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Estudio bíblico de Nehemías 3:28-32

Nehemías 3:28-32

Estimado oyente, en estos días estamos recorriendo los muros de Jerusalén y pasando a través de las puertas que estaban en esos muros, como si entráramos y saliéramos a través de cada una de ellas. Recordemos que había diez puertas en esos muros, y hoy vamos a leer en el versículo 28 de este capítulo 3 de Nehemías, donde se menciona la octava de las puertas.

Pero antes diremos que en nuestro programa anterior, mencionamos la puerta de las Aguas. Ahora, ¿De qué nos habla esta puerta de las Aguas? Bueno, pensamos que la puerta de las Aguas nos habla de la Palabra de Dios. Aquí es donde Esdras instaló un púlpito, y eso lo veremos más adelante en este Libro. Cuando él colocó ese púlpito en la Puerta de las Aguas, desde allí leyó la Palabra de Dios. El lugar que él utilizó, junto a esta puerta, fue simbólico, no fue elegido accidentalmente. El Nuevo Testamento deja esto bien claro cuando habla de ser lavados en agua por la Palabra. El Señor Jesucristo dijo a los Suyos en el aposento alto, según Juan 15:3, "Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado". Y luego en este mismo evangelio, capítulo 17, versículo 17, en su oración a favor de los discípulos, Jesús dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". De modo que, la puerta de las Aguas es un símbolo de la Palabra de Dios. Y nosotros somos purificados por el agua de esa Palabra. Y es a través de esa puerta que estamos tratando de difundir la Palabra.

El Salmista, en el Salmo 119:9, hizo una pregunta y presentó la respuesta: "¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu palabra". El hecho sorprendente fue que la puerta de las Aguas no fue reparada. Aparentemente, cuando las otras puertas y murallas fueron derribadas, la puerta de las Aguas permaneció intacta. Éste fue un hecho extraño. No necesitó ningún trabajo de reparación. ¿Acaso no nos dice nada esto? Es que la Palabra de Dios no necesita ninguna reparación. Permanece intacta.

Algunas personas hoy consideran importante probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Y también hay otros que se dedican a probar que la Biblia no es la Palabra de Dios. En un principio, nos hemos dedicado a un ministerio apologético que exponía las pruebas de que la Biblia es la Palabra de Dios. Sin embargo, hemos aprendido que no necesitamos probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Nuestro deber es proclamarla, difundirla, y el Espíritu de Dios se ocupará de ello. Hemos llegado a la conclusión de que la Biblia es, en efecto, la Palabra de Dios. No es que razonamos o pensamos que lo sea, sino que sabemos que lo es. Y sabemos lo que ella puede hacer por usted hoy, estimado oyente. Esa Palabra no necesita de nuestro débil apoyo. Ella se cuida, se protege a sí misma.

Un predicador dijo en una ocasión: "Yo no necesito defender a la Palabra de Dios; ella sola se defiende a sí misma. Es como tener un león en una jaula en el jardín trasero de tu casa. Usted no necesita guardianes para proteger al león de los gatos del vecindario. Simplemente, abra usted la puerta de la jaula y el león ya se cuidará de sí mismo. Y también se ocupará de los gatos". Así ha sido y es la Palabra de Dios a través de los siglos. Necesita ser entregada, divulgada. Y como aquella puerta de las Aguas, no necesita ninguna reparación y, por supuesto, no necesita que la apuntalemos con nuestros esfuerzos humanos. Todo lo que el Señor de la Palabra nos pide, es que la difundamos.

Iniciemos nuestra lectura de hoy leyendo el versículo 28, de este capítulo 3 de Nehemías, que nos habla de la octava puerta, que era

La puerta de los Caballos

"Desde la puerta de los Caballos trabajaron en la restauración los sacerdotes, cada uno frente a su casa".

¿De qué nos habla entonces la puerta de los Caballos? Bueno, el caballo era el animal que utilizaban los guerreros. Nos preguntamos, si usted, amigo oyente, ha notado esto cuando lee las Escrituras. Zacarías 1:8 menciona a un hombre que iba montado en un caballo rojo. Detrás de él iban caballos rojos, castaños y blancos. En el Libro de Apocalipsis 6:4 dice: "Entonces salió otro caballo rojo, y al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada". Estos son caballos simbólicos y son poderes haciendo la guerra.

Ahora, el Señor Jesucristo entró a la ciudad de Jerusalén montado en un pequeño asno. Él no estaba demostrando que era humilde al montar en un pollino, como creemos nosotros. Ése era el animal sobre el cual montaban los reyes. En aquellos días no era considerado un animal humilde. Los hombres sólo montaban en caballos en tiempos de guerra. Los caballos eran un símbolo de la guerra.

La puerta de los caballos nos habla del servicio de soldado que tiene el creyente en el día de hoy. Recordemos lo que dijo el apóstol Pablo en su epístola a los Efesios 2:6, "y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales, con Cristo Jesús". Esa gran verdad se encuentra expuesta en la primera parte de Efesios, pero en la segunda parte, el apóstol Pablo nos dijo en 4:1, "Os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados". De modo que, por decirlo así, tenemos nuestra cabeza en los lugares celestiales, pero nuestros pies están aquí en la tierra firme, donde debemos vivir. Y no sólo eso, sino que en el capítulo 6:11 de Efesios, el apóstol Pablo nos dijo: "revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo". Hay una batalla en la cual luchar y es una gran batalla espiritual. Nosotros no estamos luchando contra gente de carne y hueso sino contra fuerzas espirituales malignas que tienen mando, autoridad y dominio sobre un mundo lleno de oscuridad. Y hoy, en algunos círculos, existe un interés creciente en la Palabra de Dios pero también hay muchos adversarios. El apóstol Pablo, en su día, dijo precisamente esto en 1 Corintios 16:9, donde leemos lo siguiente: "Se me ha abierto puerta grande para el servicio eficaz, y hay muchos adversarios".

Debemos decir que hay muchos adversarios en el día de hoy y que necesitamos protegernos con los recursos espirituales, como dijo el apóstol Pablo, con la llamada armadura provista por Dios. Se nos dijo que debíamos tomar la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Y ésa es el único arma que queremos usar.

Pero el apóstol Pablo también le dijo a un joven predicador, en su Segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 3: "Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Jesucristo". Eso nos habla estimado oyente, de que usted y yo hoy, vamos a enfrentarnos con batallas espirituales en las tendremos que luchar. Y si usted no está en esa clase de lucha en el día de hoy, aparentemente no está ocupando su posición a favor del Señor. Porque la batalla está teniendo lugar en muchos lugares. Y si usted adopta una posición firme por el Señor en el día de hoy, alguien tratará de derribarlo. Muchos de los creyentes en Dios, en la actualidad, están pasando por grandes dificultades a causa de esta lucha espiritual.

Bien, llegamos ahora a la novena puerta. Leamos entonces el versículo 29, que nos presenta

La puerta Oriental

"Después de ellos, Sadoc hijo de Imer restauró frente a su casa; y después de él Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta Oriental".

Esta Puerta Oriental nos llena de expectativa y entusiasmo. Obviamente, estaba situada en la parte oriental de la ciudad. Era la primera puerta que se abría por la mañana. En la actualidad está cerrada. Muchos piensan que ésta es la puerta por la cual pasará el Señor Jesucristo cuando regrese a la tierra. Quizá lo haga, no lo sabemos, pero la Escritura no lo dice. Pero sí dice que pasará por la puerta de Oro, que no se encuentra en la muralla de la ciudad, sino en el templo. Ahora, la puerta de Oro está en el templo, no en el muro de la ciudad.

Aunque está puerta está cerrada hoy, era la primera que se abría por la mañana porque estaba orientada en dirección a la salida del sol. Durante toda la noche el centinela estaba patrullando el muro, caminando de un lugar a otro. Pero muy temprano por la mañana llegaba a la puerta Oriental y se ponía a observar el horizonte, esperando la primera señal del amanecer. Quizá en la ciudad había personas inquietas que no podían conciliar el sueño, por temor a que hubiera enemigos en la oscuridad. Quizás se encontraban paseando de un lugar para otro durante las horas de la noche. Finalmente, uno de ellos se levantaría y preguntaría al centinela: "¿Cuándo se acabará esta noche?" Y el centinela contestaría: "Bueno, todavía está oscuro afuera, pero ya se acerca la mañana". Y luego de un rato, comenzaba a aparecer un brillo de luz en el horizonte oriental. Finalmente el centinela al observarlo decía: "Ya comienza a amanecer y puedo ver que afuera no hay ningún enemigo y que ya sale el sol". Y nos podemos imaginar el suspiro de alivio que salía de los pechos de las personas inquietas y preocupadas por toda la ciudad.

Estimado oyente, figurativamente hablando, todos los creyentes deberían estar reunidos en la puerta Oriental porque se puede observar en estos momentos un poco de luz en el horizonte, y el sol puede aparecer muy pronto. Pero antes que aparezca el sol, la estrella de la mañana se hará visible. ¿Por qué? Bueno, en la Primera carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 4, versículos 16 al 18, leemos: "Porque el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel, y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras". Estimado oyente, esto nos habla del arrebatamiento de la Iglesia. La Escritura dice que Él llegará y arrebatará a los Suyos, sacándolos de este mundo antes de que salga el sol. Y en estos momentos ya tenemos un cierto resplandor de luz en el horizonte. Las Sagradas Escrituras no autorizan a establecer ninguna fecha para tal evento. Desafortunadamente en todas las épocas ha habido personas que han tratado de fijar fechas para el retorno del Señor. Pero sí creemos que la venida del Señor está próxima y que el próximo gran evento será el arrebatamiento de la Iglesia. Y nosotros, amigo oyente, deberíamos estar viviendo aquella expectativa y la esperanza que tenían los ciudadanos de Jerusalén en la antigüedad, cuando en medio de la oscuridad de la noche comenzaba a vislumbrarse la claridad que precedía a la salida del sol. Y éste es el día cuando aunque nos parezca que es muy oscuro allá afuera, ya se observa un poquito de luz, lo que nos da una esperanza.

Pero antes de llegar a la próxima puerta leamos el versículo 30 de este capítulo 3 de Nehemías, dice:

"Tras él, Hananías hijo de Selemías y Hanún hijo sexto de Salaf restauraron otro tramo; después de ellos, Mesulam hijo de Berequías restauró, frente a su vivienda"

La razón por la cual leímos este versículo es que nos llamó la atención un detalle. Todo lo que este hombre Mesulam hizo fue reparar la parte de la muralla que se encontraba frente a su casa. Y esto nos lleva a aplicar la siguiente lección. Estimado oyente, quizá usted no sea capaz de ser testigo ante todo el mundo, en lejanas tierras, o quizá no lo pueda hacer frente a sus propios vecinos, pero sí puede dar testimonio de su fe a su propia familia. Es hermoso en nuestros días tener a una familia que es salva y es suya la responsabilidad de presentarles la Palabra de Dios. De modo que, este hombre Mesulam reparó el muro enfrente de su casa. Y pensamos que eso era todo lo que Dios le pidió que hiciera. Y ahora sí llegamos al versículo 31, de este capítulo 3 de Nehemías, que nos habla de décima puerta que es

La puerta del Juicio

"y después de él Malquías hijo del platero restauró hasta la casa de los sirvientes del Templo y de los comerciantes, frente a la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina".

Ésta era la puerta de la revisión o de registro. Cuando un extranjero llegaba a la ciudad, tenía que tener una visa. Bueno, no como las que conocemos en el día de hoy, pero él debía detenerse en la puerta para inscribirse. Y también era la puerta de la inspección, de pasar revista. Cuando llegaba de regreso el ejército que había salido a luchar en alguna batalla, los soldados al regresar pasaban por esta puerta. Aquí fue donde el rey David pasó revista a sus tropas cuando regresaban. ¡Cómo los amaba él! y ¡cómo lo amaban ellos! La mayoría de ellos gustosamente hubiera entregado su vida por su rey. Cuando ellos llegaban cansados y heridos de la lucha, encontraban a su rey en la puerta para darles la bienvenida y agradecerles por su lealtad y valor.

Como hemos leído en 1 Tesalonicenses 4, en el momento del arrebatamiento de la Iglesia, seremos recogidos para encontrarnos con el Señor en el aire. Hay personas que dicen que eso va a ser ¡algo maravilloso! ¡Pues, sí, lo es! Pero, ¿sabe usted que después de dicho arrebatamiento vamos a presentarnos ante el tribunal de Cristo?

Escuchemos lo que dijo el apóstol Pablo en su Segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 10: "Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo".

Pues bien, éste no es el mismo juicio que el del Gran Trono Blanco, mencionado en Apocalipsis 20:11-15. Solo los creyentes comparecerán ante el tribunal de Cristo. Porque este juicio no está relacionado con la salvación, sino con la recompensa. Los creyentes, entonces, recibirán lo que les corresponda, según lo bueno o lo malo que hayan hecho mientras estaban en esta tierra. En base a ello, el apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 5:11, "Por eso, sabiendo que hay que tener reverencia al Señor, procuramos convencer a los hombres". Pablo estaba diciendo: "Yo quiero estar ocupado porque tendré que presentar un informe sobre si estoy trabajando 8 horas por día, o si le estoy dando al Señor 60 segundos de cada minuto; 60 minutos en cada hora; o 24 horas en cada día, y los 7 días de la semana". Bajo la ley, los judíos deberían dar a Dios solamente un día; pero el Señor dijo que, indiferentemente de lo que hagamos, nuestra motivación debe ser la de hacerlo para Él. Y Él va a examinar esas obras en ese día. Él va a examinar de cerca cómo hemos vivido nuestra vida aquí en la tierra. Este es, pues, el simbolismo de esta puerta. Como ya hemos dicho, cuando los soldados regresaban a través de esta puerta, el rey David estaba allí. Y él conocía al soldado cubierto de cicatrices, que había luchado con denuedo, y él sabía lo que había hecho. Entonces, de vez en cuando, él llamaba a uno de los que estaban formados en filas y le decía: "Yo tengo un premio, una recompensa para usted". Y habrá muchos creyentes desconocidos para nosotros, y otros más conocidos, que serán llamados aparte de las filas en ese día del tribunal de Cristo, para ser recompensados. Esta puerta del Juicio podría ser, algún día, una puerta maravillosa para usted y para mí. Ahora veamos lo que dice el versículo 32:

"Entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, trabajaron en la restauración los plateros y los comerciantes".

Ahora que ya hemos pasado por las diez puertas, regresamos a la puerta de las ovejas. Hemos recorrido todo el camino alrededor de las murallas de Jerusalén, porque ya estamos de regreso en el punto de partida. Recordemos que la puerta de las Ovejas simbolizaba la cruz de Cristo. O sea, que comenzamos en la cruz de Cristo y finalizamos nuestra caminata en la cruz de Cristo. Y esto es suma importancia y valor, la cruz de Cristo.

Estimado oyente, comenzamos en la puerta de las Ovejas y salimos por la misma puerta. Y creemos que a través de la eternidad vamos a hablar sobre esta puerta de las Ovejas, donde el Señor Jesucristo murió hace más de dos mil años en el Gólgota, en el lugar de la Calavera; por sus pecados y los míos. Y esta puerta nos recuerda el conocido pasaje Bíblico de Isaías 53:5 y 6, que dice: "Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros".

Este versículo comienza diciendo "todos". Todos somos iguales en esto. No hemos ido todos en la misma dirección, ni hemos recorrido la misma distancia. Pero todos nos hemos alejado de Dios, nos hemos extraviado. Se dice que si las ovejas tienen ocasión de perderse, seguramente se perderán. No hay otro animal que sea tan impotente, que se encuentre tan indefenso, vulnerable y sin esperanza de encontrar su rumbo que una oveja que ha salido del corral. Otros animales conocen a sus dueños, y encontrarán el camino de regreso al hogar. Pero no así la oveja, vagará desorientada y perdida hasta que sea atacada por los lobos o yazca herido o atrapada entre las rocas. Así somos los seres humanos, en nuestro vagar sin Dios. La esencia del pecado se revela en la expresión que destaca que cada cual se apartó "por su camino", en vez de recorrer el camino de Dios. Y la maldad tenía que ser castigada. Y el apóstol Pedro resumió la obra de la gracia y misericordia de Dios en la salvación en su primera carta, 2:24, citando también al profeta Isaías, afirmó que el Señor Jesucristo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, añadiendo también que por Sus heridas, fuimos sanados de las heridas mortales del pecado y la maldad. Por lo tanto, estimado oyente, la salvación que Dios ha provisto, se encuentra disponible para usted y para todo aquel que confíe en Él como su Salvador.

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