Estudio bíblico de Números 14:13-15:8

Números 14:13-15:8

Continuamos hoy estudiando el capítulo 14 de Números. Y en nuestro programa anterior, estábamos hablando de Josué y Caleb, y de la gran confianza y fe que ellos tenían en Dios al presentar su informe, después de regresar del viaje de reconocimiento que hicieron a la tierra prometida. Pero vimos también la reacción de la multitud, que comenzó a hablar de apedrearlos. No obstante, la gloria del Señor se mostró en el tabernáculo o tienda de reunión y habló a los hijos de Israel. Y notamos también, cuán airado estaba el Señor ante la actitud del pueblo de Israel. Tan airado, que estaba dispuesto a destruir al pueblo y a cumplir Sus promesas, levantando una nueva nación, por medio de Moisés. Pero vemos ahora, que Moisés intercede por Israel. Leamos los versículos 13 al 19, de este capítulo 14 de Números:

"Pero Moisés respondió al Señor: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder, y se lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, el Señor, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, Señor, y que tu nube estaba sobre ellos, que de día ibas delante de ellos en una columna de nube, y de noche en una columna de fuego. Si haces morir a este pueblo como a un solo hombre, las gentes que hayan oído tu fama dirán: Por cuanto no pudo el Señor introducir a este pueblo en la tierra que había jurado darle, los ha matado en el desierto. Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo prometiste al decir: El Señor es tardo para la ira y grande en misericordia, perdona la maldad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable, pues castiga el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación. Perdona ahora la maldad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí."

Moisés le recuerda a Dios que se propagaría el rumor de que Dios no era lo suficientemente poderoso, como para introducir a Su pueblo en la tierra que El les había prometido. Dirían que Dios no pudo terminar lo que había comenzado. Basándose entonces en la súplica de Moisés, Dios accede a continuar con ellos y a conducir a Israel a la tierra. Y luego el Señor pronuncia esta profecía, que comenzaremos a leer en los versículos 20 y 21 de este capítulo 14 de Números:

"Entonces el Señor dijo: Yo lo he perdonado, conforme a tu dicho. Pero tan ciertamente como vivo yo y mi gloria llena toda la tierra"

Ahora, así como fue un hecho que Dios sacó a los israelitas de la tierra de Egipto y los puso en la tierra prometida, de la misma manera, Dios completará el plan que tenía para Ud. cuando le salvó. Dios completará el plan que está llevando a cabo ahora para toda la tierra, porque se acerca la hora en que toda la tierra será llena de la gloria del Señor. Pero, veamos ahora lo que ocurre porque el Señor sigue hablando en los versículos 22 al 24 de este capítulo 14, que leeremos ahora, porque los israelitas reciben

El juicio de Dios

"que ninguno de los que vieron mi gloria y las señales que he hecho en Egipto y en el desierto, los que me han tentado ya diez veces y no han oído mi voz, verá la tierra que juré dar a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto lo ha animado otro espíritu y decidió ir detrás de mí, yo lo haré entrar en la tierra donde estuvo, y su descendencia la tendrá en posesión."

El Señor castiga a Israel. La generación que murmuraba, recibe la noticia de que no entrará en la tierra prometida. Josué y Caleb, son los únicos que Dios escogió de entre todo el pueblo y promete que sólo estos dos entrarán en la tierra. Como veremos más adelante, Dios cumplió Su promesa. Continuemos leyendo los versículos 29 al 32:

"En este desierto caerán vuestros cuerpos, todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años para arriba, los cuales han murmurado contra mí. A excepción de Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun, ninguno de vosotros entrará en la tierra por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella. Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que se convertirían en botín de guerra, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto."

Los israelitas habían dicho que estaban preocupados por la seguridad de sus hijos pequeños. Pero, ahora, Dios les dice que ellos no podrán entrar en la tierra, pero que en cambio, estos mismos hijos pequeños, por quienes ellos dieron a entender que Dios no se preocupaba, serían los que podrían entrar sin problemas en la tierra prometida. Continuemos leyendo los versículos 32 al 35:

"En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. Vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y cargarán con vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días que empleasteis en reconocer la tierra, cargaréis con vuestras iniquidades: cuarenta años, un año por cada día. Así conoceréis mi castigo. Yo, el Señor, he hablado. Así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí. En este desierto serán consumidos, y ahí morirán."

Ahora, Dios les dice aquí que andarán por el desierto durante cuarenta años, un año por cada día que los espías estuvieron en la tierra prometida. Aprendemos también, que los diez espías que trajeron el informe malo, murieron de una plaga, mientras que Josué y Caleb quedaron con vida. Veamos, entonces, los versículos 36 al 38, ahora:

"Los hombres que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando aquel país, aquellos hombres que habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante del Señor. Pero Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra."

El párrafo final de este capítulo nos presenta a

Israel derrotado por amalecitas y cananeos

Continuemos leyendo el versículo 39:

"Moisés dijo estas cosas a todos los hijos de Israel, y el pueblo se enlutó mucho."

Ahora, los hijos de Israel, lloraron otra vez. Ahora, al cambiar de dirección, no entrando en la tierra prometida, y enfrentarse con el desierto, se dan cuenta que realmente le tienen más miedo al desierto, que a entrar en la tierra prometida. Habían perdido su oportunidad. Ah, pero esperaban recobrarla. Continuemos leyendo los versículos 40 al 42:

"Se levantaron muy de mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo: Aquí estamos para subir al lugar del cual ha hablado el Señor, porque hemos pecado. Moisés les respondió: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento del Señor? Esto tampoco os saldrá bien. No subáis, pues el Señor no está en medio de vosotros: no seáis heridos delante de vuestros enemigos."

Ahora, ellos habían desperdiciado su oportunidad. No quisieron entrar en la tierra, cuando Dios quiso que entraran. Pero ahora se atreven a entrar. Y esta es presunción. ¡La fe, amigo oyente, no consiste en un gesto de vanidad y osadía! Ahora, ellos quieren seguir su propio camino, en lugar del camino de Dios. No puede haber victoria alguna, cuando no hay sumisión total a la voluntad de Dios. Y los versículos finales del capítulo 14, los versículos 44 y 45, nos dicen:

"Ellos, sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero ni el Arca del pacto del Señor ni Moisés se apartaron de en medio del campamento. Entonces descendieron el amalecita y el cananeo que habitaban en aquel monte, los hirieron, los derrotaron y los persiguieron hasta Horma."

Y esto, pues, fue lo que les aconteció a los hijos de Israel, por dudar, por desconfiar de Dios y por murmurar contra El. Y así, amigo oyente, concluye nuestro estudio del capítulo 14 de Números. Llegamos ahora, a

Números 15:1-8

En este capítulo, el fracaso del pueblo de Israel, retrasa la bendición de Dios, pero no destruye Su propósito. Vimos en el capítulo anterior, que los hijos de Israel, habían llegado a un lugar de decisión, a Cades Barnea. Como usted bien sabe, a todos nos resulta difícil tomar decisiones. Y esto, es especialmente cierto en cuanto al cristiano. Muchas veces estamos en una encrucijada y no estamos seguros de cuál es la dirección que debemos seguir. Pero los israelitas vieron con claridad cuál era el camino que debían haber seguido. Se encontraron ante la elección de entrar en la tierra por la fe, o de volver atrás al desierto, en una actitud de incredulidad. Y se equivocaron en su decisión, porque decidieron retroceder en incredulidad. Sin embargo, cuando miraron al desierto, cambiaron de opinión. Y decidieron que la tierra prometida, con sus ciudades amuralladas y sus gigantes no era tan peligrosa como el desierto. Así que intentaron entrar en aquel país. Ahora, esta no fue una decisión basada en su fe, sino más bien, en sus experiencias de dos años en el desierto. Y así presumieron que podrían introducirse en la tierra y por lo tanto, decidieron hacer un esfuerzo por entrar en la tierra prometida. Realmente, la presunción es tan peligrosa, como la incredulidad.

Amigo oyente, necesitamos tener muchísimo cuidado en cuanto a este asunto de andar por la fe y andar por presunción, controlados por la vanidad, por el orgullo. Lo verdaderamente importante es buscar la voluntad de Dios, para actuar y tomar las decisiones de nuestra vida. Es importante pasar el tiempo necesario, delante del Señor, para conocer Su Voluntad.

Entramos ahora, en la división del libro de Números que comprende los capítulos 15 al 25, y en la que en nuestra introducción al libro de Números, hemos visto a Israel

Sumido en la indecisión y preocupándose por pequeñeces en el desierto

En Cades-Barnea Dios les envía de regreso al desierto. Aquí, el caminar de los viajeros se transforma en un vagar sin rumbo. El andar con firmeza se torna en murmurar. El dar su testimonio como pueblo de Dios, se transforma en lamentos. El andar como un ejército preparado para la lucha se convierte en una marcha tambaleante. El cantar, se convierte en suspirar. El trabajar, se torna en desear y anhelar. Desafortunadamente, tenemos que decir, que son muchos los cristianos, que pasan en esta vida, por situaciones idénticas.

Ahora, lo interesante, es que estos son años de silencio. No hay constancia escrita del transcurso de estos años en ninguna parte. Solamente tenemos las descripciones de algunos incidentes que no tienen ninguna relación el uno con el otro. Sin embargo, se nos dan ciertas indicaciones de las características generales de esos años.

En el capítulo 33, que no parece muy interesante, encontramos el diario de las jornadas. Ahora, nos es posible reconstruir algunos incidentes registrados con este diario; pero, no se nos da ningún relato detallado en cuanto a esos años. Fueron años desperdiciados para los israelitas. Cuando lleguemos al libro de Josué, capítulo 5, nos daremos cuenta, que no circuncidaron a los niños durante este período. Esto muestra que no estaban cumpliendo la voluntad de Dios, en cuanto al pacto que Dios había hecho con Abraham. También sabemos que no ofrecieron sacrificios a Dios. El profeta Amós, en el capítulo 5, versículo 25 de su profecía, presenta esta pregunta de Dios: "¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, casa de Israel?"

Estos sacrificios, como ya hemos dicho, señalaban a Cristo, pero ellos no ofrecieron ningún sacrificio durante esos cuarenta años. Y no sólo eso, sino que también sabemos que adoraron a ídolos durante este período. Una vez más, Amós en el versículo siguiente, versículo 26, del mismo capítulo 5, dice: "Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestros Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis". Mucho más adelante en la historia, Esteban, primer mártir de la iglesia cristiana relata esto de nuevo, en los Hechos de los Apóstoles, capítulo 7, versículos 42 y 43, diciendo: " Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindieran culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella de vuestro dios Refán, figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia".

De modo que podemos ver que los israelitas no fueron fieles a Dios durante este período. Estos años de su vagar errante a través del desierto, tienen muchas lecciones para nosotros en la actualidad. Nosotros somos peregrinos y extranjeros en este mundo. Desde el punto de vista de Dios, el mundo es hoy un desierto. Puede que ése no sea precisamente nuestro punto de vista. Y usted y yo, como creyentes, estamos simplemente de paso por este mundo. Somos extranjeros y peregrinos.

Permítanos enfatizar una vez más, que todo el Tema de este capítulo, expresa que ellos pudieron retrasar la bendición de Dios, pero no pudieron destruir el propósito de Dios. Observemos que, aunque El pueblo retrocede hacia el desierto, Dios les dice que entrarán en la tierra, y en lo que a Dios concierne, su entrada podía considerarse un hecho consumado. Esa es la razón, por la cual hay tantas profecías en el Antiguo Testamento que se expresan en lo que conocemos, como el tiempo profético. Es decir, que se expresan en el tiempo pasado aunque hablen, en realidad, de un evento futuro. Es que, amigo oyente, por lo que a Dios se refiere, cuando El dice que algo va a suceder, tal acontecimiento ya ha ocurrido en Su programa. Leamos, pues, los primeros dos versículos de este capítulo 15, que comienzan a tratar el Tema,

El propósito de Dios no es destruido

"El Señor habló a Moisés y le dijo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os daré por habitación"

Dios, ahora, les dice las cosas que van a hacer cuando entren en la tierra. Y esto se cumplió al pie de la letra, 40 años más tarde. Los israelitas de una nueva generación, entraron en la tierra e hicieron las cosas que sus padres rehusaron hacer. Continuemos leyendo las instrucciones de los versículos 3 al 8:

"y presentéis ofrenda que se quema al Señor, holocausto o sacrificio de vacas o de ovejas, como cumplimiento de una promesa o como ofrenda voluntaria, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato al Señor, entonces, el que presente su ofrenda al Señor añadirá como ofrenda dos kilos de harina fina, amasada con un litro de aceite. De vino para la libación ofrecerás por cada cordero un litro de vino, además del holocausto o del sacrificio. Por cada carnero presentarás una ofrenda de cuatro kilos de harina, amasada con poco más de un litro de aceite; y de vino para la libación presentarás algo más de un litro, como ofrenda de olor grato al Señor. Cuando ofrezcas un becerro como holocausto o sacrificio de reconciliación, o en cumplimiento de alguna promesa al Señor . . ."

Y Dios sigue hablándoles en cuanto a esta ofrenda. Un litro de aceite debía ser amasado en ella, lo que nos habla del ministerio del Espíritu Santo. También debía presentarse como ofrenda, un litro de vino para ser derramado, lo que nos habla de la alegría. Debían ofrecer un cordero (vs.5), y un carnero (vs.6), y un becerro (vs.8). Fíjese usted, que, Dios dice: "Cuando ofrezcas un becerro". Dios les habla acerca de lo que harían en la tierra prometida, con la misma certeza que si ya fuera un hecho. Esta generación en el desierto, se volvería a la idolatría, pero la nueva generación que ocuparía la tierra, es la que ofrecería estas ofrendas y sacrificios, que hablan de la Persona del Señor Jesucristo.

Amigo oyente, regresemos por un momento de nuestro viaje por el desierto y examinemos nuestra realidad. ¿Cómo le va a Ud. en la vida diaria? Quizás ha sido educado en la tradición cristiana, asiste a la Iglesia y escucha la lectura de la Biblia los domingos, y trata de concentrar sus pensamientos en el Señor Jesucristo y Su enseñanza. Pero, ¿qué le sucede los lunes cuando sale al desierto del mundo, al volver a la rutina? ¿Se une usted a la idolatría del mundo, que sigue fielmente a ciertos ídolos seculares? ¿Vive una vida sagrada y religiosa los domingos y una vida secular durante los demás días de la semana? Seguramente llegará Ud. a la conclusión de que necesita plantearse si realmente tiene una relación personal con Dios. Y por otra parte, si Ud. vive una vida en la cual Dios, la Biblia y el Señor Jesucristo están ausentes, sería bueno reflexionar sobre lo efímero de esta existencia humana, y en el futuro después de la muerte, es decir, en la eternidad. En cualquier caso y cualquiera sea su situación, es posible que el torbellino de actividades que a todos nos envuelve no pueda disimular la existencia de un vacío interior, de una distancia que le separa de Dios. El Señor Jesucristo quiere entrar a formar parte de su vida, si Ud. le acepta por la fe. El es el único camino que conduce a una relación personal con Dios. El le aceptará tal como Ud. es y comenzará a transformarle. Quiere que Ud. sea consciente de Su presencia en el lugar de trabajo y en al aula de clases; en momentos de convivencia social y en la soledad. Es más, quiere estar presente en su hogar, compartiendo las circunstancias familiares, y los problemas de cada día. Y podrá Ud. comprobar que esa relación con Dios, junto con la certeza de la vida eterna, más allá de esta vida, le dará la fuerza necesaria para cumplir con ilusión el propósito para el cual Ud. ha sido creado y colocado en esta tierra.

Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, Canal de Vida). Todos los derechos reservados.
CONDICIONES DE USO