Estudio bíblico de 1 Pedro 1:17-25

1 Pedro 1:17-25

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por la primera epístola universal del Apóstol Pedro. Después de haber estudiado la primera división del libro titulada "El sufrimiento y la seguridad de los creyentes", nos encontramos en la segunda división de esta epístola, titulada "El sufrimiento y las Sagradas Escrituras", que finalizaremos hoy al llegar al versículo 25 de este capítulo. Ambas divisiones están incluidas en este mismo capítulo 1.

Dijimos que al leer el versículo 16 surgía la pregunta: ¿Ha de ser nuestra santidad un atributo personal asumible, como la santidad de Dios? No, porque nuestro Dios es absolutamente perfecto, y nosotros nunca alcanzaremos ese estado mientras vivamos en esta tierra. A veces encontramos a personas que creen haber llegado a ese elevado nivel, pero al mismo tiempo, nunca hemos encontrado a otros que estén de acuerdo con ellos, en pensar que han alcanzado ese alto nivel de espiritualidad. Pero entonces, ¿qué significa ser santos, porque El es santo?

Nuestro Dios posee una personalidad completa, íntegra y maravillosa. Aunque usted y yo seamos simples seres humanos, podemos llegar a ser maduros, es decir, que alcancemos un crecimiento pleno. Como hemos dicho en ocasiones anteriores, está muy bien el ser un bebé en una cuna y reflejar todo el encanto de esa edad. Pero si pasa el tiempo y el bebé continúa mucho tiempo en la cuna, hablando y actuando como un bebé, es que algo funciona radicalmente mal. Así como el proceso de crecimiento normal lo llevará a la niñez, a la adolescencia, la juventud y la edad madura, nosotros como cristianos, deberíamos estar en constante crecimiento espiritual, progresando en nuestra relación con Dios, por medio del estudio de Su Palabra, de la dirección del Espíritu Santo, en la vida de oración y devocional, y en nuestra relación con la iglesia y sus miembros.

Escuchemos ahora lo que dijo Simón Pedro, el apóstol, al continuar hablando de estos asuntos que tienen que ver con nuestra vida diaria. Él dijo en el versículo 17 de este capítulo 1 de su primera epístola universal:

"Si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación"

Aquí la frase sin acepción de personas significa que Dios juzga con imparcialidad, sin favoritismos, la obra de cada creyente. El no tiene creyentes preferidos, mimados. Por ello, juzgará con justicia, equitativamente, la vida y obras de cada cristiano. Esto no tiene nada que ver con la salvación de cada uno, sino que está totalmente relacionado con la clase de vida que un creyente está viviendo en esta tierra. El hecho de que Dios vaya a juzgarnos debería impulsarnos a ser sensatos, y a dedicar más atención al tipo de vida cristiana que estamos viviendo. Tendríamos que asegurarnos que no somos superficiales. ¿Estamos tratando de mantener una sonrisa en nuestro rostro, y de irradiar brillo y felicidad dondequiera que vayamos? Figurativamente hablando, el evangelio no consiste en rociar con agua bendita un montón de malas hierbas. El evangelio transforma las vidas y trae con él una esperanza viva que se fundamenta en la resurrección de Cristo. Los creyentes tienen la vida la vida que han recibido de un Salvador vivo, que está en el cielo sentado a la derecha de Dios. Continuemos leyendo los versículos 18 y 19 del primer capítulo de esta primera epístola del Apóstol Pedro:

"Pues ya sabéis que fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir (heredada de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación."

El apóstol estaba hablando aquí de la obra objetiva de Dios a favor de la salvación de las personas, es decir, de su redención. Estimado oyente, Él tuvo que pagar un precio por usted. Usted y yo hemos estado bajo el juicio de Dios, porque la Biblia dice en el libro del profeta Ezequiel, capítulo 18, versículo 4, El alma que peque, esa morirá. Dios nunca ha revocado ese decreto, y Dios nunca cambia. Es el mismo ayer, hoy y siempre. La inmutabilidad de Dios es el terror de los malvados; ellos temblarían si pensaran en esa característica divina. Oímos decir que vivimos en una nueva época, con nuevas ideas y valores, pero Dios no ha cambiado. No habría ninguna razón para que El cambiara, porque El sabía el final de todo desde el mismo principio. A Él no le sorprenden las noticias que nos asombran cada día a nosotros. El conoce todas las cosas ---pasadas, presentes y futuras--- Y, como ya dijimos, El no ha dejado sin efecto su decisión de que el alma que peque, morirá.

Destacamos ahora la frase fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir... no con cosas corruptibles, como oro o plata. Aunque la plata y el oro pueden ser purificados cuando se los coloca en el crisol ---calentado al rojo para que se elimine la escoria--- pueden corromperse con el tiempo. Si usted tiene un servicio de plata que utiliza en su mesa con poca frecuencia para atender a sus invitados, se dará cuenta que cada vez que lo saca del lugar en que está guardado, lo encontrará opaco, sin brillo. ¿Por qué? (Y lo mismo sucede con esas cucharillas de plata procedentes de varias ciudades del mundo que algunos guardan como una colección. Si uno quiere que luzcan su brillo original debe frotarlas con un producto especial utilizado para limpiar la plata.) Porque estos objetos presentan el aspecto de su corrupción. La plata y el oro son perecederos. Y nosotros no hemos sido rescatados, redimidos, con cosas corruptibles.

En este versículo el apóstol dijo también que habían sido rescatados de su vana manera de vivir heredada de sus padres. Estimado oyente, esta vida es algo vacío, vano, amigo oyente, sin la redención de Cristo. No hay nada que carezca tanto de significado como una vida humana separada de la redención de Cristo. Todo lo demás tiene algún propósito en este mundo. Cada animal y cada planta cumple un cierto propósito. Lo mismo sucede con el sol, la luna y cada una de las estrellas, que cumplen un propósito en el universo. Pero la vida del hombre sin Dios no tiene ningún sentido. Alguien ha dicho que la humanidad es una erupción en la epidermis de un planeta menor. Esta es una característica de los seres humanos que están separados de Dios. Y como dijo el apóstol Pedro, no hemos sido redimidos por cosas corruptibles ---es decir, por ningún elemento de esta vida sin sentido y vacía. El hombre no tiene nada que ofrecer a Dios por su propia redención. Estimado oyente, ¿qué tiene usted que Dios podría necesitar?

Una de las cosas que uno aprende cuando se enferma es que Dios puede realizar las cosas sin la ayuda de uno. Dios siempre ha hecho las cosas sin nuestra ayuda, y va a continuar haciéndolo. Dios quiere enseñarnos que lo que uno hace, no es tan importante como uno cree, y a veces cuando uno está enfermo puede aprender esta lección; que lo importante es la relación que tenemos con Él y no lo que estamos haciendo para Él. A veces, cuando enseñamos la Palabra de Dios, nos encontramos más allá de la experiencia que estamos viviendo y El quiere que descubramos en carne propia que esa Palabra es verdad, y considera que un poco de sufrimiento no ha de perjudicarnos en absoluto. Por el contrario, las pruebas de la vida nos moldearán, es decir, que nos formarán de acuerdo a la manera en que El quiere que seamos.

¿Qué es lo que usted y yo podemos hacer o añadir para redimirnos a nosotros mismos? Pues, la verdad es que nada. Pero entonces, ¿cómo podemos ser redimidos?

El Apóstol Pedro dijo aquí en el versículo 19 que sería con la sangre preciosa de Cristo. Aquí nuevamente, Simón Pedro, aquel rudo pescador, dijo que la sangre de Cristo era preciosa. Como dijimos anteriormente, la sangre de Cristo no es mencionada en algunos círculos cristianos, y la expresión ha sido eliminada de algunos himnarios utilizados por grupos que propugnan una interpretación no literal de las Sagradas Escrituras y que creen que es una expresión tosca. Pero con toda seguridad que el apóstol Pedro no la consideró así.

Y la frase completa del versículo 19 dice: La sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación. Simón Pedro, que vivió con Jesucristo durante 3 años, dijo que El era sin mancha y sin defecto. El era absolutamente inmaculado, sin pecado. Así que tomamos en serio la opinión del apóstol ---porque él estaba en una posición mejor para juzgar la persona de Cristo que muchos autores contemporáneos, que describen a Jesús simplemente como otro hombre pecador. La mayoría de los autores de nuestro tiempo escriben para ganar dinero, mientras que el apóstol Pedro no estaba implicado en una actividad comercial. Todo lo que obtuvo por dar testimonio de Cristo fue el sufrimiento y, finalmente, la muerte en una cruz. El dijo que no habíamos sido redimidos con cosas corruptibles, como plata y oro, sino por la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. Esta fue una declaración objetiva de nuestra redención. Esta fue la obra que Dios llevó a cabo por usted y por mí. Continuemos leyendo el versículo 20 de este primer capítulo de 1 Pedro:

"Él estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por amor de vosotros."

En la frase destinado (o preparado) desde antes de la fundación del mundo, una expresión mejor sería "conocido ya" desde antes de la fundación del mundo.

Cuando comenzamos a tratar con términos como "predeterminación", "elección", "predestinación" y "conocimiento (anticipado)", etc., pensamos que el hombre de nuestro tiempo, con su mente limitada, trata a Dios como si Él fuera una gran computadora, y no creemos que sea eso. Es mucho más que un gran ordenador. El tiene un corazón más grande que todo el universo. En los estudios de seminarios teológicos parece muy importante saber si el conocimiento viene antes de la predeterminación o no; pero, francamente hablando, desde esos tiempos de estudiante no nos hemos preocupado en cuanto a cuál de ellas vino primero. Somos conscientes de que lo importante, es que Cristo fue destinado desde antes de la fundación del mundo, y que fue manifestado en los últimos tiempos por amor a nosotros. Expresándolo con mayor claridad, podemos decir que la cruz de Cristo no fue como una ambulancia enviada urgentemente al lugar de un accidente. Cristo fue el Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo, porque Dios supo todo el tiempo que usted y yo, estimado oyente, necesitaríamos personalmente a un Salvador, y El nos amó tanto que proveyó ese Salvador. Y no necesitamos a un Dios que se parezca a un enorme ordenador para aprender esta verdad. Solo necesitamos un Dios con un corazón tan grande, que proveyó por medio de Su gracia, una redención para la humanidad. Ahora, el versículo 21 dice:

"Por medio de él creéis en Dios, quien lo resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios."

Aquí vemos que Simón Pedro continuó recordándonos la importancia de la resurrección de Cristo.

Y a continuación enfatizó que nuestra fe y esperanza debían estar depositadas en Dios. Previamente, el apóstol había reunido las palabras gracia y esperanza: en este versículo vemos que las palabras son fe y esperanza. Pedro fue el gran Apóstol de la esperanza, y la esperanza se apoya en la resurrección de Cristo y en el hecho de que nosotros tenemos un Salvador viviente, que regresará en un día futuro. Ahora, el versículo 22 dice:

"Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro"

La frase al obedecer la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas nos hace recordar que la Palabra de Dios es como un agente limpiador milagroso. Así como en el mundo comercial se anuncia en los medios la superioridad de un producto que por sus muchas propiedades limpia los objetos a fondo, destacándolo sobre otros de la competencia, recordemos que en el ámbito espiritual, el único factor milagroso de limpieza y purificación del mundo es la Palabra de Dios. Esta Palabra realmente quita las manchas de la impureza en una vida, y todos necesitamos acercarnos a ella para recibir Sus efectos.

Después, el apóstol Pedro continuó hablando del amor fraternal sincero y aconsejó a sus lectores diciéndoles amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. Estimado oyente, su relación con la Palabra de Dios le llevará a usted a tener una relación apropiada con los demás. Ahora, el versículo 23 de este primer capítulo dice:

"Pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre"

El apóstol Pedro volvió a mencionar nuevamente a la Palabra de Dios. Se estaba refiriendo a la obra subjetiva de Dios en la salvación. Ya hemos visto que la obra objetiva de Dios fue que Cristo murió, ---esa es nuestra redención. Se realizó hace más de 2.000 años y usted no puede añadir nada en cuanto a ella. Pero si usted va a convertirse en un hijo de Dios, tiene que nacer espiritualmente de nuevo por la acción del Espíritu de Dios. Recordemos que esto fue lo que el Señor Jesús le dijo a Nicodemo cuando este le visitó de noche ---incidente registrado por Juan en su evangelio, capítulo 3, versículo 3. Nicodemo era un hombre profundamente religioso y, sin embargo el Señor le dijo que tenía que nacer "de arriba" (como dice el texto literalmente) por medio del Espíritu de Dios.

Y dijo también el apóstol en este versículo que el nuevo nacimiento espiritual provenía No de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Usted no puede ser salvo, no puede nacer de nuevo fuera de la Palabra de Dios. Este libro es, ha sido y es en la actualidad el milagro que tenemos en este mundo. Nunca dejamos de asombrarnos cuando recibimos cartas de oyentes, (y lamentablemente no disponemos de tiempo para leerlas en este programa) que han escuchado el estudio de la Biblia y cuyas vidas han sido transformadas: porque han nacido espiritualmente de nuevo. Eso es algo extraordinario, que no comprendemos como ocurre: solo sabemos que es el resultado de la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Ahora, estamos viviendo en un día en el cual muchos hombres desean destacar su fortaleza y virilidad y muchas mujeres desean ser atractivas. En este contexto, queremos enfatizar que la Palabra de Dios puede comunicar a la vida de una persona una verdadera fortaleza y una genuina atracción integral, porque esa Palabra está llena de vida y transmite una vida auténtica. Uno tiene que aferrarse al Señor Jesucristo, el Salvador, depositando su confianza en Él, y entonces tendrá lugar el nuevo nacimiento espiritual. Será un nacimiento milagroso porque la Palabra de Dios es poderosa, llena de vigor y fortaleza. Penetra hasta lo más profundo del corazón, y convierte al individuo en un hijo de Dios. Y esta realidad es muy importante, que deseamos destacar ante aquellos que se preocupan por su virilidad o su femineidad, que concentran su atención constante en lo que es efímero, fútil y vano, y están perdiendo de vista esta otra e importante realidad. A veces parece que la mayoría de la raza humana se está obsesionando con el culto a la persona, con esa búsqueda del éxito social por medio de las apariencias. Quisiéramos que si algunas de esas personas nos están escuchando, descubran que aquella fuerza sobrenatural que realmente trae a las personas, una verdadera vida en la Palabra de Dios, que nos revela al Señor Jesucristo. Cuando nacemos espiritualmente, algo tremendo ocurre dentro de nosotros mismos. Continuemos leyendo el versículo 24 de este primer capítulo:

"Porque: Toda carne es como hierba y toda la gloria del hombre como flor de la hierba; la hierba se seca y la flor se cae"

No pensemos que en nosotros hay algo de valor que podamos ofrecer a Dios para ser salvos. Toda la gloria de la humanidad es como la flor frágil del campo. En otras palabras, los seres humanos son como esa hierba fresca, verde y atractiva, pero endeble, que contemplamos a veces y que, en otras épocas del año se seca y muere. Y, finalmente por hoy, leamos el versículo 25, el último de este primer capítulo de 1 Pedro:

"Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada."

Estimado oyente, por encima de todo, necesitamos la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios. No queremos minimizar el lugar de la música, de los métodos, ni de la organización. Pero, absolutamente, no hay sustitutos para la Palabra de Dios. Recordemos que, en un mundo en el cual todo es transitorio y perecedero, la palabra del Señor permanece para siempre. Y con esto concluimos el estudio hoy. Sin embargo, le sugerimos leer el capítulo 2 de esta primera epístola universal del Apóstol Pedro, para estar mejor informado con los temas que estudiaremos en nuestro próximo encuentro.

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