Estudio bíblico de Jeremías 2:1-37

Jeremías 2

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro de Jeremías. Con el capítulo 2 y según nuestro bosquejo o esquema general, comenzamos hoy la segunda división del libro de Jeremías, titulada "Profecías para Judá y Jerusalén anteriores al reino de Sedequías", división que se extiende desde el capítulo 2 hasta el 20. Dentro de esta gran división, comenzamos la primera sección, que hemos titulado "Doble condenación de Judá", que abarca desde el capítulo 2:1-3:5. Veremos que esa condenación doble se debió a que rechazaron al Señor, y a que crearon sus propios dioses.

Y en nuestro estudio anterior, cuando considerábamos el capítulo 1, vimos allí el impresionante llamado al servicio y la misión encomendada al profeta. Dios llamó a Jeremías cuando era un joven de unos 20 años de edad. También sabemos que el rey Josías tenía 21 o 22 años de edad cuando Dios llamó a Jeremías. Así que aquí tenemos a dos jóvenes en la tierra de Israel; un rey joven y un profeta joven.

Jeremías dejó bien en claro que él se sentía incapaz e indigno de semejante llamado divino. Sintió que no estaba a la altura de ese ministerio de profeta y presentó este sentimiento como una excusa. Dios le respondió que El pondría Sus palabras en la boca del profeta. El estaría comunicando las palabras de Dios y no las suyas propias.

Los capítulos 2 al 6 ofrecen el relato de los primeros 5 años del ministerio de Jeremías. Y considerando que él comenzó a profetizar en el décimo tercer año del reinado de Josías, estos mensajes fueron pronunciados en aquellos 5 años transcurridos antes del descubrimiento del libro de la Ley en el templo. Los mensajes de los capítulos 7 al 9 tenían que ver con la limpieza del templo y el descubrimiento del libro de la Ley, que tuvo lugar en el décimo octavo año del reinado de Josías. Después, entre los capítulos 10 y 12 se encuentran los mensajes que surgieron en el período de reforma y renovación que tuvo lugar después del descubrimiento del libro de la Ley. Encontraremos que la renovación fue más bien superficial porque no se colocó un énfasis adecuado sobre la Palabra de Dios.

Estimado oyente, tenemos que recordar que nunca se producirá una gran renovación o reforma hasta que se coloque un énfasis verdadero sobre la Palabra de Dios.

Para orientarnos en este período de historia, necesitamos estudiar la misma, junto con los libros proféticos. Por lo tanto retrocederemos hasta el capítulo 34 de 2 Crónicas, para encajar los mensajes de Jeremías en este momento específico de la historia. Dice 2 Crónicas 34:1-2, 1Tenía Josías ocho años cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén. 2Hizo lo recto ante los ojos de Jehová y anduvo en los caminos de David, su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda. Aquí tenemos a un rey sobresaliente que reinó en el ocaso del reino de Judá.

Continúa diciendo 2 Crónicas 34:3, 3A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David, su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas e imágenes fundidas. Entonces vemos que los primeros 5 años de profecía de Jeremías, transcurrieron durante este período.

Y el relato continúa. Dice 2 Crónicas 34: 4-8, 4Fueron derribados en su presencia los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y estatuas fundidas, las desmenuzó y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. 5Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares y limpió a Judá y a Jerusalén. 6Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor. 7Después de derribar los altares y las imágenes de Asera, quebrar y desmenuzar las esculturas, y destruir todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén. 8A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la tierra y la Casa, envió a Safán hijo de Azalía, a Maasías, gobernador de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, el canciller, para que repararan la casa del Señor su Dios. Fue durante este tiempo de limpieza y reparaciones en la casa del Señor que el sacerdote Hilcías encontró un libro de la Ley tal como había sido dado a Moisés. En aquellos días había probablemente solo 2 copias, una era para el rey y la otra para el sumo sacerdote. Es que, antes de que Josías llegara al trono, Judá había descendido a un nivel aun inferior bajo los reinados malvados e impíos de su abuelo Manasés, y de su padre Amón. Ellos no habían tenido ningún interés por Dios o por Su Palabra, y la copia o copias de la ley en existencia finalmente acabaron perdidas entre la basura y escombros que se acumularon en un templo descuidado y abandonado.

El primer mensaje de Jeremías (2:1-3:5) fue dirigido a este pueblo que había abandonado al Dios vivo y verdadero. Sería difícil encontrar alguna porción de la Biblia que la supere en patetismo y ternura. Es una súplica elocuente y ferviente a Dios, quien había sido olvidado e insultado. Su gracia y compasión hacia la nación culpable, se mezclaron con advertencias solemnes sobre los terribles días que vendrían, si sus corazones no se volvían a El. Este es una de los grandes discursos de la Palabra de Dios. El joven rey Josías estaba buscando verdaderamente al Señor, pero él no disponía de la Palabra de Dios. Sin embargo, sabía que la idolatría debía ser eliminada. En ese momento el profeta era un hombre joven un profeta joven que le animaría a solucionar su problema.

Comencemos nuestra lectura de este segundo capítulo de Jeremías con los versículos 1 al 3, que empiezan el párrafo titulado,

El Señor rechazado

"Vino a mí palabra del Señor, diciendo: Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, diciendo que así dice el Señor: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel al Señor, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice el Señor."

Dios estaba haciendo verdaderamente hermoso. Le estaba pidiendo a Israel que recordara la época de la primavera de su relación con El, cuando El los sacó de la tierra de Egipto, como siguieron a la columna de fuego por la noche y la columna de nube durante el día. Y en aquel desierto terrible y espantoso ellos buscaron al Señor y Dios se lo recordó. Después de que Dios les había bendecido y entregado una buena tierra, se apartaron de El. Como dijo el profeta Oseas hablando del reino del norte, En Deuteronomio 32:15 encontramos esta expresión, hablando de Israel Pero engordó Jesurún, y tiró coces. En su sociedad cómoda y sofisticada, ellos se apartaron del Dios vivo para servir a los ídolos.

Amigo oyente, aquí no podemos evitar el notar, que existe una analogía aquí entre el reino de Judá y la sociedad contemporánea de las naciones que suelen vivir en la abundancia, sociedades en las que Dios ha sido puesto a un lado. Y así como en los tiempos Bíblicos y como relató Hechos 19:28, los Efesios gritaban "¡Grande es Diana de los Efesios!", multitudes de personas de nuestro tiempo aclaman al dios del dinero, el poder y el consumismo, y se inclinan ante todos los ídolos que esta sociedad crea continuamente.

En el pasaje que hemos leído, en el versículo 2, Dios dijo Me he acordado de ti. Ellos se habían olvidado de Dios, pero El no los había olvidado. Aquí vemos la magnitud de la compasión de Dios.

Y también destacamos Su nostalgia, Su anhelo en estas palabras del versículo 3: Santo era Israel al Señor, Dios les estaba recordando su condición pasada, cuando eran conscientes de que pertenecían al Señor, le seguían y eran guiados por El. Dice el versículo 4 de este segundo capítulo de Jeremías:

"¡Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel!"

Aunque las diez tribus habían sido llevadas conquistadas y cautivas por los Asirios, aun se encontraban por allí. No se perdieron como algunos creen, solo que es casi imposible encontrarlas hoy. Aquí en este pasaje, Dios se dirigió a la casa de Jacob y a todas las familias de Israel. El mensaje de Dios fue para ellos en aquel tiempo aunque estuvieran viviendo bajo el cautiverio de los Asirios. Y el versículo 5, de este capítulo 2 de Jeremías, dice:

"Así dice el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos?"

Sin ninguna duda, este es uno de los grandes pasajes de las Sagradas Escrituras. Observemos la forma tierna en que Dios se dirigió a ellos, al decirles: "¿Qué mal les hice para que se apartaran de mí?"

Y en lo que se refiere a nuestro tiempo, ¿Qué problema hay con Dios para que tantas personas no estén interesadas en El? ¿Por qué tantas personas en el día de hoy no le están sirviendo? ¿Está Dios haciendo algo mal en el día de hoy? En aquel día de Jeremías Su pregunta fue: ¿Qué maldad hallaron en mi vuestros padres? Continuemos leyendo el versículo 6:

"No dijeron: "¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón ni habitó en ella hombre alguno?"

La gente simplemente no acostumbraba a pasar por aquella tierra, y tampoco hay muchos que pasan por allí hoy. Pero Dios mantuvo a Su pueblo en aquella región inhóspita por 40 años, y allí les cuidó.Leemos en el versículo 7:

"Os introduje en tierra de abundancia, para que comierais su fruto y sus bienes; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad."

En la actualidad se oye hablar mucho sobre la ecología y la necesidad de aumentar y preservar la higiene de la tierra. Y ello es bueno, y muy necesario. Pero reconozcamos que se está acumulando a nuestro alrededor una gran cantidad de suciedad, de impureza moral, un enorme nivel de degradación y un deterioro del carácter de las personas. Y este fue el tema que Dios estaba tratando en este pasaje. Ellos habían contaminado la tierra de Dios. Dios tenía la intención de que ellos fueran testigos de El; en cambio, fueron tan malvados como la gente que se encontraba con ellos en esa tierra. Y continúa diciendo el versículo 8:

"Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el Señor?", y los que tenían la Ley no me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha."

Aquí vemos que Dios hizo responsables a los líderes espirituales. Creemos que el problema de un país comienza en la actitud o condición de los cristianos en su conjunto. Ninguna nación cae, hasta que primero cae espiritualmente. Primero se produce una apostasía espiritual, después una degradación moral y finalmente un estado de anarquía política. Esa es la forma en que cada nación deja de ser una gran nación.

Observemos la frase: Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el Señor?" Lamentablemente puede darse el caso que cristianos que ocupen un lugar de liderazgo en la enseñanza no conozcan bien la Palabra de Dios. Y como resultado, personas que no conocen la Palabra de Dios, tampoco conocen realmente a Dios. Es necesario conocer la Palabra de Dios para conocerle a El. Y el versículo 9 nos dice:

"Por tanto, pleitearé aún con vosotros, dice el Señor. Con los hijos de vuestros hijos pleitearé"

Dios dijo: "Aún no he roto mis relaciones con vosotros. Aún voy a continuar rogando". ¡Que grandeza vemos aquí en la actitud de Dios! Y Dios continuó diciendo en el versículo 13:

"Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua."

Aquí se resumen los dos males cometidos por los israelitas. En primer lugar, habían rechazado al Señor, la fuente del agua de vida. En segundo lugar, cavaron cisternas para ellos mismos, cisternas rotas que no podían retener el agua.

¡Cuántas personas hoy han cavado sus pequeñas cisternas, y beben el agua de sus propias cisternas! Por supuesto, no están encontrando satisfacción. Algunos son buscadores de dinero, y otros de la fama. Pero una vez que prueban lo uno y lo otro, nunca encuentran lo suficiente como para satisfacerse.

En este pasaje vemos que Dios continuó tratando con esa gente, mencionándoles por primera vez su recaída, su reincidencia. Finalmente por hoy, leamos el versículo 19 de este segundo capítulo de Jeremías:

"Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Señor, tu Dios, y no tener temor de mí, dice el Señor, Dios de los ejércitos."

En el capítulo 3 veremos que la resistencia se menciona en un solo capítulo tantas veces como en el resto de la Biblia; así que debe tratarse de un tema importante para Dios.

Los versículos 20-37, último párrafo de este capítulo, podría resumirse en la frase

Ellos crearon sus propios dioses

Y es que el resto del capítulo 2 constituye una polémica contra la idolatría, que continuará en el capítulo 3. Antes que citar detalladamente esta sección, estimado oyente, recomendamos que usted la lea en su totalidad. A medida que usted se familiarice con la profecía de Jeremías, se sorprenderá al ver que este pasaje se convierte para usted en un mensaje hermoso y apropiado.

Resulta interesante comprobar que cuando un ser humano rechaza a Dios, siempre creará un ídolo. Cuando las personas elaboran su propio dios, lo hacen a la medida de sus deseos, de sus pasiones, de sus inclinaciones. Ellas hacen un dios cuyas demandas puedan satisfacer. En otras palabras, ese dios es realmente una proyección de la viaje naturaleza del ser humano.

Nos detenemos, pues, en nuestro estudio, en el final del capítulo 2. En nuestro próximo programa comenzaremos a estudiar el capítulo 3 de este libro de Jeremías y esperamos contar con su compañía. Como usted mismo ya habrá observado, este libro contiene un mensaje sorprendentemente actual para nuestro tiempo, para nuestra generación. Este mensaje divino y sus advertencias para aquella generación, tiene una vigencia para nosotros en el día de hoy y nos lleva a enfrentarnos con conclusiones muy serías en cuanto a nuestra condición de cristianos, y en relación con el estado de la sociedad en que vivimos.

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