Estudio bíblico de Génesis 48:1-22

Génesis 48

Este capítulo nos habla de la última enfermedad de Jacob y de la bendición que él dio a los 2 hijos de José. En el Nuevo Testamento, en la carta a los Hebreos 11:21, se nos dice que:

"Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose en el extremo de su bastón."

El relato Bíblico nos ofrece otra ocasión de ver evidencias adicionales del crecimiento espiritual de Jacob, que había recorrido un largo camino desde su juventud. Podríamos pensar que fue lamentable que estas características que aparecen en los últimos días de su vida no estuviesen presentes en sus primeros años. Sin embargo, resulta maravilloso que podamos observar que la vida espiritual es un crecimiento, un desarrollo. No se trata de una experiencia sensacional que tiene lugar en un momento determinado. La vida espiritual es descripta en la Biblia como un andar en el Espíritu. Cuando Jacob era joven, había en él demasiados elementos de su vieja naturaleza, es decir, que estaba controlado por sus impulsos, emociones y deseos; no se apoyaba en la fe, sino en sus fuerzas y en su ingenio. Ahora, siendo ya un anciano, percibimos su nueva naturaleza, porque ha aprendido a vivir y apoyarse en la fe.

Algunos piensan que el cristianismo contempla la posibilidad de que alguien pase por una experiencia excepcional para convertirse en una persona espiritual y madura. En cambio, las Sagradas Escrituras, en la segunda carta del apóstol Pedro 3:18, nos dicen: "creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".

De la vida de Jacob, estamos aprendiendo que tenemos que esperar a que el fruto del Espíritu se desarrolle. Damos gracias a Dios por la posibilidad de este crecimiento en nuestras vidas y por su paciencia que así lo hace posible. Y también debemos agradecerle que El no intervenga como nosotros lo haríamos, tratando de forzar ese crecimiento. Dios trató a Jacob con mucha paciencia, y de la misma manera, se ocupará pacientemente de ti y de mí.

Leamos los versículos 1 al 4, que nos cuentan la ocasión en que

José visitó a Jacob durante su última enfermedad

"Y sucedió que después de estas cosas, le dijeron a José: He aquí, tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Cuando se le avisó a Jacob diciendo: He aquí, tu hijo José ha venido a ti, Israel hizo un esfuerzo y se sentó en la cama. Entonces Jacob dijo a José: El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán; me bendijo, y me dijo: "He aquí, yo te haré fecundo y te multiplicaré; y haré de ti multitud de pueblos y daré esta tierra a tu descendencia después de ti en posesión perpetua."

¿Podemos imaginar la emoción que llenó el corazón de aquel anciano? Llegaba José, su hijo favorito, con sus dos hijos. Jacob nunca habría soñado que vería otra vez a José, a quien creía muerto. Sin embargo pudo verle elevado a un importante cargo en Egipto, y en su mente pudo delinear la forma en que Dios había actuado en su vida. Jacob había estado durante 17 años en Egipto. Era ya un anciano que estaba a punto de morir, pero cobró fuerzas y se sentó en el borde de su lecho. Observemos que sus pensamientos evocaron el momento en que Dios se le apareció en el lugar llamado Luz, y le dijo a José: "el Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán y me bendijo". Jacob había vivido una larga trayectoria. Vemos ahora su fe, y cómo estaba confiando en Dios. No se jactaba de si mismo. Cuando era joven, era inteligente y podía conseguir lo que quisiese --o, al menos, así lo pensaba-- y utilizaba cualquier método para obtenerlo. Pero ahora, al mirar atrás en su vida, recordó las ocasiones en que Dios se le apareció en Betel, cuando estaba saliendo de la tierra de Canaán y luego, cuando regresaba, y dijo: "Dios se me apareció allí, y me bendijo".

Veamos ahora el motivo de la fe de Jacob, en sus expectativas. Centrémonos en la promesa de Dios mencionada por Jacob, que se encuentra presente en al Antiguo y en el Nuevo Testamento, promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob. En el pacto establecido con ellos hay 3 puntos específicos: (1) la nación, (2) la tierra, y (3) la bendición. Pero para Jacob, en aquel instante, las dos cosas importantes eran: (1) "Yo te haré fecundo y te multiplicaré, y haré de ti multitud de pueblos", y (2) "Y daré esta tierra a tu descendencia después de ti en posesión perpetua".

La tercera parte del pacto, decía: "En ti serán benditas todas las familias de la tierra", que tenía y tiene implicaciones futuras y universales. Es importante para ti, y para mí, porque se refiere a todos aquellos que, en el transcurso de los siglos, han creído en Cristo Jesús, Dios encarnado, muerto por los pecados de la humanidad y que es, desde el punto de vista genealógico, descendiente directo de aquellos antiguos patriarcas que recibieron la promesa de Dios.

Y nosotros estamos aquí estudiando la Biblia porque Dios ha cumplido 2 de esas 3 promesas hechas hace miles de años. La promesa referente a la tierra de Israel aun no se ha cumplido, pues actualmente aquella región se encuentra envuelta en un conflicto permanente, y los pueblos que allí se enfrentan comprometen, incluso, la paz mundial.

Leamos loe versículos 5 y 6, que nos llevan a la escena en que

Jacob bendijo a Efraín y Manasés

"Ahora pues, tus dos hijos que te nacieron en la tierra de Egipto, antes de que yo viniera a ti a Egipto, míos son; Efraín y Manasés serán míos, como lo son Rubén y Simeón. Pero los hijos que has engendrado después de ellos, serán tuyos; serán llamados por el nombre de sus hermanos en su heredad."

Cada uno de estos nietos de Jacob se convertiría en una tribu, por lo cual podría concluirse que el pueblo de Israel estaba constituido por 13 tribus, ya que los hijos de Jacob eran 12, y al no haber tribu de José, se sumarían las de los 2 hijos de José, Efraín y Manasés, llegando así al número de 13 tribus.

Sin embargo la Biblia nos habla de 12 tribus. Es que en el futuro, la tribu de Leví no sería contada como una tribu. Sus integrantes se convertirían en la tribu del sumo sacerdote y a ellos no se les entregaría ninguna tierra ni territorio porque, como sacerdotes, estarían distribuidos por todas las tribus. Por ese motivo no eran considerados una tribu. Podrá parecer una forma anormal de contar pero, por algún motivo Dios dispuso que se organizasen de esa manera y Su Palabra así lo registró. Conviene aclarar que en la época de Jacob, la expresión " 12 tribus de Israel " incluía también a Leví, mientras que Efraín y Manasés eran contados juntos bajo el nombre de José. Más adelante en la historia, veremos que cuando se efectuó el reparto de la tierra de Canaán, los 2 hijos de José recibieron 2 territorios distintos, y se dijo que el Señor mismo sería la "heredad de Leví". En el libro de Josué 13, encontraremos más detalles sobre este Tema.

También vemos que Raquel, la amada esposa de Jacob, estaba en sus recuerdos. Leamos el versículo 7;

"En cuanto a mí, cuando vine de Padán, Raquel se me murió en la tierra de Canaán, en el camino, cuando faltaba todavía cierta distancia para llegar a Efrata, y la sepulté allí en el camino a Efrata, esto es Belén."

Cuando nosotros pensamos en Belén, viene a nuestra mente el nacimiento de Jesús. Pero a Jacob, le hizo revivir el día de la muerte de Raquel. En este momento en que se encontraba en su lecho de muerte, sus pensamientos se dirigieron al lugar donde la sepultó. Este debió ser un recuerdo doloroso para él.

Leamos los versículos 8 al 10

"Cuando Israel vio a los hijos de José, dijo: ¿Quiénes son éstos? Y José respondió a su padre: Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos a mí, te ruego, para que yo los bendiga. Y los ojos de Israel estaban tan débiles por la vejez que no podía ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó."

¿Has notado que tanto Isaac como Jacob tuvieron problemas con la vista en su ancianidad? El brillo de la luz del sol puede haber tenido algo que ver con esta enfermedad. No estaban completamente ciegos, pero eran incapaces de ver con claridad. Por este motivo Jacob no pudo reconocer a los jóvenes.

Leamos los versículos 11 al 13;

"E Israel dijo a José: Nunca esperaba ver tu rostro, y he aquí, Dios me ha permitido ver también a tus hijos. Entonces José los tomó de las rodillas de Jacob, y se inclinó con su rostro en tierra. Y José tomó a los dos, a Efraín con la derecha, hacia la izquierda de Israel, y a Manasés con la izquierda, hacia la derecha de Israel, y se los acercó."

José acercó los jóvenes a su abuelo para que él pudiera bendecirlos. Aquel que estuviese bajo la mano derecha de Israel sería el más importante.

Veamos lo que sucedió. Leamos el versículo 14:

"Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando adrede sus manos, aunque Manasés era el primogénito."

De esta manera, quedaba Efraín en una posición de liderazgo sobre Manasés. Más adelante, en la descripción hecha por el libro de los Números, veremos que la tribu de Manasés marchó bajo la bandera de la tribu de Efraín cuando atravesaban el desierto. Por cierto, Josué y muchos otros grandes personajes provendrían de la tribu de Efraín. No cabe duda de que esta tribu fue más importante que la tribu de Manasés.

Es interesante observar lo que sucedió aquí. Aunque Jacob no podía ver bien, supo lo que José estaba haciendo. José había colocado a su hijo mayor, Manasés, a la derecha de Jacob y al más joven, Efraín, a su izquierda. ¿Y qué hizo entonces Jacob? Bueno, pues cruzó sus manos y puso su mano derecha sobre el hijo más joven.

¿Por qué hizo esto? No hay duda de que él sentía un tierno afecto por ambos jóvenes, que eran hijos de José, su hijo favorito. No obstante él, a sabiendas, dio su bendición al más joven. Creo que una razón para actuar así pudo haber sido que Jacob mismo, siendo el más joven, había recibido la bendición de su padre Isaac. (Sin duda recordarás a que subterfugio recurrió). Y así fue que la bendición pasó a Efraín, el hijo más joven.

Este es un principio interesante que se encuentra por todas las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, cuando David fue elegido para ser rey, era el más joven de los hijos de Isaí. ¿Y por qué le eligió Dios a él? Dios nos está ilustrando, de esta manera, una gran verdad espiritual. El no acepta ni aceptará el derecho de la primogenitura, que está basado en el nacimiento físico, natural. Para Él, tiene que haber un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual, el que se produce en el encuentro con Jesucristo. Dios no presta atención a nuestras costumbres o tradiciones. Solía decirse que el hijo mayor tenía la mayor responsabilidad dentro de la familia. Bueno, el hijo mayor no fue siempre el escogido por Dios. Es decir, Dios no escoge al hombre natural, según el orden o el criterio natural; no escoge a nadie según su capacidad natural sino que acepta a la persona renovada por la obra y acción del Espíritu Santo. Con respecto a esto la Palabra de Dios dice que en el momento en que una persona cree en la obra redentora de Jesucristo, se convierte en una nueva criatura, una criatura que inicia una nueva vida en el Espíritu. Como dice el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios 5:17:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas."

Es por este motivo que todos estos sucesos que estamos considerando son ilustraciones del mismo principio y de cómo actúa Dios en los seres humanos.

Prosigamos con nuestro relato y leamos los versículos 15 y 16;

"Y bendijo a José, y dijo. El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día, el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos muchachos; y viva en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; y crezcan para ser multitud en medio de la tierra."

Jacob alcanza aquí un elevado nivel y nos muestra la madurez espiritual de aquel que no tiene de qué jactarse sino de haber tenido un maravilloso Redentor.

Veamos la reacción de José y la respuesta de Jacob, en los versículos 17 al 24;

"Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, esto le desagradó; y asió la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y José dijo a su padre: No sea así, padre mío, pues éste es el primogénito. Pon tu derecha sobre su cabeza. Mas su padre rehusó y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; él también llegará a ser un pueblo, y él también será grande. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia llegará a ser multitud de naciones. Y los bendijo aquel día, diciendo: Por ti bendecirá Israel, diciendo: Que Dios te haga como Efraín y Manasés. Así puso a Efraín antes de Manasés. Entonces Israel dijo a José: He aquí, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con vosotros y os hará volver a la tierra de vuestros padres. Y yo te doy una parte más que a tus hermanos, la cual tomé de mano del amorreo con mi espada y con mi arco."

José pensó que su anciano padre había cometido un error e intentó corregirlo para que Manasés fuese el bendecido y no Efraín. Pero Jacob, con dulzura, pero también con firmeza, confirmó su elección. Y José no se opuso porque, por otra parte, él mismo no era el hijo mayor sino uno de los más jóvenes y, a pesar de ello, la bendición la estaban recibiendo sus hijos.

Observemos que Jacob, morando en una tierra extranjera, expresaba su fe en las promesas de Dios y predijo a José que el pueblo de Israel, en una época futura, volvería a Canaán, la tierra de la promesa.

El capítulo termina con palabras dirigidas a José quien, a través de sus dos hijos, recibiría una heredad mayor, una parte más que la que sus hermanos recibirían. Era un regalo personal de Jacob, una loma cerca de Sicar, donde en un futuro sería sepultado José. Era una compensación por el hecho de que de José, surgirían 2 tribus, que necesitarían más territorio. Jacob comprado primero el lugar a los amorreos y luego éstos lo recuperaron por la fuerza, obligando a Jacob a reconquistarlo; lo encontramos mencionado en el Evangelio según Juan, cuando éste relataba un viaje de Jesús desde Judea a Galilea. Dice en 4:5,

"Llegó pues a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José."

Pero no quisiera terminar sin recordar que fue en aquella ciudad, Sicar, donde se encontraba también el pozo de Jacob, en el que tuvo lugar el famoso encuentro entre Jesús y la mujer samaritana. Y ya que nos despedimos por hoy, con la imagen de aquel pozo, junto al cual Jesús se había sentado, recordemos que cuando llegó la mujer buscando agua, Jesús le dijo:

"Todo aquel que beba de esta agua, volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna."

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