Estudio bíblico: La renovación del pacto - Exodo 34:1-28

Serie:   El libro de Éxodo   

Autor: Ernestro Trenchard y Antonio Ruiz
Email: antonio_ruiz_gil@hotmail.com
España
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La renovación del pacto (Exodo 34:1-28)

El capítulo 34 de Éxodo tiene dos grandes movimientos en su argumentación. En el primero, la escena discurre en lo alto del monte (versículos 1 al 28), adonde Moisés había sido llamado; en el segundo desciende del monte (versículos 29 al 35), con las dos tablas y el rostro brillante. La primera parte podemos desglosarla como sigue: 1) la iniciativa divina (versículos 1 al 9). 2) Las palabras divinas (versículos 10 al 26). 3) La orden divina (versículos 27 al 28). La segunda parte la consideraremos en su lugar.

La iniciativa divina (Ex 34:1-9)

"Jehová dijo a Moisés" (versículo 1), es más que una simple frase introductora, ya que nos dice que todo lo que sigue es fruto de la buena voluntad divina de renovar el pacto y acabar con los efectos desastrosos de la caída del pueblo que amenazaba ser permanente. Israel no tiene ningún derecho a un privilegio semejante, y sólo le queda ser recipiente agradecido de la gracia inefable de Dios.
1. Las instrucciones de Jehová (Ex 34:1-4)
1. El contenido de las instrucciones. Es posible que las instrucciones fuesen dadas inmediatamente después de las palabras sobre la visión de la "gloria" con que acabó el capítulo 33. Todo aparenta repetición de detalles vistos anteriormente, pero ello es comprensible, ya que se trata de la renovación del pacto y todo tiende a hacernos pensar en ello. Sin embargo, observamos algunas diferencias que hemos de explicar a continuación.
En primer lugar, hallamos el plural "dos tablas de piedras", en contraste con el singular (Ex 24:12) (Ex 31:18), aunque el plural pueda aplicarse a ambas (Dt 4:13) (Dt 5:22) Dt 9:9-11) (Dt 10:1-4). Este matiz ha servido a algunos expositores para hablar de una diversidad de relatos, que, según ellos, habrían sido plasmados en su forma actual. No es preciso decir cuán dudosa es esta teoría. De hecho, no tenemos todos los detalles de las primeras tablas, y que el plural sea ambivalente, como acabamos de ver, demuestra que es un detalle incapaz de prestarse al montaje de una teoría.
En segundo lugar, las palabras "alísate ... y Moisés alisó" parece atribuir a Moisés la labor de alisar. Ahora bien, de esto no hemos de deducir algún tipo de castigo por haber roto las tablas primeras; mejor nos convendría recordar el celo del siervo de Dios buscando la renovación del pacto tras el perdón y la restauración de la nación. Moisés mismo buscaría los materiales y los pondría ante Jehová, y, en todo el proceso, no dejaría de pensar en su significado. Es interesante que el verbo "quebraste" es el mismo usado en (Ex 23:24) para hablarnos de la destrucción de símbolos idolátricos, que vuelve a recordarnos, de forma indirecta, la tremenda caída del pueblo a la vez que la consecuente, significativa y enérgica acción de Moisés (Ex 32:19-20). Ahora todo comienza de nuevo...
En tercer lugar, hemos de fijarnos en la frase "escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras". Tanto aquí como en Deuteronomio capítulos 9-10 es evidente que se trata de una renovación del pacto original. Por ello, no extraña la redundancia de un número de detalles ni el enlace de pensamientos. Así, de forma natural, los versículos 5-7 enlazan con (Ex 33:19) con la proclamación del Nombre como tema; la historia del capítulo 34 fluye con toda normalidad del capítulo 33.
La expresión "las palabras que estaban en las tablas primeras" (versículo 1), aunque no especifican su contenido, nos llevan a (Ex 20:1-17), cimiento legislativo anterior a la apostasía. Esto queda refrendado con el versículo 28 ("los diez mandamientos") y con (Dt 10:4) (Dt 5:22). El doble catálogo propuesto por Goethe (1773), y apoyado por otros posteriormente, no tiene fundamento.
A nuestro juicio, no hay tal cosa como un código ritual (versículos 11 al 26), "que sirviera de base para el pacto renovado y que pudiera ser puesto en paralelo cuando no en oposición al llamado código ético" (Cole). Si hubiéramos de encontrar paralelo lo haríamos con los capítulos 20-23 del Éxodo, ya explicados en su lugar, en el llamado "libro del pacto", que desarrolla los principios contenidos en los Diez Mandamientos. Entendido así no hay contradicción entre códigos supuestamente diferentes. Véase más adelante nuestro comentario a los versículos 11 al 26.
Las palabras "escribiré" y "escribió" se aplican en el primer caso a Jehová (versículo 1) y en el segundo a Moisés (versículo 28). La aparente contradicción desaparece si consideramos más el fondo que la forma en que se realizó. Son, de hecho, dos maneras de hablar de la misma paternidad. Aprendemos que la ley es la expresión misma de la mente y naturaleza divinas, y que hemos de evitar interpretar las frases de manera mecánica y literal si no es preciso hacerlo así.
En otro orden de cosas vuelve a recordarse acerca de lo sagrado del monte (Ex 19:11-13). Moisés habría de comparecer en solitario; aparentemente en esta ocasión las normas son más estrictas que anteriormente (Ex 24:9-13). Se excluye por completo a Aarón, cosa comprensible por su complicidad en el asunto del becerro, y se ensalza a Moisés exclusivamente reforzando quizá la posición del mediador.
2. La respuesta a las instrucciones (versículo 4). Estas palabras son en sí mismas evidencia explícita de la obediencia y sumisión de Moisés: "... alisó ... subió ... como le mandó Jehová, y llevó en su mano...". Todo habla por sí solo.
La manifestación de Jehová (Ex 34:5-7). Llega el momento del cumplimiento de la promesa de (Ex 33:19-23). La teofanía, con la proclamación del nombre, nos lleva a comprender el sentido profundo no sólo de este capítulo sino incluso de gran parte del Antiguo Testamento, ya que el plan de salvación descansa desde siempre en el carácter y naturaleza divina. La misericordia se vincula con el Señor, sin que el hombre pueda concebirla salvo mirando a Dios. A este pasaje acuden los salmistas (Sal 103:8), Nehemías (Neh 9:17) y otros autores de la antigua dispensación.
Por otra parte volvemos a encontrar la nube como manifestación de la presencia divina, acusando la trascendencia y el poder de Jehová. La nube nos habla de la condescendencia divina que le hace descender y darse a conocer, pero también de velar ante la contemplación de Dios; la criatura ha de refrenar la presunción manteniendo su disposición receptiva ante la revelación; cultivar el temor reverente delante de la grandeza divina y mostrar la humildad propia de quienes saben lo mucho que queda por conocer del ser de Dios. "Este sermón sobre el nombre de Dios", como lo llamó Lutero, podemos desglosarlo del siguiente modo: 1) el sujeto de la proclamación; y 2) el contenido de la proclamación.
El sujeto de la proclamación: "¡Jehová, Jehová, Dios...!" (versículo 6). Primero un detalle de exégesis. "Proclamando ... proclamó" (versículos 5 y 6), ha sido explicado como declaración de Moisés acerca de Dios y traducido: "Moisés proclamó (o invocó) sobre él el nombre de Jehová...", mientras que el versículo 6 sería la autoproclamación divina. Por nuestra parte creemos que se trata de una enunciación de Dios sobre sí mismo, de quién es Él y lo que hace, "proclamación de los hechos salvadores de Dios, que en términos del Nuevo Testamento sería keerygma" (Cole). Es, sin duda, una autorrevelación de Jehová (Ex 33:19) (Ex 20:2).
El "nombre" no es mera designación distintiva de alguien sino revelación de la personalidad. El nombre puede originarse en las circunstancias del nacimiento (Gn 5:29), reflejar el carácter de quien lo lleva (Gn 27:36), o ser sinónimo de la persona misma (Gn 4:25) (Jer 14:9). De ahí precisamente deriva la expresión "en el nombre de Jehová" (1 S 20:42). Así pues, el nombre habla de su persona; Dios descorre el velo de su ser de forma que podamos conocerle y nos invita a entrar en comunión con él a partir de su revelación. En el pasaje que estamos considerando el nombre se repite ("Jehová, Jehová") para hacerlo enfático. El significado de "Jehová" ya quedó explicado en su lugar. Lo primero es la realidad e inmutabilidad de su ser. Para con su pueblo siempre sería el mismo. Él sostiene la relación con Israel. El pacto es renovado por causa de la debilidad que hace cambiante al pueblo, no porque Jehová cambie. Al lado de "Jehová" tenemos "Dios" (VM), hebreo "El", nombre genérico para la deidad que, sobre todo, habla de su poder y magnificencia (Gn 31:13) (Gn 24:12,27) (Gn 46:1-3) (Gn 33:20). Esto nos recuerda que la compasión, gracia y fortaleza están plenamente equilibradas (Ex 15:2); su amor no implica debilidad. "El" = Dios queda explicado por "Jehová", el nombre propio de Dios, el Dios de Israel fuera del cual no hay Dios; el Dios vivo. La divinidad alcanzando a la humanidad, revelándose, comunicándose, relacionándose con personas; el amigo de Abraham y Moisés... Nada menos que el Creador es quien garantiza el pacto: es el Eterno y el Altísimo. Es el Dios de la historia de la salvación. ¿No sería suficiente este hecho para que Moisés supere su preocupación y tristeza por la caída del pueblo?
2. El contenido de la proclamación (Ex 34:6-7)
(Para el desglose de los términos hebreos que aparecen en este pasaje nos ha sido útil la obra Synonyms of the Old Testament de Girdlestone, traducido y editado ya en castellano, así como otras ayudas valiosas).
Las características del ser divino que van siendo enunciadas a continuación las ordenamos bajo tres epígrafes:
1. Rasgos generales: "Compasivo y clemente" (VM), o "misericordioso y piadoso" (RV-60).
a) "Misericordioso" (racham) expresa los sentimientos de compasión, profundos y tiernos a la vez, despertados por la contemplación de la debilidad o el sufrimiento. Corresponde a "oiktirmós" en la versión LXX, teniendo dos ejemplos notables en el Nuevo Testamento (Ro 12:1) (2 Co 1:3). En el Antiguo Testamento está en la raíz del nombre "Ruhana" = "compadecida" (Os 2:1), y se traduce por compasión (Sal 103:13) o misericordia (Gn 43:14), según el caso. Es un atributo divino del Dios de toda gracia aplicándose a él en otros pasajes (Dt 4:31) (2 S 24:14), ante actitudes de arrepentimiento o confianza (Sal 51:1) (Jer 3:12). El Dios eterno y poderoso tiene compasión de su pueblo elegido. Pero no sólo está decidido a aliviar, pues está dispuesto a producir felicidad como veremos enseguida.
b) "Clemente o piadoso". Es la gracia en forma de bondad otorgada libremente sobre los que nada esperan ni pueden compensar por lo que reciban (Ro 11:6) (Lc 6:32-34) (1 P 2:19). Se traduce mediante términos de gran importancia teológica: "caris" (Zac 12:10) (Zac 4:7) (Is 52:3); "doorean" (Mt 10:8) (Ro 3:24) (Ap 22:17); "carizomai" (Lc 7:42) (Ro 8:32) (1 Co 2:12) (Ef 4:32). Aquí, en Éxodo, aparece como adjetivo, "chanun" ("eleeemoon" en la versión LXX), cuya particularidad es su aplicación exclusiva a Dios en el Antiguo Testamento denotando la acción que fluye de su amor, libre e inmerecido, hacia sus criaturas (Jl 2:13) (Jon 4:2) (Sal 111:4) Sal 112:4) (Sal 116:5) (Sal 145:8) (Neh 9:31) (2 Cr 30:9).
2. Permanencia y plenitud: "Tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad".
a) "Tardo para la ira", es una expresión hebrea que, con alguna variante, hallamos en otros lugares del Antiguo Testamento (Pr 14:29) (Pr 15:18) (Pr 16:32), ilustrándose en (Is 42:14). Corresponde a "makrothumía" en la versión LXX: longanimidad, largura de ánimo, aplicado a la paciencia con personas incluso bajo provocación. Una ilustración la encontramos en la reacción de David en (2 S 16:10-13). Es un atributo divino (Ro 2:4) (1 P 3:20). Los hombres resisten a Dios puesto que El respeta la libertad personal de sus criaturas, aunque estos se vuelvan contra él, y los soporta hasta donde es posible hacerlo. Ecos del pasaje que estamos considerando (Nm 14:18) y (Nah 1:3).
b) "Misericordia y verdad". Lo primero "es la cualidad de la generosidad. La generosidad significa una disposición a dar a otros en forma que no tiene motivo mercenario alguno y que no está limitado por lo que merecen los destinatarios sino que invariablemente va más allá. La generosidad expresa el simple deseo de que otros tengan lo que necesitan para que sean felices. La generosidad es, por decirlo así, el foco central de la perfección moral de Dios; es la cualidad que determina cómo se han de desplegar todas las restantes excelencias de Dios... Cuando los cantores de Israel llamaban al pueblo a dar gracias a Dios "porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia", generalmente estaban pensando en misericordias redentoras: misericordias tales como las poderosas obras de Dios al salvar a Israel de Egipto (Sal 106:2) (Sal 136), su disposición para ser paciente y perdonar cuando sus siervos caen en el pecado (Sal 86:5), y su ánimo pronto para enseñar al hombre su camino (Sal 119:68)" (J.L. Packer, Conociendo a Dios (Terrassa: Editorial Clie), pp. 185-186.
Lo segundo, como en (Ex 18:21) ("varones de verdad", véase también (Neh 7:2), hemos de entenderlo como digno de confianza. Es el atributo de Aquel en quien podemos descansar sin reservas. "Misericordia y verdad" no entendemos que sea pleonasmo, como si dijera "misericordia sincera y real", ya que la posición relativa de "verdad" junto a "misericordia" lo hace improbable. Quizá hemos de aplicarlo al cumplimiento de promesas y amonestaciones bajo el pacto. En la base de la palabra "verdad" está "emet" (cuya derivación es "amén"), traducido por "verdad" (Gn 24:48), o por "justo" (Neh 9:33), encontrándola con otra forma en (Dt 32:4) y en (Sal 33:4) y (Sal 96:13).
Como es bien sabido "misericordia y verdad" van juntas con frecuencia (Sal 98:3) (Sal 100:5), refiriéndose tanto a Dios (Gn 32:10) como a los hombres (Gn 24:49). El corolario es que nunca desaparecerá el amor al que el Señor se obligó al hacer y renovar el pacto.
3. Certeza y aplicación de lo anterior (versículo 7): "Guarda ... perdona".
a) "Misericordia". Si repasamos lo dicho encontraremos que "compasivo y clemente" constituían una afirmación general que hacía posible la apertura de Jehová hacia el pueblo pese a los fallos de éste, y así tenemos "tardo para airarse" junto a su lado positivo, "misericordia y verdad" (chésed y emet) para expresar la disponibilidad divina (sin menoscabo de su soberanía) hacia su pueblo. Ahora, "guarda misericordia a millares" repite la palabra "chésed", mientras que "emet" está en la idea de "millares". Como explicábamos anteriormente, la palabra "chésed" se asocia regularmente con "emet" (verdad), casi siempre en este orden; pero asimismo tiene relación con pacto ("berith") en (Dt 7:9) (Neh 1:5) y (Neh 9:32) (Dn 9:4); y con piedad o misericordia ("rahamin"), en (Os 2:19) (Sal 25:6) (Lm 3:22).
De todo ello deducimos tres cosas: en primer lugar se supone una relación supeditada a términos legales y deberes mutuos; esto debería configurar el comportamiento. Si lo referimos a Dios, entonces se nos recuerda la fidelidad a sus promesas. En segundo lugar hemos de reunir disposición y gestos concretos. La disposición sería mera teoría sin los hechos; mientras que si fuese al revés faltaría el fundamento. La manifestación de la "chésed" son las "piedades" (Sal 69:16). En tercer lugar implica reciprocidad, pero sobre todo, el amor por la otra parte lleva siempre a ir más allá de lo estipulado. Israel ni siquiera alcanza a cumplir su parte en el convenio; Jehová muestra su misericordia. Esto es lo que hace tan admirable a la "chésed" de Dios. La misericordia no ignora jamás la pecaminosidad humana consistiendo entonces en su disposición a perdonar (Neh 9:17) (Sal 25:10-11) (Sal 130:7-8), aunque como veremos no pase por alto la justicia. (Para un estudio más amplio sobre chésed ver Jenni y Westerman, Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, tomo 1, pp. 832-861).
b) "Perdona" ("nasa"). El perdón, partiendo del vocablo usado aquí, implica tres cosas: levantar, llevar y quitar remitiendo. Al seguir su uso por el Antiguo Testamento observamos lo siguiente:
1). La responsabilidad por el pecado. A veces conviene a la idea de sufrir castigo o incurrir en responsabilidad (Gn 4:13), hallando también la expresión "llevará su pecado", o lo que es lo mismo, incurrirá en la responsabilidad derivada del pecado (Lv 5:17); esto, a veces, incluye las consecuencias de llevar la iniquidad (Lv 19:8).
2). La expiación del pecado. La iniquidad ajena puede llevarse mediante sustitución o representación moral (Ex 28:12) (Lv 16:22); de hecho, en (Lv 10:17) llevar la iniquidad equivale a expiar ante el Señor. Esto se aplica sobre todo al "Siervo de Jehová", principalmente en (Is 53:4,11,12). Cristo, no sólo remitió los pecados sino que los llevó sobre sí mismo (1 P 2:24). Cuando leemos las palabras de Juan el Bautista en (Jn 1:29): "He aquí el cordero de Dios que lleva el pecado del mundo", hemos de entender, estimando el trasfondo del Antiguo Testamento que acabamos de resumir "quitar llevando sobre sí". Invitamos al lector a leer los pasajes de (1 Jn 3:5) (He 7:27) y (He 9:28) para abundar en lo mismo.
3). El perdón del pecado. Este es el paso siguiente y la consecuencia de la entrega vicaria (Mi 7:18) (Ex 32:32) (Nm 14:19) (Sal 25:18) (Sal 32:1,5) (Sal 85:2) (Sal 99:8) (Is 33:24) etc., donde hallamos la misma palabra hebrea. El perdón incluye aceptación (Job 42:8,9), y "dignidad" (Gn 49:3), la elevación consecuente con dicha posición.
El perdón se aplica a tres cosas que vemos relacionadas a continuación:
(a) "Iniquidad" ("awon"), perversión o distorsión causada por malos hechos; habla de lo torcido, de algo encorvado y de salir del camino. Como ejemplos del uso de esta palabra véase (1 R 8:47) (Job 33:27) (Sal 65:3) (Sal 106:6) (Jer 3:21) (Jer 9:5) (Ez 28:18) (Dn 9:5).
(b) "Rebelión" ("pesah"), rehusar sujeción, no someterse a la autoridad legítima, rebelarse. Se traduce por transgresión (Sal 51:13), prevaricación (Pr 28:21) (Is 43:27), pecado (Pr 10:19) (Pr 28:13), fraude (Ex 22:9); contrasta con la misericordia (Pr 10:12); algunos ejemplos más serían (1 R 12:19) (Job 34:37) (Is 1:2).
(c) "Pecado" ("chatah") errar el blanco. Es la palabra más utilizada para describir el pecado. Corresponde a "hamartanoo" (LXX y N.T.). El pecado es aquello que hace quedar corto de lo que el Creador quería para sus criaturas. Impide alcanzar lo que es propio de la imagen de Dios que llevamos. Este mal no es necesariamente voluntario, pues muchos pecados lo son por negligencia o "ignorancia" (Lv 4:2) (Lv 5:15) (Nm 15:28). El pecado "es todo movimiento de la voluntad humana en contra de la voluntad de Dios, sea consciente o inconsciente" (Ernesto Trenchard, Bosquejos de doctrina fundamental, Grand Rapids: Editorial Portavoz, p. 31). Implica culpa merecida y lleva a la convicción de haber hecho mal a Dios y a los hombres (1 R 8:31) (Lv 5:16).
4. La justicia de Dios (versículo 7).
a) La aseveración: "De ningún modo tendrá por inocente al malvado". "Inocente ("nakah") en el pasivo significa ser limpiado, ser librado, y así ser sin culpa, inocente, no castigado. Supone que la acusación se plantea ante otros de modo que el cargo formulado tiene su motivo. No alcanza las cotas de significado que vemos en "tsadak", que considera al hombre como libre de condenación y con derecho a herencia, y sólo significa quedar eximido de cualquier cargo" (Girdlestone). Aquí implica que Dios está dispuesto a perdonar el pecado, pero eso no significa olvidarlo o desentenderse de ello. El pecador es culpable a los ojos de Dios en tanto no sea encontrada la manera de remover la culpa (Dt 5:11) (Nm 5:31) (1 S 26:9). En otro orden de cosas, léase el (Sal 24:4) (Ex 23:7) (Ro 4:5).
b) La ilustración: "Que visita la iniquidad...". La "tercera y cuarta generación" es un semitismo, indicando permanencia o continuidad. Se aplica a quienes Dios "odia", a los que rehusan someter sus vidas a la voluntad divina. El pecado de una generación afecta a la que sigue, así que no sólo es necesario el perdón sino también la presencia divina continua con su pueblo. Al leer estas palabras en el contexto de un pacto renovado percibimos su significado profundo; el fulgor de la gracia de Dios al perdonar a Israel. Recordemos nuevamente la acumulación de términos referentes a la gracia con sus manifestaciones diversas que acabamos de estudiar que hablan elocuentemente del amor de Dios. El amor santo no castiga hasta que son despreciadas hasta el colmo las riquezas de su benignidad.
Moisés puede ver la misericordia asegurada para todas las generaciones, y solamente quienes rehusen obstinadamente los llamamientos divinos perecen sin remedio. Remitimos al lector al comentario sobre (Ex 20:5-6), para ampliar la explicación presente. Moisés puede descansar plenamente en el propósito de quien "guarda misericordia a millares". Este propósito asegura la continuidad de la nación pese a los juicios divinos en uno u otro tiempo. La misericordia es espontánea; no necesita estímulo "desde afuera" para obrar; sus promesas no son dadas en modo alguno en base a mérito por parte de nadie, sino que nacen de sus "entrañas de misericordia". De ahí la frase, tantas veces repetida, "por amor de mí mismo" o de "su nombre" (Sal 23:3) (Sal 25:11) (Sal 79:9) (Sal 106:8) (Sal 109:21) (Is 37:35) (Is 43:25) (Is 48:9,11) (Jer 14:7,21) (Ez 20:44) (Dn 9:19).
3. La oración a Jehová (Ex 34:8-9)
1. La actitud de Moisés (versículo 8). A la vista de la proclamación gloriosa del nombre la respuesta de Moisés no se hizo esperar. Así que eleva una oración que responde plenamente a todo lo que se le ha revelado. La oración va acompañada de gestos que ponen de manifiesto la humildad, hasta la humillación; la gratitud y el reconocimiento ante la grandeza y las misericordias divinas. La actitud íntima es expresada mediante la expresión "y adoró", significando postración como señal de respeto. En Éxodo es aplicada a otras personas (Ex 18:7), a dioses ajenos, junto con la advertencia de evitarlos (Ex 20:5) (Ex 23:24) (Ex 34:14), y de la adoración del pueblo o de los líderes en determinados momentos (Ex 4:31) (Ex 12:27) (Ex 24:1) (Ex 33:10). Aquí, la adoración de Moisés contrasta fuertemente con la rebelión del pueblo y la contradice de plano (Ex 32:8); resumiendo de forma gráfica y práctica casi todo lo dicho en los dos capítulos anteriores. ¡Cuán sugerente esta palabra en este lugar! Moisés conoce mucho más de Jehová que antes, ha visto transformado su propio carácter y tiene la actitud propicia para escuchar las palabras que ha de obedecer con el fin de servir al Dios vivo, único y verdadero (Sal 5:7) (Sal 29:2) (Sal 138:2).
2. La oración de Moisés (versículo 9).
a) El receptor de la oración: "Señor" ("Adonai") se repite dos veces en este versículo y equivale a "kuriós", aplicado en tantas ocasiones a Cristo. Es el nombre que los judíos utilizaban para traducir y sustituir el nombre "incomunicable" de Jehová por sus escrúpulos en utilizar este último nombre divino. Adonai nos dice que Dios es el dueño de cuanto ha creado, y, por tanto, no sólo pretende, sino que tiene derecho a una obediencia sin limitaciones. Adonai es el Señor con autoridad sobre todos los que están en eminencia (Dt 10:17) y por tanto sobre Moisés mediador y guía principal de Israel. En cuanto a implicaciones de esta expresión ver (Jn 20:28) (Sal 35:23) (Mal 1:6).
b) La forma condicional de la oración: "Si ahora...". Es posible que hayamos de entenderlo afirmativamente, "puesto que", no en forma condicional, "si". Como vimos en su lugar, Moisés ya ha utilizado estos argumentos anteriormente (Ex 33:13), ha sido espectador de excepción de la contestación del Señor. De este modo ha escuchado promesas (Ex 33:17), ha visto su gloria, y entró en los "entresijos" del carácter y propósito divinos (Ex 34:5-7). Por tanto, ya no le queda duda de que el pacto puede ser renovado y establecido perfectamente. Pero, queda aplicarlo, ¡y esto es lo que hace Moisés!
c) El motivo aducido en la oración: "porque...", es una especie de confesión de la naturaleza del pueblo al cual Dios ha de perdonar y restaurar (Ex 32:9) (Ex 33:3,5). Moisés comparte plenamente la valoración y el diagnóstico del Señor. La razón dada apunta a las raíces profundas de corrupción puestas en evidencia al hacerse un becerro y adorarlo. Pero recordamos (Gn 8:21), donde la ira de Dios fue mitigada al considerar la naturaleza humana. El amor de Dios, revelado en el nombre, asegura no sólo una estimación cabal de la condición humana sino también una voluntad dispuesta a salvar lo que estaba perdido. Así que, la razón aducida es plenamente comprensible dentro de la óptica divina, aun cuando pueda ser muy contradictoria para la lógica del hombre natural. Ciertamente el amor de Dios es inefable.
d) La petición esencial de la oración. Esta petición consta de dos partes complementarias. La primera implica o lleva a la segunda, y esta es consecuencia de la primera.
(1) El lado negativo: "perdona..." ("salach"), (Dn 9:9). Es un término distinto al que analizamos en el versículo 7. "Salach" define por antonomasia al perdón divino. Este vocablo nunca sirve para describir el perdón entre personas aplicándose exclusivamente al Señor. Hay dos matices en esta palabra. En primer lugar habla de remisión; el pecado es remitido para no ser encontrado nunca más (Is 43:25) (Mi 7:19) (Sal 103:12) para expresiones usadas en estos pasajes que ilustran este punto; pero sobre todo ver su uso en (Jer 31:34) y (Jer 50:20). En segundo lugar habla de propiciación (Lc 18:13) (Sal 130:4) (Lv 4:20,26,31,35). Cubrir el pecado y perdonarlo son dos aspectos de la misma verdad encontrando ambas cosas su significado pleno en Jesucristo (He 9:22,25) (Mt 26:28) (Ef 1:7).
Hemos de destacar la identificación de Moisés con el pueblo al hacer esta petición hablando de "nuestra iniquidad y nuestro pecado", recordándonos nuevamente su labor de mediación que responde a su deseo de poner a toda la nación delante de Dios. Es, además, una confesión definida: "iniquidad ... pecado", repite términos empleados en el versículo 7 enfatizando en esta ocasión la perversidad en la conducta ("awon"), y el quedar faltos ante las exigencias divinas ("chatah").
(2) El lado positivo: "y tómanos por tu heredad". La heredad no se refiere a la herencia prometida en Canaán (Ex 23:20) (Ex 32:13) (Lv 25:38) sino a que Jehová considere hacer de Israel su heredad (Dt 4:20) (Dt 9:26) (Ex 19:5) (Sal 28:9) (Sal 33:12) (Zac 2:12).
Al llegar al final de esta oración vemos cuán perfectamente entiende y aplica Moisés lo que Dios le ha dicho: "Jehová ... guarda misericordia a millares ... perdona...".

Las palabras divinas (Ex 34:10-26)

La iniciativa y promesa de Jehová (Ex 34:10-11). "He aquí" es un hebraísmo usado para llamar la atención a lo que sigue a causa de su importancia. Lo que hay que destacar es "yo hago pacto". La palabra para "hago", que no es el mero verbo hacer, forma parte de los términos asociados con el pacto, y es usada también en los versículos 12, 13, 15, 27. Aquí y en el versículo 27 se refiere al pacto divino renovado, mientras que en los otros versículos que acabamos de citar la referencia es a los pactos que habían de ser evitados y a la responsabilidad contraída con el pacto de Jehová. El uno excluye a todos los demás y pone al pueblo de Dios bajo obediencia. "Pacto" es literalmente "cortar", haciendo alusión a la costumbre de sacrificar víctimas a la hora de hacer un pacto, de lo que sería ejemplo pertinente (Gn 15:9-21). Ciertamente Moisés oró por la renovación, pero la frase "yo hago pacto" nos dice, sin lugar a dudas, que la iniciativa partía de Dios. La misma oración suplicante y contrita de Moisés pone en claro hasta qué punto el pueblo es indigno de tan gran beneficio.
Después del anuncio anterior podemos destacar en lo que sigue dos cosas importantes:
1. La mención del Creador. "Haré" es un vocablo asociado con la creación. Solamente en Génesis 1 hallamos ya varias referencias en contraste con la palabra crear ("bara") de (Gn 1:1,27). Es cierto que describe también la creatividad humana (Ex 32:1,4,8,20,23,31,35), pero en nuestro texto hace alusión por dos veces a Dios: "Haré (maravillas) ... haré (contigo)", en señalado contraste con (Ex 34:17): "No te harás dioses de fundición". Lo anterior queda corroborado con la frase "no han sido hechas" (o mejor creadas, "bara") que nos recuerda pasajes tales como (Nm 16:30) (Is 45:7) (Is 48:7) y (Jer 31:22), los cuales el lector haría bien en considerar atentamente porque ilustran el hecho de que Dios siempre puede hacer cosas nuevas y desde luego las hace.
2. La gloria del Creador. Jehová renueva el pacto implicando esto como promesa ("haré ... haré") la manifestación de su carácter, de forma que el resultado de su obrar será: "verá todo el pueblo". En otras palabras, el propósito de la renovación del pacto no sería otro que su propia gloria; esto resultaría en conocimiento renovado de Dios por parte de la nación. La manera que será revelada su gloria se describe con dos vocablos: "maravillas" y "cosa tremenda". En esto verían "la obra de Jehová" (Dt 11:3,7) (Jos 24:31); en contraste (Is 41:23,29) (Is 57:12-13). Todos los poderes que resistan al reino de Dios caerán indefectiblemente, por tanto, cuando en el versículo 11 leemos una lista pormenorizada de los habitantes de Canaán, no hemos de pensar en mera curiosidad histórica sino en la grandeza del milagro efectuado (Dt 4:38).
La palabra "maravillas" se aplica al Creador (Job 37:5), y se relaciona con Egipto, las plagas y el Éxodo (Ex 3:20) (Jue 6:13) (Mi 7:15), pero también con la entrada a Canaán (Jos 3:5), otro ejemplo de lo cual sería (Jos 10:12-13). Sobre todo en los Salmos las maravillas son cantadas, alabadas, contadas, aun cuando no sea posible contar todo; proclamadas, meditadas y experimentadas. Para ilustrarlo con un ejemplo específico tomemos el Salmo 136 con las "maravillas" vistas en la creación (versículos 5 al 9), el éxodo (versículos 10 al 15) y Canaán (versículos 17 al 22). Consecuentemente al Señor se le conoce como pastor (versículo 16), consolador (versículo 23), redentor (versículo 24) y sustentador (versículo 25).
La expresión "cosa tremenda" nos explica el sentido de lo anterior. Las "maravillas" ponen temor en los hombres. Jehová es Dios único e incomparable, grande, temible y glorioso (Ex 15:11) (Dt 7:21-22) (Dt 28:58) (Job 37:22) (Sal 47:2). Su manifestación impresiona profundamente (Jue 13:6); ha de ser objeto único de temor (Dt 10:20-21), y es digno de ser temido (Mal 1:14). Su obrar glorioso descubre su carácter, su ser en operación (Sal 76) le muestra como el Santo revelando tanto su justicia como su salvación. Juzga y humilla a sus enemigos; sin embargo, su propósito es traerles a una relación adecuada consigo mismo (Sal 66:3) (Is 18:2,7). Por otro lado redime y fortalece a su pueblo. Los piadosos proclaman su grandeza y le invocan (Dn 9:4) para salvación y múltiples bendiciones (Is 64:1-2). Su acción en Canaán la vemos en (2 S 7:23) (1 Cr 17:20-22), pero su majestad nunca será más patente que en el "día de Jehová" (JI 2:31). "El doble aspecto de juicio y salvación que es propio del Dios terrible lo vemos sobre todo en relación con la cruz, donde el hombre es justificado o condenado" (Cole).
Aunque nos hayamos extendido en la exposición del pasaje comenzando en el versículo 5, creemos ha sido provechoso hacerlo así, puesto que, como hemos tenido ocasión de observar, por la terminología usada y por su incidencia en otros muchos lugares, estos son textos básicos para entender mucho de lo que hallaremos más tarde en el Antiguo Testamento. Por otro lado, hemos tratado de compartir la impresión que nos produjo el deseo divino de revelar su grandeza hasta el punto de impresionarlos con su gloria, para hacer surgir el amor de los corazones, junto con el temor y la gratitud, resultando de este modo más aborrecible la desobediencia en tanto que más grata la consagración sin reservas a Jehová, cuyo nombre había sido proclamado, y Aquel a quien únicamente debían la renovación del pacto. "He aquí, éste es nuestro Dios ... éste es Jehová ... nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación" (Is 25:9).
El lugar del pueblo (Ex 34:11). "Guarda...". Es evidente que cuanto acabamos de explicar habla por sí sólo de la peculiaridad de Israel restaurado ahora a la comunión con Dios. Este privilegio, tan exclusivo, se hace notorio de nuevo en el contraste entre la presencia de Jehová con el pueblo, la mención de "toda la tierra" y la frase "en nación alguna". Pero es además muy claro el papel de Moisés, ya que el pacto (que alcanza a todo el pueblo) es renovado ante él en su calidad de mediador. De ahí las frases "el pueblo en medio del cual estás tú", con énfasis en el pronombre personal, y "lo que yo haré contigo" en singular (ver también "contigo y con Israel", versículo 27), donde es tratado como representante legítimo y plenamente autorizado. Asimismo, "tu pueblo", palabras que no respiran la oposición divina que veíamos en (Ex 32:7), apunta a lo mismo. Israel, como nación restaurada, debe recibir con plena sumisión, de la mano de Jehová y por medio de Moisés, las condiciones del Señor.
Advertencias con intención "pastoral" (Ex 34:11-26). Recordemos lo que dijimos al comienzo del capítulo 34 de que no busquemos aquí ningún catálogo ritual o cúltico. En primer lugar, porque las estipulaciones del pacto ya fueron dadas anteriormente tal como comentábamos en su lugar (capítulos 19 al 24), y sólo se trata de revalidar el pacto quebrantado. En segundo lugar, porque es de lo más probable que aquello que se incluye en este pasaje trate de "poner en mente" lo que más había sido olvidado y por ende era más necesario enfatizar, esto es, la separación de todo cananismo, y poner el acento en la piedad que brotaba de la revelación de Jehová. Era importante, además, poner delante de Israel el señorío absoluto del Dios del pacto, y por eso tenemos la mención de los primogénitos, el sábado, etc. Es decir, se trata de colocar en su sitio todo lo que había sido quebrantado fundamentalmente al hacer el becerro de oro. Si olvidaban esto otra vez se expondrían a peligros seguros e imprevisibles.
Si la oración de Moisés, "tómanos por tu heredad" (versículo 9) había de ser respondida, era necesario romper toda vinculación con los habitantes de Canaán. El pueblo peculiar no debe convertir su fe en una mezcla sincretizada, odiosa para Dios, no importa la forma que tomara tal sincretismo. Pero junto con las advertencias tenemos la motivación, y así, además de todo lo que han visto, deben contemplar lo que Dios hará en Canaán ("he aquí que yo echo", versículo 11); que Jehová es Dios Celoso (versículo 14), que ya explicaremos en su lugar; y el éxodo de Egipto (versículo 18).
Lo que han de evitar: la relación con los impíos (Ex 34:12-16). Pensamos que sería inadecuado e innecesario repetir lo ya dicho sobre los mismos temas en exposiciones anteriores, que el estudiante diligente buscará y repasará con atención. Aconsejamos además la lectura de (Nm 33:50-53) y (Dt 7:1-6), junto con otros textos que van en la misma dirección en su advertencia contra el sincretismo (Jue 3:6) (1 R 11:2) (1 R 14:23) etc.), cosa que sin duda sería "tropezadero" para Israel. Quedan sin embargo algunos detalles, que sin ser totalmente nuevos nos invitan a una ampliación o matizan algún detalle. Por ejemplo, la descripción del Señor: "Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es", donde el título "Celoso" está relacionado con su nombre y su ser ("es"). El tema ya fue suscitado en (Ex 20:5), explicando allí que al definir la naturaleza de Dios como celoso extiende sus demandas a la relación exclusiva con él, y que en el fondo late la figura del matrimonio. Hemos de ampliar ahora la explicación anterior con el fin de adecuarlo al contexto.
La palabra "celos" describe la envidia (Gn 26:14) (Gn 30:1) (Gn 37:11), o los celos egoístas ante ventajas ajenas (Nm 11:29) (Sal 106:16), cosas que han de ser totalmente descartadas al aplicarlo al Señor. Somos además exhortados a remover la envidia por la impiedad (Sal 37:1) (Sal 73:3) (Pr 3:31) (Pr 23:17) (Pr 24:1,19), siendo en cambio alabado el celo por la causa de Jehová (1 R 19:10,14), sobre todo si éste quedó demostrado a satisfacción divina (Nm 25:11,13). Esta entrega sin reservas y el contentamiento en la esfera piadosa es lo que Dios busca.
Centrando ahora nuestra atención en el Señor notamos que es posible provocarle a celos (Dt 32:16) (Ez 8:3) (Sal 78:58), lo que de suceder traería retribución por su parte (Dt 32:21). En el fondo late la gran solicitud divina por su pueblo que nace de su amor (Jl 2:18). Su celo le lleva a una acción continua, sea en juicio o en misericordia. El pacto demanda amor y fidelidad incondicionales. Esta relación esposo-esposa lleva consigo el celo necesario para mantenerla intacta. Por eso las figuras de "fornicación" y "adulterio" (Ex 34:15-16), tantas veces repetidas en el Antiguo Testamento, denotando hechos de alta traición al sólo y verdadero Dios. Estas figuras no dejan de tener expresividad, ya que la prostitución literal estaba asociada a los cultos de la fertilidad. Ejemplo lamentable de ello lo encontramos en Números 25. Léase también (Os 4:13-14) para ver la relación íntima entre la fornicación espiritual y la sexual.
Son instructivas a este respecto las palabras de J.L. Packer: "El celo de Dios por su pueblo, como hemos visto, presupone al amor que corresponde al pacto; y dicho amor no es un afecto transitorio, accidental y sin objeto, sino que es la expresión de un propósito soberano. El objetivo del amor de Dios en el pacto es el de contar con un pueblo en la tierra ... y posteriormente el de tener a todos los fieles de todas las épocas consigo en la gloria... Porque el objetivo último de Dios, como lo declara la Biblia, es triple: el de vindicar su gobierno y su justicia mostrando su soberanía al juzgar el pecado; el de rescatar y redimir a su pueblo elegido; el de ser amado y alabado por ellos por sus gloriosos actos de amor y autovindicación... De manera que el celo de Dios le lleva, de un lado, a juzgar y a destruir a los infieles entre su pueblo, los que caen en la idolatría y en el pecado, y, aún más, a juzgar a los enemigos de la justicia y la misericordia en todas partes. También le lleva, de otro lado, a restaurar a su pueblo luego que el juicio nacional los ha castigado y humillado... ¿Y qué es lo que motiva estas acciones? Simplemente el hecho de que se muestra celoso por (su) santo nombre" (Conociendo a Dios, Terrassa: Editorial Clie, pp. 196-197).
Lo que se debe practicar: adoración verdadera (Ex 34:17-26). La adoración verdadera es presentada primero de forma negativa, mediante la prohibición que encontramos en el versículo 17, que hace eco del segundo mandamiento referido en (Ex 20:4) y repetido y ampliado en (Dt 4:15-16). La mención a los "dioses de fundición" en lugar de "dioses de plata ... de oro" en (Ex 20:23) es una alusión directa al becerro de oro (Ex 32:4), apareciendo esta frase sólo una vez más en (Lv 19:4). Se discute si se trata de estatuas de Jehová o de otros dioses, pero tal especulación es vana, puesto que no ha de haber otros dioses en labios de Israel. E incluso en el caso de adorar ídolos llamándoles Jehová no significaría adorarle bien, y pone a quien lo hiciera bajo la maldición de la ley.
En segundo lugar tenemos el lado positivo en el cual no vamos a detenernos en detalle. Remitimos al lector a las notas pertinentes sobre los capítulos 12 al 13 y 20 al 23 dentro de este comentario. La adoración lleva intrínseca la consagración y la confianza. Así, notarnos la mención de los "primogénitos", en relación con la Pascua y la salida de Egipto (Ex 13:2,11,12), así como la frase "ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías", en consonancia con "manos llenas" (Ex 32:29), figura que conviene a la idea de consagración. Ambas cosas son plenamente adecuadas aquí. Asimismo, la nueva mención del "sábado" en el versículo 21, asociado a la confianza en la providencia divina, (Ex 16:29), en esta ocasión acompañado de las palabras "aun en la arada y en la siega, descansarás", o sea, en plena sazón de la cosecha cuando el fracaso sería previsible. Emerge por tanto el principio formulado por el Señor Jesús de "buscar primero el reino de Dios" (Mt 6:33) en medio de circunstancias donde parecería aconsejable la prudencia.
Queda por comentar la promesa del versículo 24. La subida a las fiestas (lo que implica situaciones que habrían de vivir después del establecimiento en la tierra con un santuario central) se convierte en un asunto de fe en la protección divina y no en mero cumplimiento ceremonial vaciado de contenido. "Ninguno codiciará tu tierra" sale al paso del temor probable, a que, en ausencia de los dueños, alguien disminuya la propiedad modificando los linderos (Dt 19:14), aunque puede tratarse de opresión, (Is 5:8). "Codiciar", en sí mismo, tiene significado neutro, dependiendo de la dirección que tome el deseo, y tiene que aplicarse según el contexto. En este caso es sinónimo de apropiar algo que pertenece a otro (Ex 20:17). Pero la promesa que invita a descansar en la fe es: "Ninguno codiciará tu tierra".
La manera en que son elegidos los temas que forman el contenido de este pasaje muestra una exquisita sensibilidad pastoral. Todo tiende a colocar al pueblo rebelde, ahora restaurado, no sólo en la posición anterior a la idolatría sino en una mayor comprensión de la gracia que invita a la gratitud. Por tanto, la renovación nos establece espiritualmente en los principios de libertad, consagración y confianza sobre la base del Dios de toda gracia que también es Señor todo suficiente y fiel.

La orden divina (Ex 34:27-28)

Moisés recibe la orden de escribir, dejando así recuerdo permanente de lo dicho en esta ocasión (Ex 24:4,7) (Jos 24:26). Es posible que "conforme a estas palabras" se refiera al contenido de los versículos 11 al 26, bien que entendido como explicábamos anteriormente, mientras la frase "y escribió en las tablas" (versículo 28) es distinta, siendo una alusión clara a "las diez palabras" (Ex 20:1-17), en torno a las cuales giraban las condiciones del pacto. El pacto sellado con sangre (capítulo 24) quedó renovado, e Israel instalado de nuevo como pueblo de Jehová. No era necesaria ninguna otra conclusión, y al escribir las condiciones fundamentales quedaba probada la renovación del pacto. "Cuarenta días y cuarenta noches" es un segundo período de ayuno (Dt 9:9,18), con lo que se reproducen las condiciones de las primeras tablas; por lo tanto, no se trata de un vago recuerdo de la anterior estancia de Moisés en el monte (Ex 24:18), como algún expositor ha sugerido.
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