Estudio bíblico de Isaías 34:1-35:10

Isaías 34 y 35

En el día de hoy, amigo oyente, llegamos al capítulo 34 de Isaías, y aquí concluye la sección que en nuestro bosquejo del libro de Isaías hemos llamado el reino, el proceso y el programa por el cual el trono es establecido en la tierra. El juicio ha sido el tema principal a través de toda esta sección. Hemos considerado seis "ays" o lamentos y hemos seguido un progreso en este tema de la profecía. Vimos la situación local a la cual se dirigió el profeta Isaías, y después le vimos internarse en un área más amplia, a medida que él dirigió su mirada a través de los siglos, hasta el tiempo del juicio que se aproximaría en el futuro que Jesús llamaría la Gran Tribulación. Más allá de ese período vimos la llegada del Rey.

Sin embargo, en nuestro tiempo no estamos mirando o esperando al Rey. Estamos esperando a nuestro Salvador, estamos esperando, como dijo el apóstol Pablo en su carta a Tito 2:13, "la esperanza dichosa y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús". Después de que Él saque a Su Iglesia de este mundo, aquellos que permanezcan en esta tierra pasarán por el terrible período de la gran tribulación, que finalizará con la Guerra o la Campaña de Armagedón.

Este capítulo, como ya hemos dicho anteriormente, está en contradicción con la filosofía del sistema de valores del mundo. Es que el hombre espera mejorar al mundo por medio de sus propios esfuerzos, encaminados a construir una utopía. El ser humano planea traer una especie de milenio, aunque lo identifique con otro nombre, cree que es capaz de elevarse a sí mismo por encima de sus propias limitaciones y miserias. La filosofía básica de la evolución, y de paso digamos que la evolución es una filosofía y no una ciencia, es que se va produciendo incesantemente una mejora en el desarrollo humano, hacia adelante y hacia arriba. El hombre ha incorporado esta filosofía a todos los aspectos de la vida. Él cree que nos estamos dirigiendo hacia un futuro bueno y grandioso.

Lo interesante, amigo oyente, es que la Palabra de Dios espera con ansia un futuro maravilloso para esta tierra, pero que no será una consumación de los esfuerzos del ser humano. Todo lo que el hombre ha construido dejando de lado a Dios va a pasar por un juicio tremendo. Toda obra humana es contraria a Dios y debe resultar en un conflicto final. Ese conflicto final ha sido llamado, en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, la batalla de Armagedón. Y el pecado del hombre será finalmente encabezado por el llamado "hombre de pecado", como fue llamado por el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses 2:3, quien intentará traer un reino por sí mismo, y ese reino será el período de la Gran Tribulación. Ese período sólo podrá terminar con la venida del Señor Jesucristo a esta tierra para establecer Su reino.

Así es que, este capítulo que tenemos ante nosotros aquí mira en su totalidad hacia el futuro. Los Asirios han desaparecido de la escena. El profesor Delitzsch lo ha explicado con exactitud diciendo: "Sentimos que estamos siendo apartados del escenario de la historia y transportados al medio de las cosas finales. Estos capítulos constituyen los últimos pasos por los cuales nuestro profeta se eleva hasta las alturas en las cuales remonta el vuelo en los capítulos 40 hasta el final. Después de la caída de Asiria, y cuando la oscuridad se cernía nuevamente en el horizonte, Isaías se evadió de su propio tiempo, el "fin de todas las cosas" se convirtió cada vez más en su hogar. Fue la revelación del misterio de la encarnación de Dios para lo cual todo esto preparaba el camino".

Leamos el versículo 1 de este capítulo 34 de Isaías.

"Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que él produce."

Llegamos ahora a la indignación que el Señor derramó sobre todas las naciones. Eso lo vemos en los primeros 4 versículos. Luego, veremos a Edom como el objetivo y la figura que representa a todos los enemigos de Dios. Y luego, la intención del Señor, evidente en que el día de la venganza del Señor se acerca.

En el mismo comienzo del libro de Isaías, en el capítulo 1, versículo 2, Dios llamó al cielo y a la tierra para que fueran testigos de Su juicio contra Su propio pueblo Israel. Ahora, en este capítulo 34, Dios llamó sólo a las naciones de la tierra para que fueran testigos de su juicio final sobre las naciones. Leamos el versículo 2:

"Porque el Señor está airado contra todas las naciones, indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero."

Observemos cuidadosamente las palabras que han sido seleccionadas para describir ese juicio: indignado, destruirá, entregará al matadero. Son las expresiones más fuertes que se podían haber utilizado. Este juicio será universal, y severo. No será solamente un tiempo de angustia para Jacob (como dijo Jeremías 30:7) sino que será también el tiempo del sufrimiento de la tierra. Y nuestro Señor habló acerca de este período como una época de sufrimiento sin paralelo con otra en toda la historia del mundo. Las trompetas, los sellos, y las copas que se mencionan en el libro de Apocalipsis, todos intensifican y confirman este sufrimiento. Amigo oyente, lo crea usted o no, la tierra en la cual usted y yo estamos viviendo hoy, se está dirigiendo hacia el juicio de Dios. En lugar de un gran día para el hombre pecador, se acerca un tiempo de juicio sobre la tierra. Al mirar a nuestro alrededor, a nuestra civilización contemporánea, todo lo que vemos caerá bajo el juicio de nuestro Dios Todopoderoso. Luego, en el versículo 3, de este capítulo 34, leemos:

"Los muertos de ellas serán arrojados, de sus cadáveres subirá el hedor y los montes se disolverán con la sangre de ellos."

Creemos que éste es uno de los versículos más terribles que tenemos en la Biblia, por la imagen repulsiva que presenta. No podemos imaginarnos una escena peor que ésta. Confirma lo que el Señor Jesucristo dijo cuando estaba en esta tierra y lo que el libro de Apocalipsis enseña sobre el juicio que se aproxima sobre la tierra.

Somos conscientes de que hay muchas personas que dudan esto, lo cual nos recuerda un incidente ocurrido cuando un huracán tropical azotó la costa occidental de los Estados Unidos. Aún hoy, uno puede observar esa zona dónde se abatió la tormenta y todo lo que existía en ese lugar fue prácticamente destruido por el temporal. Aun luego de pasar varios años, no existe nada allí. En ciertos lugares los bosques fueron completamente destruidos y eliminados de esa zona. En ese lugar existía un edificio de apartamentos, donde vivía un grupo de personas. Ellas, ignorando las advertencias acerca del huracán, decidieron quedarse en ese lugar. Ni creyeron que la tormenta iba a ser tan severa, así que, en vez de evacuar la zona, decidieron celebrar una fiesta en la cual, ridiculizando el pronóstico del tiempo, abusaron del alcohol y se embriagaron. En resultado final fue que murieron todos. Y usted, estimado oyente, puede adoptar la misma actitud en relación con el juicio que vendrá sobre la tierra. Dios dijo que el juicio vendría, y con toda seguridad llegará. Continuemos leyendo el versículo 4 de este capítulo 34 de Isaías:

"Todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército como se cae la hoja de la parra, como se cae la de la higuera."

Cuando usted ve que una hoja pequeña se cae de un árbol, usted puede intentar pegarla a la rama con algún tipo de pegamento, pero la hoja no va a permanecer allí, ni va vivir otra vez. Con la misma seguridad, el juicio va a venir, y usted no puede evitar que llegue. Sólo hay una cosa que usted puede hacer; asegurarse de que tiene un refugio. Escuche usted a Dios y recuerde que el Señor Jesús es un refugio en el tiempo de la tormenta que va a abatirse sobre la tierra.

Leamos ahora el versículo 5 de Isaías 34, que nos menciona a:

Edom, representando a todos los enemigos de Dios

"Porque en los cielos se embriagará mi espada; descenderá sobre Edom para juicio, y sobre el pueblo de mi maldición."

Aquí se habla de la espada de Dios en el cielo, y es un detalle importante a tener en cuenta. Cuando una persona toma la espada en sus manos, es con in propósito de venganza, o por algún otro motivo. Pero cuando Dios la toma, estimado oyente, es para traer justicia sobre esta tierra. La espada de Dios en el cielo está lista para ser usada para juicio.

Aquí se menciona a Edom, y Edom es Esaú, y Esaú representa la carne, es decir, la naturaleza humana controlada por las pasiones. Esaú representa a toda la humanidad que estaba en Adán, que desciende de Adán, que está en rebelión contra Dios y contra Su pueblo. Dios dijo en Romanos 9:13: "A Jacob amé, más a Esaú aborrecí", Dios juzgará a Edom, porque ese pueblo está contra Dios, contra Su pueblo, contra Su Palabra, y contra todo lo que es bueno y justo.

Leamos ahora el versículo 8, de este capítulo 34 de Isaías, que nos habla sobre:

La intención del Señor

"Porque es día de venganza del Señor, año de retribuciones en el pleito de Sión."

Éste es el Día de la venganza del Señor. Veremos este tema nuevamente en el capítulo 63:1-6 de Isaías. Y uno no puede hacer nada para detenerlo, así como no puede detener la caída de agua de una catarata. Es totalmente imposible. Dios dijo que los asuntos de esta tierra tenían que ser corregidos. Y para corregirlos, Él tiene que reprimir el mal y al hombre rebelde que habita en este mundo. Muchas personas no se inclinarán ante Dios; pero, ya que éste es el universo de Dios, ¿a dónde irán? Él sólo tiene un lugar para ellos, que se llama infierno. Ahora, usted puede tener su propia idea al respecto, pero indudablemente será muchísimo peor que un lugar de fuego literal. La Palabra de Dios es inviolable y el Señor Jesucristo dijo, en Mateo 5:18, "ni la letra más pequeña ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido". Estimado oyente, ante un pronóstico del tiempo, cuando se predice una fuerte tormenta, la actitud más sabia es hacer los arreglos necesarios para escapar de ella. Y llegamos ahora al:

Capítulo 35

Al llegar a este capítulo damos gracias a Dios porque la batalla de Armagedón no va a ser el final de todas las cosas. Este capítulo 35 es una joya poética que describe las bendiciones del milenio, una imagen del Reino. Hay un elevado sentido de justicia poética en este capítulo, que concluye esta sección sobre el juicio. Los fuegos del juicio ya se han apagado, la espada de justicia ha sido envainada. La noche de los problemas de este mundo ha llegado a su fin, y la mañana de las delicias del Reino ha llegado. Esta sección concluye con en el tema sublime de la paz, después de haber pasado a través del sufrimiento a la paz, de la noche a la mañana, del juicio a la salvación, y de las lágrimas a la alegría de la mañana.

La calma de este capítulo está en contraste con las tormentas de los juicios del capítulo anterior, e incluso de los capítulos que lo precedieron. Podemos decir, como el escritor del Cantar de los Cantares en 2:11 y 12: "Ya ha pasado el invierno. . . y han brotado las flores en la tierra".

Comenzamos con el párrafo que afirma que:

La tierra material será restaurada

y la maldición del pecado será retirada. Esto se refiere al cuerpo de la tierra. Leamos el versículo 1 de este capítulo 35:

"Se alegrarán el desierto y el erial; la estepa se gozará y florecerá como la rosa."

Se nos dice que los desiertos de este mundo en la actualidad están aumentando su extensión, en vez de disminuir. Se está produciendo una desertización del planeta en diversas áreas. Las sequías y la erosión del suelo están apresurando el proceso. Y la contaminación ambiental está llenando esta tierra. Todo este panorama de desolación, este proceso irreversible en la actualidad, será invertido en el reino milenario. Toda la contaminación ambiental será quitada, y también será removida la maldición del pecado. La conocida y hermosa frase "el desierto. . . florecerá como la rosa" es una adecuada y feliz imagen del futuro de la tierra. Si usted ha visto alguna vez una extensa superficie del desierto, a amplias regiones devastadas por la sequía, percibirá el tremendo significado de esta frase. Luego, leemos en el versículo 2:

"Florecerá profusamente y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor del Dios nuestro."

El apóstol Pablo nos dijo en su epístola a los Romanos 8:22, que toda la creación todavía gime, como si tuviera dolores de parto, mientras que en el reino, toda la creación se alegrará.

El segundo párrafo afirma que:

Los seres humanos serán renovados

Es decir, que los cuerpos de los hombres serán renovados, así como la parte psicológica del hombre. Leamos el versículo 3:

"¡Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles!"

La creación está esperando ansiosamente que tengamos nuestros nuevos cuerpos. Y dice el versículo 4:

"Decid a los de corazón apocado: ¡Esforzaos, no temáis! He aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará."

En medio de las tormentas de juicio, el pueblo de Dios podrá alegrarse porque ellos saben que Dios vendrá y los salvará. La iglesia tiene además la alegría y esperanza añadidas de que nunca experimentará ese período de la Gran Tribulación. Luego se nos dice en los versículos 5 y 6:

"Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los oídos de los sordos. Entonces el cojo saltará como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque aguas brotarán en el desierto y torrentes en la estepa."

Las enfermedades, dolencias físicas y todas las aflicciones son el resultado del pecado del hombre. Todas éstas serán quitadas en el Reino. Ahora, en los versículos 7 al 9 de este capítulo 35 de Isaías, leemos:

"El lugar seco se convertirá en estanque y el sequedal en manaderos de aguas. La guarida de los chacales, donde ellos se refugian, será lugar de cañas y juncos. Y habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad. No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo estará con ellos. El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí león, ni fieras subirán por él ni allí se encontrarán, para que caminen los redimidos."

¡Qué escena maravillosa tenemos aquí de la tierra durante la época del Reino! Y finalmente, llegamos al último párrafo, que declara que:

Los miembros de la familia de Dios regresarán a Sión

Y aquí vemos el espíritu de la tierra, es decir, que el hombre será renovado espiritualmente. Leamos el versículo 10 de Isaías 35:

"Y los redimidos por el Señor volverán a Sion con alegría; y habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas. Tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido."

¿Puede usted, amigo oyente, pensar en algo mejor que esto? Esta escena no sólo incluye a Israel sino que incluirá también a los redimidos que entren en el Reino sobre la tierra. En Zacarías 14:16-17 leemos: "Todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y acontecerá que si alguna familia de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, no habrá lluvia para ellos".

Podemos repetir, con el viejo puritano llamado Richard Baxter: "Apresura, Oh Salvador, la hora de Tu regreso. No te demores, que los que vivimos no abandonemos la esperanza. No te demores, para que la tierra no se transforme en un infierno, y para que Tu iglesia no se derrumbe al polvo. Oh, apresura ese gran día de resurrección cuando los sepulcros que recibieron sólo la podredumbre y retuvieron sólo el polvo, te devuelvan gloriosas estrellas y soles. Tu esposa desolada dice, Ven. Toda la creación dice, Ven, sí, ven, Señor Jesús. Toda la creación gime como con dolores de parto, esperando con ansiedad la revelación de los hijos de Dios".

Y así finaliza la primera división principal de Isaías, que se titula Juicio exponiendo todas las bendiciones del Reino.

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