Una de las razones por las que no contestaba era porque él sabía que se hallaba ante un proceso ilegal y haber participado en él habría supuesto legitimarlo.
Por otro lado, no le tocaba al acusado poner orden en el testimonio contradictorio de los falsos testigos.
Y además no tenía ninguna utilidad intentar explicar las cosas en detalle, ni ofrecer defensa alguna, puesto que en realidad ellos no estaban dispuestos a aceptar nada de lo que él dijera. Sólo estaban empeñados en buscar motivos para condenarle a muerte. Ninguna otra cosa les interesaba.
Y algo muy importante que no debemos olvidar es que él había aceptado beber la amarga copa que su Padre le había dado, y lo hacía sin quejarse ni murmurar.
Y por último, una vez más se cumplía lo que de él estaba escrito en la Escritura: (Is 53:7) "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca".