Estudio bíblico: La oración, indicador de nuestra vida espiritual -

Serie:   La vida de oración de Jesús   

Autor: Wolfgang Bühne
Email: estudios@escuelabiblica.com
Alemania
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La oración, indicador de nuestra vida espiritual

Introducción

"Nuestra pureza, nuestra fuerza, nuestra piedad y nuestra santidad solamente tendrán la fortaleza que tenga nuestra vida de oración"1, afirma A. W. Tozer — y tiene razón. Por este hecho es siempre una cuestión humillante expresar pensamientos sobre el tema significativo de "la oración" o decirlo por escrito.
A pesar de que casi todos los libros de la Biblia enfatizan la enorme importancia y las serias consecuencias de la oración, y a pesar de que gran parte de la Biblia consiste exclusivamente de oraciones, lamentablemente, la oración juega casi siempre un papel secundario en nuestra propia vida y la tenemos muy descuidada.
A menudo se ha dicho que orar es la "respiración del alma". Si esta comparación es cierta, entonces todos nosotros sufrimos, unos más y otros menos, de asma y de una falta aguda de oxígeno.
En los siglos pasados "la oración" era un tema central en la predicación, en la literatura y, sobre todo, en la vida cotidiana. Hoy en día son otros temas los que determinan nuestro pensamiento y nuestra vida. La honra de Dios, Su gloria y Su exaltación por medio de nosotros apenas son temas que nos preocupan, mientras que el hombre con sus necesidades, exigencias y problemas es lo que llena nuestras cabezas, revistas y estanterías de libros.
También los creyentes evangélicos conservadores hemos perdido en gran medida nuestro punto fijo y, con ello, nuestra orientación marcada por Dios, y estamos dando bandazos sin rumbo — empujados por la corriente tibia de nuestro tiempo — o bien estamos girando alrededor de nosotros mismos. Y así andamos en nuestra vida de oración.
Los reformadores y también los predicadores de los avivamientos de los siglos XVIII y XIX no sólo predicaron y escribieron mucho sobre la oración, sino eran también hombres de oración. Su vida de oración me ha avergonzado muchas veces y estoy agradecido por poder citar de sus escritos y transmitir sus experiencias en los capítulos que siguen.
También quiero expresar mi gratitud por el ejemplo de mis padres en cuanto a la oración. Recuerdo que todos los días, temprano por la mañana, tenían su tiempo devocional cada uno individualmente en nuestro comedor. Y todas las noches se ponían ambos sobre sus rodillas para orar juntos.
Hasta el día de hoy recuerdo el tono de voz suplicante de mi padre, cuando era yo un adolescente e intentaba de vez en cuando pasar sigilosamente por delante del comedor sin que me oyeran. Entonces oía su voz y cómo oraba por sus hijos cada uno por su nombre. En aquel entonces yo aún no tenía la nueva vida de Dios ni tenía ninguna clase de interés en seguir a Jesús, sin embargo, sentía en aquellos momentos algo de la realidad y del poder de la oración.
Pero también debo gratitud a algunos hombres que durante su vida fueron un ejemplo visible para mi esposa y para mí, retándonos y animándonos. Uno de ellos fue un hermano de la India, Bakht Singh (1903-2000), con quien tuvimos un par de encuentros muy impresionantes cuando visitó Alemania y Suiza en los años 80 con sus colaboradores. No tanto sus mensajes, sino el ejemplo de este sencillo hermano es lo que jamás olvidaremos. Este hermano de poca apariencia, pero temeroso de Dios, fue un ejemplo en cuanto a la oración.
Luego recuerdo a un hermano anciano desconocido, pero bien conocido de mi pueblo, quien, como padre espiritual, durante muchos años oró por nosotros y con el cual — siendo yo un joven padre de familia — una y otra vez pude orar.
Este "tío Guillermo", probado y madurado por el mucho sufrimiento, tenía en sus facciones líneas dibujadas por el Espíritu de Dios. Cuando entraba lentamente en nuestra vivienda — con el sombrero en su mano — era como si derramara una fragancia de la eternidad.
A este y a tantos otros hermanos y hermanas debo mi gratitud — pero sobre todo a nuestro Señor Jesucristo, cuya dirección benévola hizo posible estos encuentros y cuyo ejemplo en la oración me anima muchas veces a parecerme a Él también en este ministerio.

La oración, un indicador para medir el nivel de nuestra vida espiritual

"Si quieres humillar a alguien, pregúntale por su vida de oración"2, opina Oswald Sanders, autor con experiencia y director de "Overseas Missionary Fellowship" en su valioso libro "Liderazgo espiritual".
No hay otro tema que nos avergüence más y que refleje tan claramente nuestra pobreza espiritual.
Juan Wesley solía decir que no tenía en muy alta estima a un hombre que no orara cuatro horas al día. De esta forma probablemente ha sentenciado a la mayoría de nosotros — yo, al menos, no oro diariamente cuatro horas.
Leonard Ravenhill comenta muy acertadamente: "La cenicienta de la iglesia actual es la oración. Esta criada del Señor es despreciada y desechada, porque no se adorna con las joyas del intelectualismo, ni las brillantes sedas de la filosofía, ni con la impresionante tiara de la psicología. Lleva los delantales de honesta sinceridad y humildad. No teme arrodillarse. El defecto de la oración, humanamente hablando, es que no se apoya en la eficiencia mental. La oración requiere una sola cosa: espiritualidad. No se necesita indispensablemente la espiritualidad para predicar, esto es, para dar sermones con perfección homilética y exactitud de exégesis. La predicación toca a los hombres, la oración toca a Dios. La predicación afecta al tiempo, la oración a la eternidad. El púlpito puede ser un escaparate para exhibir nuestros talentos; la oración significa lo contrario al exhibicionismo."3
También el conocido predicador y autor Martyn Lloyd-Jones confesó referente a la importancia de la oración: "A esta cuestión me acerco con gran recato y el sentimiento de total indignidad. Supongo que todos nosotros fallamos en este punto más que en ningún otro lugar."4
Nuestra vida de oración — personal y como iglesia — es el indicador para medir el nivel de nuestra vida espiritual. En ninguna otra parte se hace más evidente nuestra sequía espiritual y nuestra debilidad.
"Ningún hombre es más grande que su vida de oración"5, y podríamos añadir: "y ninguna iglesia es más grande que su culto de oración". Lamentablemente observamos a menudo lo siguiente en las iglesias:
¡No hay actividad en la iglesia peor visitada que el culto de oración semanal!
A menudo ni siquiera los dirigentes responsables de la iglesia están regularmente presentes.
Raras veces hay allí hermanos jóvenes, y si los hay, son pocos.
En algunas partes el culto de oración está en peligro de extinción — o ha sido ya suprimido por falta de interés.
¿Qué remedio hay para esta fatiga o indiferencia en cuanto a la oración?
Libros, charlas, conferencias y seminarios sobre este tema seguramente pueden ser una ayuda. Pero el estímulo y la orientación más eficaz la hallamos en el ejemplo de nuestro Señor.
En la Epístola a los Efesios, capítulo 5:1 se nos exhorta a ser "imitadores" de Dios como "hijos amados". La palabra del texto original griego es una palabra derivada de "mimo", tal y como la hallamos en la palabra "pantomima". Un imitador bueno y convincente se identifica totalmente con la persona que quiere imitar. Le fascina la persona que imita; la ha observado cuidadosamente y la ha estudiado y entonces es capaz de imitar más o menos bien su comportamiento.
En (1 Jn 2:6) leemos que "debemos andar como él [nuestro Señor] anduvo".
Su vida — y con ella también Su vida de oración — es, por lo tanto, ejemplo y pauta para nuestra vida de oración. Si estudiamos la vida práctica de nuestro Señor en los Evangelios, meditando sobre sus costumbres a la hora de orar, entonces el ejemplo de nuestro Señor y el amor hacia Él nos estimulará más que cualquier otra cosa a "imitarlo" y llegar a parecernos más a Él por ello (2 Co 3:18).
Por eso consideraremos en los siguientes capítulos algunas escenas de la vida de oración del Señor, descritas especialmente por Lucas en sus amplios relatos. Son siete escenas en las que el Señor oró y en las que también hallamos descritos el entorno y la ocasión concreta que motivaron sus oraciones.
Es sabido que el evangelio de Lucas describe al Señor como "verdadero hombre". Nos causa impresión cómo Lucas, el médico filántropo describe los sentimientos del Señor, sus costumbres, las circunstancias de su vida, su pobreza, su compasión y su amor hacia las personas.
Lucas tenía el mandato de describir a Jesús como hombre perfecto, libre de pecado — un hombre, como Dios lo había imaginado y que en todos los aspectos vivió para la honra y el gozo de Él.
Mateo sólo describe dos escenas en las que Jesús ora, Marcos describe tres. Juan, aunque ha escrito el contenido de algunas oraciones del Señor, no usa la palabra "oración" y tampoco indica las circunstancias exteriores de los diálogos con su Padre.
Con razón se ha calificado al Evangelio de Lucas como el "Evangelio del discipulado", en el que el Señor nos presenta la imagen ideal de un discípulo, para imitarlo. Seguramente esto también es una razón por la cual el Espíritu Santo inspiró a Lucas para que nos narrara ampliamente la vida de oración de Jesús, para que fuese un ejemplo ilustrativo para nosotros.
Es sabido que es más fácil "seguir pisadas que obedecer órdenes". Por eso esperamos que este comentario sobre la vida de oración de nuestro Señor, y también los ejemplos de la Biblia y de la historia de la Iglesia, no actúen como "mandatos" ni sean desalentadores, sino más bien como "pisadas" que despierten en el corazón el deseo de seguirlas, aunque nuestros pasos sean bastante más cortos.
"Lo que quisiera apremiaros es a estudiar a Cristo, de modo que podamos ser aquí como Él. No hay nada que llene más el alma de bendición y aliento, o que santifique hasta tal punto; nada que dé hasta tal punto la conciencia viva del amor divino y que infunda tal valor. Que el Señor nos conceda, mientras reposamos en Su preciosa sangre, el ir y contemplarlo, el alimentarnos de él y vivir por Él."6

Indice de fuentes

1 A. W. Tozer, Fundado en la Palabra, ardiendo en el Espíritu (Hamburg: Verlag C. M. Flib, 2007), pág. 40.
2 Oswald Sanders, Liderazgo espiritual, (Bielefeld: CMV-Verlag, 2003) Pág 74
3 Leonard Ravenhill, Porqué no llega el avivamiento
4 D.M. Lloyd-Jones, Die Predict und der Prediger [La predicación y el predicador] (Waldems, 3L Verlag, 2005) Pág. 177
5 Leonard Ravenhill, Porqué no llega el avivamiento
6 J. N. Darby, Porciones para peregrinos, Decimonovena Semana

Comentarios

Perú
  Guillermo Liceras Soria  (Perú)  (25/01/2022)
Muchas gracias por su mensaje de la oración es de mucha ayuda para mi enseñanza, que el todopoderoso lo guarde y bendiga a usted y su familia.
México
  Regina Solís Peña  (México)  (15/09/2020)
Que hermosa palabra, que a través de usted ,DIOS nos habla .
Venezuela
  Orlando Garcia  (Venezuela)  (29/04/2020)
Excelente estudio, saludos y bendiciones a todos.
Venezuela
  Elsis Finol  (Venezuela)  (18/04/2020)
Hermosa Lectura.
Guatemala
  Adilia Reyna  (Guatemala)  (27/12/2019)
Muchas gracias por el estudio, que forma tan especial de enseñarnos la importancia de la oración, y aún más, la forma de dejar ver el evangelio de Lucas, me han animado a leerlo buscando el enfoque correcto para conocer a Jesús. Dios les bendiga.
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