Estudios bíblicos por series

Serie:  La epístola a los Filipenses

Epístola a los Filipenses ()

El apóstol Pablo escribió una carta a la iglesia en Filipos para animarles a seguir caminando con Cristo, aunque parecía un esfuerzo muy cuesta arriba. Para esta pequeña iglesia, todo eran dificultades: Pablo estaba en la cárcel y los filipenses estaban rodeados de una sociedad hostil. A Pablo le faltaban recursos económicos y los filipenses estaban en desacuerdo entre unos y otros. Había desavenencias, tensiones en la congregación... Sin embargo, en Cristo es posible una libertad espiritual que nos permite vivir por encima de las circunstancias. En esta carta el creyente descubre que a pesar de todas las dificultades que entorpecen el testimonio, Dios ha provisto soluciones, y puede afirmar con Pablo: "todo lo puedo en Cristo que me fortalece"

Epístola a los Filipenses - Introducción ()

Además de la vida física, hay otra vida espiritual que proviene de Dios. Pero esta vida no reside por naturaleza en las personas, es algo que se puede recibir de Jesucristo por la fe y el arrepentimiento. El nacimiento a esta nueva vida supone un marcado cambio. La estancia de Pablo en Filipos nos sirve para ver algunos de los rasgos de las personas que tienen esta nueva vida: escuchan la voz de Dios, obedecen su voluntad, ayudan a los demás, están dispuestos a sufrir, se enfrentan al mal, confían en Dios durante las pruebas y Dios les responde...

La conexión (Filipenses 1:1-11)

La Biblia dice que cuando una persona se convierte a Cristo, se inicia un proceso de transformación que sin duda acabará en gloria. Esta transformación nos lleva a relacionarnos de otro modo con Dios, pero también con los otros creyentes en Cristo. Surge entonces un tipo de amistad especial que nos lleva a buscar el bien de nuestro hermano y que también nos imparte fuerzas para seguir adelante. Los filipenses tenían que recordar cómo el nuevo nacimiento les había unido a todos ellos de manera especial en Cristo, si querían superar sus divisiones internas y seguir luchando juntos en el evangelio.

La libertad (Filipenses 1:12-29)

Al escribir Filipenses, el apóstol Pablo está en la cárcel, pero se siente libre por la relación que tiene con Jesucristo. No es mera teoría: estando en cadenas, Pablo sabe que nada ni nadie puede hundirle. Pase lo que pase, su llamamiento se cumplirá y su vida habrá merecido la pena. Si aprendemos lo que significa esto de "para mí el vivir es Cristo" también estaremos libres en cualquier tiempo, en cualquier lugar...

El cambio (Filipenses 1:27-2:18)

Pablo exhorta a los filipenses para que manifiesten un amor sacrificado a favor de los demás, aunque esto implique arriesgarlo todo para ayudar, proteger y liberar al otro. Hay que reconocer que esta actitud no surge de forma natural en el hombre, por eso, el apóstol nos exhorta a considerar el ejemplo inspirador de Cristo. Cuando él vino a este mundo, siendo Dios, renunció a usar los privilegios de su condición divina, a la comodidad del cielo, y a los honores y reconocimiento que como Hijo de Dios siempre había tenido. Finalmente se ofreció en sacrificio en la cruz para salvarnos a nosotros. Pablo quiere que los filipenses, y también todos nosotros, reproduzcamos este mismo compromiso en la búsqueda del bien del otro.

Modelos y mentores (Filipenses 2:19-3:11)

Para nuestro crecimiento espiritual necesitamos personas que nos sirvan de modelos de los que podamos aprender cómo vivir la vida cristiana. También necesitamos mentores que se comprometan a ayudarnos a crecer como seguidores de Jesucristo. Timoteo y Epafrodito fueron modelos para los filipenses y Pablo fue su mentor. Hay que reconocer que no siempre es fácil encontrar este tipo de personas a nuestro alrededor, pero en cualquier caso, tenemos el ejemplo supremo en la Persona del Señor Jesucristo, el Hombre perfecto que vino a este mundo y que nos mostró cómo vivir una vida que agrada a Dios.

El llamamiento (Filipenses 3:12-16)

Pablo recuerda su conversión en el camino de Damasco cuando fue llamado por Cristo. Su llamamiento tenía como propósito que llegara a conocer a Aquel que tanto le había amado, gozar de la comunión con él, ser transformado para parecerse cada vez más a él y anunciar a otros quién es Cristo y las maravillas de su persona. Y nosotros también hemos sido llamados por Dios para esto mismo. Ahora bien, además de esto, cada persona recibe un llamamiento personal específico para servirle en un área para la que ha sido capacitado especialmente con dones del Espíritu Santo. Es importante que cada creyente descubra cuál es su llamamiento específico para que así le pueda servir fielmente.

El futuro (Filipenses 3:17-21)

La Palabra de Dios asegura que el mundo tal y como lo conocemos llegará a su fin. Dios actuará de forma decisiva para acabar con todo mal: el pecado, el sufrimiento, las guerras y la mismísima muerte. Intervendrá directamente como nunca ha hecho desde los días del diluvio de Noé, mandando juicios escalonados en el tiempo final, con la intención de dar tiempo a todas las personas que quisieran volver a Dios, para luego venir él en la persona del Señor Jesucristo. Cristo volverá al mismo escenario donde una vez fue rechazado y personalmente barrerá todo mal del planeta para establecer un nuevo orden de las cosas. Serán cielos nuevos y tierra nueva, donde morará la justicia y la paz. Será una auténtica edad de oro, un mundo idílico sin ninguna sombra que pudiera empañar la felicidad de todos los que lleguen a ello.

El presente (Filipenses 4:1-23)

El problema de la iglesia de Filipos eran los desacuerdos y las tensiones entre los hermanos. Cuando una persona anda enfadada, disgustada, o amargada, ese malestar interior se exterioriza en roces con otros. Pablo, como buen pastor que era, sabía que si los filipenses querían vivir en paz los unos con los otros, necesitaban primeramente la paz de Dios en su corazón. En este estudio veremos algunos de los consejos que Pablo les dio a los filipenses para recuperar la paz perdida en sus relaciones.