Estudio bíblico de Hechos 19:11-20:6

Hechos 19:11-20:6

Continuamos nuestro estudio en el capítulo 19 de los Hechos de los Apóstoles. Y en nuestro programa anterior hablamos del apóstol Pablo y su ministerio en Éfeso. Y dijimos que Pablo había recibido mucha oposición y por eso tuvo que salir de la Sinagoga. Cambió su centro de operaciones y comenzó entonces a enseñar diariamente en la escuela de Tiranno. Y dijimos que esta escuela era una escuela para los efesios y que Pablo había predicado allí la Palabra de Dios por un período de dos años; y que como resultado de esto, toda la provincia de Asia había escuchado la Palabra de Dios, tanto judíos como griegos. Y mencionamos que esto nos daba una idea de cómo la Palabra de Dios crecía en ese tiempo. Al parecer desde este lugar estratégico, la iglesia de Colosas tuvo sus comienzos. Es que Pablo les escribió a los colosenses de la misma manera que escribió a los romanos, es decir, sin haberles visitado antes. Sin embargo, Pablo fue el fundador de esas iglesias por medio del simple hecho de que en la escuela de Tiranno, se había proclamado el evangelio y en consecuencia había entrado en todas partes. Ahora, sabemos que los corintios habían deseado que Pablo les visitara, pero él les escribió diciendo en el capítulo 16 de la primera carta a los Corintios, versículos 7 al 9: "Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios". Por dos años, dijimos, el evangelio se proclamó en Éfeso a fin de que todo el mundo lo pudiese escuchar en la provincia de Asia. Y creemos que las siete iglesias de Asia Menor, debieron su existencia a la predicación del apóstol Pablo en este lugar. Podemos afirmar con certeza que fue aquí donde Pablo tuvo el ministerio más grande de toda su vida. Leyendo ahora el versículo 11 de este capítulo 19 de los Hechos, dice:

"Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo"

Ahora, hay diferentes palabras que se usan en griego, que nuestra Biblia traduce como milagro. Aquí la palabra para milagro es "dunamis" de la cual proviene nuestra palabra dinamita. Y quiere decir, un acto de gran poder. Es decir, que Dios hizo obras especiales de gran poder por medio de las manos de Pablo. Estos milagros fueron una señal de que Pablo tenía los dones de un apóstol.

Éfeso era un gran centro de la religión, posiblemente más importante que Atenas, o cualquier otro lugar de aquel entonces. El gran templo de Diana estaba allí, y la adoración relacionada con ella era satánica, en todos sus aspectos. Cuando estudiemos la carta a los Efesios, veremos con más detalle el carácter de la ciudad de Éfeso y la clase de adoración satánica que se desarrollaba allí. Ahora, para poder enfrentar esa clase de oposición, Dios le dio a Pablo algunos poderes especiales. Leamos el versículo 12 de este capítulo 19 de los Hechos:

"de tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían."

¿Qué eran los pañuelos y delantales que se mencionan aquí? Bueno, en verdad podríamos llamarlos telas o paños para el sudor y Pablo los usaba en su trabajo. Recordemos que él hacía tiendas y que este era un clima cálido. Mientras trabajaba, seguramente sudaba y es probable que su sudor cayese sobre las tiendas que hacía. Pues, entonces Pablo tomaba estos trapos, estos paños, y probablemente con ellos se quitaba el sudor de la frente. La gente entonces venía y recogía estos trapos sucios con el sudor de Pablo, y era sanada de sus enfermedades. En esa región se practicaban las religiones de misterio. En algunas de ellas usaban vestidos blancos y ponían énfasis sobre el hecho de que todo tenía que estar muy limpio y blanco. Parece que Dios estaba desafiando estas prácticas, al usar estos trapos sucios de sudor para sanar a los enfermos.

Y esto revela el poder especial que le había sido dado al apóstol Pablo. Ahora, que sepamos, éste fue el único incidente de este tipo que jamás haya ocurrido; y esto incluye los tiempos en que vivimos. Es casi blasfemo que alguien diga que tiene el poder de enviarle a uno un pequeño pañuelo y que ese pañuelo tenga algún poder especial. Estos trapos sucios impregnados de sudor fueron utilizados por Dios como respuesta a las religiones paganas de aquel entonces. Los enfermos eran sanados y los espíritus malos salían de los que padecían estas dolencias, cuando recogían estos paños. Bien, continuemos ahora con el versículo 13:

"Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: ¡Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo!."

Cuando vieron lo que Pablo hacía, trataron de duplicar los milagros. Y observemos ahora, lo que ocurrió en los versículos 14 y 15:

"Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?"

Vemos que estos eran hijos de un sacerdote. O sea que hasta los sacerdotes se habían metido en esta clase de prácticas. La palabra griega aquí para conozco es "ginosko" y no implica un conocimiento por la fe. Simplemente significaba que el espíritu malo sabía quién era Jesús. Ahora, el versículo 16 dice:

"El hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos."

El esfuerzo de los hijos de Esceva por tratar de duplicar los milagros de Pablo, se volvió en contra de ellos, causándoles una humillación pública, heridas y una situación embarazosa. Leamos ahora el versículo 17:

"Esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era glorificado el nombre del Señor Jesús."

Se pudo ver con toda claridad el resultado de este incidente. El nombre del Señor Jesús se divulgó a través de toda esa ciudad pagana. Éfeso era una gran ciudad y dice aquí que todos sus habitantes se enteraron de lo ocurrido y tuvieron temor. Los milagros realizados por medio de Pablo sacudieron los mismos fundamentos de la sociedad de Éfeso, y el nombre del Señor Jesús fue magnificado ante todos. Continuemos con los versículos 18 y 19 de este capítulo 19 de los Hechos:

"Muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su valor, hallaron que era de cincuenta mil monedas de plata."

Ésa sí que fue una verdadera hoguera, una hoguera que consumió una cuantiosa suma de dinero. Y eso fue lo que ocurrió en Éfeso. Sigamos adelante con los versículos 20 al 22 de este capítulo 19 de los Hechos:

"Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en su espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya. Decía él: Después que haya estado allí, me será necesario ver también Roma. Envió entonces a Macedonia a dos de los que lo ayudaban, Timoteo y Erasto, y él se quedó por algún tiempo en Asia."

Después de pasar por estas experiencias que el doctor Lucas nos ha relatado hasta aquí, al parecer, Pablo tenía intención de ir a Roma en este viaje misionero. Lo interesante es que por fin iría a Roma, pero, no de la manera en que había pensado. Fue durante este tiempo que Pablo escribió su primera carta a los Corintios, y parece que Timoteo y Erasto llevaron esta carta para entregarla allí. Aunque estaba dirigida a los Corintios, la carta sería leída también a muchos de Macedonia, incluyendo así a los de Filipos y de Tesalónica, y también sería leída a las Iglesias en Acaya, entre ellas, a las de Atenas y Corinto. Fue en esta carta donde Pablo declaró que se le había abierto una puerta grande y eficaz en Éfeso, pero, que a la vez había muchos adversarios. Podemos ver ahora que los adversarios eran satánicos. Esta ciudad era un centro de religión pagana y de la adoración satánica. Necesitamos darnos cuenta en la actualidad, que la adoración satánica actual no es, en ni ninguna manera, algo nuevo. Avancemos con el versículo 23 de este capítulo 19 de los Hechos:

"Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino"

En aquel entonces las Iglesias no tenían nombres ni se identificaban por denominaciones, como en la actualidad. A los creyentes se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía, pero el cristianismo simplemente se conocía como "el Camino". Por cierto que era un nuevo Camino. Se trataba de un nuevo Camino, que era el Señor Jesús, como Él mismo dijo. En el capítulo 14 del evangelio según San Juan, versículo 6, dijo Jesús: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Continuemos ahora con el versículo 24 de este capítulo 19 de los Hechos:

"porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices"

El templo de Diana era un gran templo pagano y a su alrededor estaba el centro comercial. Era el centro bancario de aquel entonces, pero, también el centro del pecado. A su alrededor se desarrollaban actividades inmorales. En verdad la religión es capaz de rebajarse a un nivel más bajo que cualquier otra cosa. Aquel templo era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Fue el templo griego más grande que jamás se había construido. Era sumamente hermoso, con sus magníficas tallas, pero la imagen de Diana o Artemisa era espantosa. No era la Diana estéticamente elegante de los griegos, sino más bien la Diana Oriental; una Diana imperfecta, con muchos senos. Vendían pues esas imágenes de plata, negocio que resultó de mucha ganancia para algunos. Y el ministerio de Pablo estorbó la venta de estos templecillos y de muchas otras reliquias religiosas que producían grandes entradas. Este platero llamado Demetrio, reunió entonces a todos los artífices que elaboraban tales imágenes. Y dice aquí en los versículos 25 al 27:

"a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a mucha gente con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia y el mundo entero."

Se pudo ver que la causa de esta protesta de los plateros, encabezados por Demetrio, era el temor de perder su sustento diario, obtenido de ese comercio religioso. Como mucha gente venía de muchas partes al templo de Diana en Éfeso, podemos imaginarnos la reacción de aquellos que se habían enriquecido tanto al vender estas miniaturas del templo y muchas otras reliquias religiosas.

La adoración de Diana se había extendido por toda Asia. Éfeso era un centro de comercio, de religión, y de adoración, tanto para los orientales como para los occidentales; un lugar donde se encontraban el oriente y el occidente. Y tememos que a Éfeso llegara lo peor de ambos mundos. Leamos ahora el versículo 28 de este capítulo 19 de los Hechos:

"Cuando oyeron estas cosas se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!"

Se ve que salieron por la ciudad llevando sus carteles y gritando: ¡Grande es Diana de los efesios! Prosigamos con los versículos 29 y 30:

"La ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. Pablo quería salir al pueblo, pero los discípulos no lo dejaron."

Claro que, Pablo habría sido peligrosamente acosado y quizás linchado. Él ya había pasado por una experiencia similar a ésta en el país de Galacia, cuando fue apedreado en Listra. Ahora, el versículo 31 dice:

"También algunas de las autoridades de Asia, que eran amigos suyos, le enviaron recado rogándole que no se presentara en el teatro."

Había algunos hombres prominentes en aquella región, funcionarios políticos y religiosos llamados Asiarcas. Muchos de éstos se habían convertido a Cristo y le aconsejaron a Pablo que no intentara hablar a esa multitud. Le dijeron que sería peligroso que él se presentara en el teatro. Avancemos con los versículos 32 al 34 de este capítulo 19 de los Hechos de los Apóstoles:

"Unos, pues, gritaban una cosa y otros otra, porque la concurrencia estaba confusa y la mayoría no sabía por qué se habían reunido. De entre la multitud sacaron a Alejandro, empujado por los judíos. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano, quiso hablar en su defensa ante el pueblo. Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!"

Alejandro era probablemente un recién convertido. Ésta era una típica turba fuera de control. Muchos ni siquiera sabían por qué se habían reunido. Sin embargo, vemos que no le otorgaron libertad de palabra a nadie. No permitieron a Alejandro que hablara. Sólo les interesaba gritar el lema: ¡Grande es Diana de los efesios! Ahora, los versículos 35 y 36 dicen:

"Entonces el escribano, cuando apaciguó a la multitud, dijo: Efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente"

Este escribano o secretario de la ciudad les dijo que le estaban dando demasiada importancia a todo el asunto. Les dijo que miraran a aquel gran templo y a la gran diosa Diana que al ser tan popular, nadie podría decir nada en contra de ellos, y que nada les sucedería. Ahora, ¿No es interesante que de todo aquel santuario y del sistema que lo rodeaba no quedan más que ruinas y así ha quedado permanecido por más de dos mil años? Continuemos con los versículos 37 y 38 de este capítulo 19 de los Hechos:

"porque habéis traído a estos hombres, que no son sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden y procónsules hay; acúsense los unos a los otros."

Estaba diciendo que si querían presentar cargos legales, el tribunal estaba abierto. Y los versículos 39 al 41 dicen:

"Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir, pues hay peligro de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, ya que no existe causa alguna por la cual podamos dar razón de este alboroto. Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea."

Les dijo que si tenían algún pleito que entablar, debían sentarse para tener una reunión ordenada, y que debían bajar esos carteles y dejar de gritar. En verdad, estaban bajo peligro de ser llamados por las autoridades del Imperio para dar cuenta de esa alteración del orden público. Despidió pues, este funcionario público a la multitud, que entonces se dispersó. El ministerio de Pablo en Éfeso llegó así a su fin aquí. Veremos luego, que Pablo saldría de Éfeso y regresaría a Macedonia.

Y así concluimos nuestro estudio del capítulo 19 de los Hechos. Y pasamos ahora a

Hechos 20:1-6

Después de la experiencia de Pablo en Éfeso, continuó viaje a Macedonia, a Filipos, de regreso a Troas, y a Mileto. Los ancianos de la iglesia en Éfeso se encontraron con él en Mileto, donde celebraron una afectuosa reunión y una conmovedora despedida. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 20 de los Hechos, que señalan el momento en que

Pablo viajó a Macedonia

"Cuando cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos y, habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para Macedonia. Después de recorrer aquellas regiones, y de exhortarlos con abundancia de palabras, llegó a Grecia."

Esto quiere decir que Pablo visitó nuevamente a Atenas y a Corinto. Continuemos con los versículos 3 y 4:

"Al cabo de tres meses de estar allí, debido a los planes que los judíos tenían contra él cuando se embarcara para Siria, tomó la decisión de volver por Macedonia. Lo acompañaron hasta Asia, Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo."

Todos estos eran creyentes que se habían convertido a Cristo bajo el ministerio de Pablo. Y ahora, él tenía la ayuda de un equipo numeroso.

Es preciso reconocer que cuando Pablo pasó por Grecia y Macedonia, visitó a todas las Iglesias que había establecido allí; para hacer esto, tuvo que visitar las ciudades de Atenas, Corinto, Tesalónica, Berea y Filipos. Además Pablo volvió sobre sus pasos y visitó a todas las Iglesias que estaban en Europa, o por lo menos en la región europea de su tercer viaje.

Llegamos ahora al párrafo encabezado por el título

Pablo en Troas

Recordemos que Troas fue el lugar desde donde Pablo partió para Europa en su segundo viaje misionero. Ahora, regresaba a Troas durante su último viaje misionero. Y el versículo 5 nos dice:

"Estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas."

El pronombre "nos" nos indica que el doctor Lucas todavía estaba con Pablo mientras los otros se les adelantaron hasta Troas.

Este grupo de hombres que le acompañaban también eran misioneros y ya habían viajado antes con Pablo. Creemos que cuando Pablo tenía un ministerio en un lugar como Corinto, estos hombres probablemente salían y se distribuían por los distritos rurales y pueblos pequeños proclamando la Palabra. Leemos en la carta a los Colosenses capítulo 1, versículo 6, acerca del hecho de que la Palabra de Dios estaba creciendo y dando fruto en todo el mundo de aquel entonces. Parecía increíble, pero, era cierto. Aquella frase "a todo el mundo" no era un mero recurso oratorio. Significaba todo el Imperio Romano, porque ese era el mundo de aquella época y la Palabra de Dios se había difundido a través de todo el mundo romano. Esto nos permite hacernos la idea de que había otros que trabajaban con los apóstoles. El libro de los Hechos describió la obra de Pedro y de Pablo como personajes predominantes: Pedro como el apóstol a los judíos, y Pablo como el apóstol a los no judíos. Lo que tenemos aquí en el libro de los Hechos es un relato muy resumido de la obra misionera que se llevó a cabo. Sigamos adelante con el versículo 6 de este capítulo 20 de los Hechos:

"Y nosotros, pasados los días de los Panes sin levadura, zarpamos de Filipos y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días."

Es interesante ver que tardaron cinco días en realizar este viaje, en la actualidad, los turistas lo pueden hacer en unos cincuenta minutos. ¡Cuán diferentes son hoy los medios de transporte! Estos son más cómodos y eficaces pero, ¿es la influencia del mensaje cristiano más efectiva?

En este programa hemos vuelto a destacar la rápida difusión de la Palabra de Dios y el mensaje del Evangelio en el mundo del Imperio Romano. Frente a la oposición de los judíos y de los intereses creados, el mensaje de las buenas noticias avanzó y se extendió a pesar de los limitados recursos, de las comunicaciones limitadas de la época, y de la precariedad de los medios de transporte. También hoy, en medio de la oposición del fanatismo y la hostilidad de una sociedad en gran medida secularizada, la Palabra de Dios llega a través de la radio, prácticamente a todos los rincones de la tierra. Y aunque a veces no lo parezca, hay hombres y mujeres que están dispuestos a recibirla. Estimado oyente, le invitamos a usted también a abrir su mente, su corazón para recibirla. Porque, como dijo el profeta Isaías en 55:10 y 11,

"Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié."

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