Estudio bíblico de Mateo 24:32-25:30

Mateo 24:32-25:30

Habíamos finalizado nuestro programa anterior al comenzar el párrafo que relata

La parábola de la higuera como una señal

Leamos los versículos 32, 33 y 34:

"Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que El está cerca, a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda."

Anteriormente hablamos de que, así como los profetas Isaías y Oseas en el Antiguo Testamento, en este pasaje el Señor estaba utilizando la higuera como un símbolo de Israel. En cuanto a la palabra "generación" , en Griego puede significar raza y referirse a la nación de Israel. O podría también hacer referencia a la generación que esté viviendo en aquel tiempo en que se cumplan las predicciones. Se calcula que una generación abarca un período de 40 años y realmente, los eventos predichos en esta sección ocurrirían en un plazo más breve. Mi impresión es que la palabra "generación" puede referirse a cualquiera de las 2 opciones, aunque yo prefiero la interpretación relacionada con la conservación de la raza judía. En el Antiguo Testamente puede verse que ni personajes como Amán (según el libro de Ester) ni el Faraón (como relata el libro del Exodo) pudieron destruir a los judíos. Tampoco pudo Hitler en el siglo pasado. Ningún dictador de nuestro tiempo sería capaz de exterminarlos, pues Dios ya se ocuparía de evitar su eliminación.

Dicen los versículos 35 y 36:

"El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre."

Aunque el cielo y la tierra pasarán, según Apocalipsis 21:1, habrá un nuevo cielo y una nueva tierra. Pero El no cambiará Su Palabra, que permanecerá por la eternidad. Y aunque los que vivan en ese período sepan que estos tiempos se aproximan, no sabrán en qué día ni en qué hora sucederá lo que se ha predicho. Esta información solo es conocida por el Padre, y Cristo hablaba desde la condición de su conocimiento humano; no desde la posición de su divina omnisciencia. En nuestra época, muchos han tratado de averiguar con precisión el tiempo del retorno de Cristo. También en el futuro, algunos intentarán de conocer el día y la hora. Pero nadie podrá averiguar ni el día, ni la hora. Continuemos leyendo la comparación con la época de Noé, en los versículos 37 al 39:

"Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre."

Aquí se afirma que Cristo vendrá en una época similar a la situación existente en los tiempos de Noé. Aquellos días se caracterizaron por una gran inmoralidad. El libro del Génesis 6:5 describía a los seres humanos de aquel tiempo diciendo: "toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal". Nuestro Señor solamente menciona que estaban comiendo y bebiendo. ¿Había algo malo en ello? No. En la primera carta a los Corintios 10:31 se nos dice que cualquier cosa que hagamos, ya sea que comamos o bebamos, que lo hagamos todo para la gloria de Dios. Sin embargo, la gente del tiempo de Noé no estaban comiendo y bebiendo precisamente para la gloria de Dios. De hecho, estaban viviendo como si Dios no existiese.

En nuestro tiempo hay muchísimas personas que reciben una comida dos o tres veces al día, provista por Dios, y nunca se les ocurrió expresarle su gratitud, mientras que hay millones que se están muriendo de hambre. En esos días futuros referidos en este pasaje, la gente estará al borde de la venida de Cristo, pero estarán viviendo como si tal acontecimiento nunca fuese a tener lugar.

De la misma manera, las personas del tiempo de Noé se casaban. Naturalmente, el Señor no estaba diciendo que estaba mal casarse. Lo que aquí se recalca es que rechazaron tan terminantemente la advertencia de Dios por medio de Noé que continuaron con sus planes de boda justamente hasta el mismo día en que Noé entró en el arca. Vivían como si Dios no existiera. No creyeron que El les juzgaría y despreciaron la advertencia de que el diluvio era inminente. Y no se dieron cuenta hasta que llegó el diluvió, que les arrastró a todos. Así también sucederá en la venida del Señor.

Leamos los versículos 40 y 41:

"Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada."

Acabamos de recordar los días de Noé. ¿Quiénes fueron llevados en aquel tiempo? Los que perecieron en el diluvio. Estas palabras ilustran la manera en que serán llevados de esta tierra, por medio de un juicio, aquellos que no van a entrar en el reino. Continuemos con el versículo 42:

"Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene."

La palabra clave aquí, es velar, vigilar, y tiene un significado bastante diferente a la actitud de velar y vigilar que experimenta el hijo de Dios, que esté esperando que el Señor le lleve de esta tierra, porque en la actualidad nosotros tenemos una esperanza consoladora. Pero en aquel día futuro, los seres humanos velarán y vigilarán con temor y ansiedad. Hoy, esperamos y deseamos con ansia que El venga. En el futuro, velarán con inquietud y preocupación ante Su retorno. Hay muchas formas de esperar, en esta vida. Una cosa es esperar el momento de crisis y el desenlace de una grave enfermedad de un ser querido. Y otra muy diferente, esperar con impaciencia e ilusión la llegada del ser querido a quien tanto hemos echado de menos.

Lo que hizo el Señor en este momento del discurso de los Olivos fue presentar parábolas o alegorías para explicar e ilustrar las actitudes de las personas ante Su venida, y lo que sucederá cuando El venga. Leamos los versículos 43 al 51:

"Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: Mi señor tardará; y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes."

Aquí encontramos un principio aplicable a todas las épocas. Tu y yo deberíamos vivir a la luz de la realidad de que algún día nos encontraremos ante la presencia de Cristo. Observa que no he dicho "ante la venida" de Cristo sino, "ante la presencia" de Cristo. Sea que Cristo venga dentro de 100 años, o de 1000, tu y yo nos hallaremos algún día ante Su presencia. Tanto si eres salvo o perdido, te encontrarás frente El. Si eres salvo, tendrás que presentarle un informe de tu vida para ver si recibes una recompensa. Si estás perdido, estarás ante El para ser juzgado. Por lo tanto, cada persona debería vivir su vida a la luz de esta realidad; que algún día deberá estar ante la misma presencia del Señor. Esta verdad constituye el gran énfasis del Discurso del Monte de los Olivos. En consecuencia, este discurso tiene importantes aplicaciones para nosotros en la hora actual, aunque haya también una interpretación específica para la gente que viva en el tiempo de la venida del Señor a la tierra como Rey.

Pasemos, pues, a

Mateo 25:1-30

Tema: Continúa el discurso de los Olivos: la parábola de las diez vírgenes, la parábola de los talentos y el juicio de las naciones

Este capítulo desarrolla extensamente la respuesta de Jesús a la pregunta: "¿Cuál será la señal de tu venida?" Está la parábola de las diez vírgenes, que pone a prueba la autenticidad de la fe de Israel; la parábola de los talentos, que examina la fidelidad de Sus siervos; y el juicio de las demás naciones, que somete a prueba su derecho de admisión al reino, El capítulo muestra la importancia de la venida de Cristo en relación con estos grupos que se encontrarán en el mundo en aquel entonces. Un análisis preciso de cada grupo revelará que todo puede reducirse a una actitud personal, individual, y a una relación con Jesucristo.

Yo doy gracias a Dios que cuando el Señor recoja a su iglesia, cada creyente se irá con El, no en base al mérito personal. Todos iremos por la gracia de Dios, ya que nos salvó por Su gracia, nos guarda por la gracia y nos llevará con El por su gracia. Y cuando hayamos estado en Su presencia por los siglos de los siglos, habrá sido también a causa de su gracia y misericordia.

Las diez vírgenes de la parábola que vamos a leer, no se refieren a la iglesia sino a la nación de Israel. Tenemos que tener en cuenta que el Señor estaba respondiendo las preguntas que sus apóstoles le habían formulado. Si queremos imaginar que nos estaba hablando de algo totalmente diferente, estaríamos alterando su línea de pensamiento y su respuesta. Simplemente escuchémosle porque, aunque esté hablando a otro grupo, podemos aplicar estas maravillosas parábolas a nuestras propias vidas.

Leamos, pues, en el versículo 1, el comienzo de

La parábola de las diez vírgenes

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.

Para comprender mejor las costumbres de Israel durante el período del Nuevo Testamento, nos referiremos a la Peshitta, que es la versión Siríaca de la Biblia. Aunque no haya motivos para recomendar dicho texto, éste aclara las costumbres de la época. Esta versión traduce el versículo que acabamos de leer indicando que las vírgenes salieron al novio y a la novia, lo cual confirma que el novio venía de celebrar su matrimonio y se dirigía hacia la cena o banquete de boda. En mi opinión, cuando la Biblia ilustra la unión de los cristianos con Cristo con la figura de una boda, aunque esa boda entre Cristo y su iglesia tenga lugar en el cielo, el banquete se celebrará en la tierra. Hay un pasaje del Evangelio de Lucas, 12:35 y 36, que avala esta afirmación y dice lo siguiente:

"Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas, y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame."

Según estas palabras, es evidente que la boda ya ha tenido lugar y la novia está junto a su novio quien, como es natural, regresa de la boda con su novia.

Así que aquí, en la parábola de las diez vírgenes Cristo, prefigurado como el novio, estará trayendo a su novia y los creyentes en la tierra estarán esperando su llegada. Los versículos siguientes, desde el 2 hasta el 4, nos revelan la actitud de los que le esperan:

"Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas."

El aceite es un símbolo del Espíritu de Dios. Creo que en aquel tiempo habrá personas falsas, como en Su primera venida. Jesús les llamó hipócritas. Tendrán lámparas, pero sin aceite. Continuemos con los versículos 5 al 7:

"Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas."

Observa que tanto las vírgenes prudentes como las insensatas se durmieron. La diferencia entre ellas, era que algunas tenían el Espíritu Santo (representado por el aceite) y las otras no, porque no eran creyentes genuinas. Estas tuvieron que ir a buscar aceite y se perdieron la llegada del esposo. Cuando regresaron se encontraron con que la fiesta de bodas ya se estaba celebrando; procuraron entrar pero no se les permitió. Y nuestro Señor concluyó la parábola con una advertencia, que encontramos en el versículo 13:

"Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora."

Porque la actitud de los suyos durante aquel período futuro deberá ser la de velar, lo cual tendrá gran importancia.

El próximo párrafo contiene otra parábola para aquella generación futura que estará esperando el regreso del Señor a la tierra. Leamos, en los versículos 14 y 15, el principio de

La parábola de los talentos

"Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje."

Hacemos aquí una pausa para tomar nota de que el dueño de casa asignó a sus siervos responsabilidades acordes con sus capacidades individuales. Continúa el relato en los versículos 16, 17 y 18:

"El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor."

Cabe aclarar que los "talentos" eran de plata. Cada talento debía pesar entre 26 y 36 Kilos. Así que el señor confió a sus siervos considerables cantidades de dinero, pidiéndoles que las negociasen lucrativamente. Vemos también que el que recibió un talento lo enterró y no fue fiel a su señor. El relato continúa con la llegada del dueño de casa. Leamos los versículos 19 al 25:

"Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos. Su señor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el de los dos talentos, dijo: Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos. Su señor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo."

Una vez escuchadas las explicaciones y justificaciones del último siervo, veamos la actitud del señor leyendo los versículos 26 al 30:

"Pero su señor respondió, y le dijo: Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses. Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes."

En esta parábola se estableció un importante principio para nosotros, teniendo en cuenta que todos, tú y yo incluidos, tendremos que estar ante la presencia de Dios para informar sobre cómo hemos utilizado lo que El nos ha entregado. El Señor no nos va a preguntar cuánto hayamos hecho por El, sino cuán fieles habremos sido en lo que El nos ha encomendado hacer.

Para el hijo de Dios hay aquí dos asuntos importantes para su aplicación en la actualidad: (1) Averiguar lo que Dios quiere que hagamos; es decir, determinar cuál es el talento que nos ha dado y luego, (2) ser fieles en el uso que hagamos de él. A algunos, puede que Dios nos haya concedido el poder realizar una tarea aparentemente pequeña, insignificante, lo cual puede resultarnos desconcertante. Pero si al final resulta que somos personas de un solo talento, Dios espera que, aun así, seamos fieles, precisamente en esa labor.

A veces nos preocupan muchísimo las opiniones de los demás; pero, por más respetables que ellas sean, lo que realmente contará, lo verdaderamente valioso, lo que permanecerá eternamente, será escuchar la voz del Señor reconociendo la fidelidad, aprobando la labor de toda una vida. Valdrá la pena, sí, escuchar como aquellos dos siervos de la parábola, aquellas palabras de la evaluación final del Señor; "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré. Entra, y alégrate conmigo".

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