Estudio bíblico: La caída de Babilonia - Apocalipsis 18:1-24

Serie:   Apocalipsis   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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La caída de Babilonia - Apocalipsis 18

Introducción

Este capítulo continúa tratando la caída de Babilonia. Se presenta como una "endecha" o canción triste o de lamento. Esta forma literaria fue usada frecuentemente por los profetas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en (Is 13:19-22) (Is 14) (Jer 50:30-39) (Jer 51) encontramos otra endecha parecida por la caída de la antigua Babilonia.
Ahora bien, aunque el tema continúa siendo la caída de Babilonia, debemos notar que el énfasis en este capítulo es diferente al que encontramos en el anterior. En esta ocasión no se trata fundamentalmente de los aspectos religiosos y políticos de Babilonia, sino que la atención se dirige hacia su comercio y la acumulación de riquezas.
En este sentido, debemos notar las grandes coincidencias que hay entre este pasaje en Apocalipsis y el que encontramos en (Ez 26:1-28:19) anunciando la caída de Tiro. Recordemos que la fama que Tiro llegó a alcanzar en el mundo antiguo no se basaba tanto en su poder militar o en su religión, sino fundamentalmente le venían por su comercio y riquezas materiales. A diferencia de Roma, que se había extendido como un imperio político y militar, Tiro funcionaba como un imperio comercial.
Y en este punto debemos preguntarnos por qué Dios condenó a Tiro en el pasado. ¿Qué había de malo en que extendieran sus lazos comerciales por todo el Mediterráneo? Bueno, el comercio en sí no tiene nada de malo, el problema surgía cuando los bienes materiales con los que ellos negociaban ocupaban el lugar de Dios.
En relación a esto debemos decir que nunca ha habido a lo largo de toda la historia de la humanidad una época como la nuestra, en la que la oferta de cosas bellas y seductoras parece ilimitada. Constantemente somos bombardeados por anuncios comerciales de todo tipo en la televisión, radio, internet, correo... Y tristemente tenemos que admitir que para muchas personas, incluso para algunos creyentes, el amor por las cosas ha sustituido el amor hacia Dios, y no lo olvidemos, esto es una forma más de idolatría.
Acerca de esto, debemos notar un detalle interesante de la caída de Tiro tal como fue anunciada por el profeta Ezequiel. Allí se nos presenta a Satanás como el promotor de todo su sistema comercial, por eso, el profeta anuncia tanto la caída de Tiro como la del mismo Satanás, algo que por otro lado guarda una estrecha relación con nuestro pasaje en Apocalipsis. No lo olvidemos, la sociedad materialista y consumista, que hace de las cosas un fin en sí mismas como si pudieran sustituir a Dios, será finalmente destruido, y quienes siguen ese camino acabarán perdiendo todo lo que tienen.
Por lo tanto, con el capítulo 18 de Apocalipsis queda completado el cuadro de la gran Babilonia que será destruida. Si en el capítulo anterior se enfatizó que su poder se sustentaba sobre una falsa religión que da la espalda al Dios verdadero, y sobre el poder político del diablo que es usado para perseguir a la iglesia, ahora se llama nuestra atención sobre el engaño del materialismo, que deja al hombre anestesiado para que no piense ni busque a Dios. La combinación de estas tres tácticas son las que siempre ha usado el diablo a lo largo de toda la historia.

Anuncio de la caída de Babilonia

(Ap 18:1-3) "Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites."
Una vez más es un ángel quien pone en marcha los acontecimientos. De él se nos dice que Juan lo vio descender del cielo con gran poder, y que la tierra fue alumbrada con su gloria. No sabemos si en ese momento la tierra todavía estará sumida en las tinieblas que habían traído la quinta copa (Ap 16:10), pero en todo caso, la presencia de este ángel alumbrará de forma extraordinaria la tierra. Seguramente debamos entender que la gloria de este ángel provenía de su contacto con el Dios del cielo de donde venía, algo similar a lo que le ocurrió a Moisés después de estar en la presencia de Dios en el monte Sinaí (Ex 34:29).
Junto a su resplandeciente presencia, todos tendrían que escuchar también su "voz potente", con la que por dos veces anunciará la caída de Babilonia: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia".
El ángel anuncia la caída de Babilonia como un hecho consumado, puesto que algo que determina el soberano Dios del cielo siempre tiene su cumplimiento. Y vimos un anuncio similar en (Ap 14:8).
En todo caso, la destrucción de Babilonia ya había sido descrita anteriormente en (Ap 16:17-21) como consecuencia de los juicios derramados con la séptima copa. Por lo tanto, debemos entender esta nueva visión como una ampliación de aquella.
A continuación se describe la situación en la que quedará Babilonia después de su destrucción: "Y se ha hecho guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible". Cuando la antigua Babilonia fue destruída, en sus ruinas habitaron distintos animales (Is 13:21-22) (Is 34:10-11) (Jer 51:37), aquí, sin embargo, serán los demonios quienes acecharán en sus ruinas.
También se nos explica el motivo de su destrucción: "Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites". Aquí se destaca la enorme influencia que Babilonia había ejercido sobre las otras naciones para que se corrompieran con ella.
La expresión, "la potencia de sus deleites", podría ser traducida también como "lujo desenfrenado o insolente", dándonos la idea de que los moradores de la tierra se entregarán a una alocada orgía materialista con Babilonia. De esta manera seducía a las naciones, los reyes y los mercaderes.
Según esto, la gran Babilonia se convertirá en la sede del comercio mundial. Allí se firmarán grandes acuerdos económicos que afectarán a toda la humanidad. Y como siempre, la ética y la moral serán ignorados en busca de conseguir el mayor beneficio económico para "los mercaderes", aquellos intermediarios adinerados que sin escrúpulos se aprovechan del trabajo de otros a cambio de una miseria de dinero.
Pero finalmente, ellos también serán juzgados y verán sus negocios venirse a pique. Por algún tiempo habrán pensado que el centro neurálgico de este gran imperio religioso, político y económico nunca podría ser destruido, pero el juicio divino ya ha sido establecido sobre él y nada lo podrá librar.

Un llamamiento a salir de Babilonia ante su inminente caída

(Ap 18:4-8) "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga."
Aquí encontramos un llamamiento al pueblo de Dios para que salga de Babilonia: "Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas".
Notemos que quedarse allí implicaría "participar de sus pecados". Recordemos que durante el período de la bestia sólo podrán comprar y vender los que accedan a tener la marca de la bestia en sus frentes o manos y estén dispuestos a adorar a su imagen (Ap 13:16-17).
Pero siempre existe la tentación de llegar a algún tipo de acuerdo con el mundo que nos permita vivir más cómodamente y libres de la persecución, pera tal cosa no es posible para el verdadero pueblo de Dios. Constantemente somos exhortados por la Palabra a romper nuestros vínculos con el mundo (Is 48:20) (Jer 50:8) (Jer 51:6) (Jer 51:45) (2 Co 6:14-18). Y aunque en la mayoría de las ocasiones la Palabra nos exhorta a "salir del mundo" en el sentido de "no conformarse a este mundo" (Ro 12:2), aquí parece que el llamamiento es a salir literalmente de Babilonia.
Quizá la pregunta que deberíamos hacernos en este punto es qué hace el pueblo de Dios en Babilonia en estos momentos. El caso nos recuerda al del patriarca Lot. Cuando él se separó de Abraham, poco a poco dejó de ser un peregrino que vivía en tiendas y terminó por acomodarse en la perversa ciudad de Sodoma. Pero un día él también recibió un aviso solemne de parte del Señor para que saliera de allí porque iba a llover del cielo fuego y azufre y la ciudad sería reducida a cenizas (Gn 19:12-14). El salió, pero finalmente perdió todo lo que tenía. Y seguramente algo similar pasará a los creyentes que no temen relacionarse con el mundo.
En todo caso, Dios exhorta a su pueblo a salir de Babilonia porque tiene preparada para ellos una ciudad mucho mejor, la nueva Jerusalén (Ap 21:2-3).
El momento de su juicio había llegado, y la razón es la siguiente: "Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades". La figura usada aquí es como si los pecados de Babilonia se amontonaran como una nueva torre de Babel que llegaba hasta el cielo (Gn 11:3-4).
El hecho de que Dios no juzgue inmediatamente la maldad del hombre no quiere decir que se olvide de ella. En contraste, tenemos el caso de los creyentes, aquellos que han confiado en el sacrificio de Cristo en la cruz, para ellos Dios no se acuerda de sus pecados porque ya han sido pagados (He 8:12) (He 10:17) (Jer 31:33).
Pero para los impíos, no se pueden escapar del hecho de que el castigo sigue al pecado: "Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto". Todos ellos recibirán su justa retribución. Con esto se da respuesta a las oraciones y peticiones de tantos creyentes a lo largo de los siglos (Sal 137:8) (Jer 50:29) (Ap 6:10).
Ahora se nos muestra la actitud de Babilonia antes de su juicio: "Porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto". Ella se veía a sí misma como reina, superior a todos los demás, autosuficiente e independiente, como si dijese: "no necesito nada de Dios". Su actitud es la misma que la que el profeta Isaías describió de la antigua Babilonia:
(Is 47:7-11) "Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería. Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más. Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti."
Ella no se sentía viuda porque veía a los reyes de la tierra que continuamente le traían sus presentes. Pero como vimos en el capítulo anterior, será una confederación de diez reyes quienes la acabarán aborreciendo y dejando desolada y desnuda (Ap 17:16).
Por lo tanto, estaba completamente equivocada cuando decía: "No veré llanto". Se jactaba de una ilusión falsa. Su prosperidad material no sería permanente. Su orgullo sería humillado: "Por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego".
La ciudad que había vivido entregada a los placeres y al lujo, vería como su suerte cambiaba en "un solo día". Esto indica lo repentino de su castigo. Una situación similar se vivió en la antigua Babilonia (Dn 5). Mientras su rey Belsasar hacía "un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino", apareció una misteriosa mano escribiendo en la pared que anunciaba el fin inmediato de su reino. La Palabra nos dice que "esa misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media tomo el reino" (Dn 5:30-31).
Ni todo el poder de los hombres malvados y de los demonios será suficiente para impedir el castigo de Babilonia, "porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga".

Lamento por Babilonia

(Ap 18:9-10) "Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!"
1. Los reyes de la tierra hacen lamento
Los primeros en lamentar la caída de Babilonia son "los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites". Probablemente se refiera a otros reyes diferentes a los que vemos en (Ap 17:12,16). Se trataría de sus amantes (Ap 17:2).
Todos estos se colocan "lejos por el temor de su tormento". Les preocupa que ellos mismos pudieran sufrir el mismo castigo.
Notemos también que su destrucción será por fuego, de ahí que se mencione "el humo de su incendio". Aunque no será esta la única causa. Recordemos:
(Ap 16:18) "Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra."
Todos ellos se lamentarán "diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!". Sin embargo, su lamento no contiene absolutamente nada de arrepentimiento.
2. Los mercaderes hacen lamento
(Ap 18:11-19) "Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!"
Los siguientes en lamentar la caída de Babilonia son los mercaderes. Su dolor es provocado por la pérdida financiera que sufren, "porque ninguno compra más sus mercaderías". Una vez más sus lágrimas no tienen nada que ver con el arrepentimiento por sus pecados, sino porque han perdido su fuente de ingresos económicos.
Entre las mercaderías con las que negociaban, la mayoría eran artículos de lujo, pero también había alimentos, ganado y esclavos. En todo caso, describen una sociedad que vivía en el lujo y la opulencia, despreocupada por completo de los pobres. Nos llama la atención la mención de los esclavos como un producto más de las mercaderías de la lista.
Evidentemente, una sociedad apartada de Dios y construida sobre el orgullo, el lujo, el desenfreno y la falta de respeto por la vida humana está bajo la justa condenación de Dios.
Babilonia nunca más volvería a ver estas cosas: "Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás".
Y los mercaderes, al igual que los reyes, "se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando". Temen que les alcance algo de la desgracia que había caído sobre Babilonia, y en su hora final, ellos también la dejan sola.
Pero a diferencia de los reyes que en sus lamentos hicieron notar la fuerza de Babilonia (Ap 18:10), los mercaderes se refieren a la riqueza de su vestimenta: "¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!".
Y una vez más son conmovidos por lo repentino de su total destrucción. ¡Tantos años acumulando riquezas con afán y trabajo para ser destruidos en un momento! Nos recuerda necesariamente al hombre rico del que habló el Señor Jesucristo (Lc 12:16-20).
3. Los marineros hacen lamentación
Y por último, son los marineros que trabajaban transportando estas mercaderías quienes también hacen lamentación por la caída de Babilonia: "Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?".
Debemos pensar que Babilonia no sólo era un importante centro religioso, político y económico, también era un floreciente centro de distribución. Por eso se lamentan los marineros, porque con la destrucción de Babilonia habrá desaparecido también todo el comercio que tantas riquezas les reportaba. Ellos habían olvidado el valor variable que tienen todas las cosas en este mundo. Habría sido mucho mejor haber considerado invertir en las cosas celestiales que son eternas e inamovibles.
Así que ellos lamentaron haciendo notar lo incomparable que era aquella ciudad: "¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?". Y una vez más se subraya que fue destruida en una sola hora.

Alegría en el cielo

(Ap 18:20) "Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella."
En contraste con las lamentaciones anteriores, ahora escuchamos una voz de júbilo. Es un clamor de alegría porque finalmente la justicia ha vencido.
Quienes se alegran son aquellos que antes habían sufrido la persecución y muerte de parte de la gran Babilonia. Ellos habían clamado pidiendo justicia (Ap 6:9-11), y ahora ven contestadas sus peticiones. Una nota de alegría similar la encontramos en (Jer 51:48) cuando el profeta anunció la caída de la antigua Babilonia.
Aunque puede que a algunos no les guste, esto será una demostración del justo juicio de Dios:
(2 Ts 1:5-6) "Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Por es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan."

Destrucción final de Babilonia

(Ap 18:21-23) "Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti"
La descripción de su destrucción comienza con una acción simbólica de parte de un ángel poderoso que "tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada". Esto nos recuerda a lo que siglos atrás había hecho el profeta Jeremías:
(Jer 51:60-64) "Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia. Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a Babilonia, y veas y leas todas estas cosas, dirás: Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado. Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates, y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las palabras de Jeremías."
Podemos estar seguros de que si la Palabra del Señor anunciada por Jeremías se cumplió con total exactitud, lo mismo ocurrirá con este anuncio que encontramos en Apocalipsis.
A continuación encontramos una lista de las cosas que nunca más se volverán a ver en ella: "Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti".
En resumen, podríamos decir que se acabará para siempre la diversión, el trabajo y la familia. Sólo quedará una densa oscuridad.
(Ap 18:23-24) "Porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra."
Por último, se dan tres razones para el castigo de Babilonia:
"Porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra". Habían vivido desenfrenadamente rindiendo culto a la riqueza y el lujo dando la espalda a Dios. Y estos mercaderes eran en gran medida los responsables de que esta nefasta influencia se extendiera por todo el mundo.
"Por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones". Babilonia había ejercido una influencia diabólica sobre todas las naciones. Era la sede de religiones satánicas con las que había conquistado a las naciones. Es paradójico que una sociedad materialista se vuelque en el ocultismo, pero así ocurre también en nuestro tiempo.
"En ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra". Había perseguido y dado muerte a los santos.
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