Estudio bíblico: El ángel con el librito - Apocalipsis 10:1-11

Serie:   Apocalipsis   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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El ángel con el librito - Apocalipsis 10:1-11

(Ap 10:1-11) "Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas. La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes."

Introducción

En los capítulos anteriores hemos visto los de juicios de Dios que vendrán sobre este mundo cuando el Cordero abra los sellos del libro y los ángeles toquen sus trompetas. Cada uno de estos juicios aumentará de dureza en relación con el anterior, dejando al final del toque de la sexta trompeta un escenario sobrecogedor sobre la tierra: el medio ambiente habrá sido destruido en una tercera parte, el hombre habrá sufrido cruelmente bajo terribles poderes demoniacos y más de la mitad de la población mundial será muerta. Pero a pesar de todo eso, los hombres no querrán arrepentirse, sino que se entregarán con más pasión a sus pecados. El mundo estará en ruinas, y el caos, la crueldad, los crímenes y la perversión moral se extenderá por todas partes sin control. La violencia y la injusticia camparán a sus anchas. Podríamos decir que el mundo estará listo para que Dios complete sus juicios y establezca en este mundo el reino glorioso de su Cristo.
Y esto debería llegar previsiblemente con el toque de la séptima trompeta, pero esto no va a ocurrir inmediatamente. Al igual que pasó antes de que se abriera el séptimo sello, aquí también encontramos que se interrumpe el curso de los acontecimientos para mostrarnos dos visiones intermedias que retrasan el toque de la última trompeta, que no tendrá lugar hasta que lleguemos a (Ap 11:15).
Por lo tanto, este interludio sirve para presentar el toque de la séptima trompeta como particularmente importante, además de mostrarnos ciertos preparativos necesarios antes de la consumación final del plan de Dios. Así que, se nos mantiene en suspenso, intrigados mientras esperamos el clímax de este ciclo de trompetas.
Pero como en ocasiones anteriores, esta demora de Dios en completar sus juicios proporcionará a los hombres una de sus últimas oportunidades para arrepentirse. De hecho, tanto en el capítulo 10 como en el 11 veremos que Juan tiene que profetizar a "muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (Ap 10:11), y que en esos últimos días también aparecerán dos testigos de Dios que profetizarán con total inmunidad durante mil doscientos sesenta días (Ap 11:3).

La descripción del ángel

(Ap 10:1) "Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego."
Como en otras ocasiones a lo largo de Apocalipsis, Dios utiliza a un ángel para hacer llegar a Juan su revelación (Ap 1:1) (Ap 22:6). Ahora bien, aunque ya han aparecido diferentes ángeles en lo que llevamos estudiado del libro de Apocalipsis, hasta este momento es muy poco lo que se ha dicho acerca de su aspecto, concentrando toda la atención sobre lo que ellos hacían o decían. En cambio, aquí vamos a encontramos que este ángel es descrito de forma bastante detallada.
Como rápidamente observaremos, muchos de los detalles de su descripción guardan una estrecha relación con la descripción que encontramos de Cristo en el capítulo 1 de Apocalipsis. Por esta razón, algunos han llegado a pensar que se trata del mismo Cristo, aunque el texto especifica claramente que se trata de "otro ángel". En todo caso, el que sus características reflejen el carácter de Cristo no nos debe sorprender; al fin y al cabo se trata de un ángel enviado por él y que le representa. Más bien deberíamos entender estas similitudes como las credenciales de un enviado especial del mismo Cristo.
Notemos también que este ángel desciende del cielo: "Vi descender del cielo". Esto indica que el escenario de esta nueva visión vuelve a ser la tierra. Aunque este detalle es más importante aún porque señala que él ángel es un enviado del cielo de Dios con una misión y una dignidad especiales.
En cuanto a la descripción del ángel, Juan comienza diciendo que era "otro ángel fuerte". Quizá era un ángel que pertenecía a la "misma clase o rango" que el mencionado en (Ap 5:2) y "que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?". Al fin y al cabo, como más adelante veremos, este ángel fuerte en el capítulo 10 también aparece relacionado con otro "libro". Y el que fuera un ángel "fuerte", nos indica su poder especial para actuar.
El resto de la descripción nos muestra a un ángel absolutamente deslumbrante. Para empezar, venía "envuelto en una nube". Una posible interpretación es que vistiera el ropaje del cielo sobre sus poderosos hombros, lo que nos indicaría su colosal tamaño. Pero también cabe la posibilidad de que dada la importancia de su misión divina, usara el mismo "vehículo oficial" de Dios. Recordemos lo que decía el salmista: "El que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento" (Sal 104:3). Y otra tercera posibilidad es que relacionemos esta nube con aquella otra en la que Cristo vendrá a juzgar a este mundo en su segunda venida en gloria (Ap 1:7) (Ap 14:14-16) (Mt 24:30).
A Juan también le llama la atención "el arco iris sobre su cabeza", lo que sin duda le daba un glorioso esplendor. Como ya recordaremos, esta no es la primera vez que el arco iris aparece en el libro de Apocalipsis; ya lo encontramos en (Ap 4:3) rodeando el mismo trono de Dios. En aquella ocasión dijimos que el arco iris evoca el pacto de Dios con Noé, por medio del cual Dios manifestó su gracia y prometió no volver a destruir la tierra mediante un diluvio (Gn 9:8-17). La combinación de la nube como un símbolo de juicio y el arco iris como una señal de la fidelidad de Dios a sus promesas, nos recuerdan una vez más la misericordia de Dios en medio del juicio.
Otro detalle con el que se describe la singular gloria exhibida por este ángel fuerte lo encontramos en su rostro. Juan nos dice que "su rostro era como el sol". Su gloria radiante y luminosa era sin duda un reflejo de la del Señor Jesucristo (Ap 1:16).
Y por último, "sus pies como columnas de fuego"; firmes, estables, resplandeciendo de hermosura y fuerza. Además, si lo relacionamos con la "columna de fuego" con la que Dios acompañó a Israel en su peregrinaje por el desierto, nos sugiere la presencia de Dios con su pueblo y su protección (Ex 13:21-22).

"Un librito abierto"

(Ap 10:2) "Tenía en su mano un librito abierto"
Después de describir el aspecto del ángel, Juan nos dice que "tenía en su mano un librito abierto". Un poco más adelante, en (Ap 10:8-11), una voz del cielo le mandó a Juan que tomara ese librito y que se lo comiese, después de lo cual debería profetizar "sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes". Por lo tanto, podemos pensar que el contenido de ese librito estaba relacionado con el mensaje de la Palabra de Dios para los hombres de ese tiempo, quizá de los juicios que todavía estaban por venir.
Por otro lado, este "librito" contrasta con el "libro" que encontramos en (Ap 5:1). Al menos hay dos diferencias. En primer lugar, para describir el que el ángel tenía en su mano se usa un diminutivo, "librito", indicándonos claramente que era de menor tamaño, quizá porque sólo contenía una parte de la revelación del programa de Dios para el establecimiento de su reino en este mundo. Y en segundo lugar, a diferencia del primer libro, este "librito" no estaba sellado, dándonos a entender que su contenido no estaba oculto, o que estaba listo para ser revelado.
Quizá no sea descabellado pensar que el contenido de este librito guarde relación con la parte del libro de siete sellos que ya había sido abierto pero que todavía no había sido completamente revelado.

"Los siete truenos"

(Ap 10:2-4) "Y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas."
Después nos dice que el ángel "puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra". Su posición, unida a la descripción hecha de él, nos da una idea de su tamaño colosal. A algunos podría recordarles a los dioses de la mitología griega, pero se trata simplemente de un ángel que sirve obedientemente al único Dios Todopoderoso.
Un poco más adelante se vuelve a repetir que tenía su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, pero se añade que también "levantó su mano al cielo" (Ap 10:5). Por lo tanto, estaba tocando las tres partes del universo: la tierra, el mar y el cielo. Con todo esto se nos quiere mostrar la autoridad de este ángel, y por supuesto, de su mensaje.
Estando en esta posición, el ángel fuerte "clamó a gran voz, como ruge un león". La potencia de su voz estaba en consonancia con su enorme tamaño. Pero no sólo eso, el que rugiera como un león nos transmite el poder, majestad y autoridad de su mensaje.
Inmediatamente, "cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces". El número "siete" nos habla nuevamente de plenitud, de algo finalizado. Y los "truenos que emitieron sus voces" nos sugieren dos cosas. Por un lado, podemos interpretarlo como la aprobación divina a la misión que este ángel fuerte estaba llevando a cabo, tal como ocurrió con el mismo Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal (Jn 12:28-33). Pero también podemos asociar estos truenos con el juicio de Dios, tal como aparece en otras partes de la Escritura (Sal 18:14) (Sal 29:3-11) (Jer 25:30-31).
En su conjunto, toda la escena; con el gigantesco ángel descrito como un ser majestuoso, su posición de pleno dominio y autoridad, su potente rugido de león, y las voces de los siete truenos, todos estos detalles, tienen el propósito de transmitirnos una fuerte impresión de terror ante el mensaje de Dios que está a punto de entregar. Por lo tanto, nadie tendrá escusa, porque sus advertencias son anunciadas de una forma potente y clara, y nadie debería ignorarlas (Am 3:8).
Estos siete truenos "emitieron sus voces", lo que implica que pronunciaron palabras con significado y que Juan las entendió. Sin embargo, rápidamente se le dio una orden: "Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas". Nosotros no conocemos la naturaleza de estos juicios porque Dios no ha querido revelárnosla, por lo tanto, es inútil especular sobre lo que dijeron. Tampoco se nos explica la razón por que a Juan se le prohibió escribir el mensaje de los siete truenos. Esto nos recuerda que hay verdades acerca del futuro que Dios ha decido no revelar y que nosotros debemos aceptar que sea así:
(Dt 29:29) "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley."

El juramento del ángel

(Ap 10:5-7) "Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas."
Aunque las cosas que los siete truenos habían dicho fueron selladas y no nos han sido reveladas, ahora nos encontramos con un solemne juramento del ángel que nos comunica un mensaje de gran importancia.
Para empezar, notemos el gesto del ángel al hacer el juramento: "Levantó su mano al cielo, y juró". Este era el ademán común en la antigüedad para acompañar un juramento (Gn 14:22), Dios mismo lo hacía así (Dt 32:40), y también nos recuerda la postura del ángel mencionado por Daniel mientras hacía otro juramento (Dn 12:7).
Luego vemos también que el juramento adquiere extrema solemnidad debido a la prolongada descripción que en él se hace de Dios: "Juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él". Notemos que Dios es descrito como el creador del cielo, la tierra y el mar, exactamente los tres elementos que él ángel fuerte estaba tocando con sus pies y su mano.
Por otro lado, hacer un juramento así implicaba que lo que se estaba a punto de decir era de suma importancia, y que además se invocaba a Dios como garante de que lo que se iba a decir era verdad. Dios quedaba comprometido en que lo que se estaba diciendo era verdad, y también en que se cumpliría el juramento. De otro modo, si lo que el ángel estaba diciendo en su juramento no fuera cierto, Dios mismo tendría que intervenir para castigarle.
En cuanto a la invocación que se hace de Dios en el juramento, se destaca su carácter eterno y también sus actividades creadoras en este mundo. Reconoce de ese modo que Dios es el soberano y dueño absoluto del universo, y tiene todo el poder y derechos para garantizar el cumplimiento final del contenido del juramento. Él es totalmente suficiente por sí mismo, y no depende de nadie para hacer lo que se propone.
Y llegamos por fin al contenido de su juramento: "Que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas". Esto significa que los juicios de Dios sobre esta humanidad que él ya había anunciado previamente por medio de sus profetas, se iban a cumplir sin más dilación desde el momento en que el séptimo ángel comenzara a tocar su trompeta.
Esta será la última señal de aviso antes de que Dios ponga fin al estado caótico en que este mundo se encuentra. En ese momento Dios derramará su ira sobre todos aquellos que no quisieron creer en el evangelio de la gracia sino que vivieron en rebeldía contra él. También se dará respuesta al clamor de los mártires cuyas almas reposaban bajo el altar y preguntaban insistentemente: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?" (Ap 6:9-10). Entonces tendrá lugar también el juicio de todo tipo de maldad cometida en este mundo y que por el momento no ha sido castigada. Y por fin prevalecerá la justicia, porque el mismo Señor Jesucristo volverá a este mundo a gobernarlo. Entonces el nombre y el carácter de Dios será vindicado plenamente.
En esto consiste "el misterio de Dios que él anunció a sus siervos los profetas", y que el apóstol Pablo resumió de esta manera:
(Ef 1:9-10) "Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra."
En la consumación del plan de Dios que él había anunciado por sus profetas, su Cristo vendrá a castigar a todos los malvados y a establecer su glorioso reino. Puede parecernos que son profecías muy antiguas, pero Dios no ha olvidado ninguna de ellas.

Juan debe comer el librito

(Ap 10:8-11) "La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes."
Por tercera vez en este pasaje Juan vuelve a mencionar al "ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra". Sin duda debió haber quedado profundamente impresionado por su poder y autoridad. Es probable que incluso sintiera cierto temor de acercarse a él, por lo que necesitó escuchar la voz del cielo hablando otra vez con él y diciéndole: "Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel".
Este librito iba a tener una gran importancia en el ministerio inmediato del apóstol. En obediencia a la voz celestial, Juan fue "al ángel, diciéndole que le diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo".
El librito estaba abierto, pero a Juan no se ordenó que lo leyera, sino que se lo comiera. En otras ocasiones la Palabra de Dios se presenta como el alimento para el alma, y es seguro que el ángel deseaba que Juan se nutriera de ella. Pero aquí la idea tiene que ver mayormente con el hecho de que ese librito contenía un mensaje que Juan tendría que transmitir a otros, y para hacerlo correctamente, primero tendría que "comerlo", haciéndolo así completamente suyo, introduciéndolo en lo más íntimo de su ser. Y dicho sea de paso, asimilar de ese modo el mensaje de la Palabra es un requisito imprescindible para todo predicador. La Palabra debe afectar primero a la propia persona antes de comunicárselo a otros. En este sentido es interesante considerar también el caso del profeta Ezequiel (Ez 3:3-4).
El ángel le advirtió antes de que Juan lo comiera de que el contenido de ese librito tendría un doble efecto sobre él: "Te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel".
El sabor amargo seguramente tenía que ver con el hecho de que el mensaje que contenía el librito estaba relacionado con los juicios inminentes que se cernían sobre los impíos a causa de su rebeldía y desobediencia. Pero al mismo tiempo le resultaría dulce, puesto que también trataba del amor de Dios manifestado por su Hijo Jesucristo cuando murió en la cruz por los pecadores, y porque anuncia la inminente victoria y el establecimiento definitivo del reino de Cristo en este mundo. También sería dulce para Juan porque el hecho de ser partícipe de los pensamientos e intenciones divinas, y ser designado para ser un portavoz de su Palabra en este mundo, es el más alto honor que el hombre puede tener, pero le resultaría amargo porque también tendría que experimentar en su propia persona que muchos hombres desprecian y persiguen a los mensajeros de Dios. El profeta Jeremías tuvo una experiencia similar a la de Juan, y dice que después de haber comido sus palabras, se sentó solo, porque Dios le llenó de indignación (Jer 15:16-17). Él también sufría la oposición de los hombres de su tiempo a quien fue encargado de llevar el mensaje de Dios (Jer 11:21) (Jer 15:10) (Jer 20:7-10).
Cada creyente siente esta mezcla de sensaciones dentro de su propio ser. Por un lado anhela la venida de Cristo en gloria para la destrucción de Satanás y el establecimiento de su glorioso reino en la tierra, pero se entristece pensando en el juicio y la condenación eterna de los que no han querido creer en él.
Como consecuencia de todo esto, el predicador de la Palabra de Dios proclamará fielmente los juicios contra la maldad humana contenidos en ella, pero no lo hará con alegría. Tampoco serán como los hombres vanos que sólo se acercan a la Palabra con el fin de satisfacer su curiosidad acerca del futuro de este mundo. Ni como muchos expositores bíblicos que sólo parecen interesados en poner en orden todos los acontecimientos futuros para que cuadren con su sistema teológico. No, el verdadero profeta de Dios sufre amargamente viendo las cosas terribles y espantosas que muchos hombres van a sufrir cuando se desaten los juicios de Dios sobre este mundo. Es importante subrayar esto porque muchos creyentes se sienten prácticamente insensibles cuando leen estos textos de Apocalipsis creyendo que los últimos tiempos no tienen nada que ver con ellos, que como forman parte de la iglesia, serán arrebatados antes de estos días. Pero una actitud así no refleja el corazón de Dios, ni tampoco tiene en cuenta que "ya está en acción el misterio de la iniquidad" (2 Ts 2:7).
Cada creyente debe seguir el ejemplo de Juan y proclamar el mensaje de Dios, aunque nos resulte amargo a nosotros y a los que nos escuchen. Porque es un hecho que a ellos tampoco les va a gustar. El mundo está esperando oír cosas agradables, predicadores que les anuncien paz y prosperidad, pero como estamos viendo, el mensaje de Dios contiene muchas advertencias serias y amargas.
Juan obedeció la orden celestial, y efectivamente experimentó lo que se le había dicho de antemano: "Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre".
Una vez que lo hubo hecho, el ángel le dijo: "Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes". Habiendo digerido la Palabra de Dios, debía profetizar nuevamente a todas las naciones. Un encargo muy parecido al que recibió en otro tiempo el profeta Jeremías (Jer 1:5-10). El fin no había llegado todavía, pero el anuncio que el ángel acababa de hacer sobre su inminente llegada, debía hacer que Juan siguiera profetizando con mayor insistencia si fuera posible.
En realidad, Juan ya había recibido un llamamiento similar de parte del mismo Señor Jesucristo cuando lo constituyó como uno de sus doce apóstoles, por lo tanto, lo que aquí tenemos podría decirse que es una renovación de su misión profética, enfocada especialmente ahora en anunciar el inminente juicio que a de venir sobre este mundo, y que contiene descripciones notablemente más duras de las que leemos en otras partes de las Escrituras.
En cuanto a su auditorio, observamos que no debería hacer distinción alguna de clase social, cultural o étnica. Al fin y al cabo, las profecías recibidas por Juan iban a afectar a todo el mundo en todo lugar, razón por la que todos los hombres deben conocerlas. Aunque cabe también la posibilidad de que la idea no sea que debía "profetizar a" sino "profetizar sobre", es decir, que su profecía iba a tener como contenido lo que habría de ocurrir con todas las personas de este mundo sin distinción alguna. Esta interpretación se vería confirmada por el contenido de los restantes capítulos de Apocalipsis. Aunque finalmente, ya sea que la profecía sea dirigida a todas las naciones, o sea que trate de ellas, en cualquier caso, cada persona debe conocerlas, porque la copa del juicio de Dios ha de ser bebida por todas ellas (Jer 25:15-28).
No obstante, cuando Juan recibió este encargo, era ya muy mayor, y además se encontraba exiliado en la isla de Patmos (Ap 1:9), así que parecía muy difícil que su profecía pudiera llegar muy lejos. Sin embargo, él las escribió y Dios se encargó de darlas a conocer en todos los extremos de este planeta hasta nuestros días. Podemos decir que Juan cumplió fielmente con el llamamiento recibido de Dios.

Comentarios

México
  Jorge Escalona  (México)  (04/01/2024)
Muchas gracias por estos análisis, Apocalipsis puede resultar difícil para muchos por su extensa simbología pero este estudio me ha ayudado bastante.
Venezuela
  Maribel Magallanes  (Venezuela)  (19/11/2023)
Muy bueno, me ha ayudado mucho con un estudio que tengo que hacer, muchas gracias. El Señor les bendiga grandemente.
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