Estudio bíblico de Isaías 21:1-22:25

Isaías 21 y 22

En esta sección el profeta Isaías estaba enumerando un total de 11 juicios. En este capítulo 21 vamos a considerar los juicios 7, 8, y 9, que estaban dirigidos contra Babilonia, llamada aquí el desierto del mar; contra Edom, que aquí fue llamada Duma, y contra Arabia. Estos tres juicios que se encuentran en este capítulo, fueron presentados por medio de símbolos expresivos, y en el día en que fueron expuestos, seguramente resultaron claros y comprensibles para la gente. La insignia o emblemas de este capítulo, quizás no resultan para nosotros tan claros y en consecuencia, ha habido algún desacuerdo entre los expositores Bíblicos con respecto a su significado. Ellos pueden ser identificados, como ya anticipamos, como Babilona, Edom y Arabia, y cada una de estas naciones será considerada separadamente al recorrer este capítulo. Todas ellas eran enemigas o enemigas potenciales de Israel. Cada una provocó un sufrimiento en concreto al pueblo de Dios. Y cada una ha sido juzgada en su momento.

Este capítulo es una parte descuidada de la Palabra de Dios. Para probar esta afirmación permítanos hacerle una pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que usted escuchó un sermón o un estudio Bíblico de este capítulo de la Biblia? Tenemos la idea de que muchos de ustedes nunca han escuchado un estudio de Isaías 21.

Lo notable de este capítulo es que se usen símbolos. Ahora creemos en una interpretación literal de la Biblia, pero cuando se utiliza el simbolismo, éste siempre representa a la realidad. Es importante recordar este concepto. Algunos expositores de la Biblia califican una enseñanza de la Biblia de simbólica, en un intento de hacerla desaparecer. Así que no tratemos de desvanecer esta sección de la Biblia. Estudiémosla para ver lo que Dios estaba diciendo. Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 21 de Isaías:

"Profecía sobre el desierto del mar: Como un torbellino del Neguev, así viene (el invasor) del desierto, de la tierra horrenda."

Observemos por un momento la frase "El desierto del mar". Es una expresión extraña. Es como decir "la sequedad del agua", o, "cuan seca es el agua". Quizá esto no sea muy peculiar para nosotros hoy, porque tenemos hielo seco, y calor frío. El Dr. Jennings tradujo este versículo de la siguiente manera: "Como arrasa el torbellino en el sur, así viene el invasor del desierto, de la tierra que golpea con terror". Ésta es una buena interpretación de este versículo. Pero si usted sigue leyendo, la nación fue identificada en el versículo 9 de este capítulo, que dice: "¡He aquí que vienen hombres montados, jinetes de dos en dos! Después habló y dijo: ¡Cayó, cayó Babilonia, y los ídolos de sus dioses!" Bueno, sabemos entonces que el desierto del mar es Babilonia. Y aquí vemos que antes que Babilonia llegara a ser un poder mundial, se había predicho su caída. Ya hemos visto esto anteriormente. La primera carga o juicio en los capítulos 13 y 14 fue dirigido contra Babilonia. Babilonia había llegado a ser tan impresionante y horrorosa, y representó tanto en la Biblia, que tenemos aquí esta palabra adicional sobre su funesto destino. Fue el primer lugar que aglutinó a una rebelión unida contra Dios en la torre de Babel, y representa al último bastión de rebelión contra Dios. Encontramos esta realidad en Apocalipsis 17 y 18. La Babilonia religiosa está presentada en Apocalipsis 17, y la Babilonia comercial está descrita en Apocalipsis 18.

Ahora, esa expresión que encontramos aquí "el desierto de la mar" es una frase paradójica. Babilonia estaba situada geográficamente en una gran planicie desértica, junto al río Éufrates. La irrigación de la ciudad se realizaba por medio de canales que procedían de ese río. Jeremías en el capítulo 51:13, hizo la siguiente descripción de la ciudad: "Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros: ha llegado tu fin, la medida de tu codicia". El desierto y el mar forman allí una extraña amalgama rara. La misma unión de desierto y mar fue hecha por el apóstol Juan en Apocalipsis 17:3, donde dijo: "3Me llevó en el Espíritu al desierto, y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos". Éste fue el desierto donde Juan contempló el misterio Babilonia. Dice Apocalipsis 17:1, "1Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo, diciendo: «Ven acá y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas". Fue en el desierto que Juan vio las muchas aguas. Estos dos versículos son simbólicos, pero expresan el mismo esquema que encontraremos otra vez en Jeremías.

Ahora, Babilonia, con su brillo y esplendor y como fuente de la idolatría y la falsa religión, era como un espejismo en el desierto. ¿No es esto algo tremendo? El "desierto del mar". ¡Qué imagen la que tenemos aquí! Babilonia no era un lugar maravilloso. Era un espejismo en el desierto. No era en absoluto una fuente ni un oasis, sino un lugar lleno de ídolos y religión falsa. No era precisamente agua que daba vida para las almas de las personas. Éste es un concepto sobre el cual cada pastor, cada predicador por radio, cada iglesia, cada miembro de iglesia, debería reflexionar. ¿Es mi iglesia, o soy yo una fuente de agua de vida, o soy simplemente un espejismo en el desierto de la vida? Continuemos leyendo el versículo 2 de este capítulo 21 de Isaías:

"Dura visión me ha sido mostrada: El traidor traiciona y el destructor destruye. Sube, Elam; sitia, Media. Todo su gemido hice cesar."

Dios mandó a la doble nación de Media-Persia destruir la ciudad. Aquí vemos las frases Sube, Elam; sitia, Media. Esto fue exactamente lo que ocurrió. Ésta fue una profecía dada antes que la invasión tuviera lugar. Y continúan diciendo los versículos 3 y 4:

"Por tanto, mis espaldas se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto. Me siento agobiado al oírlo y al verlo me lleno de espanto. Se pasma mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me ha vuelto en espanto."

Una vez más Isaías se conmovió con un gran sentimiento y emoción, cuando se enteró de la próxima devastación. Aquí se reveló el corazón de Dios, deseando compasión, misericordia, reacio a juzgar incluso a un enemigo tan espantoso. El amor de Dios aquí es tan evidente como en las lágrimas de Jeremías. Nadie puede alegrarse por el juicio de Dios. Dios dijo que Su juicio era Su "obra extraña". Él no quiere juzgar o castigar; quiere salvarle, pero estimado oyente, la elección es suya. Él tampoco quiere juzgar a las naciones, pero la elección es de ellas. Dice el versículo 5 de este capítulo 21 de Isaías:

"Ponen la mesa, extienden tapices; comen, beben. ¡Levantaos, príncipes, engrasad el escudo!"

En este versículo el relato suena como el informe de un testigo ocular de la destrucción de Babilonia, como el registrado por el profeta Daniel en su capítulo 5. Recordemos que esto fue registrado aproximadamente 200 años antes de que ocurriera. En la mitad del banquete del rey Belsasar, el general de Media, Sobrias, desvió el cauce del río que fluía a través de la ciudad y marchó con su ejército por el lecho seco del río, por debajo de las murallas de la ciudad. Tomó la ciudad con un ataque por sorpresa. Esto fue algo que Dios había dicho que iba a suceder. Es así que leemos en los versículos 8 y 9, de este capítulo 21 de Isaías:

"Y gritó como un león: ¡Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guardia! ¡He aquí que vienen hombres montados, jinetes de dos en dos! Después habló y dijo: ¡Cayó, cayó Babilonia, y los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra!"

El centinela que se encontraba sobre la muralla de la ciudad le dijo a la gente que estaba dentro de la ciudad lo que él estaba viendo: "¡Aquí viene un hombre en un carro de combate tirado por caballos!" Eran mensajeros y su mensaje era ¡Cayó, cayó Babilonia! El centinela comunicaba al rey de Babilonia que la ciudad había caído (como vemos en Jeremías 51:31-33). Todas las imágenes grabadas de los dioses de Babilonia fueron destruidas y derribadas a tierra. Entonces quedó a la vista un panorama de sufrimiento y, a la vez, de alivio. Porque Babilonia constituía el origen de toda la idolatría. Y dice el versículo 10:

"Pueblo mío, trillado y afligido, os he dicho lo que oí de parte del Señor de los ejércitos, el Dios de Israel."

La cosecha es el tiempo del juicio. En Juan 4:35 nuestro Señor dijo: "35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? Yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega". El Señor dijo esto al final de la época de la ley, cuando se acercaba el juicio contra Israel, que había tenido la ley por unos 1.500 años. La cosecha es el tiempo del juicio. Estudiaremos más sobre Babilonia en los libros de Jeremías, Ezequiel y Daniel. Leamos ahora el versículo 11, que comienza:

El juicio de Edom

"Profecía sobre Duma: Me dan voces de Seir: Centinela, ¿qué hora es de la noche? Centinela, ¿qué hora es de la noche?"

Ahora, ¿qué quiere decir esa palabra Duma? Es una palabra simbólica. Isaías realizó juegos con palabras para extraer un significado más profundo. Ya hemos visto esto con anterioridad. El utilizó palabras para comunicar al pueblo un mensaje. "Duma" es Edom, quitándole la E, y si quitamos la E de Edom, nos queda "Duma", que significa "silencio". Edom continúa siendo una tierra en la que impera un silencio de muerte.

Ahora, "Seir" quiere decir "velludo, escabroso". Recordemos que Esaú fue el primer hombre de Seir, como podemos ver en Génesis 25:25. Él tenía el cuerpo cubierto de vello y vivía en el Monte Seir (Génesis 36:8). Seir también significa "tormentas". Aquella era una tierra barrida por las tormentas. Así que tenemos "silencio" y "tormentas". ¡Qué mensaje transmite esta combinación de palabras!

Así que evidentemente, el país implicado aquí es Edom. De la tierra del silencio y las tormentas surgió esta pregunta que se repitió dos veces. "Centinela, ¿qué hora es de la noche"? O, en otras palabras, "¿Cuánto queda de la noche?" ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la gloria de Dios sea revelada, cuando nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación? (Malaquías 4:2). Continuemos leyendo el versículo 12 de Isaías 21:

"El centinela respondió: La mañana viene y después la noche: preguntad, si queréis preguntar. Volved a venir."

El hecho es que la mañana y la noche ya vienen, y lo que será gloria para algunos, será la perdición para otros. Lo que será luz para el pueblo de Dios, será la noche para los Edomitas, que representan a los hombres controlados por su naturaleza y pasiones que han rechazado a Dios.

Leamos ahora el versículo 13, donde comienza:

El juicio contra Arabia

"Profecía sobre Arabia: Entre las malezas de Arabia pasaréis la noche, caminantes de Dedán."

"Arabia" es claramente identificable pero, otra vez, ésta es una palabra que tiene un doble significado. Cambiando los puntos vocales en hebreo puede significar el ocaso. Tenemos que aclarar que el idioma hebreo es un idioma de consonantes, que no tiene vocales. En vez de vocales tiene puntos, como pequeñas marcas bajo las consonantes. Los especialistas han añadido vocales a las palabras hebreas para hacerlas más legibles. En este versículo el significado es bastante evidente: era el atardecer en la historia de Arabia. Era más tarde que lo que ellos pensaban. Ahora, Arabia era la tierra de los ismaelitas, las tribus beduinas del desierto. Resulta interesante que Dios hablara de ellos. Los hijos de Abraham, Ismael e Isaac, nunca se llevaron bien. Sus descendientes tampoco tienen buenas relaciones. Los Árabes e Israelíes se encuentran en un conflicto permanente. Si Abraham hubiera podido ver lo que está ocurriendo en la actualidad, nos preguntamos si consideraría que el pecado que cometió fue un pecado pequeño. Estimado oyente, el pecado nunca cesa de operar y de hacerse evidente en la historia humana. Leamos ahora los versículos 14 al 16:

"Salid a encontrar al sediento; llevadle agua, moradores de tierra de Tema, socorred con pan al que huye. Porque ante la espada huye, ante la espada desnuda, ante el arco entesado, ante la violencia de la batalla. Porque así me ha dicho el Señor: De aquí a un año, semejante a los años de un jornalero, toda la gloria de Cedar será deshecha"

Había un juicio que se aproximaba para esta tierra y su gente. Este capítulo de belleza poética, y de tristeza del corazón, no debería terminar con una nota así. Puede que fuera el ocaso, pero el día de Dios fue contado como la tarde y la mañana: "y fue la tarde y la mañana un día", (Génesis 1:5.)

Ahora, se acerca la mañana, y la noche de llanto pronto cesará, y amanecerá el nuevo día. El ocaso del fracaso humano, el pecado y la oscuridad terminará, y la mañana de Dios se hará realidad por medio de la llegada del sol de justicia. Y ahora llegamos al:

Capítulo 22

La carga o juicio se refieren evidentemente a Jerusalén, como ya destacaremos en el comentario a los versículos. Los juicios comenzaron lejos de Babilonia, y han continuado llegando más cerca de Jerusalén. En este momento la tormenta estalló en toda su furia sobre la Ciudad Santa. Leamos el primer versículo de este capítulo 22 de Isaías, que introduce:

El juicio de Jerusalén

"Profecía sobre el valle de la visión: ¿Qué tienes ahora, que con todos los tuyos has subido sobre los terrados?"

"El valle de la visión" se refiere a Jerusalén, como implican los versículos 4, 8, 9 y 10. La frase "valle de la visión" es otra de las expresiones paradójicas de Isaías. Una frase como "montaña de la visión" sería entendida, porque la montaña es el lugar para contemplar algo de lejos. Moisés se situó en el Monte Nebo para contemplar la tierra prometida. Nuestro Señor contempló Jerusalén desde el Monte de los Olivos. Pero en la Biblia un valle simboliza un lugar del dolor, humildad y muerte. Como la visión aquí es una de dolor y una batalla cercana, el valle fue el lugar apropiado para esta visión.

La curiosidad y el temor envió a la gente a las partes altas de las casas para averiguar la naturaleza del peligro que se aproximaba. Podemos ver el sitio de Asiria contra Jerusalén en Isaías 36 y 37. En el último sitio nuestro Señor advirtió a esta gente que dejaran las azoteas de las casas y huyeran (ver Mateo 24:16 y 17). Leamos el versículo 4:

"Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo."

La expresión "mi pueblo" se refiere, por supuesto, al pueblo de Israel. Y los versículos 9 y 10 dicen:

"Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas del estanque de abajo. Contasteis entonces las casas de Jerusalén y derribasteis casas para fortificar el muro."

Ezequías, en realidad, tomó estas precauciones para defender a Jerusalén (2 Crónicas 32). Recordemos que una de las cosas que hizo fue edificar un muro alrededor de la fuente, para que la ciudad no se quedara sin agua. Aún hoy uno puede verlo en esa tierra.

Esta sección se refiere al futuro. Ahora, ¿qué asedio y enemigo estaban en la mente del profeta? Persia fue mencionada por nombre, pero Jerusalén estaba en ruinas cuando Persia estaba en el poder. Aparentemente todos los enemigos que habían luchado contra Jerusalén están ante nosotros en este pasaje, desde los Asirios, que sólo la sitiaron pero no entraron en ella, hasta el último enemigo del norte que amenazará la ciudad pero no entrará en ella. Éste fue pues el juicio sobre Jerusalén. Llegamos ahora a un párrafo que hemos titulado:

El caso de Sebna y Eliaquim

La inserción inusual en este momento del relato de un documento de los archivos de Jerusalén durante el reino de Ezequías, es digno de atención.

Muchos han visto en Sebna una figura del Anticristo, mientras Eliaquim coloca ante nosotros al Señor Jesucristo, que suplantará al Anticristo en este mundo. Leamos el versículo 15:

"El Señor de los ejércitos dice así: Ve a encontrarte con este tesorero, con Sebna el mayordomo, y dile:"

Sebna era el secretario del tesorero, y un político de poca importancia bajo el rey Ezequías. Aparentemente estaba malversando fondos, como podemos ver en el Segundo Libro de Reyes, capítulo 18, versículo 18; y los volveremos a ver una vez más, en el capítulo 36 de este libro de Isaías. Así es que, esperaremos hasta entonces. Pero, en el versículo 16, de este capítulo 22 de Isaías, leemos:

"¿Qué tienes tú aquí o a quién tienes aquí, que labraste aquí un sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura o el que esculpe para sí una morada en la roca?"

Sebna estaba construyendo una tumba para perpetuar su memoria, y esto fue irónico, porque él iba a morir y ser sepultado en un país extranjero (ver los versículos 17 y 18). Luego, en el versículo19 leemos:

"Te arrojaré de tu lugar y de tu puesto te empujaré."

Así que, como hemos dicho, creemos que Sebna fue una figura del Anticristo. Escuchemos lo que dicen los versículos 20 y 21:

"En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías. Lo vestiré con tus vestiduras, lo ceñiré con tu talabarte y entregaré en sus manos tu autoridad; y él será un padre para el morador de Jerusalén y para la casa de Judá."

Eliaquim fue el estadista que sucedió a Sebna. Eliaquim era un hombre desinteresado. Él y Sebna están aquí en contraste. Isaías había reunido a estos hombres que son más que una paradoja, son caracteres opuestos. Sebna, prefiguraba al Anticristo, y Eliaquim a Cristo. El lenguaje aquí es representativo. Dice el versículo 22:

"Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro: él abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie abrirá."

Esto nos recuerda las siguientes palabras del Señor Jesucristo a la Iglesia de Filadelfia, en el libro de Apocalipsis 3:7, "7Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:" ¡Cuán maravilloso es confiar nuestras vidas en las manos de Aquel que puede cerrar o abrir cualquier puerta! Vamos a leer ahora el último versículo de este capítulo 22 de Isaías, el versículo 25 que dice:

"Aquel día, dice el Señor de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; será quebrado y caerá. Y la carga que sobre él se puso se echará a perder; porque el Señor ha hablado."

"Aquel día" se refiere al período de la gran tribulación y como hemos visto, este versículo se refiere a Sebna, ya que él simboliza al Anticristo. Muchísima gente depositará su confianza en el Anticristo que vendrá. Recurrirán a él en busca de ayuda. Pensarán que él es Cristo, pero él será como este clavo que caerá.

Estimado oyente. Usted quizá ya haya tenido esa experiencia de poner un clavo en una pared, colocar algo pesado en el, y ver como todo se cae al suelo. Bien, el Señor Jesús es el clavo en el lugar firme y seguro. Sebna fue un clavo que cayó, y así le sucederá a todos los otros que sean como él. Estimado oyente: ¿Está usted colgando todo lo que tiene en un clavo que está en un lugar seguro? Muchas personas no lo están haciendo. Están colocando todo lo que tienen sobre algo que no es seguro. Pueden ser bienes materiales o inversión de dinero, otros tienen sus creencias apoyadas en fundamentos débiles. Al final han visto defraudadas sus expectativas e ilusiones. Cristo sí es un clavo firmemente clavado en un lugar seguro y firme. Y esperamos que usted coloque su vida, su alma, lo más valioso que tiene, en Él.

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