Estudio bíblico de 1 Timoteo 1:8-17

1 Timoteo 1:8-18

En este día, amigo oyente, continuamos nuestro recorrido por la primera epístola del Apóstol San Pablo al joven Timoteo. Y nos encontramos considerando lo que dice el capítulo 1, y comenzaremos hoy con el versículo 8, que leeremos a continuación:

"Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente"

En esta sección, en la que Pablo estaba advirtiendo contra la doctrina errónea, había mencionado las religiones de misterio y la idolatría que predominaban en la ciudad de Éfeso, en la que se encontraba Timoteo. El también había advertido contra las enseñanzas falsas que pretendían convertir al Antiguo Testamento en una simple mitología. Entonces Pablo advirtió también contra los legalistas que, enseñaban que la ley era un medio para obtener la salvación y, después de la salvación, era un medio para alcanzar la santificación de los creyentes.

La ley cumplía un propósito, pero Dios no la entregó como un medio de salvación. La ley nos condena; revela al hombre que es un pecador, y que necesita un Salvador. Bajo la ley la mejor persona del mundo está condenada absolutamente, pero bajo el evangelio el peor ser humano puede ser justificado si cree en Cristo.

El pecador no puede ser salvado por las buenas obras, porque es incapaz de hacer buenas obras que Dios considera aceptables para salvarle. Pablo escribió en Romanos 8:8; 8y los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Esta idea de que por lo que hay dentro de usted mismo de por usted mismo usted puede agradar contradice completamente a la Palabra de Dios. Es imposible agradarle a Él, porque usted no puede satisfacer sus normas.

Las buenas obras no pueden producir la salvación, pero la salvación sí puede producir buenas obras. No somos salvados por buenas obras, pero sí somos salvados para realizar buenas obras. Pablo dejó bien aclarado este asunto en Efesios 2:--10, donde podemos leer lo siguiente: 8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se jacte, 10pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Dijo Pablo en este versículo 8, Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente. La Ley revela la voluntad de Dios y es moralmente excelente. Es buena para la conducta moral, pero no para obtener la salvación. No puede salvar a un pecador, pero puede corregirle o revelarle que es un pecador. Ese es el propósito de la Ley. Continuemos leyendo los versículos 9 y 10 de este primer capítulo de 1 Timoteo.

"Conociendo esto: que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los inmorales, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina"

La Ley nunca fue dada a un hombre justo; es decir, alguien que haya sido declarado justo por su fe en Cristo. Porque esa persona ha sido llamada a vivir en un nivel mucho más elevado ante Dios. La Ley fue dada a los que son rebeldes, que rechazan la Ley. La prohibición "no matarás" no fue dada al hijo de Dios que no ha pensado en matar a nadie, que no quiere causar daño a nadie sino que desea ayudar. El mandamiento fue dado a la persona que en su corazón es un asesino. Fue dada para controlar al hombre natural. La Ley es para los inmorales, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros. Aquellos que han venido a Cristo no fueron salvos por la Ley, sino por la gracia de Dios. Ellos han sido colocados en un nivel de vida espiritual más elevado aun más alto que el señalado por la Ley.

Podríamos ilustrar esta cuestión con un ejemplo. En cierta ocasión, un indio que se había convertido al cristianismo, tuvo que realizar un largo viaje por tren para dirigirse a su destino. Bien, cuando este indio llegó a la ciudad de destino, fue invitado a una reunión en un hogar cristiano, en el cual un grupo de jóvenes estaba discutiendo en esa noche sobre la ley y la gracia y algunos no veían bien la diferencia que había entre ellas. Así es que este indio pidió permiso para tomar la palabra y dirigirse al grupo. Entonces les dijo: "Yo llegué a esta ciudad viajando en tren, nos detuvimos en una estación por varias horas para cambiar de trenes. Allí en la sala de espera; mientras estábamos allí observé que sobre la pared había un cartel que decía: "prohibido escupir en el suelo". Esa era una regla específica para aquel lugar. Al mirar al suelo me di cuenta que mucha gente no había respetado esa regla. Pero cuando llegué a esta ciudad me hospedaron en un hermoso hogar cristiano. Al sentarme en la sala de estar miré a mi alrededor y observé hermosos cuadros colgados de la pared, pero no vi ninguna señal como aquella que había vista en la sala de espera de la estación. Observé cuidadosamente el piso y la alfombra que allí había, y me di cuenta que nadie había escupido en el suelo. Entonces llegué a la conclusión de que en la sala de espera de la estación, aquella prohibición era una ley, pero en casa en que yo estaba hospedado, mi conducta quedaba librada a la gracia. Y, amigo oyente, esa es la diferencia.

Bajo la ley el ser humano nunca la cumplió; no estaba a la altura de ella y la quebrantaba constantemente. Pero bajo la gracia, el ser humano es introducido en la familia de Dios, y por la obra del Espíritu Santo, tiene a su disposición la fuerza para no mentir, ser violento con sus semejantes y evitar cometer otros delitos. Y si cometiera alguno de ellos, seguramente rompería su relación de comunión y compañerismo con Dios.

Finalmente, el apóstol mencionó en el versículo 10 cuanto se oponga a la sana doctrina. Pablo añadió esta posibilidad por si hubiera dejado fuera algo y para abarcar cualquier pecado que hubiera omitido en su lista. Y ahora, leamos el versículo 11, que nos presenta

El testimonio personal de Pablo

"Según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado."

Nuevamente nos encontramos con una de esas declaraciones únicas que Pablo usó al escribir a este joven predicador, declaraciones que no encontraremos en sus epístolas a las iglesias. Continuemos leyendo el versículo 12 de este primer capítulo de 1 Timoteo:

"Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús, nuestro Señor, porque, teniéndome por fiel, me puso en el ministerio"

Aquí Pablo Dio gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor. Al hacerlo enfatizó el Señorío de Cristo.

Y añadió teniéndome por fiel me puso en el ministerio. La idea del "ministerio" es hoy una palabra muy mal entendida. Todos los creyentes están en el ministerio. En realidad, debemos decir que ninguno de nosotros está fuera del ministerio si somos hijos de Dios. Es decir, que cada creyente tiene un ministerio, y la palabra que se utilizó aquí para el "ministerio" es el mismo término que se usó para la palabra "diácono", que significa "servidor". Y cada creyente es un servidor del Señor Jesucristo.

Pablo aun llamó a los gobernantes, ministros, "ministros de Dios". Solemos decir que hemos votado por cierta persona, o que el pueblo ha puesto a determinada persona en un cargo oficial. Pero creemos que algunas veces Dios interviene y prevalece sobre quien ha de ocupar un cargo. ((Se supone que los que detentan la autoridad deberían funcionar como ministros de Dios. ))

Pablo estaba agradecido a Dios porque Él le había colocado a Su servicio como un misionero. Cada creyente tiene algún tipo de servicio que llevar a cabo para el Señor. Continuemos leyendo el versículo 15 de este primer capítulo de 1ª Timoteo:

"Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad."

Hablando ya de su propia experiencia personal dijo aquí habiendo sido blasfemo Pablo usó esta palabra tremenda y dijo que él había sido un blasfemador. El había blasfemado o maldecido al Señor Jesús, y le había odiado. Creo que él había estado presente en la crucifixión y había ridiculizado al Señor Jesús. Pablo dijo que había sido blasfemo, perseguidor, y que había injuriado a la iglesia.

Y después añadió pero fui recibido a misericordia. Cuando Pablo habló de su salvación dijo que había sido salvado por la gracia de Dios. Fue la misericordia y compasión de Dios lo que le colocó en el ministerio cristiano.

Algunos de nosotros, por ejemplo, nunca pudimos entender por qué el Señor nos utilizar en esta clase de servicio para Él, presentando la Palabra de Dios. Si alguien nos hubiera dicho hace algunos años que íbamos a estar ocupados en esta tarea, quizá lo hubiéramos considerado algo absurdo o imposible de realizar. Pero Dios, por su misericordia, nos ha colocado en Su servicio, en Su ministerio. Él es rico en misericordia y gracias a ella hemos podido continuar adelante a pesar de las dificultades y limitaciones.

Pero en este versículo 13 vemos que, con toda sinceridad, y no con la intención de evadir su responsabilidad, el apóstol dijo lo hice por ignorancia, en incredulidad. Esta había sido la condición de Pablo antes de su encuentro con Cristo, y fue la condición de todos nosotros antes de que acudiéramos al Señor. Y dice el versículo 14 de este primer capítulo:

"Y la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús."

Pablo fue salvado por la gracia de Dios, que le trasladó al lugar de la fe y el amor que, como dijo aquí en este versículo, hay en Cristo Jesús. Nuevamente deseamos destacar que la fe y el amor deberán ser manifestados o puestos en evidencia en la vida de un creyente. Continuemos leyendo el versículo 15 de este primer capítulo:

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."

Y este es un versículo muy importante de las Sagradas Escrituras, porque afirma que Él vino al mundo para salvar a los pecadores. Él no vino para ser el mejor maestro que el mundo hubiera jamás conocido, aunque verdaderamente, el fue el mejor maestro. Él tampoco vino a esta tierra para establecer un ejemplo moral que todos pudieran imitar, aunque realmente, fue un insuperable ejemplo moral. Él vino al mundo para salvar pecadores.

Cuando usted tenga una oportunidad para dar su testimonio como cristiano, amigo oyente, asegúrese de no decirle a la gente lo extraordinario que es usted hoy, y de no hablarle de todas las cosas que ha logrado realizar. Dígales simplemente que usted era un pecador y que Cristo lo salvó. Eso será lo más importante que podrá transmitir a los demás.

Y aquí Pablo llegó aun más lejos en la descripción de su retrato interior. Hablando de los pecadores dijo De los cuales yo soy el primero. Y él aquí no estaba utilizando una hipérbole, es decir, que no estaba aumentando, o exagerando, ni disminuyendo excesivamente la condición que le caracterizó en la etapa anterior de su vida. No estaba expresándose por medio de una oratoria muy elocuente. Estaba simplemente diciendo la verdad. Se consideraba el principal entre todos los pecadores; había blasfemado al Señor Jesús y se había burlado de Él.

A pesar de todo ese pasado, Pablo pudo decir "Yo he sido salvo". Esta fue una evidencia más de que el Señor Jesús vino para salvar a pecadores. Por ello, si alguien hoy dijera: "No creo que Cristo pueda salvarme a mí, porque yo soy uno de los peores", estaría equivocado. Pablo, por sus pensamientos y acciones en contra de Cristo, fue el principal entre los pecadores. Y si el principal de los pecadores ya ha sido salvado, usted también puede ser salvo, si así lo desea. Usted es el que tiene que decidir. Todo lo que necesita hacer es volverse a Cristo y Él hará el resto. Porque Él es fiel. Por ello Pablo dijo: Palabra fiel y digna de ser recibida por todos. Continuemos ahora leyendo el versículo 16 de este primer capítulo de 1ª Timoteo:

"Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna."

Pero por eso fui recibido a misericordia, (o, como traduce otra versión) "Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo". Fue bien evidente para todos los cristianos, y para quienes le conocían, que él había necesitado la misericordia de Dios para convertirse en un ministro del Señor, en un misionero.

Y continuó diciendo el apóstol: para que Jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.

Pablo dijo que no solo era un predicador, sino también un ejemplo del evangelio. Y añadió en el versículo 17:

"Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén."

Pablo simplemente no pudo continuar desarrollando ningún otro tema si expresar esta grandiosa doxología. ¿Quién es el rey de los siglos? Es el Señor Jesucristo. ¿Y quién es el Señor Jesucristo? El único y sabio Dios. Nadie podrá decirnos que el apóstol Pablo no enseñó que el Señor Jesús era Dios. Pablo lo consideró como Dios encarnado, manifestado en un cuerpo humano, y en estas palabras ofreció un gran testimonio público de esa verdad.

Leamos ahora el versículo 18, que inicia otro párrafo que hemos titulado

Un encargo a Timoteo

"Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que, conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia"

Observemos la frase Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo. Aunque esta carta a Timoteo es muy práctica y está relacionada con la iglesia local y las responsabilidades de Timoteo en ella, también nos revela algo de la hermosa relación personal que debe haber existido entre el apóstol Pablo y Timoteo. Este fue un encargo personal para Timoteo, teniendo en cuenta su condición de joven implicado activamente en el ministerio cristiano.

La frase hijo Timoteo, nos indica que él era el hijo espiritual de Pablo. Porque el apóstol lo había conducido al Señor.

La frase conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, nos revela que el apóstol Pablo tenía un verdadero discernimiento espiritual y que, evidentemente, Dios lo había dirigido a llevar a este joven con él como compañero en el ministerio cristiano, e igualmente lo había guiado al permitirle que tuviera esa posición de responsabilidad en aquella iglesia.

Y en la última frase de este versículo 18 vemos que Pablo le dijo que, teniendo en cuanta tales profecías, deseaba que apoyado en ellas, militara por ellas la buena milicia o, en otras palabras, que peleara la buena batalla. En este mundo, el creyente se encuentra en una batalla espiritual. Y nadie debería participar en una guerra a menos que su corazón esté concentrado en esa lucha, a menos que sea consciente de que está luchando por una causa verdadera, y tenga la intención de obtener la victoria. Como cristiano, Timoteo tenía un enemigo real. Estaba implicado en una guerra espiritual. Y el apóstol Pablo quiso que peleara esa buena batalla sin que naufragara la fe, como les estaba sucediendo a otros.

Pero, vamos a detenernos aquí por hoy y, Dios mediante, en nuestro próximo programa, continuaremos nuestro estudio de la primera epístola a Timoteo. Le sugerimos leer el capítulo 2 de esta interesante epístola para que esté mejor informado de su contenido. Y como siempre, le invitamos a continuar acompañándonos en este recorrido de este importante libro del Nuevo Testamento.

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