Estudio bíblico de Santiago 5:1-6

Santiago 5:1-6

Este capítulo concluye la tercera y última división principal de esta epístola, que habíamos titulado "Advertencia a los ricos opresores y valor de la inminente venida de Cristo". Los primeros 6 versículos de este capítulo llevan el título: "Las riquezas constituyen una preocupación". Entre los versículos 7 y 12 tenemos el tema de "La venida de Cristo como un consuelo"; y desde el versículo 13 hasta el final del capítulo, veremos que "La oración del justo es poderosa". Pasamos así a considerar el tema

Las riquezas constituyen una preocupación

Llegamos así a una sección notable de la Epístola que podría parecer fuera de lugar en esta carta. Una lectura superficial de los primeros 6 versículos podría dejar la impresión de que Santiago estaba enseñando una doctrina política de acoso a los ricos y de reparto de la riqueza. Al contrario, una lectura cuidadosa de estos versículos revela que Santiago no estaba enseñando tales cosas. Él estaba instruyendo a los creyentes en cuanto a su actitud y acciones en un mundo lleno de injusticias, en el cual la libertad era solo un sueño. El mundo romano de los tiempos de Santiago no era como el mundo contemporáneo en el cual vivimos. Los estilos de vida eran completamente diferentes. En aquella época no existía una clase media. Estaban los muy ricos, inmensamente ricos, y los extremadamente pobres. La mayoría de los cristianos de aquellos días procedían de las clases muy pobres y de los esclavos. Por supuesto, no había enormes edificios para el uso de las iglesias ni organizaciones cristianas con grandes recursos.

Al aproximarnos a este pasaje de la Biblia deberíamos entender que Santiago no estaba condenando las riquezas. Las riquezas, en sí mismas, no son inmorales; tampoco son morales. Son simplemente amorales. En realidad, la Biblia no condena al dinero. Muchísimas personas tienen el punto de vista de que hay algo impuro en el dinero, pero en la Biblia no hay expresiones despectivas sobre el dinero. Lo que las Sagradas Escrituras dicen, en la primera carta a Timoteo capítulo 6, versículo 10, es: 10porque raíz de todos los males es el amor al dinero. El problema no se encuentra en el dinero mismo, sino en los corazones de hombres y mujeres. Es el amor al dinero, que es la raíz de toda clase de males. O sea, que Santiago no estaba condenando a las personas simplemente porque eran ricas, sino por su equivocada relación hacia sus riquezas. Él estaba preocupado por la forma en que habían ellas conseguido su dinero, y por lo que estaban haciendo con él después de conseguirlo.

El Señor Jesús tuvo mucho que decir sobre el dinero y en cuanto a las riquezas. Presentó 3 parábolas que nos ayudarán a comprender lo que Santiago estaba diciendo. En Lucas capítulo 16, versículos 19 al 31, tenemos una historia (creemos que una historia verdadera) de Lázaro, un hombre pobre y mendigo, y un hombre rico. La parábola tenía que ver con la forma en que el rico gastaba su dinero. El se daba realmente la gran vida. Es interesante que este hombre pobre estaba echado a la puerta de su casa. ¿Quién lo colocó allí? No lo sabemos, pero de alguna manera el hombre rico era responsable de él. Y así, el rico permitía que el mendigo se alimentara de las migajas que caían de su mesa. La historia contó que los perros lamían las heridas del mendigo, mientras que el rico hacía espléndidos banquetes todos los días. Fue la forma en que aquel hombre se hizo rico lo que, en cierta manera le convirtió en responsable de la condición del mendigo. Alguien preguntará por qué pensamos esto. Bueno, ¿a dónde fueron estos dos hombres después de la muerte? Lázaro fue al seno de Abraham y el hombre rico fue al infierno. Esta conclusión nos muestra como juzgó Dios las vidas de estos dos hombres.

En Lucas capítulo 12, el Señor Jesús presentó una segunda parábola sobre un hombre rico. Este era aquel que construyó graneros más grandes ---o al menos tenía planes para construirlos. Sin embargo, nunca llegó a construirlos porque murió. El Señor Jesucristo nunca condenó a aquel hombre por ser rico; cuando declaró su posición, simplemente lo relató como un hecho. Según todas las apariencias externas, éste era una buena persona y un ciudadano honesto. Pero este hombre acumulaba su dinero. Quería pasarlo bien en su avanzada edad, y no pensó en la eternidad. El Señor Jesús lo calificó como un insensato. En realidad, era más que codicioso; era egoísta. Estaba atesorando el dinero para sí mismo y esa actitud era una forma de idolatría. En la Palabra de Dios se nos dice que la codicia es idolatría, es decir, que consiste en adorar a las cosas materiales. Pero el egoísmo surge cuando usted se adora a sí mismo. Y esa es hoy una actitud muy generalizada; en realidad es incluso considerada por algunos, consciente o inconscientemente, como una virtud cristiana. Se nos dice que tenemos que tener un gran respeto por nosotros mismos y una gran confianza en nosotros. Pero el Señor Jesús dijo: separados de mi nada podéis hacer (como podemos leer en Juan 15:5).

Hubo una tercera parábola que el Señor presentó, sobre las riquezas. Fue la parábola del mayordomo injusto, por medio de la cual enseñó acerca del uso sabio del dinero por parte de los cristianos. Dios considera al hombre responsable, no solo de la forma en que consigue su dinero sino también de la manera en que lo gasta.

Hay otra cuestión que debemos considerar antes de examinar el texto. ¿Eran los ricos que Santiago estaba condenando en su epístola cristianos o no cristianos? ¿Eran ricos piadosos o ricos impíos? Hay alguna controversia y diferencias de opinión entre algunos expositores Bíblicas ante esta pregunta. Nosotros creemos que eran ricos no creyentes y en este asunto seguimos la opinión de uno de los reformadores, que creía que estos 6 versículos no constituían tanto una amonestación o un consejo, sino más bien una denuncia, en la cual el apóstol no les orientaba a sus lectores tanto sobre cómo actuar, sino que estaba prediciendo lo que les sucedería a aquellas individuos denunciados, para que los creyentes recibieran un estímulo para ser más pacientes bajo lo opresión de aquellos. Según esta opinión, esto fue lo que el apóstol sencillamente insinuó.

Ahora, ¿por qué Santiago dejó de hablar a los creyentes y comenzó a hablar a los no creyentes? La verdad es que no cambió de destinatarios. El aún estaba hablando a los creyentes. ¿Y cómo pudo ser así, si aquí él estaba hablando obviamente a los ricos? Mientras él estaba hablando a los no creyentes, al mismo tiempo, estaba diciéndoles a los creyentes que vivían en un mundo impío, donde los ricos impíos impondrían ciertas privaciones sobre ellos y se aprovecharían de ellos, un mundo en el cual ellos estarían a merced de estos hombres ricos y malvados, El Señor Jesucristo ya había referido en general a esta situación cuando dijo, en el evangelio de Juan capítulo 16, versículo 33: En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.

Así que los creyentes tenían que tener paciencia bajo aquellas circunstancias, sabiendo que Dios trataría con aquellos ricos impíos en la eternidad y no aquí en esta tierra. Esto quedó bien en claro en el versículo 6 de este capítulo 5 de Santiago, que dice: Habéis condenado y dado muerte al justo. Dios condenó esas acciones de los ricos y el texto añadió "sin que él (es decir, el justo) os haga resistencia. Pero Dios les permitió, o así lo pareció, salirse con la suya. Sin embargo, al final, Él los juzgará.

El rey David se sintió inquieto por la prosperidad de los malvados; Esto era algo que le preocupaba constantemente. En el Salmo 37. versículos 35 y 36 leemos: He visto al impío, violento, extenderse como frondoso árbol en su propio suelo. Luego pasó, y he aquí, ya no estaba; lo busqué, pero no se le halló. Al principio de este mismo Salmo 37, David dio el mismo consejo que Santiago, diciendo, en el versículo 7, Confía callado en el Señor y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas. Esta fue una gran declaración, en la que él estaba hablando del rico impío. David se sintió molesto por esta situación hasta que acudió al templo y vio que, con el tiempo, Dios se ocuparía de esa gente.

Acerquémonos ahora al texto de este quinto capítulo de Santiago y leamos el versículo 1:

"¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán."

¿Estaba hablando Santiago de los ricos impíos de su tiempo o de algún día futuro? Estaba más bien pronunciando una advertencia a los ricos de su tiempo, lo cual tendría una aplicación para cualquier época y seguramente para nuestro tiempo. Creemos que Santiago escribió esta epístola en algún momento entre los años 45 y 50 de nuestra era. Muchos otros expositores la sitúan en el año 60. Indiferentemente de la fecha, la destrucción de Jerusalén tuvo lugar en el año 70, porque el general romano Tito avanzó hacia Jerusalén y la destruyó como nunca antes había sido destruida. La arrasó. El odiaba a los cristianos y a los judíos, y ambos grupos se encontraban en la ciudad. Cuando terminó su invasión, no quedaron sobrevivientes judíos ricos. Ellos resultaron muertos o llevados como esclavos, y todas sus riquezas fueron destruidas, perdidas o confiscadas. Así que Santiago pudo escribir estas afirmaciones severas a la vista de lo que se avecinaba, porque el Señor había predicho estos acontecimientos antes de ascender al cielo. Él les dijo entonces a Sus discípulos: 20»Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado (como podemos leer en Lucas 21:20). Y Sus palabras se cumplieron en el año 70 de nuestra era. Continuemos leyendo el versículo 2 de este quinto capítulo de Santiago:

"Vuestras riquezas están podridas y vuestras ropas, comidas de polilla."

A la luz del retorno de Cristo, se les advirtió de que todas las riquezas del mundo quedarían reducidas a la nada. Estas palabras evidentemente no impresionarían a una persona rica e impía de aquellos días más de lo que lo harían hoy; sin embargo, el rico supo que para él, el futuro era incierto, tal como muchos son conscientes de ello en la actualidad. Siempre existe el peligro de una situación de pánico, de un accidente, de una sequía o de una depresión económica. Este siempre ha sido el curso de los acontecimientos desde que las personas comenzaron a acuñar monedas.

Siempre vendrán años buenos, y también años malos. Todos sabemos que ha habido en varios países períodos de depresión económica cuando millonarios se han arruinado y convertido en personas pobres de la noche a la mañana, Muchos no han podido resistirlo y se han suicidado. Acciones y bonos del estado guardados en cajas de seguridad no alcanzaron ni el valor del papel en que estaban impresos. Continuemos leyendo el versículo 3 de este quinto capítulo de Santiago:

"Vuestro oro y plata están enmohecidos y su moho testificará contra vosotros y devorará del todo vuestros cuerpos como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días finales."

Fue como si Santiago les hubiera dicho: "¿Sabéis que vuestro oro y vuestra plata estaban enmohecidos? Y es así porque vosotros vais a decaer". Este fue el juicio que caería sobre los ricos impíos como los hombres de dos de las parábolas que Cristo pronunció. La muerte los sorprendió a ambos, y la muerte separa, con toda seguridad, a una persona rica de su dinero. Se cuenta que cuando murió un miembro de una familia muy adinerada, internacionalmente conocida, su familia estaba esperando en una sala anexa. Uno de los familiares más francos se dirigió al abogado y le preguntó: "¿Cuánto dejó?". El abogado respondió: "Lo dejó todo; no se llevó nada con él".

Así que Santiago estaba condenando a los ricos impíos por acumular su dinero de forma egoísta. El oro y la plata se enmohecen. Sus poseedores están hoy en auge y mañana en la quiebra. Cuando una persona logra tener una fortuna, desea tener cada vez más. Es como beber agua de mar ---cuanto más uno beba de ella, más sed tendrá. Una persona con esa actitud frente al dinero podrá continuar acumulando riquezas, pero éstas no le harán más feliz.

Hemos leído algo sobre las vidas de dos conocidos multimillonarios, cuyas vidas fueron un ejemplo de la futilidad o inutilidad de las riquezas. Ambos fueron hombres notables que construyeron grandes imperios financieros. Pero uno de ellos, en sus últimos años de vida, fue un solitario y un enfermo. En esos años, él no pudo haber sido feliz. Y del otro hombre, la prensa publicó la siguiente declaración: "Daría toda mi riqueza simplemente por un matrimonio feliz". Hasta aquí la cita. ¡Qué conclusión trágica para toda una vida de esfuerzos!

Dios dio las riquezas, no para que fueran acumuladas, sino para que fueran administradas. El hombre rico de la parábola que Cristo relató planeaba construir graneros más grandes para almacenar sus frutos y sus otros bienes. Pero una persona solo puede consumir una cantidad limitada de comida y bebida, y su mente solo puede asimilar una determinada cantidad de riqueza. Todo lo que exceda esa cantidad, le producirá una ansiedad insaciable e incontrolable de tener más y entonces no experimentará una verdadera satisfacción. Por tal motivo nuestro Señor llamó insensato al hombre de la parábola. En vez de intentar construir incontables graneros, debería haberse preocupado de ayudar a otros a llenar sus graneros.

A un agricultor cristiano de cierto país, la organización de agricultores a la cual pertenecía le pidió que se deshiciera de parte de su cosecha para poder mantener los precios altos. En consecuencia, se destruyeron toneladas de fruta. ¡Y pensar que tantas personas habrían podido satisfacerse con aquella fruta! ¡Y pensar que lo mismo sigue sucediendo en nuestro tiempo en diferentes partes del mundo! Por ello Santiago dijo que la riqueza debía ser administrada, y no acumulada de forma egoísta. Continuemos leyendo el versículo 4 de este quinto capítulo:

"El jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros clama, y los clamores de los que habían segado han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos."

Santiago condenó a los impíos ricos no solo por acumular dinero sino también por hacerlo de una forma deshonesta. Ellos habían robado a los pobres para hacerse ricos. En la parábola, el hombre rico había dejado caer algunas migajas para el mendigo. Y aquí tenemos uno de los mensajes de la parábola. El mendigo había sido colocado a la puerta de la casa del rico porque éste era responsable de él.

En Proverbios capítulo 22, versículo 7 dice: el rico domina a los pobres, y el deudor es esclavo del acreedor. Así que Dios condenó al impío rico por hacer su dinero deshonestamente, especialmente cuando estaba oprimiendo a los hijos de Dios. Puede que Dios no haga nada para corregir esas situaciones hoy, pero el va a juzgar en el futuro. Si los hombres están incrementando sus riquezas pisando las manos de quienes se encuentran en un nivel inferior a ellos, entonces Dios juzgará esas injusticias. Estas palabras deberían servir como advertencia para quienes actúen de esa manera. Por lo tanto, Dios juzgará la forma en la que las personas ganan su dinero, y la manera en que lo gastan. Continuemos leyendo el versículo 5 de este capítulo 5 de Santiago:

"Habéis vivido lujosamente sobre la tierra, y habéis llevado una vida de placer desenfrenado; habéis engordado vuestros corazones en el día de la matanza."

Aquí vemos que los ricos estaban gastando su dinero de una manera malvada y pecaminosa. Y deseamos citar otros Proverbios. se encuentra en Proverbios capítulo 18, versículo 11 y dice lo siguiente: Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; como un muro defensivo se las imagina. Y el otro se encuentra en Proverbios capítulo 28, versículo 11, y dice: El hombre rico es sabio en su propia opinión, más el pobre e inteligente lo escudriña. Esta es la imagen de aquellos dos ricos impíos de quienes habló el Señor Jesús; ambos quisieron disfrutar de su dinero hasta el máximo. Uno quiso almacenar sus riquezas y disfrutarlas a su avanzada edad. Y el otro las estaba disfrutando mientras el mendigo yacía a la puerta de su casa. Si alguien está decidido a vivir solamente para esta vida, como si no hubiera una vida eterna, debería asegurarse de disfrutarla bien, aunque Dios dice que es un insensato. Finalmente por hoy, leamos el versículo 6 de este quinto capítulo de Santiago:

"Habéis condenado y dado muerte al justo, sin que él os haga resistencia."

Aquí Santiago expresó una grave acusación. Habéis condenado y dado muerte al justo. En su lucha por adquirir más riquezas, los ricos usaban su influencia en los tribunales de justicia, de manera que eran culpables de llevar condenación e incluso la muerte a personas inocentes, sin que éstos ofrecieran resistencia. La referencia aquí tenía que ver con una clase social antes que a un solo individuo. Lo que comenzó con un gran interés en el dinero, terminó en una manipulación de la justicia y en una insensibilidad al sufrimiento y la muerte de personas sin recursos.

Y continuó diciendo el versículo 6, sin que él os haga resistencia. Así que los ricos opresores estaban saliéndose con la suya y evitando las consecuencias de las injusticias cometidas. Como dijimos anteriormente, en un principio, al rey David le disgustaba y resultaba incomprensible esta situación. Veía a los malvados multiplicarse y progresar constantemente. Le pareció que los demás, los que esperaban en Dios, cuando cometían un error, eran castigados, y debían pasar por grandes pruebas y sufrimientos. Los poderosos parecían escapar a esa regla y seguían prosperando. Así que David tuvo que tener una experiencia personal con Dios para poder asimilar esas situaciones de la vida injustas, y para las cuales no tenía explicación. En realidad, en esa situación había que ver el juicio de Dios sobre los malvados. Él no los juzgó entonces, y tampoco parece hacerlo en la actualidad, pero el final hacia el cual ellos se dirigen es terrible. Hemos visto que el final de la vida de muchos de ellos ha estado marcado por la decepción, las ilusiones rotas, familias que se han deshecho, la soledad y, en muchos casos, la ruina. Queda claro que las riquezas materiales nunca han traído felicidad a la humanidad.

Aquí hay también una lección para los cristianos que poseen grandes recursos económicos. La gran pregunta de Dios tiene que ver con la forma en que estén usando sus riquezas. Es que un creyente que anhela experimentar un crecimiento espiritual no debería ser atrapado en esa carrera por la acumulación de riqueza con fines egoístas. Más bien, el cristiano debería considerarse a sí mismo como un administrador de los bienes que Dios le ha confiado, para la gloria de Dios y el beneficio de otros.

Proverbios capítulo 30, versículo 8 dice: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario. Quizás si fuéramos ricos olvidaríamos nuestra dependencia de Dios, y si fuéramos pobres, podríamos ser tentados a usar medios deshonestos para adquirir riquezas. Por ello, debemos estar agradecidos, para ser buenos administradores de Dios, con los medios que El ha provisto a cada uno. Recordemos el apóstol Pablo, que cerca del final de su vida declaró, en su carta a los Filipenses capítulo 4, versículos 11 al 13: he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Bien, estimado oyente, tenemos que terminar aquí por hoy. Le invitamos cordialmente a acompañarnos en el próximo programa, que será el último dedicado a esta epístola de Santiago. Y le sugerimos que lea el resto de los versículos de este capítulo 5, para estar familiarizado con los últimos consejos de este libro tan práctico del Nuevo Testamento.

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