Estudio bíblico de Marcos 14:1-21

Marcos 14:1-21

Hemos llegado al capítulo más extenso de este Evangelio y de los 72 versículos que lo forman, solo comentaremos 21. Este es un pasaje Bíblico que refleja mucha acción. Sin embargo, ya no fue Jesús el que tomó la iniciativa sino que fueron otros, tanto amigos como enemigos, los que ejercieron esa acción sobre El. Había llegado el momento de ser entregado a sus enemigos. Su ministerio y actividades en la tierra finalizaron como un cumplimiento de la profecía de Isaías 53: 7, que había predicho que sería llevado al matadero como un cordero. Así fue que se entregó El mismo en manos de los hombres. María le ungió con perfume, Judas le traicionó, Pedro negó conocerle y el Sanedrín, que era el supremo tribunal religioso de los judíos, le arrestó. Resumiendo, en todo el proceso El se sujetó a la Voluntad de Su Padre.

Al aproximarnos a la sombra de la cruz, el corazón reverente percibe que estamos pisando una tierra santa. Había profundidades que no habían sido sondeadas y alturas aun no escaladas. La acción de aquellos momentos implicaba la angustia y agonía de Su alma. ¡Su hora había llegado! Recordemos que en la boda de Caná de Galilea (Juan 2:4), le había dicho a Su madre: "Todavía no ha llegado mi hora"

En este capítulo y en el siguiente, hubo como un extraño acuerdo entre el cielo y el infierno. La luz y la oscuridad marcharon juntas en la misma dirección. La justicia y el pecado se dirigieron hacia la cruz, y Dios y Satanás decidieron que Jesús sería crucificado. Y hubo decisiones individuales convergiendo sobre la cruz, tal como las ha habido incluso hasta el día de hoy.

Este es el bosquejo general de este capítulo:

1. Los principales sacerdotes y los escribas tramaron la muerte de Jesús (vv. 1-2).

2. María de Betania derramó perfume sobre la cabeza de Jesús (vv. 3-9).

3. Judas planeó entregarle (vv. 10-11).

4. Jesús se preparó para la última Pascua y la primera Cena del Señor (vv. 12-25).

5. Pedro le prometió fidelidad (vv. 26-31).

6. Jesús oró en el jardín de Getsemaní (vv. 32-42).

7. Jesús fue detenido (vv. 43-52).

8. Jesús fue sometido a juicio ante el Sanedrín (vv. 53-65)

9. Pedro protestó declarando no conocer a Jesús (vv. 66-72)

Comencemos nuestra lectura con los versículos 1 y 2:

"Faltaban dos días para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura; y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle; porque decían: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo."

Tal como especificó Levítico 23:5, la Pascua se celebraba en el día 14 de Nisán, que es el primer mes del calendario judío y corresponde a nuestro mes de Abril. Y, continuando con Levítico 23:6, partir del día 15 del mismo mes y durante los 7 días siguientes, se celebraba la fiesta de los panes sin levadura. Creo que la intención de aquellos dirigentes religiosos era detener a Jesús al final de la fiesta de la Pascua, cuando las multitudes hubiesen abandonado Jerusalén, para luego matarle.

Decidieron no hacerlo durante el período de la Pascua, que incluía los 7 días de la fiesta de los panes sin levadura. Al final de dicha fiesta, la gente comenzaría a salir de la ciudad y entonces le apresarían. El motivo para no detenerle durante los días de fiesta era su temor a que se produjese un alboroto y una alteración al orden público. Las multitudes que se encontraban en Jerusalén para la fiesta tenían a Jesús en muy alta estima. La gente del pueblo le escuchaba con gusto, porque El había alimentado y sanado a muchas personas. Leamos el versículo 3:

"Y estando El en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús."

Aquí tenemos un incidente entrañable. El Evangelio de Juan 12:1 lo colocó 6 días antes de la Pascua. ¿Quiere decir que Mateo y Marcos se equivocaron al colocarlo justamente antes de la Pascua? No. Tenemos que recordar que ni Mateo, ni Marcos, estaban intentando presentar un orden cronológico de los eventos. Su propósito evidente era situar este grato incidente junto a la triste y sombría acción de Judas, en su intención de traicionar a Jesús. Estaban así retratando un vivo contraste y un conflicto entre la luz y las tinieblas y ésa era la razón por la cual unieron estos 2 incidentes en sus relatos. De esa manera podemos observar que tanto sus amigos como sus enemigos estaban moviéndose en dirección a la cruz, aunque por diferentes caminos. María de Betania actuó impulsada por la luz y el amor, mientras que Judas lo hizo arrastrado por sus oscuras motivaciones. Por cierto, fue Juan en 12:3 el que nos aclaró que esta mujer era María, la hermana de Marta y de Lázaro. Veamos las reacciones que se produjeron leyendo los versículos 4 y 5:

"Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían."

Juan en su relato nos informó también de que fue Judas el que encabezó las protestas, impulsando a los demás a adoptar la misma actitud. La sugerencia piadosa de que el producto de su venta podría haberse utilizado para propósitos caritativos encubría sus motivos reales. Judas quería apropiarse de aquel dinero para sus propios fines. Continuemos leyendo los versículos 6 y 7:

"Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis."

En otras palabras, si ellos hubieran sido sinceros, se habrían dado cuenta de que tendrían muchas oportunidades de ayudar a los pobres. La pobreza constituye una realidad social de toda la época, que no será eliminada hasta que Cristo venga. La beneficencia y las obras de caridad alivian las penurias de muchísimas personas, pero esa generosa aportación de dinero, por supuesto, no puede suprimir las situaciónes de indigencia en que viven tantas personas. Es una de tantas realidades tristes e injustas del mundo, que deben ser corregidas. En los versículos 8 y 9 Jesús añadió:

"Ella ha hecho lo que ha podido; se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. Y en verdad os digo: Dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria suya."

Aquella mujer hizo lo que podía, que es lo que Dios siempre ha requerido que el ser humano hiciese. El detalle importante que aquí se destaca es que María tuvo una percepción y un discernimiento espiritual que tristemente echamos de menos en los apóstoles en esos momentos. Ella ungió su cuerpo para su entierro. Esta mujer frágil formó parte de la cadena de acontecimientos que culminaría en la cruz, haciéndole saber a Jesús que ella comprendía lo que estaba sucediendo. Ninguno de los apóstoles lo percibió, pero ella sí. La fragancia del frasco que ella rompió en aquel día se ha extendido, por la obra del Espíritu Santo, hasta nuestros días. Y en medio de las sombras de los sufrimientos de Jesús hubo alguien que vio claramente los alcances de aquella situación.

Este sencillo incidente se lee fácilmente, pero podría no tener significado para nosotros. Figurativamente hablando, ¿hay alguien que haya roto su frasco de alabastro sobre Jesús, para que de nuestras vidas se desprenda una fragancia que sea una bendición para otros? Jesús declaró que aquella mujer hizo lo que pudo. Me pregunto si los que se consideran miembros del pueblo de Dios han hecho lo que han podido.

Tal como dijimos anteriormente, después de este entrañable acto, lleno de amor y de luz, se relatan los sombríos planes de Judas para destruir a nuestro Señor. Leamos los versículos 10 y 11:

"Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregarles a Jesús. Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno."

Ahora sí que vemos a Judas moviéndose en la oscuridad y conspirando para que Jesús muriese. Su trama incluía esperar por el momento más conveniente para traicionarle. Pero Jesús trastornó sus planes. Según el relato de Juan en 13:27, Jesús le dijo: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto". Así que es posible Judas haya ido rápidamente a informarles a los Fariseos para que éstos actuasen rápidamente, porque su plan había sido descubierto y Jesús podría intentar salir de la ciudad. En consecuencia, reunieron a los soldados inmediatamente y salieron para detenerle.

Volviendo a nuestro relato en el Evangelio de Marcos, encontramos que, a continuación, se menciona la preparación de Jesús para la Pascua. Leamos el versículo 12:

"El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?"

De acuerdo con el libro de Exodo 12:14-20, la comida de la Pascua debía comerse con pan sin levadura y después la fiesta continuaba con los 7 días de panes sin levadura.

Aquí vemos que los discípulos fueron muy meticulosos en seguir literalmente las instrucciones de la ley de Moisés. Quisieron saber dónde iban a celebrarse la comida, porque querían hacer la cosas bien. Dentro de unas horas, Jesús iba a cumplir el significado de la Pascua. Dicen los versículos 13 y 14:

"Y envió a dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y allí os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle; y donde él entre, decid al dueño de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?"

Creo que aquí, nuevamente, se revela no solo el lado humano del Señor, sino también el hecho de que, en aquellos momentos críticos, había quienes le amaban y le estaban ayudando a preparar la Pascua. Igualmente se revela la realidad de que nuestro Señor era el Dios omnisciente. Aparentemente, el dueño de la casa era un seguidor anónimo del Señor. No hay motivos para dudar de que hubiese habido un ofrecimiento previo a Jesús de una sala para huéspedes. En mi opinión, en algún momento de aquellos 3 años de Su ministerio y actividades públicas, aquel hombre había venido al encuentro de Jesús para ofrecerle esa habitación. Quizás le dijo lo siguiente: "Cuando Ud. venga a Jerusalén para la Pascua, tendré esta habitación reservada y preparada solamente para Ud." Fue una obra magnífica la que ese hombre realizó. Hay tantas cosas que podemos hacer hoy por el Señor Jesús, siguiendo el ejemplo de aquel hombre, que hizo lo que estuvo a su alcance. Continuando nuestro relato, vemos que Jesús continuó explicándoles a los discípulos lo que esperaba que hiciesen. Continuemos leyendo los versículos 15 y 16:

"Y él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; haced los preparativos para nosotros allí. Salieron, pues, los discípulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como El les había dicho; y prepararon la Pascua."

Observemos el detalle que Jesús celebró la Pascua en una sala prestada que, evidentemente, había sido especialmente preparada para El. No creo que se esperase que el anfitrión hubiera estado presente en la llegada del grupo para lavar los pies de los invitados, porque se trataba de una celebración privada de la Pascua. El Señor había dicho claramente, como expresaba el versículo 14: "¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?" Al ser una reunión privada, el dueño de casa se abstuvo de intervenir.

Seguramente recordarás que destacamos una experiencia anterior similar a ésta, en la cual Jesús envió a su discípulos para traer un asno sobre el cual El montaría en ocasión de Su entrada en Jerusalén. Ellos lo encontraron en la forma en que El les había indicado. También creo que en ese caso se habían hecho preparativos previos para conseguir el asno. Ello nos indica que nuestro Señor no improvisaba sino que estuvo haciendo preparativos a medida que desarrollaba sus actividades.

El relato nos lleva ahora a la llegada de Jesús y sus discípulos a la casa preparada para ellos. Leamos el versículo 17:

"Al atardecer llegó El con los doce."

Aquí leemos que llegaron al atardecer. La Pascua comenzaba al ponerse el sol y yo creo que El llegó a la casa protegido por la oscuridad. No iba a permitir a sus enemigos poner sus manos sobre El hasta que estuviese dispuesto a ello. En el momento apropiado se entregaría a sus enemigos y ellos le crucificarían. Pero esto no ocurriría de acuerdo con el programa humano, sino en conformidad con los planes divinos.

Esta fue una ocasión entrañable, en la que El comió la cena de la Pascua con los suyos, sin prisas e informalmente. Después de compartir la mesa juntos en esta oportunidad, la próxima vez que estarían reunidos para comer sería para un desayuno, según el relato del Evangelista Juan 21, después de la resurrección de Jesús, cuando El apareció ante algunos de Sus discípulos en las orillas del Mar de Galilea. Así que esta cena de Pascua relatada aquí por el escritor Marcos, antes de su muerte en la cruz, fue un momento único y maravilloso de compañerismo. En aquella ocasión, El era el centro de atención ante los que le rodeaban. De la misma manera El debiera ser la figura central cada vez que los creyentes, como congregación o iglesia, se reúnen en la actualidad para comer o cenar. De otra manera, todo evento de ese tipo no dejaría de ser otra cosa que una fiesta meramente social. Por supuesto, el reconocer la presencia de Cristo, invisible pero real, no excluye el desarrollo de una auténtica amistad y el compañerismo cristiano, que crea unos vínculos sólidos, duraderos y solidarios que, material o humanamente hablando, no se pueden lograr.

Continuemos leyendo el informe de aquella memorable cena, leamos los versículos 18 y 19:

"Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo. Ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo?"

Todos ellos se dieron cuenta de que habrían sido capaces de traicionarle. Si alguien aun no ha descubierto que está viciado por el pecado y que, delante de Dios, es un pecador, y que es capaz de permanecer alejado de Dios, aun le queda mucho por descubrir. Y tenemos que ser realistas. Hay creyentes, incluso, que no son conscientes de que serían capaces de volverle la espalda a Dios y de fallar en su lealtad hacia El. Todos y cada uno de nosotros, deberíamos reconocer nuestra debilidad, la incapacidad natural para confiar en nuestras propias fuerzas, nuestras limitaciones y la fragilidad de nuestras promesas de fidelidad. Tendríamos que situarnos como aquellos discípulos reunidos en aquella mesa, junto a Jesús, y hacernos la pregunta expresada en este versículo 14: "¿Acaso soy yo?" Veamos la respuesta directa del Señor en aquella ocasión, tal como la relataron los versículos 20 y 21:

"Y El les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido."

Como ya hemos adelantado en el principio de nuestro programa de hoy, en el bosquejo general de todo este capítulo, fue Judas Iscariote el que había tomado la decisión de traicionarle. La responsabilidad de Judas fue muy grande, porque él había tenido la oportunidad de estar con Jesús durante 3 años. Había escuchado todos los discursos de Jesús, sus lecciones públicas ante las multitudes y sus lecciones privadas recibidas en la intimidad, junto a los otros discípulos. Había visto enmudecer a sus enemigos ante la potencia de Su Palabra. Y había sido un testigo excepcional del poder de Jesús, revelado en muchísimos milagros. Las siguientes palabras, que bien pudieron ser la expresión de los sentimientos del Señor ante uno de aquellos a quienes El había amado y llamado amigos, fueron escritas por el autor del Salmo 41:9.

"Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, se ha vuelto en contra mía."

Y así fue como Jesús señaló a Judas Iscariote quien, seguramente, se retiró de la reunión en aquel mismo instante.

Como veremos en nuestro próximo programa, Jesús instituiría una nueva fiesta, sobre las brasas agonizantes de la antigua fiesta. Erigiría un nuevo monumento, no de bronce ni de marfil sino un monumento que colocara en el lugar central a elementos perecederos como el pan y el vino. La Pascua del Antiguo Testamento había sido establecida proyectándose como una esperanza hacia el futuro, a la venida del Cordero de la Pascua, a la llegada del Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo. Y ahora, la nueva fiesta, es decir, la cena del Señor, miraría retrospectivamente hacia Su muerte en la cruz a favor de cada uno de nosotros.

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