En segundo lugar, era un hecho que durante el ministerio terrenal del Señor, ninguno de los discípulos parece que aceptó el hecho de que el Mesías debía ser crucificado. Para ellos esto era algo que no tenía ningún sentido. Pero todo esto empezó a cambiar después de la resurrección del Señor. Así que, la propia disposición de los discípulos iba a influir mucho en lo que el Señor podría enseñarles desde ese momento.