

Siempre ha surgido la cuestión sobre la posibilidad de que una persona cruce una línea, es decir, que caiga tan bajo en el pecado que la gracia de Dios no pueda alcanzarla. Aunque nosotros creemos que usted nunca podría llegar a un lugar en el cual Dios por su gracia no pudiera salvarle, también creemos que si usted persiste en rechazar la gracia y misericordia de Dios, llegará el día en que usted cruzará esa línea. Esto no significa que la gracia de Dios no pueda alcanzarle, pero sí quiere decir que no habrá nada en usted de lo cual la gracia de Dios pueda apropiarse.

Permítanos referirnos a una ilustración que ya hemos utilizado recientemente. En cierta ocasión, una señora deseaba que su Pastor fuera a visitar a su esposo enfermo y moribundo. El Pastor fue a verle y le presentó el evangelio. Este hombre era una persona muy cortés y escuchó con atención todo lo que le dijo el Pastor. Al final, dirigiéndose al Pastor, le dijo: "Pastor, yo diría que sí aceptaría a Cristo como mi Salvador. En efecto, voy a hacerlo; pero, - dijo él - quiero decirle que yo he jugado, es decir que he tratado mis asuntos con Dios con poca seriedad, he prometido serle fiel en muchas ocasiones y después, me he apartado de Él. Y nunca he sido sincero. Francamente, no puedo decirle ahora mismo, cuando le digo que acepto a Cristo, si soy sincero o no". Y todo lo que el Pastor pudo hacer en el funeral de aquel hombre al mirarlo fue orar diciendo: "Oh Dios, espero que haya sido sincero, espero que haya hablado en serio, que realmente haya querido reconocer al Señor como su Salvador. Espero que Tu Gracia le haya alcanzado y tocado".

Estimado oyente, usted puede actuar con ligereza frente a Dios. La nación de Israel lo hizo así, y finalmente llegó un día en el que Dios dijo: No me compadeceré más de vosotros". Ahora, el versículo 7, de este capítulo 1, de Oseas, dice:

"Pero de la casa de Judá tendré misericordia: los salvaré por el Señor, su Dios. No los salvaré con arco, ni con espada, ni con guerra, ni con caballos ni jinetes."

Sin embargo, Dios manifestó que aun no estaba listo para juzgar a la casa de Judá. Ahora, ¿por qué perdonaría Él a Judá y no a Israel? Bueno, por causa de David. Dios había dicho que por David, El no dividiría el reino bajo el reinado de Salomón. Una y otra vez Él dijo que por amor a David, salvaría al reino del sur, o de Judá. Alguien podría criticar esta postura y considerar que no fue justa. Bueno, no sabemos si desde nuestro criterio humano podemos decidir si es justa o no, pero le agradecemos a Dios que haya mostrado su compasión y misericordia con nosotros, que Él haya sido paciente, y que haya continuado mostrándonos su misericordia. Y aun hoy, continúa haciéndolo.

Sin embargo, Dios dijo, como vemos en el versículo 7, los salvaré por el Señor, su Dios. No los salvaré con arco, ni con espada, ni con guerra, ni con caballos ni jinetes». En efecto, Dios dijo: "No voy a salvarlos por el hecho de que tengan una gran fuerza militar". Si usted lee el segundo libro de los Reyes 19 e Isaías 37, comprobará como en aquel tiempo Dios liberó milagrosamente al pueblo del reino del sur, o de Judá. Pero, Él no liberó al reino del norte, o de Israel. Ahora, en el versículo 8, de este capítulo 1 de Oseas, leemos:

"Después de haber destetado a Lo-ruhama, Gomer concibió y dio a luz un hijo."

En aquel país demoraban hasta 2 o 3 años en destetar a un niño. Cuando Lo-ruhama superó ese período, Gomer tuvo otro hijo. Y dice el versículo 9 de este primer capítulo de Oseas:

"Y dijo Dios: Llámalo Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo ni yo seré vuestro Dios."

El tercer hijo fue llamado Lo-ammi, que significaba "pueblo ajeno". Poniendo la frase en singular diría "hijo ajeno". Había una pregunta sobre el segundo hijo; pero no había preguntas con respecto a éste. Y Dios le estaba diciendo a la nación de Israel: "No sois mi pueblo y yo no seré vuestro Dios". Si éste fuera el único versículo de la Biblia, estaríamos de acuerdo con los que dicen que Dios ha terminado sus tratos con la nación de Israel. Todos tenemos que ser muy cuidadosos y evitar dirigirnos a la Biblia para escoger un versículo aquí o por allí, y decir que se está cumpliendo. Si se lee la totalidad de la profecía de Oseas, nadie puede realmente argumentar que Dios ha terminado con la nación de Israel. El versículo siguiente lo deja bien en claro; leamos entonces este versículo 10 de Oseas 1:

"Con todo, el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois mi pueblo, se les dirá: Sois hijos del Dios viviente."

Este pueblo sería diezmado una y otra vez por las persecuciones y las guerras. Sin embargo, aquí tenemos una extraordinaria profecía que anunció que Dios iba a aumentar su número.

Y finaliza la profecía anunciando que en el lugar donde se les dijo no sois mi pueblo se les diría: Sois hijos del Dios viviente. En aquel día habrá un gran retorno hacia Dios. Dios no ha finalizado con Israel y ese hecho resulta evidente cuando usted lee la totalidad de la Palabra de Dios. Y dice el versículo 11, último de este capítulo 1 de Oseas:

"Se congregarán los hijos de Judá y de Israel, nombrarán un solo jefe y se levantarán de la tierra, porque grande será el día de Jezreel."

Este versículo anunció que la nación se reuniría. Por cierto, que no hay "10 tribus perdidas de Israel".

Y añade que nombrarán un solo jefe. Ese jefe, aun no lo tienen hoy, ni todos están de acuerdo con el liderazgo que tienen. Ese jefe mencionado en la profecía de Oseas será, por supuesto, el Mesías.

Termina este versículo diciendo y se levantarán de la tierra, porque grande será el día de Jezreel. Sin embargo, el profesor McGee no está de acuerdo con el punto de vista de que el retorno a Israel sea un cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento. Trataremos este tema con mayor detalle al ir avanzando por el libro de Oseas.

Llegamos ahora, al

Oseas 2

Este capítulo se inicia con la quinta y muy notable profecía sobre la nación de Israel. En los últimos dos versículos del capítulo precedente vimos que (1) Israel experimentará un gran incremento de población; (2) que en la nación habrá un gran retorno a Dios; (3) que los reino del norte y del sur se reunificarán para que las doce tribus formen otra vez una sola nación; (4) que nombrarán ellos mismos a un líder que será el Mesías; y (5) leamos el versículo 1 de este segundo capítulo de Oseas:

"Decid a vuestros hermanos: Pueblo mío, y a vuestras hermanas: Compadecida."

Pueblo mío corresponde a "Ammi" y Compadecida a "Ruhamah". Dios le estaba diciendo a la nación de Israel que iba a llegar el día en que Él diría "Vosotros sois mi pueblo". Estimado oyente, Dios no ha acabado con la nación de Israel, como veremos en el capítulo 3. Es muy importante entender esto. Aquellos que opinan que Dios ha terminado con Israel espiritualizan o descartan una gran parte del Antiguo Testamento. Si usted priva al Antiguo Testamento de su significado literal, ello le da a usted libertad para hacer lo mismo con el Nuevo Testamento. ¿Privaría usted a la epístola a los Romanos, e incluso, al Evangelio de Juan capítulo 3, versículo 16, de su significado literal? Usted no puede hacer esto con el Nuevo Testamento y creemos que tampoco puede hacerlo con el Antiguo Testamento.

Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado a su fin y continuaremos avanzando con el capítulo 2 en nuestro próximo programa. Por lo tanto le sugerimos que lea usted el resto de este capítulo para familiarizarse con su contenido, ya que confiamos en que siga acompañándonos en este recorrido por la profecía de Oseas.

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