Estudio bíblico: El naufragio de Pablo en Malta - Hechos 28:1-10

Serie:   Probados y transformados   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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El naufragio de Pablo en Malta (Hechos 28)

Náufragos, víboras e isleños

— ¡Qué horror! ¡Una víbora lo ha mordido!
El hombre con las ropas empapadas por la lluvia no pierde la calma. Los isleños quedan paralizados. Sus ojos se abren con pavor. Saben que la mordedura de esa víbora es siempre mortal. Nadie jamás se ha salvado. Todos han visto o escuchado el caso de un familiar o amigo que tuvo esa muerte tan temida.
Conocen muy bien los síntomas no por haberlos leído sino por haberlos visto con sus propios ojos. Muy a menudo a la persona mordida se le hincha toda la cara y el cuello en pocos minutos. Después viene la agonía. No puede respirar. Esta es la peor parte. Debido a la hinchazón (edema) de la vía respiratoria (laringe) se ahoga como si lo estuvieran ahorcando y hace enormes esfuerzos para poder respirar. El color de los labios cambia al violeta. Los ojos desesperados parecen que salen de su órbita. Luego vienen las convulsiones brutales y después la quietud final de la muerte.
Los isleños y los náufragos observan la escena como si fuera en "cámara lenta".
Con la serpiente todavía colgada de su mano, Pablo rápidamente recorre con su mirada la multitud a su alrededor. Por el temor al reptil se han apartado varios metros. Los hombres y las mujeres están paralizados. Los soldados acostumbrados a escenas violentas están pálidos. Nadie se anima a acercarse para ayudarlo.
— ¡Está loco! —dice uno a su compañero— no se da cuenta de que va a morir.
— Creo que es un "inconsciente"— expresa otro.
Todo el mundo en la isla conoce muy bien esa serpiente. Los padres les han enseñado a sus hijos que ni aún después de matarlas se deben acercar a ellas.
Un pequeño hilo de sangre corre de la mano del apóstol. El reptil ha clavado sus colmillos inyectando todo su veneno con saña diabólica. Sus mandíbulas han quedado como trabadas. Pablo sacude ahora su mano con fuerza y rapidez. La víbora desorientada afloja sus mandíbulas, y Pablo, haciendo un movimiento brusco, la hecha en el fuego. En vano el reptil trata de evitar la hoguera. Ha sido echada en el medio de una gran fogata. La víbora se retuerce y finalmente queda inmóvil. Nunca más va a hacer daño a un ser humano.
Los presentes no pueden entender cómo se puede tener tanta calma en una situación tan grave.
Uno de los hombres le dice a otro:
— ¡Mira, ahora se va a hinchar todo y se muere!
— Este hombre tiene que ser un criminal, casi se muere ahogado en el naufragio y ahora esto... ¿Será posible que sea un malhechor y le haya alcanzado la justicia de los dioses para no dejarlo vivir?
Pablo tose y todos creen que pronto caerá muerto pero no pasa nada. La lluvia ha parado. Pablo se sienta en un tronco de árbol y comienza a comer de los alimentos traídos por los nativos.
Los isleños esperan en vano los síntomas mortales. Jesucristo, ahora resucitado, ha cumplido la promesa del Señor Jesús "He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará" (Lc 10:19).
Aún los mismos que sospecharon que era un criminal ahora lo quieren venerar como un enviado de los dioses trayéndole presentes y tratando de adorarle. El apóstol con energía lo impide diciendo "yo soy un hombre como ustedes".
Unos días después se enteran que el padre de Publio está enfermo.
Sus síntomas son bien indicados por el médico Lucas. Son ataques de fiebre que duran varias semanas y una diarrea que no termina. El hombre está muy débil. Sus ojos están hundidos por la deshidratación. A veces la fiebre le provoca delirio. Publio se entera que hubo un gran naufragio y que uno de los sobrevivientes puede hacer milagros. Pero no es a Lucas al que le recomiendan. Es a Pablo a quien llaman. La voz se ha corrido por toda la isla. ¡Hay un hombre que ni el veneno de las víboras más peligrosas le puede hacer daño!
Esa noche en un lecho cómodo provisto por el principal de la isla Pablo medita en lo que le ha sucedido en tiempos recientes. ¿Por qué estoy yendo a Roma? ¿Por qué esa tormenta terrible y el naufragio? ¿Por qué esa víbora que parecería que lo estaba esperando para matarlo?
Recordando esta experiencia más tarde escribirá desde Roma a los filipenses: "Porque a vosotros es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él" (Fil 1:29).

La historia bíblica y nosotros

La imagen de una víbora colgando de la mano de un hombre que luego la arroja al fuego sin experimentar daño nos sugiere el cumplimiento de la promesa hecha por el Señor Jesús: "Tomarán en las manos serpientes, y si bebieran cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Mr 16:18).
Esta escena tiene para el creyente un valor simbólico importante. Muestra que finalmente la serpiente no puede dañar al hombre de Dios. Pablo, quizás representando a un miembro de la iglesia del segundo Adán, no solamente elimina el peligro que la víbora representa, sino que la pone en un lugar donde no cabe la menor duda de que ya no podrá hacer más daño. Nos hace pensar en el día en que el mismo Satanás va a ser echado en el lago de fuego y nunca jamás será el acusador de los hermanos (Ap 20:10).
En Romanos la idea de la victoria sobre el enemigo es claramente expresada en la frase "el Dios de paz aplastará en breve a Satanás debajo de vuestros pies" (Ro 16:20).
Reparemos en la secuencia de eventos. Primero un naufragio. Luego la mordida de una víbora venenosa. Sigue con la curación del padre del principal de la isla. Después, una gran cantidad de enfermos. En este caso, es muy probable que algunos de los pacientes tuvieran la misma dolencia que el padre de Publio. Cuando un médico tiene éxito en el tratamiento de cierta enfermedad, enseguida se "corre la voz" y muchos que padecen ese mal tratan de ser curados.
Es interesante ver la reacción de los isleños. Primero han sido hospitalarios dándoles refugio por el frío y la lluvia intensa. Un poco después cuando ven la serpiente colgando de la mano de Pablo dicen: "éste sin duda es un homicida". ¡Qué fácil nos es apresurarnos ante evidencias circunstanciales! Aquí se podría argumentar que había algo para sospechar. Sin embargo, ellos ignoraban que Pablo no solo no era un homicida, sino que de hecho era un siervo del Dios Altísimo. ¡Era el hombre más santo de los 276 náufragos y la persona más recta de los miles que vivían en la isla!
En relación al milagro hecho por Pablo al padre del gobernador podemos observar:
Primero, Pablo "entró donde él estaba". Tuvo un contacto directo. Nosotros a menudo no queremos tener ese contacto tan cercano especialmente si se trata de alguien que está en tal situación de enfermedad terminal. Es mucho más fácil tomar un café con un amigo y hablar de cosas triviales y "positivas" que estar visitando a alguien que tiene un padecimiento grave.
En segundo lugar, Pablo oró. No fue presumido y no trató de hacer el milagro con su propia fuerza. Mostró con esto su total dependencia en el Eterno.
Ignoramos las palabras que pronunció, pero dado que conocemos algunas de sus oraciones nos podemos hacer una idea de lo que probablemente dijo.
En tercer lugar, le impuso las manos. Aquí el contacto se hace más íntimo. Luego el texto nos dice: "lo sanó". Sugeriría esto que Pablo no dudó y pronunció la curación del enfermo.
Sin duda que habiendo allí muchos enfermos, esta secuencia de eventos se repetiría docenas de veces.
Supongo que había muchos casos de fiebre y disentería en esa isla dado que es una enfermedad contagiosa.
En esa isla del mar Mediterráneo a 250 km. al sur de Sicilia, el apóstol y sus compañeros iban a pasar 3 meses. La isla tiene 316 km2 y actualmente una población de más de 400 mil habitantes. Por supuesto, el número sería muchísimo menor cuando Pablo estuvo allí.
Sin duda que el agradecimiento de los familiares de muchísimos enfermos que fueron curados va a significar que el apóstol y demás náufragos van a ser muy bien tratados y alimentados.
Dios ha provisto este "descanso especial" antes de la tensión emocional que significarán dos años en prisión (la mayor parte domiciliaria), y el comparecer en los tribunales legales que concluirá con su injusta condena a muerte.
Aquel Pablo que llegara a Malta apenas con la ropa puesta, se ha transformado en poco tiempo en uno de los hombres más conocido y respetado en la isla. Esto no lo logra con una campaña de publicidad bien organizada sino por su servicio práctico a la comunidad.
Estos enfermos curados por el poder de Dios, son la manera que el Omnipotente utiliza para validar el mensaje de su siervo a esos gentiles. Si bien esto no está específicamente mencionado, no nos cabe la menor duda que ha sucedido.
A veces sentimos que problemas o dificultades vienen uno tras otro. Primero es el arresto y el viaje como prisionero a Roma después de que Pablo apelara a César. Luego viene el naufragio con todas sus consecuencias. Y por último la mordedura por la serpiente. Nos preguntamos: ¿Por qué Dios permite que ciertas personas padezcan tanto? Es obvio que hay individuos que sufren mucho más que otros. Pablo es un buen ejemplo. Ha sido acusado falsamente. Ha sido sometido a juicios con pronunciamientos que no fueron justos ni imparciales. Esto ha sido seguido por un naufragio y luego por una mordedura de una serpiente altamente venenosa.
A veces, como Pablo cuando tenía la serpiente colgando de su mano, sentimos que el enemigo nos está atacando. Vemos dificultades y hostilidades por todas partes. Gran consuelo es para el creyente saber que el Señor Jesús "está con nosotros todos los días hasta el fin" (Mt 28:20).
Es interesante que Pablo iba a estar en esta pequeña isla por tres meses. El Eterno le había proporcionado "vacaciones" en un lugar de mucha tranquilidad. Esto es para prepararlo para la parte final de su viaje a Roma donde estará primero en prisión domiciliaria con cierto grado de libertad pero al final será ejecutado. Allí en la isla de Melita (Malta) no había religiosos fanáticos que lo persiguieran todo el tiempo. Sin duda que el principal de la isla (Publio) se quedó muy agradecido por la curación de su padre y de otras personas.
Es probable que Pablo se preguntara por qué Dios lo ha colocado en esta pequeña isla cuando su mira estaba en una gran ciudad como la capital imperial. Indudablemente que tendría más oportunidades en la populosa Roma para predicar y enseñar. La respuesta es que el Señor tiene un plan perfecto para cada uno de los suyos.

El líder que hay en cada uno

Volvamos al episodio inicial, cuando Pablo trata de juntar leña para ayudar con el fuego, sin percatarse que hay una víbora escondida. El apóstol está dispuesto a colaborar en lo que sea necesario y no conserva su privilegiada posición de rabino, absteniéndose de labores no intelectuales.
Es interesante ver los cambios de opinión con un viraje de 180 grados tan común en los seres humanos. Los isleños tienen compasión de los náufragos y los atienden con humanidad. No es fácil ayudar a 276 personas que están hambrientas y con frío. Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo cambian de inmediato de opinión y piensan que es un criminal. El líder tiene que estar dispuesto a aceptar estos cambios de la apreciación de la congregación o de la organización. Cuando esto sucede debe actuar sabiamente y con espíritu cristiano. Esto no es siempre fácil si el "motín" no tiene una motivación bien definida. El dirigente debe recordar que la fidelidad y gratitud no son frecuentemente dones que abunden en la congregación.
Debemos recalcar que Pablo no utiliza este milagro para promocionarse. No se presenta como un superhombre inmune a las serpientes, alentando a los locales con su errada idea de que fuese un dios.
Notemos que los habitantes de la isla, que por supuesto eran súbitos romanos, tienen algunos principios: Saben que es un deber moral ayudar a los necesitados y creen que hay una justicia por encima de los hombres que al final va a castigar a aquellos que han hecho una infracción de la ley moral. "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y su deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo..." ( Ro 1:20).
Es interesante notar que durante el ataque de la víbora al parecer nadie se acercó para ayudarlo.

Notas al margen

Es muy probable que la enfermedad del padre de Publio fuera fiebre tifoidea o algunas de las enfermedades consideradas como "salmonelosis".
El argumento que en la isla de Malta actualmente no hay víboras venenosas no es sólido. El hecho que los nativos conocían los síntomas muy bien apoya que sí las había. Dado que uno de los acompañantes de Pablo era el mismo médico que dejará registrado el episodio en su relato, nadie mejor que el propio Lucas para atestiguarlo.
Los síntomas que los isleños conocen muy bien son típicos de la reacción anafiláctica que es provocado por el veneno del áspid.
Esta historia no debe usarse para que en una situación similar yo pueda cantar victoria y que la serpiente no me dañará si la tomo por la cola. De morderme, clamaría al Señor y buscaría atención médica inyectándome el suero anti ofídico correspondiente. No tenemos que olvidar el versículo: "Sin embargo no os regocijéis de esto, de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos que vuestros nombres están inscritos en los cielos" (Lc 10:20). Aunque aquí no se haga una referencia específica a las serpientes, la analogía se da por entendida. Nuestro gozo tiene que ser en el Señor y en esa salvación tan grande que su gracia ha provisto.
Este mismo concepto de la protección divina se observa en el hermoso (Sal 91:12-13): "En sus manos te llevaran de modo que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y la cobra pisaras: hollarás al leoncillo y a la serpiente...".

Preguntas para grupo de estudio

1. ¿Por qué Pablo no se asustó de la serpiente? ¿Había alguna promesa bíblica al respecto?
2. Mencione qué hicieron los isleños mostrando humanidad hacia los náufragos.
3. ¿Qué creyeron ellos al ver que la serpiente mordía a Pablo?
4. ¿Por qué Dios permitió esa demora de tres meses en la isla de Malta?

Comentarios

Ecuador
  Mario Cabadiana  (Ecuador)  (27/11/2022)
Excelente Reflexión. Dios les bendiga grandemente amados hermanos. Un fuerte abrazo
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