Si deseamos la bendición de Dios, hay un principio que no debemos olvidar: el temor de Dios. Este debe ser el principio por el que se rigen todas nuestras decisiones. Pero, ¿en qué consiste el temor de Dios?...
El salmista afirma que Dios le ha formado desde el viente de su madre. Lo ha hecho de una forma personal y con un propósito definido. Y de la misma manera, cada uno de nosotros tenemos también una misión que cumplir en este mundo. Dios nos ha dado aptitudes, circunstancias familiares, experiencias y oportunidades con el fin de que cumplamos este propósito. Por otro lado, el salmista también afirma que Dios nos ve en todo momento y nos acompaña en todos los sitios. Un conocimiento así podría resultar agobiante, pero si nos hemos reconciliado con Dios, lejos de privarnos de libertad, tiene la finalidad de cuidarnos, protegernos y sanarnos. Ante esta perspectiva, no es de extrañar que el salmista se sintiera seguro en las manos de Dios. ¿Y usted...?