Estudio bíblico de Números 1:2-18

Números 1:2-18

Continuamos hoy estudiando el capítulo 1 del libro de Números que comenzamos en nuestro programa anterior. Decíamos que Dios había hablado desde el tabernáculo. Hoy en día también hay un edificio especial en el mundo. Este edificio no es en realidad una construcción física, sino un grupo de personas, es lo que conocemos como "La Iglesia."

El Apóstol Pablo escribiendo a los Efesios, dice en el capítulo 2, versículos 19 al 21: "Así que ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo, en quien todo el edificio bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor." Dijimos también que esta iglesia incluía a las personas que son hechura suya, como lo declara Pablo en el versículo 10 del mismo capítulo 2 de la carta a los Efesios, cuando dice: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de anTemano, para que anduviésemos en ellas." Continuamos hoy nuestro estudio del capítulo 1 de Números, leyendo los versículos 2 y 3.

"Haced el censo de toda la congregación de los hijos de Israel, por sus familias y por las casas de sus padres, registrando uno por uno los nombres de todos los hombres. De veinte años para arriba, tú y Aarón registraréis a todos los que pueden salir a la guerra en Israel, según el orden de sus ejércitos."

Los hijos de Israel deben ser contados y deben ser contados con el propósito de crear un ejército. Ahora, un ejército es para la guerra. Cuando estaban ellos en la tierra de Egipto, eran esclavos. Dios luchó por ellos. No les pidió que lucharan; pero ahora que han sido traídos de Egipto, que han salido de Egipto al desierto, ellos tienen que pelear contra sus enemigos.

Amigo oyente, usted y yo que somos creyentes y que vivimos en este mundo, también tenemos enemigos. Y estos enemigos son reales. Y una vez más nos referimos a la Epístola a los Efesios, donde el Apóstol Pablo nos habla de la guerra de los creyentes en este mundo de hoy en día. Dice Pablo en el capítulo 6 de la carta a los Efesios, versículos 10 al 12: "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra gente de carne y hueso, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".

Dios nos ha salvado por su infinita y maravillosa gracia. Pero usted y yo, amigo oyente, estamos en un mundo que es perverso, violento, y así como los hijos de Israel en el desierto, estamos nosotros en el desierto de este mundo. El mundo está lleno de pecado y no tiene ningún interés en Dios, pero Dios nos ha salvado por Su maravillosa gracia, lo cual nos pone en guerra contra el enemigo. El Apóstol Pablo escribió esto en su segunda carta al joven predicador Timoteo en el capítulo 2, versículo 3 donde le dice: "Tú, pues sufre, penalidades como buen soldado de Jesucristo. Y también en su primera carta a Timoteo, capítulo 6 y versículo 12 le dice: "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado".

Esta fue la primera vez que los israelitas oyeron de la guerra. En este libro encontraremos guerras, trompetas, batallas y gigantes y todo lo relacionado con la vida militar. Y usted y yo amigo oyente, todavía en la actualidad vivimos en este tipo de mundo, un mundo de lucha.

En la actualidad parece que algunos creen que todo lo que es necesario es pedir por todos los medios "paz" y que ya habrá paz. Hablan de hacer el amor y no la guerra. Pero lo que pasa es que, con frecuencia, muchos de estos pacificadores, causan disensión y violencia mientras hablan de la paz. No saben mucho sobre la guerra, y nada de la verdadera paz. Por otra parte, otros anhelan sinceramente la paz entre los pueblos, y la reclaman pacíficamente. Unos y otros pasan por alto lo que es fundamental, que es lograr una auténtica paz en el corazón humano. Parece que no comprenden que vivimos en un mundo que es perverso y que hay seres humanos ambiciosos, agresivos y violentos a nuestro alrededor y que habrá guerras y luchas, nos guste, o no nos guste. Y este hecho es una de las terribles realidades de nuestro mundo.

Continuemos ahora con el versículo 4 de este capítulo 1 de Números:

"Y estará con vosotros un hombre de cada tribu, uno que sea jefe de la casa de sus padres."

No parece nada apasionante la manera en que el libro comienza aquí con el censo. No es una historia de intriga como aquellas novelas o películas de misterio que se exhiben por televisión. A primera vista uno creería que tenemos aquí un capítulo con 54 versículos repletos con detalles de poca importancia y de lectura bastante pesada. Pero es necesario recordar que estos detalles eran importantes para Dios, y si reconociéramos algunas de las grandes verdades que hay aquí, también hallaríamos muy emocionante e interesante su lectura.

En primer lugar, este versículo cuatro indica que Dios tiene interés en los individuos. Los movimientos en masa tienen su lugar y desempeñan su papel, pero Dios tiene interés en los individuos redimidos. Tiene interés en cada individuo en particular.

Moisés y Aarón habían recibido la orden de realizar un censo y se les prometió que tendrían un ayudante de cada tribu. Encontramos aquí los nombres de los ayudantes; y no vamos a leer toda esta lista, amigo oyente, porque la lectura podría resultarle monótona. Sin embargo, es evidente que cada nombre en la lista era importante para Dios.

Deseamos demostrarle un sólo caso para que Ud. vea que estos nombres tienen un profundo significado. Si uno comprende el sentido hebreo de los nombres, cada uno le dará un mensaje maravilloso. Leamos, pues, el versículo 5 de este capítulo 1 de Números:

"Estos son los nombres de los hombres que estarán con vosotros: de la tribu de Rubén, Elisur hijo de Sedeur"

Esto no parece muy interesante ni conmovedor, pero permítame explicarle. Rubén era el hijo mayor de Jacob, pero fue puesto a un lado y no recibió la bendición de la primogenitura. Leemos en Génesis 49, versículos 3 y 4: "Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; el primero en dignidad, el primero en poder. Impetuoso como las aguas, ya no serás el primero, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, al subir a mi lecho.".

El hombre elegido de esta tribu tendría que ser un tipo diferente. Elisur, el hijo de Sedeur era aquel hombre, pues Elisur significa "Mi Dios es una Roca" y Sedeur significa "El Omnipotente es Fuego." ¿Ve usted? Esto se está volviendo interesante. Es posible que este hombre Elisur (Mi Dios es Roca) perteneciera a una tribu impetuosa como las aguas, pero él conocía a una Roca que es firme.

Es como la mujer escocesa que dijo, "Yo muy bien puedo temblar en la Roca, pero la Roca nunca temblará debajo de mí." Ahora recuerde usted que ellos habían cantado en el cántico de Moisés que Dios era su Roca; y ese hombre había aprendido eso. El sabía que Dios es una Roca en una tierra árida y un fundamento sobre el cual podemos apoyarnos. Es maravilloso saber, amigo oyente, que usted puede ser una persona inestable y proceder de una familia inestable o inconstante, pero que hay una Roca para usted. Nuestro Dios es una Roca.

Bien, pasemos ahora al versículo 18:

"y reunieron a toda la congregación el día primero del mes segundo. Entonces fueron registrados por familias y según las casas de sus padres, anotando uno por uno los nombres de los de veinte años para arriba."

Ahora, ¿Por qué era tan importante establecer la genealogía de cada familia? ¿Por qué tienen tanta importancia en la Biblia las genealogías? Bueno, creemos que tienen un propósito triple. Tienen un valor inmediato y directo.

1. En primer lugar, eran interesantes y beneficiosas para los interesados. Es bueno saber algo en cuanto al linaje de cada uno. Pues bien, una genealogía, siempre es algo interesante y siempre tiene importancia, especialmente cuando aparece en la Biblia.

2. En segundo lugar, la razón por la cual algunos nombres y genealogías se citan con tanto cuidado en la Biblia mientras otros se omiten, es porque la genealogía que nos interesa es la que nos conduce hasta Jesucristo. Vimos en nuestro estudio del libro de Génesis, cómo la línea de descendencia rechazada se mencionaba primero, y luego era dejada y olvidada. Luego la línea genealógica que conducía al Señor Jesucristo se daba y esa fue la línea que se siguió por toda la Biblia.

El Nuevo Testamento en realidad principia con una genealogía. Todo el Nuevo Testamento o bien se sostiene, o se cae en la exactitud de esa genealogía. Esta genealogía estaba registrada y probablemente fue expuesta públicamente en el templo de aquel entonces. Era algo que se podía verificar con toda facilidad y seguramente los enemigos de Jesús pudieron examinarla con frecuencia, esperando comprobar que El no tenía el derecho legal de ocupar el trono de David. Es importante notar que la exactitud de la genealogía de Jesucristo, nunca ha sido cuestionada por Sus enemigos.

3. Y en tercer lugar las genealogías son importantes, porque Dios prohibió el matrimonio entre ciertos parientes, o entre judíos y personas de otras razas; y era esencial que a un verdadero israelita le fuera posible declarar su linaje. Ellos eran los beneficiarios del pacto hecho con Abraham. La genealogía era necesaria para poder determinar quién era elegible para el sacerdocio. Aquellos que no tenían un linaje apropiado simplemente eran excluidos del privilegio del sacerdocio. Un ejemplo de esto lo encontramos en el libro de Nehemías.

En el capítulo 7 de ese libro, versículos 63 y 64 dice: "Y de los sacerdotes, los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas. Estos buscaron su registro de genealogías, y no se halló; y fueron excluidos del sacerdocio." (Nehemías 7:63,64). Los levitas que no podían declarar su genealogía, eran excluidos del sacerdocio.

Era realmente importante que los israelitas estuviesen seguros de serlo. Cada uno tenía que saber, tenía que estar seguro, de que era hijo de Abraham. Usted puede ver, pues, la trascendencia que tenía este asunto para el pueblo de Israel. Para poder estar en el ejército, para poder luchar, para poder mantenerse en el lugar que les correspondía en el campamento, para poder hacer cualquier cosa, tenían que declarar su genealogía.

En este detalle, hay un mensaje para nosotros en la actualidad. Amigo oyente, permítanos hacerle una pregunta, es una pregunta bastante personal. ¿Le es posible a usted declarar su genealogía, es decir, como cristiano? Si no le es posible, permítanos entonces decirle, que más vale poder manifestarlo con seguridad. Escuche esto: El Apóstol Juan en su primera carta, capítulo 3, versículo 2 dice: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal como El es". ¿Puede usted decir esto, amigo oyente ? puede decir con absoluta seguridad que es hijo de Dios?

Ahora, ¿Cómo se llega a ser hijo de Dios? El Apóstol Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice en el capítulo 3, versículo 26: "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". ¿Se fijó, amigo oyente? Por la fe en Cristo Jesús. ¡No hay otra manera! Usted llega a ser hijo de Dios, mediante la fe en Cristo Jesús. El Señor dice en Juan 1:12: "Mas a todos los que le recibieron (es decir, los que recibieron al Señor Jesús), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".

Realmente, nuestra genealogía es importante. Si somos verdaderos hijos de Dios por la fe en Cristo, somos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Y el Apóstol Pablo, declara una vez más en Gálatas 3:29: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa". Y en su carta a los Romanos, capítulo 8, versículos 14 al 17, dice: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados".

Amigo oyente, a usted le es posible saberlo. Puede nacer de nuevo por la sangre de Cristo y así convertirse en miembro de la familia de Dios. ¡El es el único camino! En esta jornada del desierto por el que viajamos en la actualidad, ¡Ud. tiene que saber quién es! Tiene que saber que es hijo de Dios. Si no está seguro de ello, debe entonces asegurarse. Ahora, ¿Cómo puede estar seguro? Pues, simplemente fiándose de la Palabra de Dios. El dice que si usted pone su confianza en Cristo, El será su Padre. Si usted ha confiado en Cristo, puede descansar en la Palabra de Dios. ¡Usted es Su hijo! No es lo que pensamos, ni lo que sentimos, lo que hace que esto sea verdad. Es la Palabra de Dios la que lo verifica. Y Ud., puede descansar en la seguridad de esa Palabra.

Muchísimos profesan ser cristianos, pero no pueden decir con toda certeza: "Soy hijo de Dios por la fe en Jesucristo." Cada uno, amigo oyente, tiene que saber, tiene que estar seguro que es hijo de Dios, que pertenece a la familia de Dios.

Es muy importante que un cristiano sepa y recuerde que es hijo de Dios. El Apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 5, versículos 12 y 13 dice: "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios" El apóstol Pablo, en su segunda carta a Timoteo capítulo 1, versículo 12 podía decir: "Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día".

Sí, amigo oyente. Es de vital importancia que un cristiano esté completamente seguro y recuerde constantemente que es hijo de Dios. Pero si usted, amigo oyente, no es un hijo de Dios, es decir, todavía no pertenece a la familia de los redimidos por la sangre de Jesús, usted puede llegar a formar parte de la familia de Dios, ahora mismo, sometiéndose a Dios y entregando total e incondicionalmente su vida en las manos del Señor Jesús, para que El le transforme completamente en una nueva criatura, controlada por el poder del Espíritu Santo. Esto es aceptar a Jesucristo como Salvador personal. Y de esta manera uno permite que Dios realice en uno mismo la obra de la redención, es decir, que dejamos de contemplar esta obra de redención en el plano general y permitimos que Dios la aplique al plano íntimo y personal de nuestra propia experiencia. Entonces, nacemos de nuevo. Sólo así cada uno podrá decir por experiencia propia, que Jesucristo no sólo es el Salvador del mundo, sino además, su salvador personal. Si usted, amigo oyente, acude a Cristo Jesús, en este mismo momento, podrá experimentar entonces, este nuevo nacimiento que le permitirá ingresar a la familia de Dios. Le exhortamos, pues, a acudir al Señor Jesucristo en esta hora, para que así pueda usted decir con toda certeza: ¡Yo soy un hijo de Dios! Que Dios le ayude a hacerlo.

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