Estudio bíblico de 1 Juan 5:1-4

1 Juan 5:1-4

En nuestro recorrido por la Primera Epístola del Apóstol Juan, llegamos hoy a una nueva sección en esta breve pero profunda epístola. En la primera sección el apóstol Juan nos explicó que DIOS ES LUZ. Después, nos detuvimos bastante tiempo en la extensa sección central que concluyó con el capítulo 4, donde vimos que DIOS ES AMOR. Ahora, el tema del capítulo 5 es que DIOS ES VIDA, y veremos que está dividido en dos secciones. En los primeros cinco versículos del capítulo 5, Juan nos habla de que tenemos "la victoria sobre el mundo" Y luego, en los versículos 6 al 21, tenemos "la seguridad de la salvación". En la primera parte de este capítulo 5, Juan estaba hablando a los creyentes de "la victoria sobre el mundo". Una vez más, recordemos que cuando se menciona "el mundo", se está hablando del COSMOS, es decir, el mundo, con todas sus organizaciones, todos sus gobiernos, todo su egoísmo, su avaricia, sus enfermedades y todos sus terribles pecados. El apóstol Juan insistió y recalcó que el creyente, un hijo de Dios, tiene y puede tener victoria sobre el mundo. Esto es posible. Así es que, en el primer versículo de este capítulo 5 de su primera epístola, Juan dijo:

"Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él."

Como ya hemos dicho, esta sección a la cual entramos hoy es muy importante. Dios es vida, y la vida es el resultado de haber nacido de Dios. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, - dijo aquí Juan - es nacido de Dios. Este es el método: todo aquel que cree que Jesús es el Cristo. El Apóstol Juan comenzó su evangelio hablando en el capítulo 1 del evangelio según San Juan, versículos 11 y 12. Él presentó de una manera muy clara que se nace espiritualmente, y se llega a ser un hijo de Dios, sencillamente por tener fe en el Señor Jesucristo. En su evangelio Juan escribió: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Él vino a los Suyos, a Su propio pueblo, pero ellos no le recibieron. Pero, a aquellos que sí le recibieron, les dio el poder, la autoridad de ser hechos hijos de Dios, y es más, incluye a todos aquellos que simplemente creen en Su nombre. Eso significa que, cuando usted confía en Cristo, usted confía que Jesucristo es quien dice ser y que cree en sus palabras y obras. Lo que Él hizo no tendría ningún valor si Él no fuera quien es.

Nuevamente, debemos reafirmar que el nacimiento virginal de Jesucristo es esencial para la fe cristiana. ¿Quién es este que murió por los pecados del mundo? No fue un hombre cualquiera, un hombre ordinario el que hizo esto, porque un hombre ordinario sería una persona pecaminosa también, que ni siquiera podría morir por sus propios pecados. Juan nos dice: todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. O sea que, es la fe la que produce el nuevo nacimiento.

Y ahora que Ud. ha nacido de nuevo, ¿cómo sabe que ha nacido de nuevo? ¿Ha tenido alguna experiencia grande, extraordinaria? ¿Entra en algún estado extático? No, no necesariamente. Hay personas que sí pasan por situaciones así, y esto está bien, pero eso no es lo más usual. Este versículo 1 nos dijo:

"Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él."

Cuando usted confía en el Señor Jesucristo, nace de nuevo, y Dios se convierte en su Padre celestial. Él es Dios el Padre, y llega a ser su Padre celestial. Ahora, si Él ha llegado a ser su Padre celestial, y usted ha sido engendrado por Él, le amará con todo su corazón. Pero, esto es sólo el comienzo de su nueva forma de vivir, porque usted va a amar a aquellos que también han sido engendrados por Dios. En otras palabras, usted va a tener una nueva comprensión espiritual, y esto incluye que va amar a los demás hijos de Dios.

Juan ya lo había mencionado anteriormente, y se repitió una y otra vez. En el capítulo 3, versículo 11 nos recordó: Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

El Señor Jesucristo dijo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13:35). Esta expresión, nacidos de Dios, que se menciona aquí en esta Primera Epístola del Apóstol Juan, es muy importante. Ahora, la experiencia de haber nacido de Dios no tiene nada que ver con el hecho de que Ud. quizá se ha unido a una iglesia, -esperamos que lo haya hecho ya. Tampoco tiene nada que ver con alguna ceremonia en la que pudiera haber participado. Si usted es nacido de Dios, confío en que se haya integrado en una iglesia y que tome parte en el desarrollo y crecimiento de la misma. Seguir ciertos ritos no significa que usted sea verdaderamente un hijo de Dios. La cuestión más trascendental es ¿ha nacido usted de Dios? Usted nace de nuevo solamente cuando confía en Cristo Jesús como su Salvador, y la prueba de ese nacimiento es que usted comienza a amar a Dios. Usted ama a su Padre Celestial, porque Él le ha engendrado, y usted, consecuentemente va a amar a los otros hijos de Dios, porque ellos son sus hermanos y hermanas. Este amor no está limitado a un cierto grupo de creyentes, a una iglesia en particular, de una sola raza, o grupo. La persona que ha nacido verdaderamente de nuevo, amará a los que también han nacido de nuevo.

Ésta es la epístola que nos explica cómo usted y yo podemos tener la seguridad de la salvación, y el apóstol Juan nos ha estado presentando las "evidencias" para que podamos saber, con toda certeza, que somos hijos de Dios. Recordemos estos puntos:

1ª Evidencia: Juan nos dijo en el capítulo 2 de esta misma epístola, versículo 29: Si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él.

Un verdadero hijo de Dios es el que practica la justicia en su vida. Esto no quiere decir que sea algo fuera de lo común, o algo anormal, o que se practique la justicia de vez en cuando. Practicar la justicia será un estilo de vida, una práctica habitual, que fluye con toda normalidad en su vida. Usted se puede equivocar, fallar, resbalar y caer en alguna ocasión, pero la práctica de su vida diaria será ejercer la justicia, porque usted es un hijo de Dios.

2ª Evidencia: Leemos en el capítulo 3 de esta epístola, versículo 9 lo siguiente: . . .todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en Él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

Un hijo de Dios no practica el pecado. Eso quiere decir que no vivirá en el pecado, no encontrará placer en vivir en pecado, ni lo hará como forma de vida. El estilo de vida habitual del pecador es vivir en el pecado cómodamente; vive en esa condición, y no se espera que lo haga de una manera diferente. Nosotros mismos vivíamos de esa manera, hasta el momento en que acudimos a Cristo con nuestros pecados.

3ª Evidencia: En el capítulo 4, versículo 7 de esta misma Primera Epístola del Apóstol Juan, que ya hemos leído en un programa anterior, dice: Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, todo aquel que ama es nacido de Dios, y conoce a Dios. Un hijo de Dios "amará" a los demás cristianos. Esta es otra prueba que le dará a usted la seguridad que es nacido de Dios, es su respuesta a esta pregunta: ¿ama usted a los demás cristianos, sus hermanos y hermanas en Cristo?

4ª Evidencia.- leemos en el versículo 4, del capítulo 5 que hoy nos ocupa que Juan escribió: Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

¡Un hijo de Dios es aquel que "vence" al mundo"!

5ª Evidencia: la encontramos en el versículo 18, de este capítulo 5 de 1ª Juan: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

Un hijo de Dios es aquel que es guardado y protegido del maligno, de Satanás.

Así que, dos de las cinco evidencias, las encontramos en este capítulo 5, como dos marcas de nacimiento de un hijo de Dios. Más adelante hablaremos más profundamente sobre estas dos evidencias. Nuevamente, Juan recalcó y enfatizó las características que prueban la relación fraternal de los verdaderos hijos de Dios, que son: el amor, la obediencia, y la verdad. Nadie puede encontrar extrañas a estas palabras. El amor, la obediencia y la verdad son una señal o una marca de la familia de Dios, y son características de un hijo de Dios. El apóstol Juan dijo en el versículo 2, de este capítulo 5 de su primera epístola:

"En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos."

¿A qué se refiere aquí Juan al mencionar a "Sus mandamientos"? Bueno, los mandamientos, según lo entendemos aquí, no es una referencia a la ley mencionada en el Antiguo Testamento, sino a aquellos mandamientos que el Señor nos dejó cuando Él estuvo en la tierra. Por ejemplo, ya no sólo encontramos a los conocidos 10 mandamientos, sino unos 22 mandamientos, cuando estábamos estudiando la Primera epístola a los Tesalonicenses. En el capítulo 5, allí leímos: Estad siempre gozosos (v. 16). Orad sin cesar (v.17). No apaguéis al Espíritu (19), etc., y otros como: Sed llenos del Espíritu Santo. Ahora, estos son mandamientos para los creyentes de hoy en día, son actuales. Cada hijo de Dios desea cumplir, y anhela guardar, estos mandamientos en su vida diaria. En otras palabras, cumplir los mandamientos de Dios no sólo es un estilo de vida normal para un hijo de Dios, sino que los guardará con alegría, para honrar a Dios y demostrarle así su amor y gratitud. Continuamos con el versículo 3 de este capítulo 5 que estamos estudiando:

"Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos."

Ahora, esta palabra "gravosos" literalmente quiere decir "pesado". Los mandamientos de Dios no resultan "pesados". Aquí no se nos dice que los mandamientos son difíciles de cumplir, sino que ellos no resultan ser una carga, cuando se cumplen. Juan estaba diciendo que, cumplir los mandamientos de Dios es algo que el hijo de Dios desea hacer con todo su corazón. Hay voluntad, decisión y amor en guardar las leyes y mandamientos que nos fueron dados, porque somos hijos de Dios. No resultará difícil obedecer a Dios.

Permítanos ilustrar este punto con una breve historia. Trata de una niña que caminaba cargando a un niño bastante grande. A su lado pasó un grupo de personas y una de ellas le dijo: "Oye niña, ¿no es demasiado pesado para ti ese niño?" La niña respondió: "No, es mi hermanito". ¿Por qué tenía fuerzas y ánimo para llevar esa carga? ¡Porque era su hermanito!

Sus mandamientos no son gravosos. Eso se puede resumir así: Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son "pesados", ni significan una carga añadida sobre nosotros, porque los guardamos, o cumplimos "por amor."

Amigo oyente, el hijo de Dios no debe esperar o buscar, que alguien haga algo por él, sino que debe tomar la iniciativa en expresar su amor con hechos, con evidencias, y así estará mostrando su preocupación por los demás. Jesucristo dijo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros. Aquí, Jesucristo está hablando del hecho de que si usted le ama a Él, y ama a su Padre Celestial, entonces, usted, como consecuencia va a amar a los demás creyentes. Usted descubrirá que Sus mandamientos de amar a los demás creyentes, no son una pesada carga.

El Señor Jesucristo dijo: Mi yugo es fácil y ligera mi carga. (Mateo 11:30). Ahora, es cierto que podría llegar a ser pesada, a menos que usted ame profundamente al Señor y que verdaderamente desee servirle. Como consecuencia, ningún trabajo o ministerio, dentro o fuera de la iglesia, nunca serán tareas demasiadas difíciles.

¿Tiene usted interés que se extienda la obra de Dios? ¿Se preocupa por difundir Su Palabra? Hay personas que dicen: "Bueno, yo no veo que el evangelio haga mucho progreso". Pero, quizá usted no está en el lugar donde se está desarrollando la acción. La Palabra de Dios está siendo predicada, y está teniendo su resultado en el corazón y en las vidas de muchas personas, y esto es lo más importante. Continuamos con el versículo 4 de este capítulo 5, de la Primera Epístola del Apóstol Juan, y leemos:

"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe."

Ahora, ¿qué es lo que ha vencido al mundo? Es nuestra fe. Es la fe la que nos salva, y es la fe la que nos mantiene. Somos salvos por la fe, y caminamos por fe. Somos hijos nacidos de Dios por nuestra fe en Jesucristo, y esa fe es la única manera por la que usted y yo podremos vencer el mundo que nos rodea. Estamos en el mundo, pero no debemos ser parte de él, y solamente sobreviviremos por la fe.

Amigo oyente, estamos concluyendo nuestro programa de hoy y solamente deseamos recordarle que en el próximo programa seguiremos profundizando estas enseñanzas de la Biblia. Pedimos a Dios que le ayude a comprender que usted necesita conocer personalmente el amor inmenso, incondicional de Jesucristo, que anhela perdonarle, si usted se lo pide de corazón. Conocerá un amor que desea su bien, que desea guiarle en su vida diaria, que quiere llevar la carga de sus problemas; es un amor que jamás le defraudará.

Como esperamos contar con su compañía en nuestro próximo encuentro, le sugerimos que lea todo el capítulo 5 de Primas Juan, para que pueda estar más familiarizado con el contenido de este estudio.

Si tiene alguna duda o pregunta, le invitamos a que nos escriba o llame, como muchos oyentes ya lo están haciendo. Con mucho gusto trataremos de ayudarle. Hasta el próximo programa, y ¡que Dios le bendiga a usted y a su familia!

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