Estudio bíblico: Los propósitos de Dios para el futuro de Israel - Romanos 11:1-36

Serie:   La Epístola a los Romanos   

Autor: Ernestro Trenchard
Email: estudios@escuelabiblica.com
Reino Unido
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El resto fiel y los propósitos de Dios para el futuro de Israel y el mundo (Romanos 11)

Argumento general

Pablo ha demostrado que los israelitas recalcitrantes no tienen derecho alguno de altercar con Dios (Ro 9:1-29), pues él obra según los postulados de su soberanía, siendo ésta manifestada por la revelación de sus atributos y su plan de redención a través de los siglos. Quienes se endurezcan serán endurecidos más, y aun así Dios se reserva el derecho de valerse de los "vasos de ira" para adelantar sus propósitos. Pero no hay nada en las razones del capítulo 9 que anule la responsabilidad de los israelitas, cuyo extravío consistía en entender mal el sentido de la justicia, procurando la suya propia carnal en lugar de glorificar a Dios sometiéndose a la suya. El fracaso de la mayoría de Israel halla su base, pues, en una trágica equivocación por la que la naturaleza pecaminosa y orgullosa del hombre le llevó a querer ensalzarse por medio de la Ley cuya intención fue precisamente la de rebajarle a fin de que se echara en brazos de la misericordia de Dios. El intento judío de conseguir la justificación propia da lugar a que Pablo subraye los verdaderos postulados de la salvación que brota de la gracia de Dios. Cristo es la consumación de la Ley; él solo bajó a los abismos de la muerte expiatoria para luego subir triunfante al Cielo. Por lo tanto, coloca la "justicia" al alcance de los hombres, quienes pueden recibirla al arrepentirse y unirse por la fe con el Vencedor del Calvario. El que clama al Señor sinceramente será salvo: un principio que rige a través de todos los siglos de la historia humana; el que cree en su corazón que la obra se ha consumado y confiesa a Jesús como Señor entra en posesión de la vida.
La fe no es una virtud mística ni mucho menos un movimiento caprichoso del corazón del hombre, puesto que "la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Cristo". Los fieles descansan sobre la base segura de la palabra revelada de Dios. ¿Sería posible excusar a los judíos alegando que no habían oído bien el mensaje? ¿O es que no habían tenido oportunidad de entenderlo bien? Por medio de muchas citas, Pablo prueba que Israel había sido la nación más privilegiada en este sentido. Las naciones que no habían disfrutado de la transmisión directa de la Palabra revelada habían de recibirla —al serles predicada— antes que los israelitas, nación escogida para recibir y comunicar la revelación de Dios.
Al iniciar el estudio del capítulo 11 pasamos a una nueva fase del desarrollo del argumento apostólico. ¿Es permanente y final la caída de Israel? Pablo ha de demostrar que no, aduciendo, en primer término, que no ha faltado nunca el "resto fiel", el núcleo vital de hombres de fe —los escogidos—, que siempre había mantenido el testimonio de la Palabra dentro del marco de la nación apóstata. Escribe Griffith Thomas: "El tema principal viene a ser éste: aun cuando fracasaron los judíos la Palabra de Dios no ha fallado. Las promesas hechas a Israel no se basaron sobre una descendencia física ni tampoco sobre una vida nacional, sino que, desde el principio, se relacionaron con la bendición espiritual. El verdadero Israel —es decir, el espiritual— se halla dentro de los límites del Israel natural y nacional. Esta distinción entre el Israel nacional y espiritual se ve en el Antiguo Testamento, probando que la soberanía de Dios no ha fracasado, de modo que, sin reducir en manera alguna las promesas judaicas, Dios pudo admitir a los gentiles (creyentes) a una participación en aquel Evangelio que era el tema de las promesas del Antiguo Testamento." (St. Paul's Epistle to the Romans, pág. 250.)
Veremos en este estudio la reiteración de la doctrina del resto fiel. La introducción de los creyentes gentiles a la esfera de bendición anteriormente reservada para los israelitas —razona Pablo— no anula las promesas hechas a Israel, pues las "ramas" ahora rechazadas podrán ser injertadas de nuevo en el árbol de la gracia ya que los dones y llamamientos de Dios no se han anulado de modo alguno. Se reserva para Israel un día de salvación que tendrá repercusiones de amplia bendición para el mundo entero. Los maravillosos caminos de la sabiduría, de la gracia y de la potencia de Dios arrancan del corazón de Pablo una triunfante doxología que pone fin a la parte propiamente doctrinal de la Epístola, dejando lugar para exhortaciones y enseñanzas prácticas: hermoso fruto que surge de las raíces y del tronco doctrinal.

Dios no ha rechazado a su pueblo (Ro 11:1-2)

1. ¿Rechazamiento o apartamiento?
Pablo contesta con un "no" enfático a la sugerencia de que sus argumentos suponen que Dios rechaza a Israel. Muy lejos de ello, la manifestación del Mesías —aunque no emplea este argumento aquí— fue "en favor de la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres" (Ro 15:8). Como Pablo declaró a los judíos de la sinagoga de Antioquía pisidiana: "Los moradores de Jerusalén y sus gobernantes, por no haberle conocido a él (al Cristo) ni las palabras de los profetas que todos los sábados se leen, al condenarle, las cumplieron" (Hch 13:27). Los judíos incrédulos se apartaron de los caminos de Dios revelados en el Antiguo Testamento, dejando por ello de ser aptos temporalmente para cumplir su misión nacional, pero eso no anula los propósitos de Dios a favor del pueblo escogido.
Pablo el israelita (Ro 11:1). Generalmente se piensa que Pablo menciona su propio caso como prueba de que Dios no había rechazado a todos los israelitas, pero quizá tenga razón James Denney al ver en esta referencia la indignación que siente un hijo de Abraham, miembro de la tribu de Benjamín —aquella que se unió íntimamente con Judá para formar la base de la nación histórica después de la división causada por Jeroboam—ante el pensamiento de que el Dios que escogió incondicionalmente a Abraham y su descendencia espiritual pudiese anular los solemnes compromisos mediados por las promesas, el pacto y el juramento. El tal testigo afirma rotundamente: "No ha desechado Dios a su pueblo, al cual preconoció". Es completamente inadmisible que el apartamiento de los incrédulos de Israel cogiera de sorpresa al Dios omnisciente, quien había confirmado su elección de Abraham con pleno conocimiento de la historia posterior de la nación externa.

El resto fiel (Ro 11:2-10)

1. La lección del relato de Elías (Ro 11:2-4)
El relato de Elías (Ro 11:2). Los judíos no podían valerse de la división actual del Antiguo Testamento en capítulos y versículos, que data de fecha muy posterior. Se orientaban, pues, en sus referencias a las Escrituras nombrando personas o incidentes muy conocidos. Literalmente tendríamos que traducir la frase así: "¿O no sabéis en Elías lo que dice la Escritura?", pero el sentido es: "¿No sabéis lo que se dice en el pasaje acerca de Elías?". Es muy importante recordar las condiciones del testimonio de Elías, quien ejerció su ministerio en el reino del Norte, llamado "Israel" o "Efraim". Los reyes de las fugaces dinastías de aquel reino no eran descendientes de David; no se hallaba en su territorio el Templo establecido por orden divino, mediante David y Salomón; Jeroboam y sus sucesores habían organizado el culto de los "becerros" de Betel y de Dan, desterrando de su reino a los sacerdotes y a los levitas. En vista de ello, los fieles no tenían más remedio que volver a las condiciones anteriores a la elección de un solo altar, edificando altares de piedra, si habían de presentar sacrificios a Jehová. El testimonio verdadero se limitaba a los profetas fieles, de los cuales Elías era la figura más destacada, y, en cuanto al testimonio eficaz, cuando Jezabel introducía el culto de Baal, podía considerarse como el único. A la luz de tales condiciones hemos de entender su "invocación contra Israel" (Ro 11:2-3).
La invocación y la respuesta (Ro 11:3-4). Elías percibió que la reacción favorable del pueblo después de su magnífico testimonio en el Carmelo (1 R 18) había sido superficial, y que la nación había de seguir por los funestos caminos señalados por Acab y Jezabel. De ahí su huida y su queja en la presencia de Dios que Pablo cita aquí. Todo parecía perdido. No sólo se hallaban los israelitas del Norte apartados del testimonio de Jerusalén, sino aún peligraba el "testimonio improvisado" de los altares de piedra, estando también amenazado el ministerio de los profetas. Pero "la divina respuesta" señaló la permanencia del testimonio del resto fiel, aun dentro de las condiciones aparentemente desastrosas que Elías había analizado: "Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal". La "respuesta" señala no sólo la obra de Dios de acuerdo con sus antiguas promesas, sino también la firmeza de quienes rehusaban rendir culto a la falsa divinidad fenicia, pese a todos los riesgos; o sea, vemos una vez más la "cara y cruz" de la elección. Siete mil suponía un "resto" muy pequeño —casi insignificante— dentro de los millones de Israel, pero Dios lo contemplaba con agrado, viendo en él el núcleo vital de la nación ideal que había escogido la continuidad del testimonio aún en la tierra de los "becerros" y de los "baales".
El valor de la ilustración (Ro 11:5). "Así, pues, en el tiempo presente, ha llegado a haber un resto, según la elección de gracia". Israel no ha sido rechazado, pues siempre persiste el "resto" de hombres fieles, que Dios ha reservado para sí según su gracia. Repetimos que la gracia no excluye la fe, sino que la exige como la única respuesta adecuada frente a la obra de Dios.
Gracia y obras son conceptos que se excluyen mutuamente (Ro 11:6). De nuevo Pablo contrasta la gracia con las obras, ya que éstas implican el deseo de adquirir méritos delante de Dios, mientras que la gracia obra en amor a pesar de la ausencia de todo mérito en el hombre caído (Ro 4:4-5), donde Pablo subraya el contraste análogo entre obras y fe.
Lo que ganó la elección y perdieron los refractarios (Ro 11:7-10). Los conceptos aquí expresados no son nuevos, pues lo que obtuvo la elección, compuesta de los fieles, fue la justificación por la fe, mientras que "los demás" —aquellos que se equivocaron de camino— recibieron la paga de su desvarío por un aumento de su sopor, de su ceguera y de su sordera (Ro 11:8) (Is 29:10). David fijó su atención en los tales, viendo cómo las mismas provisiones de gracia ("su mesa") se convirtieron para ellos en piedra de tropiezo. Querían "ver" por el esfuerzo carnal, y sus ojos fueron oscurecidos; querían andar enhiestos, jactándose de sus privilegios y de su cumplimiento de la Ley, pero el peso de la retribución les agobiaba siempre la espalda (Ro 11:9-10) (Sal 69:22-23).

El tropiezo y el levantamiento de Israel (Ro 11:11-32)

1. El tropiezo no es caída (Ro 11:11,15)
Basándose en la doctrina del "resto fiel", Pablo no admite el término "caída" como descripción del estado actual de Israel, sino que insiste en su "tropiezo". Ha habido una defección de la mayoría —incluso de los dirigentes—, pero muchos judíos recibieron a Jesús como su Mesías y colaboraron con distinción en la extensión del Evangelio. Hasta abrirse la puerta de salvación a los gentiles (Hch 10) todos los predicadores del Evangelio eran de raza judía.
El resultado de la defección de Israel (Ro 11:11). La predicación universal del Evangelio surgió directamente —en el plano histórico— del rechazamiento de Cristo por los judíos, siendo motivo de "salvación" y "riqueza" (espiritual) para las naciones que habían pasado tantos siglos sin la gran ventaja de una revelación divina directa. Pablo está pensando en los muchísimos creyentes gentiles que iban formando mayoría en las numerosas iglesias locales plantadas por todo el ámbito del Imperio de Roma.
El apóstol esperaba, además, que los judíos, contemplando las bendiciones espirituales de los gentiles que entraban en la Iglesia, fuesen provocados a celos, o sea, que considerasen su propia pérdida para luego buscar a Cristo. Poco de ello se ha visto durante los dos milenios del testimonio de la Iglesia, pero quedan páginas de la historia que aún no se han escrito, y en ellas se grabará la historia del cumplimiento de los anhelos del apóstol.
La plenitud de Israel (Ro 11:12). Pablo anticipa el tema de los versículos 26 y siguientes percibiendo en lontananza un momento cuando volverá a manifestarse una plenitud de vida y de testimonio en Israel, que no ha caído para siempre. Por medio de la pregunta retórica que termina el versículo 12, insinúa que las bendiciones universales que han de surgir de la plenitud futura serán mucho más abundantes que la "riqueza" que ha venido a los gentiles como resultado del tropiezo de Israel.
La esperanza del apóstol de los gentiles (Ro 11:13-15). Estos versículos elaboran con más detalles el pensamiento del versículo 12, destacándose que Pablo, el vidente que contempla un futuro tan glorioso para el mundo por medio de una plenitud de Israel, ha sido comisionado como el apóstol especialmente dedicado al ministerio del Evangelio entre los gentiles en esta dispensación. Honraba este ministerio especial, como apóstol y maestro de los gentiles (2 Ti 1:11-12), pero no por ello dejaba de ver que si la exclusión de Israel en este tiempo ha dado lugar a la reconciliación (en potencia) del mundo gentil, su admisión en un día futuro será "vida de entre los muertos". No es probable que tengamos aquí una referencia a la resurrección de los fieles vista en íntima asociación con la restauración de Israel, sino más bien la abertura de abundantes fuentes de vida, a la disposición de todos, cuando Israel —ya arrepentido y salvo— vuelva a ocupar su lugar en el centro de los propósitos de Dios para el mundo. De nuevo se ocupa de la posibilidad de "provocar a celos los de su sangre" que hemos notado al comentar el versículo 11.
2. La figura del olivo y del acebuche (Ro 11:16-24)
Las primicias y la masa (Ro 11:16). Antes de desarrollar en detalle la figura del olivo, Pablo hace referencia a las primicias de la "masa" (Nm 15:17-21) que se ofrecían a Dios, como señal de que todo era de él, y por lo tanto, cosa santa. No desarrolló más esta figura, pasando a la nueva que ofrecía más posibilidades ilustrativas, pero hemos de entender que si los principios de la obra de Dios en relación con Israel constituyeron un propósito santo, no es posible pensar de otro modo de toda su obra divina en relación con el Israel ideal. No indica que los rebeldes, descendientes carnales de Abraham, participarán en esta "santidad", pues tal supuesto anularía todo el concepto de santidad entendida como un "apartamiento para Dios". Se trata del Israel ideal, reflejado en el resto fiel.
La raíz y las ramas (Ro 11:16). La "raíz" corresponde a la obra de gracia manifestada en el llamamiento de Abraham. "Las ramas" son los hijos del patriarca que se multiplicaron dentro de esta obra histórica de gracia. El texto sirve de introducción a la valiosa ilustración de los dos olivos.
Ramas desgajadas y ramas injertadas (Ro 11:17). Hemos de limitar la aplicación de la ilustración a las lecciones que Pablo quiere subrayar en este contexto, recordando que él no menciona la Iglesia aquí. Desde luego existe una relación íntima entre la Iglesia y las ramas injertadas, pero cualquier intento de afinar definiciones aquí nos desviaría del pensamiento del apóstol. El olivo es el obvio símbolo de la raza que brotó de la obra de gracia iniciada por el llamamiento de Abraham, ya que en las Escrituras el aceite es figura de riqueza y de bendición. Hemos de recordar las tres facetas de la vida de Israel: la nación-sierva ideal, la nación que por fin apostató y el "resto fiel" que siempre mantuvo su testimonio a través del decurso de la historia. Aquí se destaca más bien una esfera de testimonio que dependía de las raíces del llamamiento de los patriarcas. Dentro de esta amplia perspectiva es posible pensar en los judíos que perdieron la posibilidad de cumplir su misión ideal —por haber rechazado primeramente el testimonio profético y luego a la misma Persona de su Mesías—, como ramas desgajadas y secas, incapaces de llevar fruto. Son "algunas de las ramas que fueron desgajadas", pues, como hemos visto, el resto fiel de Israel colaboró eficazmente en los comienzos del testimonio de esta dispensación, a pesar de su carácter predominantemente gentil ahora. El acebuche es un olivo silvestre, que lleva fruto muy inferior al del olivo cultivado, aunque puede superar a éste en vitalidad. Lo normal es que el arboricultor aproveche la fuerza natural del acebuche para injertar tallos de un olivo cultivado. La operación de injertar ramas de acebuche en un olivo bueno es "contra naturaleza" —como admite Pablo en el versículo 24—, pero el apóstol no está dando lecciones de arboricultura, sino ilustrando una obra de Dios que extraña tanto por su gracia superabundante como por su infinita sabiduría. El valor del olivo original no se ha de perder, pues una vez anulada la eficacia de las ramas —que corresponden a los israelitas rebeldes, o sea, la mayoría de la nación— Dios escoge a gentiles, quienes, por recibir el Evangelio con fe, adelantan el testimonio de la salvación por la fe que tuvo sus raíces en el llamamiento de Abraham y las revelaciones que Dios le concedió. Estos creyentes gentiles en general vinieron a ser "copartícipes de la raíz y de la grosura del olivo", o sea, objetos de la gracia de Dios, hijos de Abraham por la fe, los responsables para recibir el testimonio apostólico y difundirlo por el mundo, juntamente con la revelación anterior (Ga 3:7-14).
El peligro del orgullo (Ro 11:18-24). Los creyentes de la gentilidad no han de despreciar a los judíos, pensando que fueron cortadas "las ramas" con el fin de que ellos entrasen en la esfera de gracia. La obra de Dios, por fin, es una sola, existiendo desde el principio una relación estrecha entre el llamamiento de Abraham y la bendición de las naciones (Gn 12:1-3); si resulta imposible emplear a los judíos como nación-sierva, ahora, es a causa de la incredulidad de la mayoría, y no por los méritos de los gentiles llamados a continuar el testimonio en sentido universal. Permanecen en su sitio por la fe y no por méritos propios, de modo que les conviene la humildad al recordar su posición anterior (Ef 2:11-12). Como testigos en la esfera de testimonio —no como la Iglesia que es el Cuerpo místico de Cristo—, los gentiles que profesan la fe cristiana pueden fallar, colocándose por lo tanto bajo los juicios de Dios (Ro 11:21). En efecto, hemos de confesar el triste fracaso del testimonio dentro de la cristiandad, que no ha sido más fiel que la nación externa de Israel. No es el tema de nuestro contexto, pero es interesante notar que Dios mantiene su testimonio dentro de la cristiandad por medio de un "resto fiel", igual que en el caso de Israel. Los elementos humanos fracasan necesariamente, pero los principios vitales de la Palabra, conservados dentro del núcleo de los fieles que se someten a ellos, no pueden fallar. Recordemos tanto los juicios pronunciados contra las siete iglesias de Asia en las cartas del Apocalipsis (capítulos 2 y 3), como las hermosas promesas al final de cada mensaje, otorgadas a los "vencedores" que guardan la fe.
La benignidad y la severidad de Dios (Ro 11:22). La benignidad de Dios —equivale aquí a su gracia— derrama bendiciones constantes sobre los humildes que mantienen la fe, sea en la esfera de Israel, sea en la esfera de profesión cristiana entre los gentiles. Pero la gracia rechazada por la incredulidad y la contumacia se troca en los severos juicios de Dios que operan por medio de una ley invariable de justicia. Que los creyentes gentiles aprendan la lección que les ofrece el fracaso de Israel con el fin de gozarse en la misericordia de Dios, mirando bien el camino que pisan, no sea que se produzca en ellos una confianza carnal que sea motivo de juicio. La historia de la Iglesia provee abundantes casos, tanto de las bendiciones que brotan de la fe como de los trágicos resultados que siguen a la rebeldía y la apostasía, de modo que la "ley" que subraya el apóstol en el versículo 22 se ha visto en operación muchísimas veces a través de los dos milenios de testimonio cristiano. ¡Cuántos pequeños principios, arraigados en la fe, se han convertido en magnas obras cristianas, que, en su apogeo, han sido medios de bendición para innumerables almas! A la vez, ¡cuántas manifestaciones de poder externo, dentro de la llamada "Iglesia visible", han desvirtuado la verdad de Dios, cayendo por fin bajo los juicios divinos!
Las ramas naturales volverán a ser injertadas en el olivo (Ro 11:24). He aquí una operación arboricultora más extraña aún que el injerto de ramas de acebuche en el buen olivo. Normalmente las ramas desgajadas se secan y mueren, y eso ha sido verdad en cuanto a los judíos incrédulos. Pero las promesas de Dios mantienen un principio de vitalidad dentro de Israel, de modo que su restauración futura puede presentarse como el reinjerto de las ramas naturales en el olivo del testimonio divino, basado sobre la obra de gracia y recibida por la fe. "Dios es poderoso para volverlos a injertar", pues no se trata aquí de probabilidades humanas, sino de las operaciones de la providencia soberana de Dios.
3. La restauración de Israel (Ro 11:25-32)
El misterio explicado (Ro 11:25-26). En el lenguaje paulino un misterio significa un tema de revelación que antes se escondía, llegando a descubrirse por la luz dada a los apóstoles al completar el canon del Nuevo Testamento. El hecho de que "todo Israel será salvo" no constituye misterio alguno, pues las citas aquí se sacan de (Is 59:20) (Jer 31:33-34) y son típicas de centenares de tales promesas que los profetas proclamaron en el Nombre de Jehová, precisamente en la época de mayor decadencia espiritual en Israel. La restauración futura de Israel no constituye un tema entre otros en los libros proféticos, sino que llega a ser la culminación de todos ellos. Israel había fracasado en su misión, con desastrosos resultados, en las esferas espirituales, cúlticas y nacionales. Los profetas no cesaban de diagnosticar los males y de pronunciar juicios sobre la nación rebelde; a la vez, siempre terminaban sus series de oráculos sobre una nota de elevado optimismo, puesto que Dios, según sus promesas, pactos y juramentos, se comprometía a intervenir por fin —después de un período prolongado de juicios y de dispersión— con el propósito de suplir todo lo que había faltado en días de decadencia, pero sobre un plano de triunfo total. Léanse capítulos típicos como (Jer 30-33) (Is 12,13,40,60-66) (Ez 36-48). El misterio, pues, consiste en esto: "que en parte Israel ha caído en endurecimiento, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles" (Ro 11:25). He aquí un tema profético completamente nuevo, que no se descubre por el estudio del Antiguo Testamento; entre el endurecimiento de Israel y su restauración final no sólo había de ser dispersa la nación, sino que el testimonio había de ser entregado a creyentes gentiles hasta que llegase a su "plenitud". Como en el caso de la plenitud de los israelitas (Ro 11:12), "pléróma" indica la consumación del testimonio, sea de Israel, sea de los creyentes gentiles. Llegará un día cuando el testimonio, entregado a los gentiles por medios tan extraños, habrá llegado a su consumación y su fin. Se habrán sacado discípulos de todas las naciones (Mt 28:19) (Hch 15:14), y probablemente el Señor habrá recogido su Iglesia según los términos de (1 Ts 4:13-18); esta plenitud señala el preludio de la salvación de todo Israel.
La salvación de Israel (Ro 11:26-27). Ningún exégeta fiel a las Escrituras puede negar el significado general de los versículos 26 al 32, que garantiza un futuro de bendición para Israel en conformidad con los antiguos dones y llamamientos de Dios, siendo éstos irrevocables (Ro 11:29). Sin embargo, algunos creen que el derrumbamiento de la pared intermedia en la Iglesia entre judíos y gentiles (Ef 2:14) les autoriza a "espiritualizar" las muchas profecías a las que hemos hecho breve referencia, sin admitir el sentido claro de una bendición que se concentra en la tierra de Promisión con repercusiones por todo el mundo. Esto supone la aplicación a centenares de profecías de un método de exégesis que nadie admitiría en otras secciones de la Palabra. Lo que no se enfatiza bastante es que las bendiciones futuras de Israel serán profundamente espirituales, fundándose sobre la Obra de la Cruz y las operaciones del Espíritu Santo, a pesar de que, durante el milenio, tendrán por marco la tierra que tanto se destaca en las promesas de Génesis capítulos 15 al 22 y en profecías como las de Ezequiel capítulos 36 y 37. Todo se incluirá dentro del nuevo pacto descrito en (Jer 31:31-34), y comentado en (He 8:7-13). Corresponde ahora a la Iglesia —pueblo espiritual— un testimonio en la tierra, en relación con las naciones, de modo que no debe extrañarnos que Israel, salvo ya y lleno de poder espiritual, recoja el testimonio durante el milenio. La conservación de la raza judaica es un hecho histórico que ha de ser significativo necesariamente, y, sobre todo, hemos de ajustar nuestros conceptos a la Palabra profética y no a la inversa. "Todo Israel" quiere decir todos los "israelitas verdaderos", de los cuales Natanael es el digno representante, sumisos a la Palabra ya, convertidos al Señor (Zac 12:10-13) (2 Co 3:16) (Ap 1:7) y tan llenos del Espíritu que no hará falta más palabra profética ni más enseñadores (He 8:10-11). Los judíos recalcitrantes habrán sido juzgados.
Las citas que aduce Pablo (Ro 11:26-27) enfocan nuestra atención primeramente sobre: a) la persona del Libertador; b) el hecho de haberse quitado el pecado, y c) el pacto resultante. Todo ello supone la obra expiatoria de la Cruz, que Israel comprenderá una vez que haya reconocido a su Redentor, lamentando su ceguera pasada en palabras como las de Isaías capítulo 53.
Enemigos y amados (Ro 11:28-32). "En cuanto al Evangelio —escribe Pablo— son enemigos por causa de vosotros; mas en cuanto a la elección son amados por causa de los padres". La primera parte de la declaración debiera interpretarse a la luz de (1 Ts 2:14-16): "Vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; porque vosotros padecisteis por parte de vuestros propios compatriotas las mismas cosas que ellos padecieron por parte de los judíos, los cuales mataron al Señor Jesús como también a los profetas, y nos persiguieron hasta afuera a nosotros; y no agradan a Dios y están en contra de todos los hombres, pues nos impiden hablar a los gentiles para que éstos se salven, colmando así la medida de sus pecados. Mas la ira (de Dios) vino de improviso sobre ellos hasta lo último". Son enemigos del Evangelio por haber rechazado al Señor Jesús y por no querer que se extendiera el mensaje de vida entre los gentiles. "Ni comían ni dejaban comer", según el dicho español. No querían aceptar las Buenas Nuevas y se indignaban cuando éstas se proclamaban a los gentiles. Pablo suele subrayar los privilegios de Israel, pero en el pasaje citado no pudo por menos que diagnosticar la condición y fin de la parte rebelde de la nación. Ahora bien, Dios no se arrepiente de sus dones ni de su llamamiento (Ro 11:29), de modo que ha de haber una descendencia amada de Abraham en la cual las promesas se cumplan, y que se distinga de los salvos entre la gentilidad. La antigua desobediencia de los gentiles se había trocado en sumisión en el caso de los convertidos, y de la misma manera la rebeldía actual de Israel podrá cambiarse en bendición cuando se produzca el arrepentimiento previsto (Ro 11:30-31).
La universalidad de la bendición (Ro 11:32). En su discusión sobre la justificación por la fe, Pablo veía en la universalidad del pecado la promesa de una salvación por la gracia a la disposición de todo aquel que creyera (Ro 3:22-23). Más tarde hizo ver que Dios, como Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan, sean éstos judíos o gentiles (Ro 10:12-13). En el versículo 32, que estamos estudiando, echa su mirada a la meta final de la raza, y viendo que tanto gentiles como judíos han incurrido en la rebeldía y la desobediencia, deduce que la misericordia divina puede llegar a todos aquellos que deponen su actitud de oposición para rendirse a su Soberano. La categoría y la misión de Israel son importantísimas, pero desde el llamamiento de Abraham en adelante (Gn 12:1-3) se ha revelado que no pasan de ser instrumentos para efectuar el plan último de Dios que abarca la bendición de la raza entera. De la manera en que la frase "todo Israel será salvo" no indicó que todos los descendientes carnales de Abraham habían de ser salvos. sino sólo la nación arrepentida y convertida, así también la frase "para tener de todos misericordia" no enseña el "universalismo", sino sólo la ausencia de todo obstáculo que impida la salvación de judíos y gentiles. Todo ello está implícito en la enseñanza fundamental de la justificación por la fe, pero a Pablo le interesa señalar la meta, viendo la bendición final como el admirable resultado de la obra divina realizada por medio de Israel.

La doxología final (Ro 11:33-35)

1. La sabiduría inconmensurable de Dios (Ro 11:33-35)
En todo el curso del argumento que ocupa Romanos capítulos 9 al 11 se destaca el tema de la providencia de Dios, quien, a pesar de la intrusión del pecado en el mundo, y respetando la personalidad humana que ha creado, hace resplandecer la gloria de sus atributos y propósitos combinando muy diversas circunstancias de tal forma que adelanten el plan de la redención, que no excluye la perfecta manifestación de su justicia. Israel ha sido un instrumento "difícil", pero la providencia ha utilizado no sólo los períodos de testimonio claro, sino también los siglos de endurecimiento, de juicio y de esparcimiento. Por fin serán benditos todos los hombres que se hayan unido por fe al Redentor; con referencia primeramente a su salvación en la tierra, y finalmente a la plenitud de bienaventuranza en los nuevos cielos y nueva tierra, morada eterna de justicia (2 P 3:13) (Ap 21:1). Viendo Pablo cómo Dios derrama libremente su gracia sobre los hombres, meditando en la maravilla de que Dios ordena que aun la ira del hombre le acarree alabanza (Sal 76:10), y quedando extasiado frente a la visión de la amplia bendición final, prorrumpe en alabanzas al Dios de sabiduría, glorificándole y adorándole en las palabras de la doxología de los versículos 33 al 35. Pablo no cita expresiones exactas del Antiguo Testamento, pero se hace eco de (Is 40:13) y de (Job 41:11). Canta las glorias de la sabiduría insondable del Omnipotente y queda asombrado frente a la maravilla de sus inexplorables caminos. Mucho se ha revelado en Cristo y por medio de la Palabra, pero ¡cuánto más hemos de aprender aún de la Persona y las obras de nuestro Dios! El solo es fuente y origen de sabiduría y de conocimiento.
2. Dios es Origen, Medio y Fin de todas las cosas (Ro 11:36)
Vivimos en días cuando los "teólogos" vuelven a procurar adaptar la "imagen" de Dios a las exigencias del pensamiento del hombre científico, del hombre del siglo XX. Su dios es una creación de la pobre mente humana, igual que las "vanidades" de los paganos que tantas veces se denuncian en el Antiguo Testamento. El creyente verdadero sabe apreciar la pequeñez del mayor de los sabios según la carne, y recibe con humilde gratitud la revelación que el Dios único ha querido dar de sí mismo. Se ha dado a conocer preeminentemente en Cristo, pero también a través de sus obras y por medio del sublime orden de su providencia. Gozosamente nos unimos a Pablo cuando declara que "de él, y por él, y para él son todas las cosas". No hay Dios y antidiós, sino un solo Dios, Creador de todas las cosas, a pesar del misterio del Mal. Sólo Dios sostiene todas las cosas y las ordena según su santa voluntad. Al fin del camino todas las cosas se combinan para glorificar al Dios Creador y Sustentador. En (Jn 1:1-3), en (Col 1:15-20) y (He 1:1-3), el proceso de la creación, del sustentamiento del universo y de la consumación de la obra divina se atribuye al Hijo-Verbo. No hay contradicción, ya que la Palabra revela que el pensamiento del Padre se lleva a cabo en la historia por medio del Hijo y, subjetivamente, por el Espíritu Santo. La doxología se dirige al Trino Dios, a quien sea gloria por los siglos, Amén.

Preguntas

1. Dé una definición exacta del "resto fiel" de Israel, notando su presencia y función en la historia de la nación y su importancia frente a las promesas de Dios en cuanto al porvenir.
2. Explique cuidadosamente la ilustración del olivo y del acebuche (Ro 11:16-24).
3. Comente sobre la predicción: "Y así todo Israel será salvo", con referencia a su contexto.
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