Estudio bíblico de Lucas 6:1-49

Lucas 6

Tema: Jesús defendió a Sus discípulos por arrancar grano en el Sábado; sanó a un paralítico en el día del reposo; eligió a Sus 12 discípulos y pronunció un sermón en la llanura.

En primer lugar veremos el párrafo en que se discute la

Cuestión del sábado

La primera parte de este capítulo es casi una repetición de los otros Evangelios Sinópticos. Comenzó con la acción de Cristo en el día Sábado. El primer incidente ocurrió en los campos en el Día del Reposo. Leamos los versículos 1-5.

"Aconteció que un sábado, pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, restregándolas con las manos, comían. Algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado? Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre?, ¿como entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino solo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él? Y les decía: El Hijo del hombre es Señor aun del sábado."

Mientras los discípulos arrancaban les espigas y las restregaban en sus manos, los Fariseos les acusaban de machacar el grano en el día del Sábado. Por supuesto, ellos no estaban quebrantando la ley de Moisés, ya que ésta permitía arrancar el grano con la mano. (Ver Deuteronomio 23:24, 25)

Si lo hubieran estado cortándolo con una hoz, habrían estado cosechando. Pero los Fariseos tenían su propia interpretación, y entendieron que ellos estaban quebrantando la ley.

Nuestro Señor no insistió en que ellos no habían quebrantado el Sábado, pues El se negó a discutir ese asunto. Citó un incidente en la vida de David donde él definitivamente había quebrantado la ley de Moisés y estuvo justificado. Lo importante era que la letra de la ley no debía ser impuesta cuando ocasionaba privaciones a uno de los siervos del Señor. Evidentemente, los discípulos tenían hambre; es que tenía un coste seguir a Jesús.

Después vemos que tuvo lugar el incidente en la sinagoga. Leamos los versículos 6 al 11:

"Aconteció también en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y lo acechaban los escribas y los fariseos para ver si en sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarlo. Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Él, levantándose, se quedó en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: En sábado, ¿es lícito hacer bien o hacer mal?, ¿salvar la vida o quitarla? Y, mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Él lo hizo y su mano fue restaurada. Ellos se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús,"

Podemos estar seguros de que el hombre con la mano seca había sido colocado allí intencionalmente. Al hacerlo así, realmente le estaban reconociendo a Jesús un gran mérito, porque creían que podía sanarlo. Sabían que tenía el poder y la compasión para hacerlo. Su evaluación de él era perfectamente correcta. Nuestro Señor sanó al hombre. Después, Sus enemigos utilizaron la ocasión para acusarle de quebrantar la ley del Sábado. En su relato, Mateo nos contó que, a partir de aquel momento, tramaron su muerte.

El siguiente párrafo nos relata el momento importante en que

Jesús escogió a los doce

Como dije anteriormente, algunos de los discípulos le fueron presentados al Señor cuando fue a Jerusalén. Más tarde, caminando por el Mar de Galilea, llamó a aquellos hombres para que le siguieran. Pero ellos volvieron a pescar. Y El fue otra vez allí y les llamó nuevamente y en esa ocasión, el relato nos dice que dejándolo todo, se fueron con Jesús. Ahora, en este tercer incidente. De un número no especificado de discípulos eligió 12 hombres para que fuesen sus apóstoles. Leamos los versículos 12 al 16:

"En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando llegó el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: Simón, a quien también llamó Pedro, su hermano Andrés, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor."

Observemos que Jesús oró toda la noche a Dios. ¿Por qué? Iba a elegir los 12 hombres que serían Sus apóstoles. Pasó toda la noche en oración antes de hacer Su elección. Uno de los apóstoles resultó ser un traidor. Otro, negaría conocerle por miedo en momentos críticos, aunque más tarde se arrepentiría. Sin embargo, observemos que los hombres de Dios son siempre elegidos. Por supuesto que hay muchos candidatos, pero consideremos lo que dice Juan 15:16. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros. Estas palabras siempre han sido un consuelo para mí y me han hecho sentir bien, porque en ese caso, El es el responsable. Y el Señor consideró esencial y práctico pasar la noche orando antes de seleccionar a los 12 apóstoles. Los hombres elegidos para servir en la obra de Dios tendrían que ser elegidos en base a mucha oración. Recordemos que, en el Antiguo Testamento, el manto del profeta Elías no cayó accidentalmente sobre Eliseo, sino que cayó providencialmente. En tales elecciones no pueden incidir nuestros propios sentimientos humanos y egoístas, ni utilizarse varas de medir humanas sino divinas. Y antes de elegir personas para cargos de responsabilidad, habría que pasar tiempo de meditación y oración en la presencia de Dios.

Leamos ahora los versículos 17 al 19, que tratan sobre cuando

Jesús pronunció un sermón en la llanura

"Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades; también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos."

Como ya he indicado muchas veces antes, grandes multitudes fueron sanadas en aquella ocasión. En los días del Señor se sanaron literalmente miles de personas. La gente a la que el Señor sanó no tuvo que hacer nada. El Señor incluso podía sanar a las personas desde una distancia. Sus sanidades eran genuinas y tenemos el valioso testimonio del médico Lucas para dar fe de que así realmente ocurrió. Si te sientes enfermo o enferma, preséntale tu problema al Gran Médico. El es el mejor médico que podrías consultar.

Ahora llegamos a una sección llamada "Sermón del Monte" que, no es realmente un sermón del Monte, ya que fue pronunciado en una llanura. Por supuesto y tal como lo registró Mateo, el Sermón del Monte fue predicado en una montaña. La similitud en el contenido con el de aquel pasaje, nos indica que el Señor impartió Sus enseñanzas una y otra vez. Más que una armonía de los evangelios creo que necesitamos un contraste de los Evangelios. El aspecto notable de este sermón de Lucas es su diferencia con el Sermón registrado en Mateo. Hay omisiones y ciertas inclusiones, bendiciones, ayes o lamentos, actitudes y juicios. Leamos los versículos 20 al 22:

"Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre."

Hasta este punto, el contexto del Sermón de la llanura es similar al del Sermón de Monte de Mateo. El Señor presentó la misma enseñanza en muchos lugares, aunque en forma diferente. Leamos el versículo 23, porque aquí se introduce un nuevo pensamiento.

"Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas."

Este versículo habla de la recepción de los profetas y la actitud hacia ellos por parte de la humanidad. El verdadero profeta habla de parte de Dios y es perseguido. El falso profeta desvirtúa a Dios y recibe la condescendencia de los seres humanos. El verdadero profeta debe tener fe en Dios y mantener una confianza serena cuya mirada se proyecta más allá de las cosas que se ven, hacia las cosas que son eternas. Esta actitud es la que guarda a un hombre fiel a Dios.

Los versículos 20-22 hablan sobre los pobres, hambrientos y débiles que son odiados, criticados, considerados proscritos y llamados malvados. Solo tienes que volver tu mirada al Antiguo Testamento para comprobar que esto es cierto. Y es cierto también en la actualidad. El hombre que proclame la Palabra de Dios va a pasar por tiempos difíciles. Si no pasa por duras experiencias, es que algo anda mal. En aquellos tiempos, los profetas falsos estaban en una buena situación económica. Todo parecía sonreírles y parecían buenas personas. Pero Dios tenía algo que decirles. Leamos los versículos 24 al 26:

"Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas."

Encontramos que el profeta falso era favorecido por el mundo y si decía lo que esperaba o se deseaba que dijera, el mundo le recompensaba. Sin embargo, el Señor Jesucristo dejó claro que no podía esperar recibir ningún pago ni recompensa de Dios. El profeta falso podría llegar a ser muy popular humanamente hablando, pero no alcanzaría ninguna notoriedad ante Dios. Podía pasarlo muy bien aquí en la tierra pero en el cielo solo provocaría lágrimas. Podía estar muy bien alimentado, pero su alma se moriría de hambre.

Hay algunos que proclaman seguir a Jesús. Harían bien en leer este capítulo. En realidad, para recibir un mensaje así, de manera personal, habría que remover todo manto de hipocresía. De esa forma, podríamos apreciar con sinceridad hasta qué punto lo estamos cumpliendo. Leamos los versículos 27 al 37:

"Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir."

Jesús mencionó 7 facetas del amor incondicional. Estas acciones, que no las realiza el ser humano por su propia naturaleza, requieren un poder sobrenatural y son, por lo tanto, una prueba de la verdadera justicia.

(1) Amad a vuestros enemigos (v. 27).

(2) Haced bien a los que os aborrecen (v. 27).

(3) Bendecid a los que os maldicen (v. 28).

(4) Orad por los que os calumnian (v. 28).

(5) No toméis represalias (v.29a)

(6) Dad con generosidad (v. 29b-30)

(7) Tratad o otros de la forma en que queréis ser tratados (v. 31)

Esta clase de amor señala a quien lo tiene, como una persona diferente (vv. 32-34) e indica que esa persona es un hijo que actúa como lo haría su Padre celestial.

A continuación Jesús enseñó a sus discípulos un principio fundamental: lo que se siembra, se cosecha (vv. 36-38), (que también encontramos en Gálatas 6:7). Y llevando este principio al terreno práctico, bosquejó 5 áreas que comprueban como se evidencia en la realidad este asunto de la siembra y la cosecha, frecuentemente mencionado en la Biblia.

(1) La misericordia conduce a la misericordia, a la compasión (v. 36).

(2) El juicio conduce al juicio (v. 37a).

(3) La condenación lleva a la condenación (v. 37b).

(4) El perdón produce perdón (v. 37c).

(5) El dar conduce a dar (v. 38).

Esta ley de la vida se cumple inexorablemente, pues ciertas acciones revierten sobre el individuo. Continuemos leyendo los versículos 39 al 45:

"Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto, pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca."

Es obvio que si alguien es ciego llevará a otra persona a un hoyo (v, 39). Nadie puede esconder el hecho de que es injusto, porque desvía a otros. Jesús también hizo notar que una persona puede ser como aquella a quien imita (v. 40). Por tanto, sus discípulos debían imitarlo. Y uno debía librarse de cierto pecado, antes de poder ayudar a un hermano (v. 41-42). Y, con frecuencia, los pecados personales son mayores que los que se critican en otras personas. El Señor los compara a una viga con una paja. Lo importante aquí es que no se puede ayudar a otra persona a llegar a ser justa si primero no se es justo. Al que trate de hacer eso se le califica de hipócrita.

Jesús también enseñó que lo que un hombre dice, eventualmente manifiesta qué clase de hombre es (v. 43-45). Así como la gente sabe de qué clase es un árbol por el fruto que da, así por lo que se dice, se sabe si una persona es justa o no. Por ello, en este caso, el fruto simboliza lo que se dice, no lo que se hace, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Para ser rectos delante de Dios no hay que cumplimentar al ego, acariciar al orgullo, sonreír con condescendencia al pecado, y pretender cubrir con una crema el cáncer del pecado. El único lugar a donde puedes ir es al pie de la cruz. Allí, Dios realiza una gran operación de cirugía, y te convierte en una nueva criatura en Jesucristo. Este es el mensaje que tenemos en el Sermón de la llanura, que complementa al llamado Sermón del Monte. Es el mensaje que el Señor pronunció a muchos y diferentes grupos de personas.

Y el Señor concluye con una parábola. Leamos los versículos 46 al 49:

"¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca. Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa."

Las expresiones externas no son tan importantes como la obediencia (v. 46). No es suficiente llamar a Jesús Señor, Señor; un creyente debe hacer lo que El dice. Quien oye a Jesús y actúa de acuerdo a ello, estará seguro. Es semejante al hombre que edificó su casa sobre la roca (vv. 47, 48). Pero quien oye y no actúa de acuerdo a ello, es semejante al hombre que edificó su casa sin fundamento (v. 49). La casa que estaba edificada sobre la roca, resistió. La casa edificada sobre la arena, fue arrastrada por las aguas.

Este capítulo me revela que yo soy un pecador ante Dios. Hay una Roca sobre la cual puedo edificar un fundamento que resistirá y permanecerá. La Roca es Cristo. San Pablo dijo en 1 Corintios 3:11, Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Estimado oyente, ¿dónde estás edificando tu fundamento? ¿Dónde has edificado tu casa? ¿Está edificada sobre la Roca que es Cristo Jesús, o está edificada sobre la arena? Ven a El con una fe sencilla, y confía en El.

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