Estudio bíblico de Santiago 5:5-20

Santiago 5:5-20

Continuamos hoy avanzando, amigo oyente, por el capítulo 5 de la epístola de Santiago, que concluye la tercera y última división principal de esta epístola, titulada "Advertencia a los ricos opresores y valor de la inminente venida de Cristo". En nuestra oportunidad anterior, consideramos el comienzo del capítulo 5, comenzando nuestro estudio con la consideración del primer párrafo, titulado "Las riquezas constituyen una preocupación", que abarca los primeros 6 versículos. En el versículo 5 de este quinto capítulo de Santiago, dice:

"Habéis vivido lujosamente sobre la tierra, y habéis llevado una vida de placer desenfrenado; habéis engordado vuestros corazones en el día de la matanza."

Aquí vemos que los ricos estaban gastando su dinero de una manera malvada y pecaminosa. Y deseamos citar otros Proverbios. se encuentra en Proverbios capítulo 18, versículo 11 y dice lo siguiente: Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; como un muro defensivo se las imagina. Y el otro se encuentra en Proverbios capítulo 28, versículo 11, y dice: El hombre rico es sabio en su propia opinión, más el pobre e inteligente lo escudriña. Esta es la imagen de aquellos dos ricos impíos de quienes habló el Señor Jesús; ambos quisieron disfrutar de su dinero hasta el máximo. Uno quiso almacenar sus riquezas y disfrutarlas a su avanzada edad. Y el otro las estaba disfrutando mientras el mendigo yacía a la puerta de su casa. Si alguien está decidido a vivir solamente para esta vida, como si no hubiera una vida eterna, debería asegurarse de disfrutarla bien, aunque Dios dice que es un insensato. Leamos ahora el versículo 6 de este quinto capítulo de Santiago:

"Habéis condenado y dado muerte al justo, sin que él os haga resistencia."

Aquí Santiago expresó una grave acusación. Habéis condenado y dado muerte al justo. En su lucha por adquirir más riquezas, los ricos usaban su influencia en los tribunales de justicia, de manera que eran culpables de llevar condenación e incluso la muerte a personas inocentes, sin que éstos ofrecieran resistencia. La referencia aquí tenía que ver con una clase social antes que a un solo individuo. Lo que comenzó con un gran interés en el dinero, terminó en una manipulación de la justicia y en una insensibilidad al sufrimiento y la muerte de personas sin recursos.

Y continuó diciendo el versículo 6, sin que él os haga resistencia. Así que los ricos opresores estaban saliéndose con la suya y evitando las consecuencias de las injusticias cometidas. Como dijimos anteriormente, en un principio, al rey David le disgustaba y resultaba incomprensible esta situación. Veía a los malvados multiplicarse y progresar constantemente. Le pareció que los demás, los que esperaban en Dios, cuando cometían un error, eran castigados, y debían pasar por grandes pruebas y sufrimientos. Los poderosos parecían escapar a esa regla y seguían prosperando. Así que David tuvo que tener una experiencia personal con Dios para poder asimilar esas situaciones de la vida injustas, y para las cuales no tenía explicación. En realidad, en esa situación había que ver el juicio de Dios sobre los malvados. Él no los juzgó entonces, y tampoco parece hacerlo en la actualidad, pero el final hacia el cual ellos se dirigen es terrible. Hemos visto que el final de la vida de muchos de ellos ha estado marcado por la decepción, las ilusiones rotas, familias que se han deshecho, la soledad y, en muchos casos, la ruina. Queda claro que las riquezas materiales nunca han traído felicidad a la humanidad.

Aquí hay también una lección para los cristianos que poseen grandes recursos económicos. La gran pregunta de Dios tiene que ver con la forma en que estén usando sus riquezas. Es que un creyente que anhela experimentar un crecimiento espiritual no debería ser atrapado en esa carrera por la acumulación de riqueza con fines egoístas. Más bien, el cristiano debería considerarse a sí mismo como un administrador de los bienes que Dios le ha confiado, para la gloria de Dios y el beneficio de otros.

Proverbios capítulo 30, versículo 8 dice: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario. Quizás si fuéramos ricos olvidaríamos nuestra dependencia de Dios, y si fuéramos pobres, podríamos ser tentados a usar medios deshonestos para adquirir riquezas. Por ello, debemos estar agradecidos, para ser buenos administradores de Dios, con los medios que Él ha provisto a cada uno. Recordemos el apóstol Pablo, que cerca del final de su vida declaró, en su carta a los Filipenses capítulo 4, versículos 11 al 13: he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Ahora comenzamos un nuevo párrafo, que hemos titulado:

La venida de Cristo constituye un consuelo

Santiago había dejado bien en claro en qué clase de mundo vivimos. Es un mundo enorme y malvado, inspirado por una filosofía egoísta y agresiva. Aquellos que están subiendo por la escalera de la obtención de riquezas están pisando las manos de otros, a medida que suben sus peldaños. ¿Deberían los cristianos unirse a algunas organizaciones y dedicarse a promover un buen gobierno? Sin duda alguna, deberíamos intentar que sean elegidos los mejores candidatos. Sin embargo, no podemos cambiar el sistema del mundo. ¿Qué podemos hacer entonces? Escuchemos lo que Dios ha dicho. En este pasaje Bíblico Él estaba hablando a Sus propios hijos por medio del apóstol. Leamos el versículo 7 de este quinto capítulo:

"Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía."

La Palabra de Dios tiene mucho que decir en cuanto al hecho de que cuando Cristo venga a establecer Su Reino, los pobres van a recibir un buen trato, el trato correcto, un trato justo y honrado por primera vez en la historia del mundo. Y esto fue algo que todos los profetas mencionaron y enfatizaron, y que nosotros señalamos cuando estudiamos los profetas. Usted recordará que el profeta Isaías, dijo en el capítulo 11 de su libro, versículo 4: Juzgará con justicia a los pobres, y resolverá con equidad a favor de los afligidos de la tierra. A pesar de los grandes avances en la legislación social, es evidente que, hablando en general, las personas de menores recursos no han recibido aún un trato justo. En teoría, todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades ante la ley, la administración de la justicia y el cuidado de la salud. Pero en la práctica, somos conscientes de las grandes desigualdades sociales y de sus efectos en todos los órdenes. Y no creemos que esta situación cambie con la alternancia en el poder de diversos partidos políticos. Aquí no se trata de ser optimistas o pesimistas, sino de observar la realidad a nuestro alrededor. En medio de una lucha por sobrevivir en la sociedad de consumo, y por adquirir más riquezas por parte de quienes las tienen y aun no están satisfechos, no podemos esperar que esta situación cambie radicalmente. La única esperanza de transformación integral del individuo y la sociedad se encuentra en el Señor Jesucristo. Todos aquellos que se sientan injustamente tratados por los poderes de este mundo deberían interesarse en el mensaje y enseñanzas de Jesucristo, tanto aquellas que se refieren al presente, como las que señalan al futuro, porque Él ha prometido remediar toda situación de injusticia y marginación de los menos favorecidos por los recursos y por las oportunidades para obtener una mayor calidad de vida. Por ello es importante tener una relación con Dios a través de Él, y reconocer que es la única esperanza porque el Señor se ocupará de ellos cuando establezca Su reino sobre la tierra. Todos aquellos cuyas esperanzas han sido defraudadas podrán comprobar que quienes confíen en Él, no quedarán desilusionados.

Por ello destacamos la frase del versículo 7, por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Esta fue una declaración importante. La venida de Cristo corregirá los errores e injusticias del sistema del mundo. Lo podemos leer una y otra vez en la Biblia. Y no solo cuando los profetas trataron este tema sino cuando Cristo mismo lo dejó bien en claro en el Sermón del Monte, que sentó las bases para las leyes que se harán plena realidad, que tendrán un cumplimiento total en Su reino, en el cual, los menos favorecidos, los pobres y los marginados recibirán un trato justo y equitativo. Puede usted leer por sí mismo una parte del citado Sermón de Cristo en Mateo capítulo 6, versículos 19 al 24.

Dice también el citado versículo 7 de este quinto capítulo de Santiago: mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. En otras palabras, que cuando el agricultor siembra la semilla, no acude al poco tiempo, con ansiedad e impaciencia, para ver si puede obtener fruto. El consejo de Santiago es, pues, "tened paciencia, que la cosecha ya vendrá". (De esto hablaremos más extensamente cuando estudiemos el libro de Joel, y, de paso, diremos que ese es el libro que sigue en nuestra serie de estudios. Él tuvo algo que decir algo con respecto a la lluvia temprana y la tardía. )

Queremos decir algo sobre la cosecha. Muchas veces se oye decir cuando se sale a evangelizar, que se está cosechando. Y no creemos que esta sea una expresión adecuada. El Señor Jesús se encontraba en el final de una época (cuando los estaba enviando a las ovejas perdidas del pueblo de Israel, y no al mundo) y les dijo: Es abundante la cosecha, pero son pocos los obreros. (como leemos en Lucas 10:2). En ese tiempo, ellos se encontraban al final de la época de la ley. Y cada época ha terminado con un juicio, así como la época actual finalizará con un juicio de Dios. Esa será la cosecha. Recordemos que en Mateo capítulo 13 el Señor Jesús dijo que el enviará a Sus ángeles para recoger la cosecha. Los creyentes no cosecharán. El Señor será quien separe el trigo de la cizaña o mala hierba. ¿Y entonces que estamos nosotros haciendo cuando difundimos la Palabra de Dios? Bueno, el Señor Jesús es también un sembrador y en la actualidad, el está sembrando la semilla. Consideramos que ese es nuestro trabajo cuando nos colocamos frente al micrófono para exponer la Palabra de Dios. Simplemente estamos sembrando la semilla. Quizás no mucha de esa semilla cae en buena tierra, pero al menos, una parte sí cae en la tierra apropiada. Y esa es nuestra responsabilidad como sembradores. Y ahora, en el versículo 8 de este capítulo 5, dijo Santiago:

"Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca."

A través de todas las Sagradas Escrituras se nos enseña que tenemos que vivir a la luz de la venida de Cristo. Después, en el versículo 9, leemos:

"Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; el Juez ya está delante de la puerta."

Sería muy embarazoso, estimado oyente, si el Señor viniera cuando usted esté juzgando a alguien. Usted se encontraría de repente en Su presencia y descubriría que Él lo está juzgando a usted. Lo que el apóstol estaba diciendo aquí es que uno tiene que tener toda su casa en orden, tiene que tener todos sus asuntos arreglados antes de que Él venga, porque si no lo hace, Él va a ponerlos en orden. Es muy importante que los creyentes seamos conscientes de esta advertencia. Y a continuación, en el versículo 10 de este capítulo 5 de la epístola de Santiago, leemos:

"Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor."

Aquí vemos que los profetas fueron un ejemplo para nosotros. Ellos sufrieron y demostraron tener paciencia. Y el versículo 11 dice:

"Nosotros tenemos por bienaventurados a los que sufren: Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin que le dio el Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo"

Dice aquí Habéis oído de la paciencia de Job. Eso es todo lo que conocemos en cuanto a la paciencia de Job. Hemos oído hablar de ella. Al leer el libro de Job, nos queda la impresión de que Job era muy impaciente. En realidad, Job aprendió a ser paciente.

Y el versículo 11 se completó con la siguiente frase: y habéis visto el fin que le dio el Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo. Hay que leer el final de las pruebas que sufrió Job para comprobar que aprendió una gran lección y que el Señor verdaderamente fue compasivo y generoso con él. Y aquí, en el versículo 12 de este capítulo 5, dijo Santiago:

"Sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo ni por la tierra ni por ningún otro juramento; sino que vuestro «sí» sea sí, y vuestro «no» sea no, para que no caigáis en condenación."

Es decir, que cuando usted va a prometer algo, debería actuar como ante un tribunal de justicia y ha pronunciado un juramento comprometiéndose a decir la verdad y nada más que la verdad. Todo su trato con los demás debería tener lugar de esa forma. Nuestra palabra debería tener tanto valor como si hubiéramos firmado un contrato.

Y ahora leamos el versículo 13, que inicia un párrafo que hemos titulado

La oración del justo es poderosa

"¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas."

Algunos van a la iglesia y parece que trataran de reflejar algún entusiasmo u optimismo. Bueno, deberíamos experimentar una verdadera pasión y entusiasmo antes de ir a la iglesia, pero si no es así, no tendríamos que poner una buena cara, una falsa apariencia ante los demás para complacer a quienes nos vean. Y el versículo 14, dice:

"¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor."

No todos los enfermos se sanan. Dios tiene un propósito para cada creyente, tanto en la salud como en la enfermedad. Cuando uno es sanado de una enfermedad, estimado oyente, es porque esa es la voluntad del Señor. Nos preguntamos si es la voluntad de Dios sanar a todo creyente que se enferme. Si usted responde que sí, debería mantener esa forma de pensar hasta su conclusión lógica y tendrá que reconocer que esa persona, ese creyente, no moriría nunca porque sería sanado de cualquier enfermedad que causara la muerte. Si hemos sido sanados de una enfermedad como lo han sido muchos, entre ellos el profesor McGee, que fue sanado del cáncer, habremos seguramente vivido una maravillosa experiencia por la que debemos dar las gracias y la gloria a Dios. Pero, si el Señor no viene antes, esperamos tener que pasar por la muerte.

Aquí Santiago no estaba realmente formulando una pregunta. Estaba simplemente instruyendo a sus lectores que si alguien estaba enfermo, que llamara a los ancianos de la iglesia para que, en primer lugar oraran, y en segundo lugar, que lo ungieran en el nombre del Señor.

Hay dos palabras griegas que fueron traducidas como "ungir" en el Nuevo Testamento. Una de ellas se usó en un sentido religioso; se trata de Una de ellas es la palabra griega "chrio", de la cual viene la palabra "Cristos". Cristo fue el ungido. Significaba ungir a alguien con un aceite o ungüento perfumado, y se usó de esta manera cinco veces en el Nuevo Testamento, refiriéndose a la unción de Cristo con el Espíritu Santo, por parte de Dios el Padre.

La segunda palabra traducida por "ungir" fue "aleipho" y se usó con frecuencia. Podemos mencionar una referencia en el evangelio según San Mateo, capítulo 6, versículo 17, donde dice: Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro. Y lo que se quiso indicar en ese pasaje fue el ponerse un poco de aceite en la cabeza para tener un bien aspecto. El especialista en Griego, Trench, opinó que "aleipho" es una palabra profana y mundana. La otra palabra "chrio" es la palabra sacra, religiosa. La palabra usada en este versículo 14 de esta epístola, es "aleipho" y significa frotar con aceite. Recordemos que cuando el rey Ezequías estaba enfermo, y como respuesta a su oración, siguiendo indicaciones de un profeta de Dios, le pusieron una pasta medicinal sobre la herida que tenía. (Y su herida fue sanada por Dios). En nuestro pasaje Bíblico, Aquí tenemos "aleipho", que indica frotar con aceite". Probablemente el apóstol se estaba refiriendo a una costumbre de usar el aceite como un medio de conferir honor, alivio, o arreglar o acicalar a alguien. Como dijimos anteriormente, el autor de estos estudios, que sufrió una grave enfermedad, concluyó que lo mejor que podía hacer un creyente enfermo era dirigirse al Señor en oración e ir al médico, siguiendo sus indicaciones. El siguió esa regla y atribuyó a Dios su sanidad. Su experiencia le enseño que, aunque utilicemos medios humanos, como la medicina, nuestra dependencia, en primera y última instancia, debe ser del Señor. O sea, que debemos seguir las instrucciones de Santiago, que era un hombre práctico, pero también un hombre de oración, y él entonces continuó diciendo del enfermo: llame a los ancianos para que oren por él. Cuando nos enfermamos, además de nuestra oración personal, debemos pedir a otros que oren por nosotros, porque creemos en el sacerdocio de los creyentes. Veamos ahora lo que dicen los versículos 15 y 16 de este capítulo 5 de Santiago:

"Y la oración de fe salvará (o restaurará) al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."

Aquí se recalcó la gran importancia de la oración de fe. Recordemos que al principio de su epístola en el capítulo 1, versículo 6, dijo: Pero pida con fe, no dudando nada. El Señor lo levantará, siempre y cuando esa sea Su voluntad. Porque el Señor puede tener otro propósito para ese enfermo, y querer revelar Su gloria a través de la enfermedad de esa persona.

Además aquí dice confesaos vuestras faltas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. Tenemos que confesar nuestros pecados a Dios, pero nuestras faltas, unos a otros. Si yo le he ofendido a usted, entonces, se lo debo confesar a usted. Pero a usted no le confesaría mis pecados, ni querría que usted me confesara los suyos. Nuestros pecados deben ser confesados al Señor. Dijo el apóstol Juan en su primera carta, capítulo 1, versículo 9: 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Yo no puedo perdonar pecados, ni ninguna otra persona. Solo Dios puede hacerlo. Después dijo Santiago en los versículos 17 y 18 de este capítulo 5:

"Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto."

Elías pronunció un anuncio meteorológico que no pudo ser más exacto, pues retuvo la lluvia por 3 años. Las lluvias no volvieron hasta que él oró. Ahora, los dos últimos versículos de esta epístola y de este capítulo 5, los versículos 19 y 20, dicen:

"Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad y alguno lo hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma y cubrirá multitud de pecados."

Aquí se habla del que haga volver al pecador del error de su camino. Algunos expositores creen que ésta es una referencia a un hijo de Dios que se ha extraviado. Sin embargo, nosotros creemos que se refirió a una persona no salva que todavía no ha recibido la verdad del Evangelio.

Y concluyó diciendo el apóstol cubrirá multitud de pecados. Cuando ese pecador venga a un conocimiento salvador de Cristo, sus pecados ---aunque sean muchísimos--- serán cubiertos por la sangre de Cristo. Lo extraordinario de la justificación por la fe es que, una vez que Dios ha personado nuestros pecados, estos son apartados, removidos de nosotros.

Y ésta es una buena conclusión para una epístola tan práctica con la de Santiago. Esperamos, estimado oyente, que le haya resultado de ayuda, al comprobar como la Palabra de Dios se acerca a nosotros y nos confronta con Su mensaje, apelando a cada uno con sus grandes necesidades espirituales, sus debilidades y defectos, y también sus posibilidades de triunfar en la vida cristiana. En nuestro próximo programa volveremos al Antiguo Testamento, para comenzar nuestro estudio del libro del profeta Joel. Así que le invitamos cordialmente a acompañarnos en esta nueva etapa, para escuchar juntos lo que la Palabra de Dios tiene que decirnos.

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