Estudio bíblico de Proverbios 21:1-22

Proverbios 21:1-22

Llegamos hoy estimado oyente, al capítulo 21 de este Libro de Proverbios. Y este es uno de los grandes capítulos de Proverbios. En realidad, debemos reconocer que todos exponen grandes verdades, pero éste tiene una gran importancia, según creemos nosotros, y creemos que usted lo podrá apreciar al entrar a considerar los temas que se tratan. El primer versículo de este capítulo 21, dice:

"Como aguas que se reparten es el corazón del rey en la mano del Señor: él lo inclina hacia todo lo que quiere."

No importa cuán poderoso sea un hombre hoy. Esta persona podría haber sido el Faraón en Egipto o quizá el rey de Babilonia. También podía haber sido el César de Roma, o Alejandro Magno o aún Napoleón o cualquier otro gran gobernante del futuro. Indiferentemente de cuan poderosos hayan podido ser políticamente, puede establecerse como un axioma la verdad de que nadie puede actuar independientemente de Dios. Muchos de aquellos gobernantes pensaron que podrían actuar prescindiendo de Dios, y los seres humanos creen aun que pueden hacerlo. Pero la verdad es que ninguna persona está libre de Dios. Nadie puede actuar independientemente. Estimado oyente, nosotros no podemos librarnos de Dios; no podemos actuar en forma independiente; como bien dice este proverbio, el corazón del rey está en la mano del Señor". Y Dios va a dirigirlo así como dirige el curso de un pequeño arroyo que murmura y desciende por la ladera de una montaña. Él lo inclina a todo lo que quiere, es decir, que el rey sigue el curso que el Señor le ha trazado. O sea que ningún gobernante, rey o individuo puede actuar con independencia de Dios.

¡Cómo nos agradaría ver en nuestras naciones hombres que ocupan cargos de importancia que expresaran su dependencia de Dios, lo demostraran en sus vidas, y que de una vez por todas dejaran de decirnos que ellos tienen la solución para todos los problemas de este mundo! Porque no la tienen, y sería una falsedad decirlo. Nadie es independiente del Dios Todopoderoso y debemos reconocer nuestra dependencia de Él. Sería deseable que los pueblos y naciones puedan regresar a una actitud de dependencia de Dios antes que sea demasiado tarde. Necesitamos una declaración, no de independencia, sino de dependencia del Dios Todopoderoso. Y la única manera en que tal cambio podría producirse sería si el pueblo de una nación volviera a la Palabra de Dios. Es por tal motivo que resulta tan importante para nosotros proclamar la Palabra de Dios. Bueno, siguiendo adelante leamos ahora el versículo 2, de este capítulo 21 de Proverbios:

"Todo camino del hombre es recto en su propia opinión, pero el Señor juzga los corazones."

Y aquí tenemos nuevamente el asunto de la justicia propia del hombre. El hombre hoy racionaliza, y Dios escudriña. Dios mira al corazón y nosotros intentamos pintar la superficie para que la parte exterior aparezca atractiva. Muchos nos enorgullecemos al decir: "Soy miembro de una Iglesia, ayudo en la enseñanza de la Biblia y en otras actividades". Todo ello puede ser cierto y está bien. Pero Dios juzga los corazones. El profeta Jeremías, en 17:9, dijo: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? ¿Se ha acercado usted al Señor Jesucristo y ha hablado con Él acerca de su condición desesperada? Él es el gran médico; Él es un especialista del corazón. Él fue quien por primera vez se ocupó del trasplante de corazones; El puede darle un corazón que sea obediente a Él. Ahora, el versículo 3, de este capítulo 21, dice:

"Hacer justicia y juicio es para el Señor más agradable que el sacrificio."

Nuevamente tenemos ante nosotros esa gran verdad nuevamente establecida para nosotros de que no hay valor en simplemente pasar por un rito religioso. Recordemos que los sacrificios del Antiguo Testamento fueron dados porque señalaban hacia el Señor Jesucristo. Nadie fue más fiel en cumplir estos rituales que los Fariseos, que eran los dirigentes religiosos del tiempo de Jesús. Pero El los denunció con un lenguaje tajante. El les hizo palidecer y enrojecerse. Les dijo que exteriormente se parecían a hermosos monumentos, pero por dentro estaban llenos de huesos de cadáveres. ¿Por qué? Porque los sacrificios y las ofrendas no eran agradables para el Señor, cuando faltaba la justicia. El dijo que quería compasión, misericordia, y no sacrificios.

Los ritos religiosos pueden sugerir que usted está confiando en Cristo, cuando en realidad usted no está confiando en El. Una verdadera aceptación del sacrificio de Cristo transformará de tal manera a una persona que ésta producirá buenas obras. Estas palabras llegan hasta la médula de nuestros huesos, a lo más profundo de nuestra alma. Y repetimos nuevamente la pregunta que formulamos anteriormente en nuestro estudio: ¿si usted fuera detenido por ser cristiano, habría suficiente evidencia para declararle culpable? Ahora, el versículo 4, de este capítulo 21, dice:

"Los ojos altivos, el corazón orgulloso y el pensamiento de los malvados, todo es pecado."

Aquí se mencionan los ojos altivos. Quizá en alguna oportunidad usted entra a un lugar donde se encuentra un grupo de gente y al ver a ciertas personas desvía la cabeza para no tener que dirigirles la palabra. Esa sería una mirada altiva, que quizás pase desapercibida para algunas personas, pero no para Dios. Dios la ve y la considera un pecado. Ante su mirada es un pecado tan grave como cualquier otro, aunque nosotros lo evaluemos de diferente manera. Nosotros consideramos a un pecado como grave y, sin embargo, a la actitud orgullosa y a la mirada altanera no le damos mayor importancia.

Y ahora prestemos atención a la frase: y el pensamiento de los malvados, todo es pecado. Este es un proverbio interesante. Uno puede ver a un hombre arando su campo y pensar: "este debe ser un hombre muy trabajador; debería ser recompensado por ello". Dios dice que cuando un hombre malo, con un corazón malvado, esté haciendo cualquier cosa, incluso realizando un trabajo como el arar la tierra, por ejemplo, éste no será aceptable para Dios en cuanto a su relación con El. Esto significa que un pecador no puede entregarle nada a Dios. No puede realizar una obra buena para establecer una relación con El. No solo es pecado tener una mirada altiva y un corazón orgulloso y pecador, pero todo aquello que de otra manera podría resultar meritorio, constituye un pecado en una persona que esté en rebelión contra Dios. No creemos que Dios pueda bendecir ningún regalo que proceda de una persona que no es salva.

Observemos lo que el apóstol Pablo le escribió a la nación de Israel en Romanos 10:1-3: 1Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios es por la salvación de Israel, 2porque yo soy testigo de que tienen celo por Dios, pero no conforme al verdadero conocimiento. 3Ignorando la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios, Cuando una persona se dispone a establecer su propia justicia, Dios la considera pecado. Los actos de justicia del ser humano son ante Dios como trapos de inmundicia, como dijo el profeta Isaías. Ahora, los versículos 5 hasta el 7, de este capítulo 21 de Proverbios dicen

"Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia, pero todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. Amontonar tesoros por medio de la mentira es fugaz ilusión de aquellos que buscan la muerte. La rapiña de los malvados los destruirá, por cuanto no quisieron actuar conforme a derecho."

Dios puede utilizar las riquezas que se han acumulado de una manera honesta. No es ningún pecado el tener riquezas. Lo importante es la forma en que el dinero ha sido acumulado. Si las riquezas han sido obtenidas por medio de la mentira y el robo, Dios se ocupará de que tales riquezas no sean disfrutadas. ¿No tiene usted la impresión de que hay algunas personas adineradas hoy que no lo están pasando realmente bien? Sus bienes materiales no son todo lo que ellas necesitan.

Se cuenta la historia de un árabe que se perdió en el desierto. Ya no tenía comida ni tampoco agua y estaba a punto de morir. El pobre hombre vio un paquete que se había caído de una caravana que había pasado por el lugar y pensaba: "Aquí, probablemente, encuentre algo de comida, e incluso algo para beber". Levantó ese paquete con mucha ansiedad, y lo abrió rápidamente para mirar lo que contenía; y luego lo arrojó al suelo muy desilusionado y ¿sabe usted lo que dijo? ¡Son sólo perlas! Por supuesto que valían una inmensa fortuna, pero eso no era lo que él necesitaba.

Estimado oyente, Dios dice que usted puede llegar a ser rico, pero esas riquezas no le harán ningún bien a menos que usted obtenga sus riquezas de una manera correcta y las utilice para la honra y gloria de Dios. Ahora, el versículo 8, de este capítulo 21, dice:

"El camino del hombre perverso es torcido y extraño, pero los hechos del que es puro son rectos."

Es decir, que su vida demostrará qué clase de persona es usted en realidad. Si usted tiene una buena relación con Dios, ello será revelado en su propia vida. Ahora, el versículo 9, dice:

"Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer pendenciera en casa espaciosa."

Este podría ser el caso de una pareja que no supo cuál era la verdadera felicidad hasta que se casó, y entonces ya fue demasiado tarde.

Tenemos algunas ilustraciones en este sentido en la Biblia. A Job, por ejemplo, no le fue muy bien con su esposa. Y David, usted recordará que estaba casado con la hija de Saúl. No creemos que hubiera una relación de camaradería o un amor verdadero en aquel matrimonio. Ella ridiculizó a David cuando éste trajo alegremente el arca de la alianza a Jerusalén. Le dijo que se había puesto en ridículo al bailar delante del arca. Dijo que su comportamiento había sido vergonzoso. Y, estimado oyente, cuando usted demuestra un poco de entusiasmo por Dios, habrá muchas personas que se sentirán avergonzadas y de seguro le criticarán o quizá se burlarán de usted. Y es trágico cuando la persona que se siente avergonzada es el esposo o la esposa. Pasando ahora, al versículo 11, leemos:

"Cuando el insolente es castigado, el simple se hace sabio; cuando se amonesta al sabio, aprende ciencia."

Es importante tener en cuenta estas cosas, para que aprendamos lecciones de las personas que nos rodean. Ahora, el versículo 13, dice:

"El que cierra su oído al clamor del pobre tampoco será oído cuando clame."

Esto es lo que Dios ha dicho. Esto es verdad, o no lo es. Creemos que es verdad, y pensamos que `podemos encontrar ilustraciones de este proverbio en la vida pública de nuestro tiempo. Pasemos al versículo 14, de este capítulo 21 de Proverbios:

"La dádiva en secreto calma el enojo; el regalo discreto, la fuerte ira."

Recordemos que cuando Jacob estaba regresando a su hogar después de los años que había pasado en Harán, sabía que tenía que enfrentarse con su hermano Esaú por primera vez después de haberle engañado en al asunto del derecho de su primogenitura y de su bendición paternal. Así que le envió anticipadamente regalos para pacificarle. Pero no necesitaba hacerlo porque Dios ya se había ocupado de la actitud de Esaú. Pero las personas siguen pensando que, a veces, un buen regalo puede apaciguar la ira.

Uno puede caer fácilmente en esta forma de pensar. De ser generoso con alguien para que nos perdone, o de que vamos a perdonar a alguien porque si lo hacemos, nos sentiremos mejor. Un breve poema escrito por Jane Mershon ilustra lo que estamos diciendo. "Si yo perdono un agravio porque el resentimiento me va a envenenar, puede que me sienta noble; quizá pueda sentirme espléndido, pero esa no fue exactamente la intención de Cristo".

Es que esa no fue la intención de Cristo. Nosotros tenemos que perdonar porque Dios nos ha perdonado por medio del sacrificio de Cristo. Es por tal motivo que tenemos que ser bondadosos, compasivos y perdonadores. Nuestro motivo para perdonar no es el de hacernos sentir mejor. Ahora, en los versículos 15 y 16, de este capítulo 21, de Proverbios leemos:

"Alegría es para el justo practicar la justicia, pero un desastre para los que cometen iniquidad. El hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía de los muertos."

Nuestra interpretación es que Dios dice que uno no puede rehabilitar verdaderamente a los criminales, porque ellos necesitan ser regenerados. Estas personas necesitan la acción de la Palabra de Dios sobre sus vidas. Necesitamos ir a aquellas zonas donde se suelen cometer delitos para proclamar allí la Palabra de Dios. Debemos abordar estos problemas de la delincuencia desde la perspectiva de la Palabra de Dios. Leamos ahora el versículo 17, de este capítulo 21 de Proverbios, que dice:

"Caerá en la pobreza el hombre que ama los placeres; y el que ama el vino y los perfumes no se enriquecerá."

En nuestra sociedad contemporánea algunos artistas, deportistas o figuras del espectáculo en general, ocupan un lugar de gran influencia y algunos grandes principios morales han quedado sustituidos y aceptados en sentido contrario. Impulsadas por la admiración, las personas las convierten en sus ídolos y suelen imitarlas, convirtiendo sus defectos en virtudes. Muchos de esos ídolos populares no viven realmente una vida feliz. La curiosidad de algunos medios de difusión se ensaña con sus vidas privadas, que no reflejan precisamente la alegría de vivir, y el disfrute de los medios materiales que les rodean. Con el tiempo, muchos de ellos piensan que el aburrimiento es la tónica general de sus vidas, y que ese tipo de vida no merece la pena ser vivido. Otra versión de este versículo dice: "El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será ricos". Ahora continuemos leyendo el versículo 18:

"Rescate por el justo será el malvado, y por los rectos, el prevaricador."

La justicia demanda el castigo de los culpables para que los inocentes puedan ser liberados. Pero, por la gracia de Dios, Jesucristo, el Justo, se convirtió en rescate por los malvados. El es el recto, el íntegro, y usted y yo somos los transgresores. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (como bien dice el Sal. 14:3) Notemos lo que dice el versículo 22, ahora:

"Tomó el sabio la ciudad de los fuertes y derribó la fuerza en que ella confiaba."

El escritor estaba diciendo que la sabiduría es superior a la fuerza bruta. Un ser humano puede construir una fortaleza aparentemente inexpugnable, pero vendrá alguien que será lo suficientemente inteligente como para encontrar la forma de invadirla. La antigua ciudad de Babilonia fue un ejemplo clásico. El rey Belsasar se encontraba sentado en su trono pensando que se encontraba perfectamente seguro. En realidad, había una muralla interior alrededor de su palacio. El tenía la certeza de que nadie podría atravesar las murallas de Babilonia y, por supuesto, había guardias apostados a lo largo de toda la muralla. Pero el general del ejército enemigo utilizó su sabiduría y descubrió una manera de penetrar en la ciudad. Un brazo del río Eufrates atravesaba la ciudad como una especia de canal. El general del ejército de los medos y los persas ordenó desviar el agua de dicho canal hacia el curso principal del río y de esa forma pudo avanzar con su ejército por el lecho del río, por debajo de la muralla, por donde el agua fluía anteriormente. Y así, el ejército Medo-Persa se desplegó por la ciudad, que fue conquistada antes de que los babilonios supieran lo que estaba ocurriendo.

Fue Napoleón el que dijo que Dios estaba de parte de los batallones más grandes. Pero estaba equivocado. El tendría que haber vencido en la batalla de Waterloo. Era un general brillante, pero para algunas cosas, no fue lo suficientemente inteligente. Tenía la aptitud para hacer mover la artillería con rapidez, pero se quedó empantanado en el barro, en su camino hacia Varsovia. Y la caballería tropezó con las piezas de artillería que se encontraban atrapadas en el lodo. Y así quedó colapsado su ejército. Este proverbio está diciendo que los seres humanos pueden depender de las riquezas o de la fuerza bruta, pero ninguna de ellas constituirá una protección suficiente.

Estimado oyente, la historia nos ha dejado muchos ejemplos más de la aparente fortaleza humana y de la verdadera fragilidad humana. Por ello, nosotros, como bien dijo San Pablo en 1ª. Corintios 1, predicamos a Cristo, que es en Sí mismo el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Aquel que, reconociendo su debilidad e impotencia para salir de su situación de alejamiento de Dios, crea en el Señor y le acepte como su Salvador, se convertirá en un hijo de Dios, y a la cual el Espíritu Santo regenerará y en la cual actuará, transformando su perdición en salvación eterna, y su debilidad en esta tierra en una vida plena de significado y calidad.

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