Primero el diablo es juzgado y arrojado al lago de fuego, y después, todos los que no quisieron creer en Cristo, resucitarán para escuchar el veredicto condenatorio de Dios y ser enviados también al infierno. Son verdades incómodas e impopulares que siguen estando en la Palabra de Dios y en las que debemos meditar.
En los capítulos anteriores vimos que Dios quitaba todo aquello que había sido afectado por el pecado y ahora vamos a ver cómo él hace nuevas todas las cosas. Inmediatamente nos damos cuenta de la grandeza de la gracia de Dios y su amor... Sin duda, un pasaje muy consolador...
Juan recibe una visión de la nueva Jerusalén, y con grandes dificultades intenta transmitirnos su belleza y hermosura. Por supuesto, es la presencia de Dios en ella lo que la hace única... ¡Y ese será también el hogar definitivo de todos los creyentes!
Estos versículos nos muestran la nueva creación liberada de todos los efectos del pecado para volverla a llevar nuevamente al estado en el que estaba en el huerto del Edén antes de que quedara maldita por causa del pecado...
Apocalipsis termina con una profecía sobre la inminente venida del Señor, algo que en este capítulo se repite tres veces. Su intención es sacudirnos del letargo espiritual para que nos levantemos del sueño y estemos preparados para recibirle.