Estudio bíblico de Filipenses 4:13-23

Filipenses 4:13-23

Llegamos hoy, estimado oyente, al punto final de la epístola a los Filipenses. Este ha sido un libro muy importante y hemos leído cosas muy interesantes. A modo de repaso, recordemos el bosquejo general de esta carta.

En el capítulo 1, de esta epístola a los Filipenses, encontramos la filosofía de la experiencia cristiana, o la podríamos llamar, del vivir cristiano. Después de una introducción en los dos primeros versículos, en los versículos 3 al 11, encontramos el afecto del apóstol Pablo hacia los Filipenses. Luego, en los versículos 12 al 20, encontramos que la prisión y la aflicción hacen progresar el evangelio. Y después, en los versículos 21 al 30, tenemos una sección que podríamos titular, "por vida o por muerte", centrada en la persona de Cristo. En esta sección se destacó especialmente el versículo 21, que dice: Para mi el vivir es Cristo y el morir, ganancia. Estas palabras resumen adecuadamente el sentir del escritor en este primer capítulo, dedicado a la filosofía de la vida del cristiano en el mundo actual. Este capítulo nos llevó a examinar nuestras propias motivaciones, las que nos impulsan a vivir, a actuar, a luchar por la vida. Nos presentó las profundas motivaciones del apóstol Pablo. Nos ayudó a evaluar la causa o razón que nos mueve e impulsa a actuar, y a considerar cuál es el verdadero lugar que ocupa la persona del Señor Jesucristo en nuestros pensamientos, en nuestros planes, en nuestras actitudes y acciones de la vida diaria. Nos preguntamos entonces cómo nos planteamos la vida, cómo miramos a los valores pasajeros de este mundo a la luz de nuestra relación personal con Dios. Esta filosofía cristiana de la vida es pues un desafío de cada día, que nos obliga a hacer realidad el Señorío, el control e influencia del Señor en nuestra conducta, frente a otras influencias que sentimos y que intentan imponer otras filosofías, otras opciones de vida que se nos presentan constantemente.

En el capítulo 2, encontramos el "modelo del vivir cristiano". Después de hacer referencia a la actitud de los Filipenses en su convivencia y sus motivaciones, en los versículos 5 al 8 se habla de la Mente de Cristo, que se destacaba por su humildad. En los versículos 9 al 11, se habla de la Mente de Dios, revelada en la exaltación de Cristo. En los versículos 12 al 18, se habla sobre la Mente de Pablo, reflejada en la actitud que él quiere que sus lectores desarrollen en la práctica en todo lo que tenga que ver con Cristo. En los versículos 19 al 24, se hace referencia a la Mente de Timoteo, que sigue el modelo de la de Pablo y en los versículos 25 al 30, de la Mente de Epafrodito, en cuya vida se reflejó la palabra y la obra de Cristo. Esta mente, esta forma de sentir, que hemos observado en nuestro modelo, el Señor Jesucristo, y que hemos visto reproducida en la forma de actuar de Pablo, Timoteo, Epafrodito y otros grandes personajes de la Biblia, puede ser la nuestra, si nos dejamos controlar por el Espíritu de Dios. Este control divino orienta nuestros pensamientos, nuestra mente hasta crear en nosotros esa forma de pensar de Cristo, que se caracterizó por la humildad, y que le llevó a dejar su gloria en el Cielo y a humillarse voluntariamente, viniendo a este mundo como un siervo. Sabiendo cual es la tendencia normal de nuestra naturaleza humana al orgullo, a la exaltación de nuestra personalidad frente a los demás, este capítulo toca un punto muy sensible de nuestra forma de pensar y actuar. La exhortación práctica de este capítulo se resume en el versículo 5, que dice: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.

En el capítulo 3, tenemos el "premio por el vivir cristiano". En los versículos 1 al 9 vemos como Pablo cambió sus Esquemas de vida del pasado. En los versículos 10 al 19, vemos como cambió sus Propósitos para el presente, y en los versículos 20 y 21, como cambió su Esperanza para el futuro. Este capitulo nos llevó a recordar la conversión de aquel fiel seguidor de su religión que se llamó Saulo de Tarso y la profunda transformación que se produjo en su vida aquel Jesús a quién él perseguía y se le presentó en el camino hacia Damasco. En aquella ocasión, después de reconocerle y hablar con él, pudo decirle, Señor, ¿qué quieres que haga? Ese cambio fue evidente en la forma de considerar los valores de este mundo transitorio, y en tener un punto de vista opuesto de ellos al que tenía antes de su conversión Cristo. Así fue que pudo mirar al pasado, al presente y al futuro desde su nueva perspectiva, a partir de su nueva posición de estar unido a Cristo. Y entonces, recordando las carreras de los juegos olímpicos que tantas veces habría observado, se lanzó a vivir con intensidad, con dedicación total, su carrera cristiana, con los ojos puestos en la meta y en la recompensa de los vencedores. Los versículos 13 y 14 de este capítulo 3 expresaron bien su actitud y dicen: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Y luego, en el capítulo 4, encontramos el "poder para el vivir cristiano". En los versículos 1 al 4 se destaca la Alegría, como una Fuente de Poder. En los versículos 5 al 7, se enfatiza la Oración como el Secreto del Poder. En los versículos 8 y 9, vemos una contemplación de Cristo, como el Santuario del Poder. El santuario del poder es donde usted y yo podemos encontrarnos a solas con Cristo Jesús, donde podemos hacer nuestra confesión directamente a Él, pedirle a Él que nos limpie, porque como aquella vez que El se presentó como un siervo con una toalla en sus manos para lavar los pies de sus discípulos, Él está hoy dispuesto a limpiarnos de las impurezas que adquirimos diariamente en nuestro caminar por este mundo. Y en los versículos 10 al 23, se destaca a la persona de Cristo, como la Satisfacción del Poder. Estas fuentes del poder, de la fortaleza que necesitamos, se encuentran a nuestro alcance, pero no pueden recibirse por nuestros esfuerzos o méritos personales. En este sentido, este capítulo nos orienta sobre cómo obtener esas fuerzas que necesitamos, esos recursos indispensables para hacer frente, como cristianos, a otras fuerzas hostiles a Dios que operan en este mundo, fuerzas muy persuasivas y que apelan a nuestra naturaleza humana. Hoy observamos a nuestro alrededor una lucha por el poderío humano en todos los ámbitos de la actividad humana: a nivel personal, en la sociedad, en la política, en las actividades comerciales. Se ha dicho con frecuencia que el poder corrompe a los seres humanos. Y lo vemos con frecuencia en los medios de difusión. En los días en que vivimos, incluso los no creyentes tienen miedo a las consecuencias del poder en manos de personas malvadas. Existe una creciente preocupación porque ciertas personas, organizaciones o países tengan acceso al tremendo poder de las potentes armas de destrucción masiva. Todos conocemos los tremendos esfuerzos que se realizan para controlar el auge de los armamentos y para que estos no caigan en manos que escapen a todo control. Pero, por otra parte, el poder de Dios produce en las personas todo lo contrario, al unirlas al Salvador, al Señor Jesucristo. El poder de Dios transforma, libera a las personas de aquellas fuerzas que las esclavizan y las lleva a disfrutar de su libertad. Así como el poder humano destruye, el poder de Dios les permite a los cristianos apartar los escombros, las ruinas de su vida pasada, y construir una nueva vida fundamentada en Cristo, el fundamento que jamás podría ser destruido.

En nuestro programa anterior, comenzamos a hablar de la satisfacción del poder. Y el Apóstol Pablo nos dijo en el versículo 13, de este capítulo 4, de la epístola a los Filipenses:

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

Otra versión lo traduce así: "Y a todo puedo hacer frente, pues Cristo es quien me sostiene".Ahora, cuando Pablo dijo todo ¿quiso decir literalmente todo? Por supuesto no se refería a cualquier acción que uno pueda realizar, fuera ésta apropiada, prudente o imprudente. Tengamos en cuenta que Pablo dijo todo lo puedo en Cristo, es decir, unido a Cristo, en el contexto de la voluntad de Cristo para su vida. Para cualquier cosa que Cristo tenga en Su plan y propósito para que usted lleve a cabo, El le proporcionará el poder y la fuerza para realizarla. Para cualquier don que Él le ha dado, Él le dará a usted el poder necesario para ejercitar ese don. Un don es una manifestación del Espíritu de Dios en la vida del creyente. Mientras usted actúe unido a Cristo, usted tendrá esa fuerza, ese poder.

Y eso fue exactamente lo que Pablo quiso decir en la frase Todo lo puedo en Cristo.  Esa es la vía, ese es el camino que usted debe seguir. Recuerde que usted es miembro de Su cuerpo, que es la Iglesia; Él es la cabeza del cuerpo y usted tiene que actuar en el contexto de Su voluntad y del propósito que El tiene para su vida. Su voluntad es como la vía de un tren, es como el camino y la dirección que usted debe seguir.

O sea, recapitulando, Pablo no estaba diciendo que podemos hacer la totalidad de las cosas que nos propongamos hacer. Pero, sin lugar a dudas, sí podemos llevar a cabo toda aquello que Dios tenga preparado para que hagamos desde que nos salvó, hasta que nos lleve fuera del mundo.

Y el versículo 13 se completa con otra frase: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Con toda seguridad, esto no significa que El coloca en nosotros un poder ilimitado para hacer lo que queramos. El es el que nos proporciona las fuerzas, El que nos capacita para cumplir todo aquello que esté previsto en Su voluntad para nuestra vida. Cuando actuamos de esa manera, unidos a Cristo, somos como el tren avanzando sobre la vía, es decir, que somos irresistibles. Ningún factor humano puede detenernos. Pero en el mismo momento en que nos apartemos o desviemos de esa posición gloriosa que tenemos, saliéndonos de la esfera de la voluntad de Dios, ya sea por pecar, por pretender actuar bajo nuestra propia voluntad, fracasaremos, no llegaremos a ninguna parte y lo que hagamos se convertirá en ruinas. Pero si permanecemos en las vías divinas, podremos, como el tren, llegar a su destino y cumplir el propósito de Dios. Recordemos que el Señor Jesucristo dijo en Juan 15:7, 7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. En consecuencia, antes de pedirle algo a Dios, asegurémonos del lugar en que estamos. Porque resulta esencial estar bajo Su voluntad.

Y para conocer la voluntad de Dios, es esencial conocer la Biblia. Estimado oyente, ¿cuánto tiempo pasa usted en contacto con la Palabra de Dios? Y no se trata de leer una parte la Biblia que nos guste especialmente. Es necesario tener un conocimiento total de la Biblia para tener una perspectiva completa de la voluntad de Dios para nuestra vida, es decir, que tendremos una base firme sobre la cual actuar. No olvidemos el énfasis de este párrafo que hemos recorrido. Hay alegría, hay satisfacción, hay un placer auténtico y absoluto en vivir actuando en el contexto de la voluntad de Dios, en hacer lo que El quiere que hagamos.

Y el ejemplo supremo, lo tenemos en el Señor Jesucristo. Recordemos que el Salmo 40:6-8 forma parte de la profecía del Antiguo Testamento porque registró las palabras de Aquel que haría lo que Dios verdaderamente quería que hiciera. Ese pasaje anticipó proféticamente algunas de las palabras que Cristo pronunció en su primera venida a este mundo. El salmo fue citado en Hebreos 10:5-7, y de allí destacamos las siguientes palabras del escritor al introducir su cita, y las palabras de Cristo mismo: Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo:. . . Aquí me tienes. . . he venido, oh Dios, a hacer tu voluntad.) Veamos ahora lo que nos dice aquí en el versículo 14, de este capítulo 4 de Filipenses:

"Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación."

Pablo quería que supieran lo mucho que había apreciado su ayuda compartiendo sus dificultades en momentos angustiosos. Esta fue su nota personal de agradecimiento. Ahora Pablo continuó diciendo en el versículo 15 de este capítulo 4 de Filipenses:

"Y sabéis también vosotros, filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros únicamente"

Esta Iglesia era, desde un punto de vista espiritual, una verdadera joya. Existen muchas iglesias así por todo el mundo, que tienen un sentido de comunión y compañerismo, una actitud generosa para participar en los planes de Dios. Dios las está bendiciendo de una manera hermosa. Esta Iglesia de Filipos ocupaba un lugar muy especial en el corazón del apóstol Pablo y ellos eran quienes habían enviado su apoyo para la obra que él estaba realizando. Pablo era el misionero que ellos habían enviado para contribuir a la extensión del Evangelio. Ahora, Pablo dijo aquí en el versículo 16:

"Pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades."

Por el relato de Los Hechos 16 y 17, sabemos que Pablo tuvo que abandonar Filipos de una manera repentina, a pedido de las autoridades de aquella ciudad. Estaban por atacarlo en esa localidad, la gente quería apedrearlo, y darle muerte. Así es que tuvo que continuar su viaje y entonces se dirigió a Tesalónica, donde nuevamente se enfrentaría con problemas. Y en esas situaciones, como relata este versículo, nadie estaba ayudando a Pablo sino la Iglesia de los Filipenses. Y él continuó diciendo aquí en el versículo 17:

"No es que busque donativos, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta."

Este versículo fue traducido por otra versión de la siguiente manera: "No es que solo piense en recibir; lo que quiero es que vosotros lleguéis a incrementar vuestra cuenta delante de Dios". Desde un punto de vista espiritual, la Iglesia de Filipos ha estado recibiendo dividendos por su contribución a favor del apóstol hasta ese momento. Recordemos que éste era el motivo por el cual Pablo les escribió esta carta expresándole así su gratitud. Y esos beneficios espirituales que recibieron los Filipenses trascendieron su época. Porque nosotros en este mismo momento estamos estudiando la epístola a los Filipenses y recibiendo por ello un provecho espiritual. Hablando en términos comerciales, este provecho forma parte de esos dividendos de la contribución enviada por los Filipenses en aquellos tiempos. Fue como si aquellos cristianos hubieran tenido acciones en la empresa llevada a cabo por el apóstol Pablo. Y ellos aun tienen parte en esa misión de difundir el mensaje de Cristo hasta los confines de la tierra. Veamos ahora, lo que dice el versículo 18:

"Pero todo lo he recibido y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, es una ofrenda de olor fragante, un sacrificio acepto, agradable a Dios."

Al leer estas palabras seguramente usted recuerda una escena del Antiguo Testamento. El sumo sacerdote entraba en el lugar santo y ofrecía el incienso, o ponía el incienso sobre el altar, que ascendía como un olor agradable, dulce. Un cristiano que entrega a la obra de Dios sus ofrendas es como el sacerdote de aquellos tiempos antiguos presentando sus ofrendas a Dios ante el altar. Cuando esta acción se realiza con la motivación apropiada y una disposición espiritual, como el apóstol les escribió a los Filipenses, es más que simplemente entregar una donación. Es realizar una ofrenda de incienso perfumado a Dios, como un sacrificio que Dios acepta con agrado.

Luego, dijo el apóstol en el versículo 19 de esta cuarto capítulo de Filipenses:

"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús."

Muchos de los Filipenses no gozaban, precisamente, de una situación económica desahogada, y el contribuir a la ayuda económica enviada al apóstol Pablo había supuesto un sacrificio, una privación. Así que pensando en ese esfuerzo realizado por ellos, Pablo les aseguró que Dios les supliría lo necesario de acuerdo con su situación. No dijo que les supliría todo lo que quisieran, es decir sus gustos o lujos que quisieran disfrutar en su vida, sino más bien, todas sus necesidades. Esta acción de Dios, por supuesto, se aplica a nuestra situación actual. Cuando Dios provee, para nuestras necesidades, siempre hay un excedente. Porque El provee con abundancia y lo hace porque nos ama y como hijos suyos que somos, conoce nuestras carencias y lo que realmente necesitamos. Y en el versículo 20, leemos:

"Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."

¡Que la gloria sea para Dios! Este fue el deseo de Pablo expresado en muchas ocasiones y circunstancias de su vida. El sabía que Dios no comparte su gloria con nadie más. Y El recibiría la honra por todo lo que el apóstol y los Filipenses estaban haciendo. Después les dijo en los versículos 21 y 22:

"Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César."

El apóstol quiso saludar a cada creyente personalmente. Por otra parte, los creyentes que se encontraban con Pablo también enviaron su saludo a los Filipenses. Nuevamente se nos dice que entre ellos se encontraban cristianos que pertenecían a la clase social de los patricios, de la nobleza y miembros de la casa del Cesar. Estos creyentes pertenecían a Cristo y querían ser recordados por los cristianos de la ciudad de Filipos. Luego, escribiendo las últimas palabras de su carta, les dijo en el versículo 23:

"La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén."

EL apóstol terminó con una bendición, deseando que el Señor derramara su gracia sobre sus lectores. Y ese, estimado oyente, también es nuestro deseo para usted, al finalizar nuestro estudio de la carta a los Filipenses. Confiamos en el Señor, que este estudio haya sido de provecho en su vida de relación con el Señor. Le agradecemos por el tiempo que nos dedicado al acompañarnos en este recorrido por esta carta tan personal del apóstol Pablo. En nuestro próximo programa, reanudaremos nuestro viaje a través de la Biblia, y lo haremos regresando al Antiguo Testamento, para iniciar nuestro estudio del libro de Eclesiastés y esperamos contar con su compañía al examinar las enseñanzas de ese libro tan peculiar en las Sagradas Escrituras y tan importante para comprender lo que ocurre a nuestro alrededor en los tiempos que nos ha tocado vivir.

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