Estudio bíblico de 2 Pedro 1:2-4

2 Pedro 1:1-4

En nuestro programa anterior, presentamos una introducción en la cual consideramos los antecedentes de esta epístola, la fecha de su escritura, la evidencia de la autoría del apóstol Pedro. También comparamos esta carta con la segunda carta de Pablo a Timoteo, destacando que estas cartas fueron escritas cuando ambos apóstoles se enfrentaban a las perspectivas de su próxima muerte. Por otra parte, subrayamos igualmente las diferencias entre ésta segunda carta y la primera escrita por el Apóstol Pedro. Por supuesto el énfasis recayó sobre el tema específico de esta segunda carta, que fue la inminente influencia de la apostasía y la problemática de cómo deberían los creyentes enfrentarse a las tendencias y enseñanzas falsas. La base de la actitud del cristiano se basó en un conocimiento personal e íntimo de nuestro Señor Jesucristo.

Después de la introducción presentamos un bosquejo que resume el contenido de esta segunda carta del Apóstol Pedro, bosquejo que iremos recordando a medida que avanzamos en nuestro estudio detallado de cada capítulo.

A continuación, dimos comienzo al capítulo 1, y seguimos resumiendo los principales detalles del primer versículo, que inició la primera gran división de la carta, división que titulamos "La suma de las virtudes cristianas proporciona seguridad". Esta división se extiende hasta el versículo 14 de este primer capítulo.

Como hemos mencionado en la introducción, esta breve pero gran epístola fue la canción del cisne, o de despedida, del apóstol Pedro, es decir, que fue su palabra final para los creyentes antes de su muerte por crucifixión. Les advirtió de la apostasía que se aproximaba, especialmente de la herejía que traían los maestros falsos. El escritor también procuró afianzar la fe de los creyentes en las Sagradas Escrituras como única defensa contra la tormenta que se acercaba.

En estos primeros 14 versículos de este capítulo, veremos que el "conocimiento pleno de Dios y de Jesús nuestro Señor" es el fundamento sobre el cual se construye el carácter cristiano. Leamos nuevamente el primer versículo de esta segunda carta:

"Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra"

Cuando uno observa esta pequeña palabra "precioso" en el primer versículo, la reconocemos como una palabra típica de Pedro - ya que él la usó varias veces en su primera epístola, y él fue el único escritor de la Biblia que la usó en este sentido. Es como reconocer la escritura de una persona en una carta. Es como ver en esta palabra la firma de Pedro cuando aquí vemos la palabra "preciosa."

El mencionarse a sí mismo como Simón Pedro fue su forma de comenzar esta segunda carta. En su primera carta simplemente usó su nombre Pedro. Simón fue el nombre que le fue dado en su nacimiento, pero Pedro, que significaba "piedra", fue el nombre que nuestro Señor Jesucristo le dio. En esta epístola el apóstol usó ambos nombres. Simón, el hombre de la debilidad y Pedro, el hombre de la fortaleza, el hombre de carácter inestable y el hombre firme como una roca - porque él tuvo ambas características. Pero podemos estar seguros de una cosa; al escribir esta epístola, él fue el hombre férreo como la roca, el hombre que sería crucificado por la causa de Cristo.

Continuando con la presentación el escritor añadió siervo y apóstol. La palabra siervo realmente significaba "esclavo". El no asumió una posición elevada en la iglesia, sino que se refirió a sí mismo como un esclavo - y también como un apóstol (refiriéndose a su autoridad), pero observemos el detalle de que él no se presentó como el apóstol, sino simplemente como apóstol, es decir, como uno más entre los apóstoles.

Luego dijo: A los que habéis alcanzado.... una fe igualmente preciosa que la nuestra. Lo que estaba diciendo expresaba una hermosa realidad. Cuando el usó la palabra fe, creemos que se refirió al conjunto de verdades que llamamos el evangelio. El estaba diciendo "lo habéis recibido y es vuestra responsabilidad lo que hagáis con él."

Como ya hemos leído, el versículo 1 dice habéis alcanzado....una fe igualmente preciosa que la nuestra. ¿Y cómo, de qué manera? Por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Esta es la justicia que nos es cedida, traspasada, cuando confiamos en Cristo como Salvador. Es que El no solo quita nuestro pecado, sino que también añade Su propia justicia. No somos como criminales que han sido perdonados y puestos en libertad; se nos ha dado una posición ante Dios, y esa posición está en Cristo - aceptados en el amado Señor y Salvador. Leamos ahora el versículo 2 de este primer capítulo de 2 Pedro:

"Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús."

Dice aquí gracia y paz os sean multiplicadas. La gracia y la paz siempre aparecen en este orden. Primero debemos conocer la gracia de Dios - es decir, que Dios nos ha salvado, no por nuestros méritos, nuestro carácter o algo que haya en nosotros, sino que nos ha salvado a causa de nuestra fe en Cristo. Ya que El nos amó lo suficiente como para morir por nosotros en la cruz, para pagar la pena por nuestros pecados, a Él le resulta posible descender a nuestro nivel y salvarnos. Por lo tanto, estimado oyente, Dios lo salva a usted por Su gracia. Él le salva cuando usted sencillamente cree en Cristo, sin mérito alguno de su parte. Y una vez que hemos experimentado la gracia de Dios, también podemos experimentar la paz de Dios. Esto fue lo que el apóstol Pablo estaba diciendo en su Epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 1: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Tal como dijimos anteriormente, no podemos considerar a Simón Pedro como un pescador ignorante. Como vemos en esta epístola, que aunque breve, trató más temas de doctrina cristiana que cualquier otro autor del Nuevo Testamento. Y habló de todos los asuntos polémicos y los trató de una forma magistral.

Y él fue un escritor del Nuevo Testamento que usó un término aritmético. Dijo gracia y paz os sean multiplicadas. Dijo que Dios era rico en gracia que la paz de Dios sobrepasaba todo entendimiento, pero el apóstol descendió al nivel de la vida diaria, como si hubiera recordado la tabla de multiplicar, al decir gracia y paz os sean multiplicadas.

Ahora, él no dejó este tema sin concluirlo. ¿Cómo serían multiplicadas la gracia y la paz para nosotros? ¿Sería por medio de la contemplación de una visión? No, sino a través del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.

Y aquí nos hemos encontrado nuevamente con la palabra conocimiento. La veremos una y otra vez en esta epístola debido a su importancia. Pablo también enfatizó el conocimiento del Señor. En su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 10 escribió: 10Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos....Aquí vemos el énfasis de conocerlo. Es que el cristianismo es una Persona. Estimado oyente, no solo hemos de creer en El sino que también tenemos que conocerle. El es un Salvador vivo que, precisamente en este momento, se encuentra a la derecha de Dios.

Recordemos que fue el profeta Daniel quien dijo, en su capítulo 11, versículo 32, pero el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. Estimado oyente, usted no va a hacer nada para Dios en el área del servicio cristiano hasta que conozca a Jesucristo.

Pero ¿cómo viene a usted ese conocimiento? Bien, Pedro no nos dejaría en la duda; no permitiría que quedáramos suspendidos en el aire. Cuando terminemos de leer su epístola sabremos que el conocimiento de Jesucristo viene por medio de un conocimiento de la Palabra de Dios, la Palabra de Dios cierta y segura.

Uno puede conocer a un cierto nivel a un personaje famoso por las fotografías en los periódicos, o en las revistas, por sus apariciones en la televisión, o por haberlo visto en algún espectáculo público o en un acto oficial. Si nos encontráramos personalmente con él, seguramente lo reconoceríamos. Pero hay una gran diferencia cuando hablamos de conocer a alguien a un nivel personal, íntimamente, de manera que sepamos cuáles son sus gustos, sus preferencias, sus sentimientos y los rasgos de su carácter.

Ahora, cuando Pedro escribió: gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús, usó la palabra griega "epignosis", que se refiere a un conocimiento superior. Este es un conocimiento que viene cuando el Espíritu Santo toma las cosas de Cristo y las hace reales para nosotros. Estimado oyente, creemos que usted puede llegar a conocer al Señor Jesucristo mucho mejor de lo que puede llegar a conocer a sus seres más queridos. Y usted puede contarle cosas que no se atrevería a contarle a su ser más querido. Lo importante es que conocerle implica conocer en esta vida las realidades de la vida eterna.

Para conocerlo de esta forma, primero tenemos que experimentar un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual, como el mismo Pedro escribió en su primera carta, capítulo 1, versículo 23, que dice: 23pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Leamos ahora el versículo 3 de este primer capítulo de 2 Pedro:

"Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia"

Aquí se habla de su divino poder, que nos ha sido concedido con todas las cosas que usted y yo necesitamos para vivir una vida plena. No sé en cuanto a usted, estimado oyente, pero yo siempre quise vivir una vida plena. No quiero decir que he querido disfrutar de la vida de la forma en que el sistema de valores del mundo piensa al respecto. Más bien, tengamos en cuenta que su poder divino nos ha sido dado para disfrutar de la vida, siguiendo el propósito que Dios tiene para nuestro paso por el mundo, Si vivimos tomando en serio la santidad que Dios requiere, podremos experimentar una vida de auténtica calidad. No podemos decir que Dios no ha preparado un plan para que vivamos para El. El ha hecho todos los arreglos necesarios para que disfrutemos de una vida unidos a Cristo, y para que esta vida se caracterice por una vida que refleje la santidad de Dios.

En este versículo, en la frase mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, vemos nuevamente la palabra "conocimiento". Es solo a través del conocimiento de Cristo que usted puede realmente aprender a vivir aquí en la tierra y crecer con la meta de vivir la santidad en la vida práctica. La única manera en que usted puede llegar a convertirse en la clase de persona que tiene una personalidad plenamente desarrollada es por medio del conocimiento de Jesucristo. Ese conocimiento de El que, como dice este versículo, nos llamó por su gloria significa ser y vivir como Cristo.

Y este versículo dice algo más: por su gloria y su excelencia - que a veces se ha traducido como "virtud". Esta palabra significa algo más de lo que generalmente creemos que significa. Hemos pasado bastante tiempo estudiando algunas de las palabras que Pedro usó, teniendo en cuenta su importancia. La palabra "virtud" no está confinada a la castidad. La usamos hoy para referirnos a una persona virtuosa o moralmente casta. En realidad esta palabra, como Pedro la usó aquí, tiene que ver con el valor y la excelencia. Significa que usted tiene el valor, la valentía de destacarse, de sobresalir en la vida. No es necesario que uno sea una persona tímida, complaciente, que asienta a todo lo que oiga o que otros hagan. Usted puede expresar sus convicciones, mantenerse firme en ellas, y adoptar con valor una posición como para que todos vean que se encuentra del lado de Dios. Con toda seguridad necesitamos esa clase de "virtud" en estos tiempos en los cuales vivimos, y la única forma en que lograrlo es a través del conocimiento de Cristo. Esta fue la fórmula que el apóstol Pedro nos dejó: mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia. Ahora continuemos leyendo el versículo 4 de este primer capítulo de 2 Pedro:

"Por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones."

Ahora, ¿por qué llamaría Simón Pedro "preciosas" a las promesas? En el primer versículo habló sobre la fe "preciosa" que tenemos: y ahora mencionó las promesas preciosas que nos han sido dadas. Estimado oyente, aquí en el Nuevo Testamento, a usted y a mí se nos han dado algunas promesas maravillosas y gloriosas. Aquí el apóstol Pedro las calificó como preciosas y magníficas. Por ejemplo, en Juan capítulo 6, versículo 37 dice: al que a mí viene, no le echo fuera. Y en Mateo capítulo 11, versículo 28, leemos Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar - y éste es el descanso de la redención. Y en el versículo siguiente, el 29 dice: Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas - y este es el descanso de la entrega y el compromiso de nuestro corazón y vida a Cristo. Y en Juan capítulo 14, versículo 6, tenemos otra promesa, cuando Jesús dijo. Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Otra magnífica promesa es la de la vida eterna, que podemos leer en la primera carta de Juan, capítulo 5, versículo 12, El que tiene al Hijo tiene la vida. Y también leemos en la primera carta de Pedro, en el capítulo 1, versículo 23, pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Todas estas extraordinarias promesas se hacen realidad a través de un conocimiento de Jesucristo y por la fe en El.

Regresando al versículo 4 de este primer capítulo de 2 Pedro que estamos estudiando y hablando de las promesas, vemos que también dice: para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, es decir, que usted pueda ser un hijo de Dios. Estimado oyente, ¡esta es una verdad tremenda! Es abrumadora. Cuando usted nace de nuevo espiritualmente, estimado oyente, recibe la naturaleza de Dios. No permita que nadie le confunda impulsándole a pensar que la vida cristiana consiste en una serie de reglas sobre lo que uno debe o no debe hacer, es decir, que si usted hace esto o aquello, está viviendo la vida cristiana. No olvide que usted es un participante de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios, y entonces usted desea las cosas de Dios.

Y el versículo 4 continúa diciendo habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones. Esta también es en sí misma una declaración notable. Más adelante, él iba a hablar en cuanto a aquellos que creen ser creyentes, que han huido de la contaminación del mundo. ¿Qué diferencia existe entre huir de la contaminación del mundo y huir de la corrupción del mundo? La corrupción del mundo es aquella que está en nuestro interior. La contaminación del mundo es la que se encuentra en el exterior. Siempre se habla mucho en cuanto a programas y medidas para evitar la contaminación. Claro, este freno a la contaminación aumenta la calidad física de nuestra salud y vida, pero esto no producirá personas buenas y mejores. Bueno, la verdad es que una descontaminación de ese tipo no afectará en absoluto a la vieja y pecaminosa naturaleza humana.

La gente que se considera religiosa, cree pasar por una especie de procedimiento contra la contaminación que pasa por la asistencia a la iglesia los domingos. De esta manera, participan de un cierto ritual y formas de culto. Por diversas motivaciones, uno podría saturarse de actividades religiosas y, en su interior, continuar teniendo una corrupción espiritual. A veces, las personas que uno ve los domingos, si las observa durante los días de la semana, no parecen las mismas personas. ¿Por qué? Porque, figurativamente hablando, solo han participado de una aparente descontaminación al participar exteriormente de un cierto ritual que tiene lugar los domingos.

Si una persona va a huir o apartarse de la corrupción del mundo, deberá tener una nueva naturaleza. Tendrá que ser participante de la naturaleza divina, habiendo dejado atrás los malos deseos y pasiones de la corrupción del mundo. Sin embargo, aunque esa persona tenga la naturaleza de Dios por haber experimentado un nuevo nacimiento espiritual, esto no significa que se haya librado de su vieja naturaleza. En la vida de todo creyente siempre habrá un conflicto permanente entre su vieja naturaleza, controlada por las pasiones humanas, y su nueva naturaleza espiritual.

Estimado oyente, nuestro tiempo ha concluido y debemos interrumpir aquí nuestro estudio. Pero como confiamos en contar con su compañía en nuestro próximo encuentro, le sugerimos que continúe leyendo por sí mismo hasta el versículo 7, para estar más familiarizado con este pasaje de la Biblia.

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