Estudio bíblico de Oseas 3:3-4:1

Oseas 3:4-4:1

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la profecía de Oseas, y volvemos al tercer capítulo de este libro. Los versículos 4 y 5 de este capítulo son probablemente dos de los más importantes versículos proféticos que proporcionan una respuesta a aquellos estudiantes de profecía que han comenzado a fijar fechas para la venida del Señor. Este es un capítulo bastante breve. Solamente tiene cinco versículos, sin embargo es en realidad uno de los grandes pasajes proféticos en la Palabra de Dios. Ahora, quisiéramos mencionar aquí una cita del Dr. Charles Feinberg, creyente judío y destacado erudito bíblico hebreo. Él dijo lo siguiente, hablando de este capítulo 3 de Oseas: "Este ocupa por derecho propio un lugar de importancia entre las grandes declaraciones proféticas en toda la revelación de Dios". Hasta aquí, la declaración del Dr. Charles Feinberg. Estamos totalmente de acuerdo con esta opinión.

En relación con este pasaje, usted debería leer los capítulos 9 al 11 de la epístola a los Romanos. Hemos estudiado estos capítulos en la sección profética de esta epístola, que concierne a la nación de Israel. En el capítulo 9 tenemos los tratos de Dios con Israel en el pasado. En el capítulo 10 Sus tratos actuales con Israel y en el capítulo 11, sus tratos futuros con ellos.

Ahora, con respecto a Israel, dijo Oseas en el versículo 4 de este capítulo 3:

"Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin ídolos domésticos."

Al afirmar que los israelitas estarían muchos días sin un rey, observamos que el profeta no dio un número específico de días. Esto es extraño porque a los israelitas se les dijo 3 veces que serían expulsados de su tierra, y que serían traídos de regreso 3 veces. En cada ocasión, Dios los expulsó de la tierra, les dijo cuando tiempo permanecerían fuera de ella, excepto en la última ocasión. La primera vez Dios le dijo a Abraham: "Te voy a dar esta tierra; es vuestra. Pero quitaré a vuestros hijos de esta tierra por 430 años. Durante ese tiempo, permanecerán en Egipto. Después de ese período los traeré de regreso". Efectivamente, ellos regresaron, así que la profecía se cumplió literalmente. En la segunda ocasión, Dios le dijo al profeta Jeremías: "A causa de vuestro pecado, vais a ser enviados al cautiverio en Babilonia. Y allí permaneceréis 70 años". Nuevamente, esta profecía se cumplió literalmente. Ahora, en este pasaje Oseas se estaba dirigiendo al reino del norte (o de Israel, que en realidad nunca regresó a la tierra) y le dijo, como hemos leído en este versículo 4, Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey.

Ahora, ¿cuánto tiempo implican esos muchos días? Bueno, muchos dijeron que el Señor Jesús iba a regresar en el año 2.000. No sabemos de dónde obtuvieron esa información en la Biblia. Algunos han opinado como si hubieran tenido una línea directa con el Cielo. Otros dicen que esta generación que está viviendo hoy es aquella que verá la venida de Cristo. Debemos decir que esta afirmación suena bien para muchos cristianos poco informados, pero lo cierto es que usted no puede encontrar semejante enseñanza en la Palabra de Dios. En ninguna parte de la Biblia se nos dice cuanto tiempo pasará antes del regreso de Cristo. Algunos llegan a tales extremos que parecen estudiantes sensacionalistas de profecía.

¿Por qué el Señor dijo "muchos días" y no nos dio el número específico? Porque en este intervalo comprendido entre el momento en que salieron de su tierra en el año 70 después de Cristo y el momento en que regresen, Él ha estado llamando a un pueblo que se reuniera en Su nombre, entre los no judíos, y ha estado edificando Su iglesia. Quisiéramos decir, en primer lugar, que creemos estar viviendo en los últimos días. Alguien podría preguntar: "¿qué quiere usted decir con que el Señor vendrá pronto?" Bueno, no sabemos cuán pronto porque hemos estado en los "últimos días" por más de 2.000 años. El Señor dijo, hace más de 2.000 años: Ciertamente vengo en breve. Por lo tanto no estamos preparados para afirmar que vendrá mañana, el mes o el año próximo, o incluso en este siglo. Simplemente no lo sabemos. Pero creemos que estamos presenciando la preparación del escenario y la acción comenzará cuando la iglesia sea removida de la tierra.

La razón por la que la fecha no se dio aquí en el libro de Oseas, es que en la Biblia la iglesia no tiene nombre ni fechas. Los que pertenecemos a la Iglesia verdadera somos un pueblo celestial, sin un nombre especial. A lo largo de la historia, los grupos o denominaciones cristianas han ido adoptando nombres relacionados con el énfasis doctrinal de cada uno, y algunos se han calificado incluso como independientes. Pero la Biblia misma no le ha dado a la iglesia un nombre. La palabra griega "Eclesia" solamente significa un cuerpo llamado o separado. Y el Señor está llamando hoy a un cuerpo que llegará a ser su esposa.

Así que la Iglesia no tiene un nombre, ni tampoco fechas. Si usted se hubiera encontrado con Simón Pedro una hora antes de que el Espíritu Santo viniera, en el día de Pentecostés, y le hubiera preguntado si estaba enterado de lo que iba a suceder dentro de unos momentos, él habría respondido negativamente. El no lo sabía, porque el nacimiento de la iglesia había sido anunciado, pero no se había dado ninguna fecha para tal acontecimiento. Y tampoco se nos ha dado una fecha para el momento en que el Señor recoja a Su iglesia de esta tierra. Por tal motivo, se nos ha dicho que muchos días estarán los hijos de Israel sin rey. Es decir, que no se ha especificado ningún período de tiempo.

Ahora, aquí se añade también que los israelitas estarían muchos días sin rey. En la actualidad hay muchos en esa tierra que declaran poder decir a qué tribu de Israel pertenecen. Tenemos serias dudas al respecto pero al menos, muchas personas así lo afirman. Sin embargo no hay ningún israelita hoy que diga: "yo estoy en la línea de descendencia del rey David, y en consecuencia tengo derecho a ocupar el trono de David". El único que tiene derecho a afirmarlo está precisamente en este momento a la derecha de Dios. El es el Señor Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores. Pero Israel ha rechazado a su rey.

Además, el versículo 4 añade que estarán sin príncipe. Es decir, que no tienen a nadie para acceder al trono. Si el Señor Jesús no es el Mesías de ellos, no tienen a nadie ni tienen perspectivas de tenerlo.

Continuando con el versículo 4, también dice que estarán sin sacrificio. El Evangelio de Lucas capítulo 21, versículo 24, nos dice que los no judíos pisotearán Jerusalén hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado. Por lo tanto, muchos piensan que debemos estar viviendo en el final de los tiempos de los no judíos, porque Israel se encuentra hoy en Jerusalén. Pero, ¿tienen ellos a Jerusalén en la actualidad? Todos los lugares santos en la Jerusalén antigua, están en manos de los musulmanes, los católicos rusos, los católicos griegos, la iglesia armenia, o los católicos romanos. Y todos ellos han construido catedrales o iglesias sobre los lugares. Israel no posee esos lugares sagrados y no se atreverían a tocarlos, pues ello desencadenaría violencia, gravísimos conflictos armados o incluso una guerra mundial. No hay ninguna duda en cuanto a esto. Los israelitas tampoco ocupan la zona del templo y no celebran en la actualidad ningún sacrificio. El único lugar sagrado que les queda es el muro de los lamentos, allí es donde se reúnen en estos días. Y ellos no tienen ningún sacrificio hoy con excepción del que tenemos nosotros y que es Jesús. EL murió hace más de 2.000 años fuera de la ciudad, fue resucitado de los muertos, y hoy se encuentra en el cielo a la derecha de Dios.

El versículo 4 también dice que los israelitas están sin estatua o pilar sagrado. Dios no les dio a ellos ninguna imagen. Recordemos que les dijo, como leemos en el libro del Éxodo, capítulo 20, versículo 4: No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. Pero sí les dio a ellos muchas cosas, por ejemplo, un efod e ídolos domésticos, también llamados "terafines"). El efod era una prenda de ropa sagrada usada por el sumo sacerdote. Los aquí llamados "ídolos domésticos" eran objetos pequeños que ellos llevaban consigo, como amuletos de buena suerte y que ellos comenzaron a adorar. Y Dios dijo en este pasaje que ellos se iban a apartar de la idolatría, y que no tendrían imágenes. Esta es una de las cosas que uno puede decir en cuanto a Israel en el presente. Ellos no se encuentran en la idolatría. Aunque no se han vuelto a Dios pero, por cierto, se han apartado de la idolatría. Continuemos leyendo el versículo 5 de este tercer capítulo del libro de Oseas:

"Después volverán los hijos de Israel, buscarán al Señor, su Dios, y a David, su rey; y temerán al Señor y a su bondad al fin de los días."

Destacamos la frase después volverán los hijos de Israel. Aquí el adverbio no significa en el año 2.000. No sabemos cuándo ocurrirá lo descrito en este versículo, pero ellos van a regresar a la tierra de acuerdo con el programa de Dios.

Cuando ellos regresen, ésta será la forma en que lo hagan: buscarán al Señor, su Dios, y a David, su rey; y temerán al Señor y a su bondad al fin de los días. Ahora, diremos algo que quizás sorprenda a algunos. Los israelitas han regresado a esa tierra, y es notable lo que ha sucedido allí, pero no constituye un cumplimiento de esta profecía. La profecía dice que cuando ellos regresen, se volverán a Dios, y no hay un verdadero acercamiento a Dios en esa tierra. Al menos dos destacados estudiantes de profecía que conocemos creen que Israel podría ser expulsado nuevamente de ese territorio, antes de que veamos el verdadero cumplimiento de esta profecía. Cuando ellos regresan entonces a la tierra, también regresarán a su creencia en Dios.

Hay evidencia de que Israel no ha regresado a su creencia y fe en el Señor. Cuando hace bastante tiempo celebraron su vigésimo aniversario como nación, desplegaron un gran cartel con el siguiente lema: "La ciencia traerá la paz a esta tierra". La Biblia dice que será el Mesías el que va a traer la paz. Así que ellos no están pensando en el Mesías sino en la ciencia. Están confiando en la prosperidad y dependiendo de la economía. Constantemente se realizan allí inversiones multimillonarias.

Con respecto a la situación de las misiones cristianas podemos decir que su labor allí es compleja. Aunque algunos destacan que hay un número creciente de cristianos, otros afirman que hay más árabes cristianos que judíos cristianos. Y cuando decimos que la nación no ha regresado a su creencia en el Señor, estamos refiriéndonos al pueblo, a la nación, en su conjunto.

Cuando insistimos en que el presente retorno de los israelitas a su tierra no es el cumplimiento de la profecía de la Palabra de Dios, somos conscientes de que esta afirmación es contraria a lo que frecuentemente se oye decir sobre este tema. Sin embargo, esta profecía es una evidencia de ese hecho, y cuando consideramos la totalidad de la Palabra de Dios y no simplemente un versículo en un pasaje, y otro en algún otro pasaje. Debemos enfrentarnos con la realidad de que este retorno de nuestro tiempo no es un cumplimiento de la profecía.

(El tomar un versículo por aquí y otro por allá, fuera de su contexto natural, siempre ha conducido a conclusiones ridículas y a enfatizar este retorno como un cumplimiento profético. Hasta se ha llegado a decir que había personas que estaban enviando piedras de un estado de Estados Unidos para construir el templo. Los que han estado en Jerusalén saben que la ciudad se encuentra en una zona rocosa y todas las colinas que la rodean, incluyendo al Monte de los Olivos, están llenas de rocas. Así que realmente ese país está más bien en condiciones de exportar piedra y no necesita ayuda en ese sentido.)

El versículo 5 de este tercer capítulo de Oseas termina diciendo: y temerán al Señor y a su bondad al fin de los días. Otra versión traduce "y acudirán temblorosos al Señor y a su bondad en los últimos días". Esos "últimos días" se encuentran aun en el futuro. Se refieren a la nación de Israel y a la época que comenzará con la gran tribulación, y continuará con la segunda venida de Cristo y el establecimiento del reino en la tierra. Y así llegamos al

Oseas 4

A partir de este punto en el libro de Oseas no veremos mucho sobre la vida personal y privada del profeta. En realidad, comenzando con los últimos dos versículos del capítulo anterior, la vida privada de Oseas se desvanece pasando a un segundo plano y el énfasis recae sobre el Señor y la nación infiel de Israel, que se ha estado comportando como una prostituta. Hemos dejado la sección del libro que tenía un carácter personal, y en los capítulos 4 hasta el 14 estaremos tratando temas proféticos. En primer lugar veremos que

Israel resultó culpable ante Dios

A partir de la desgarradora experiencia de su propio hogar, Oseas comenzó a hablar a la nación; él sabía entonces como Dios se sentía hacia ellos. Todo lo que se ha dicho hasta este punto se ha expuesto de una forma general. Dios había dicho: "Ellos han pecado. Han actuado como una mujer infiel hacia mí". Entonces fue como si Dios fuera a conducirlos ante el tribunal, para exponer ciertas acusaciones contra ellos, y para probar dichas acusaciones. El mensaje del capítulo 4 fue una denuncia de que Israel era culpable de anarquía, inmoralidad, ignorancia de la Palabra de Dios e idolatría. Podemos comparar a este capítulo con el primer capítulo de Isaías, en el cual el profeta Isaías habló para el reino del sur (el reino de Judá) explicando en detalle las acusaciones de Dios contra la nación.

Creemos que podemos comparar los pecados de Israel con los de otras naciones. Es cierto que la nación de Israel fue el pueblo escogido por Dios, y Él le entregó a ese pueblo la ley de Moisés. Sin embargo, tenemos que entender lo siguiente; la ley de Dios es Su norma para cualquier nación que quiera ser bendecida, es decir, que quiera recibir Sus bendiciones y prosperidad. Por lo tanto, podemos encontrar en general a los pueblos de la tierra culpables de las mismas cosas que Israel fue declarada culpable ante Dios cuando Él juzgó a ese pueblo y los condujo al cautiverio. Muchos podrían estar en desacuerdo con esta afirmación y dirían: "bueno, nosotros no somos idólatras". Estimado oyente, la codicia es una forma de idolatría, y pueblos en su conjunto y multitudes de personas en la actualidad están impulsadas por la codicia; podríamos decir que en cierta forma adoran al dinero y ansían disfrutar del poder, la notoriedad e influencia que el dinero proporciona a los seres humanos. Hemos llegado a un punto en el que casi no nos sorprende abrir los periódicos o enterarnos por otros medios de difusión de nuevas formas de practicar la corrupción en los niveles más productivos de las actividades comerciales. Podemos leer el libro de Oseas y señalar con nuestro dedo a Israel y decir: "es una vergüenza como ellos se apartaron de Dios". Pero necesitamos mirar a nuestro alrededor y comprobar que lo mismo es cierto de nosotros.

En el primer versículo de este capítulo, el Señor confrontó a Israel con el hecho de que no tenían conocimiento de Él. Leamos este primer versículo de este cuarto capítulo de Oseas:

"Oíd la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor contiende con los moradores de la tierra, pues no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra."

El dijo aquí tres cosas; que no había misericordia, que no había verdad y que no había conocimiento de Dios en aquella tierra. Aquel pueblo tenía el cerebro lavado por su idolatría. Aunque Dios los había instruido para que tuvieran amor y practicaran la misericordia, ya no expresaban su compasión de ninguna manera. El Señor les había dicho en el libro de Levítico capítulo 19, versículo 10, 10No rebuscarás tu viña ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo, el Señor, vuestro Dios. En otras palabras, les había dicho: "Esta es la forma en que yo cuido a los pobres, y vosotros también tenéis que hacer lo mismo". ¿Por qué? El pueblo había olvidado aquellas antiguas palabras. Es que no había un conocimiento de Dios en el país, y ya no eran misericordiosos y compasivos con los necesitados. Es posible que hubiera mucha religiosidad, pero sin un conocimiento real de Dios.

Estimado oyente, Dios castiga esas graves omisiones y vamos a observarlo en nuestro próximo programa. Le sugerimos que continúe leyendo algunos versículos más de este capítulo 4 de Oseas para comprender mejor el tema de esta sección de las Sagradas Escrituras. Y no olvide que confiamos contarlo entre nuestros oyentes en nuestro próximo encuentro.

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