Estudio bíblico de Salmos 42-44

Salmos 42, 43 y 44:1-4

En este día, estimado oyente, llegamos en nuestro estudio del Libro de los Salmos a una sección completamente nueva. Quizá usted recordará que al comienzo del libro de Salmos, en la introducción, mencionamos que este libro está dividido como el Pentateuco, es decir, los primeros cinco libros de la Biblia. Ya hemos recorrido la sección que corresponde al Génesis, que está comprendida entre los Salmos 1 al 41, es decir, los primeros 41 Salmos. Esos eran los Salmos donde se hablaba de la creación como, por ejemplo, el Salmo 8 y el 19. Y luego vimos que el propósito esencial de Dios es el de llevar a Su Rey al Trono.

Llegamos ahora al comienzo del Salmo 42, y la sección equivalente al Éxodo se extiende hasta el Salmo 72. Vamos a comprobar aquí, de la misma manera en que uno ve al comienzo del libro de Éxodo, que el pueblo de Dios se encontraba en una tierra extraña, lejos de la tierra prometida. Esa gente estaba sufriendo. La bota opresora del dictador estaba sobre ellos. Uno puede oír sus quejidos, sus lamentos, puede escuchar el azote del látigo de los crueles capataces que los castigaban. Ellos estaban pasando por grandes dificultades que, en lugar de disminuir, iban en aumento. Finalmente sus lamentos y clamor fueron oídos. El Señor intervino a favor de Su Pueblo sufriente, y entonces Él cumplió el pacto que había hecho con Abraham, Isaac, y Jacob, y los sacó de la tierra de Egipto. Por ejemplo, los primeros siete Salmos, desde el 42 hasta el 48, nos presentan las mismas condiciones que encontramos al principio del Éxodo. Pero estos salmos no se refieren al pasado; miran anticipadamente al futuro y revelan las experiencias futuras del remanente de Israel fiel a Dios. Veremos al pueblo de Dios lejos de Jerusalén, separados del lugar santo y alejados del Señor, como lo estaban cuando se encontraban en Egipto.

En las secciones del libro del los Salmos equivalentes al Génesis y al Éxodo, existe un contraste interesante entre los nombres de Dios. En la sección equivalente al Génesis, el nombre Jehová aparece unas 272 veces, mientras que el nombre Elohim, ocurre solamente unas 15 veces. Ahora, cuando llegamos a la sección de los Salmos equivalente al Éxodo, el nombre Elohim ocurre unas 164 veces, mientras que Jehová, es mencionado solamente unas 30 veces. ¿Qué significado tiene esta diferencia? Estos dos nombres personales de Dios, tienen significados diferentes: Elohim nos habla de la plenitud del poder de Dios; y el nombre Jehová está implicado en la redención. Jehová es aquel que cuida a Israel. En esta nueva sección que hoy comenzamos, encontraremos que David no escribió tantos salmos como en la sección anterior. Escribió 19 salmos y 7 de ellos fueron escritos por los hijos de Coré, que estaban relacionados con la familia de Leví. Todos los salmos de esta sección son una figura profética de Israel en los últimos tiempos.

En los Salmos 42 al 44 vemos a los israelitas en Egipto bajo el gobierno del Faraón. En el Salmo 43 se menciona al Anticristo, e Israel se estará lamentando a causa de la opresión del enemigo. Los encontramos clamando a Dios para que los libere, y luego experimentarán la liberación. El Salmo 45 es un gran Salmo del Milenio, que habla del Señor Jesucristo llegando a la tierra para reinar.

Algo importante de observar en relación con el pueblo de Dios es que la interpretación primordial, fundamental de estos salmos es aplicable a la nación de Israel. Miran hacia el futuro durante una época de grandes dificultades llamada "la gran tribulación". Eso es algo que nosotros tenemos que tener en cuenta cuando elegimos un versículo de uno de estos salmos y nos hacemos la pregunta: ¿Cómo se aplica a nosotros? Hay que destacar que podemos aplicar a nuestras necesidades actuales. Los hijos de Dios que se encuentran pasando por dificultades en la actualidad, pueden encontrar en estas páginas consuelo y estímulo. Pero no debemos olvidar que la aplicación principal se refiere a Israel. No podemos excluir a Israel del plan y propósito de Dios para el futuro. Sería como eliminar una parte de las Sagradas Escrituras. Sería como creer en la inspiración de las Escrituras que se aplican a nosotros y desentendernos de las que se aplican a otros pueblos que no nos preocupan.

Debemos tener en cuenta que cuando el salmista habla de Israel, no se está refiriendo a toda la nación de Israel. Aquí la totalidad de la nación está fuera de la perspectiva del autor. También vemos útil la distinción cuando nos referimos a la "iglesia". ¿Está acaso la iglesia formada por los nombres de las personas que figuran en las listas de membresía de cada iglesia, indiferentemente de la denominación o grupo en el cual estén organizadas? No creemos que sea así. La iglesia está formada por el cuerpo de creyentes que han confiado en el Señor Jesucristo como Salvador. Usted no se convierte en miembro de la verdadera iglesia por el mero trámite de unirse a la iglesia visible, añadiendo su nombre a la lista de miembros de la misma o por pasar por alguna ceremonia oficial. Solo una relación personal con Cristo le convierte a usted en miembro de la verdadera iglesia. Siempre deberíamos hacer una distinción entre la iglesia organizada, y lo que generalmente se llama "la iglesia invisible". De la misma manera, el remanente de Israel fiel a Dios, no es la totalidad de la nación, o toda la nación oficial, así como no todos los miembros de la iglesia organizada forman parte de la iglesia invisible o cuerpo de creyentes. Por ello es importante aclarar que es ese remanente fiel y creyente de Israel al que estaremos considerando en esta sección del libro de los Salmos equivalente al Éxodo.

Un bosquejo simple de esta sección de los salmos 42-72, y bajo el título "Ruina y redención de Israel" sería el siguiente:

A, La ruina de Israel, Salmos 42 al 49.

B. El Redentor de Israel, Salmos 50 al 60.

C. La redención de Israel, Salmos 61 al 72.

En los Salmos 42 y 43, encontramos el clamor del corazón del remanente creyente y fiel. Llegamos entonces al

Salmo 42

En el cual encontramos entonces el sufrimiento futuro del remanente fiel a Dios durante el período de la Gran Tribulación, y esa situación se puede aplicar a la situación de los redimidos de todas las épocas de la historia. Cuando ellos estaban en la tierra de Egipto (Éxodo 12), Dios los redimió primeramente por medio de la sangre. La sangre del cordero de la pascua se encontraba esparcida por los dinteles de las puertas de las casas de los que creían en Dios. Durante la noche el ángel de la muerte pasó sobre las casas, y si la sangre se encontraba allí, nadie moría. Esta fue una redención por sangre. La segunda fase de la redención tuvo lugar en el Mar Rojo; y allí ocurrió la redención por poder.

La inscripción de este salmo es, "Masquil de los hijos de Coré. Masquil. Significa que este es un Salmo de instrucción, un Salmo de enseñanza. Recordemos que Coré fue el promotor de una rebelión durante el período de la travesía de los israelitas por el desierto. Dios lo ajustició a causa de la rebelión que él había promovido contra la autoridad de Moisés y Aarón. Pero ese castigo no cayó sobre sus hijos. En el libro de Números 26:9-11 vimos que Dios dejó bien en claro que los hijos de Coré no murieron bajo este juicio de Dios, sino que continuaron su servicio para Dios. Ellos son quienes escribieron estos primeros Salmos tan notables de esta sección equivalente al Éxodo.

Desde un punto de vista profético, estas palabras nos ofrecen una imagen del periodo de la Gran Tribulación. Leamos los primeros dos versículos de este Salmo 42:

"Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?"

Bien, en vez de regresar a Egipto, quisiéramos aplicar estas palabras al futuro porque llegará un tiempo cuando esta gente, los israelitas, estarán nuevamente fuera de su tierra. y esa es la creencia que mantienen varios expositores de la Biblia en la actualidad. Ellos creen que el actual regreso del pueblo de Israel a su tierra puede culminar con una nueva dispersión, en la que ellos serán expulsados de su tierra nuevamente, quizá incluso en nuestros propios días. El remanente de Israel fiel a Dios está aun fuera de su tierra; muy pocos de ellos han regresado a su país, y uno encuentra que en ese pueblo existen dos grupos. Está el grupo formado por los judíos ortodoxos, que están esperando la llegada de su Mesías, esperando que Él venga, y deseando reedificar el templo. Y uno puede encontrar otro grupo que no tiene ningún interés en los temas religiosos. Ellos creen que ha comenzado una nueva era, y que deben ocuparse de la situación geopolítica, social, y las tensiones con los pueblos vecinos.

Ahora el remanente santo de Israel, el pueblo de Dios, tiene un ansia de Dios, lo mismo que el pueblo de Dios de todas las épocas y latitudes. Y ellos son un cuadro descriptivo de David. Opinamos que David podría haber pronunciado fácilmente estas palabras, cuando se encontraba en una cueva mirando hacia el valle. Él pudo haber escuchado a los cazadores hablando y el ladrido de sus perros y en cualquier momento, el crujido de los arbustos. Los hombres de David que estaban de guardia se pondrían en estado de alerta. Había un pequeña fuente cerca de la entrada de la cueva y pronto aparecería un pequeño ciervo, con su boca llena de espuma, sus costados húmedos de transpiración, sumergiría su cabeza en el agua y bebería ávidamente. Luego esperaría por un momento escuchando atentamente y continuaría bebiendo.

Es por tal motivo que el salmista pudo decir: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. ¿Es así como se siente usted con respecto a Él, estimado oyente? Algunos dicen que si uno es muy legalista y guarda los Diez Mandamientos, está agradando a Dios. El hombre en la actualidad está alejado de Dios y necesita más que los diez mandamientos. Los diez mandamientos nos muestran que somos pecadores y que estamos en rebelión contra Dios. Nosotros no sólo no tenemos ningún deseo por Él, sino que tampoco tenemos ninguna capacidad para relacionarnos con Él. Por eso es que nosotros necesitamos nacer de nuevo espiritualmente. Debemos ser introducidos en la familia de Dios y la condición en que podamos no simplemente citar un versículo de la Escritura, sino expresar algo que salga de nuestros propios corazones al decir: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía".

Esto tendrá mucho significado en aquel día para este remanente apartado de Dios y lejos de su tierra, y tiene un profundo significado ahora mismo para muchos de los hijos de Dios. Escuchemos ahora lo que dijo el Salmista en el versículo 3, de este Salmo 42:

"Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?".

Hubo muchas lágrimas allí en las fábricas de ladrillo de Egipto, y también habrá sufrimiento en el futuro. Y ésta será la pregunta burlona que resonará en los tiempos de la tribulación. ¿Dónde está tu Dios? ¿Cuándo vendrá el Mesías? Y en el versículo 5 leemos:

"¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!"

El salmista se reprendió a sí mismo por su desánimo y se estimuló a sí mismo a confiar en Dios. Y dijo en los versículos 6 y 7:

"Dios mío, mi alma está abatida en mí. Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán y de los hermonitas, desde el monte Mizar. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí".

Esas son las mismas palabras que Jonás utilizó en su oración. En su capítulo 2:3 leemos: Me echaste a lo profundo, en medio de los mares; me envolvió la corriente, Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Jonás había descendido a las fauces de la muerte. Durante la gran tribulación Israel pensará que la destrucción se cierne sobre ellos, pero Dios los liberará. Y en los versículos 8 y 9, de este Salmo 42, se nos dice:

"Pero de día mandará el Señor su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?".

¿Se siente usted, estimado oyente, de esa manera algunas veces? Seguramente muchos de nosotros así nos habremos sentido. En el versículo 11 terminó diciendo:

"¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!"

En un momento desesperado él se volvió hacia Dios, así como en el futuro, en horas desesperadas, el remanente se volverá a Dios. La ayuda no viene del este, ni del oeste, ni del norte, ni del sur. Por ello, el dijo: "Mi salvación viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra".

Y ahora llegamos a otro salmo. Leamos el primer versículo del

Salmo 43

"Júzgame, Dios, y defiende mi causa; líbrame de gente impía y del hombre engañador e injusto".

Este salmo está estrechamente relacionado con el Salmo 42. El remanente fiel parece estar hablando. El Anticristo, con sus mentiras, hará un pacto con esta gente, y lo quebrantará a la mitad del período, Cuando esto suceda, el clamor de aquel pueblo será: "líbrame del hombre engañador e injusto". No sé si usted habrá hecho una oración parecida o no. Pero yo he rogado a Dios que no permita que yo tenga que sufrir bajo un dictador, o que me encuentre a merced de personas engañosas e injustas. Nosotros necesitamos orar a Dios de la misma manera en que lo hizo el salmista, para su tiempo y anticipándose al futuro, Ya hemos tenido bastantes ejemplos trágicos en la historia. Escuchemos ahora, lo que él dijo en el versículo 3:

"Envía tu luz y tu verdad; estas me guiarán, me conducirán a tu santo monte y a tus moradas".

¿Qué es lo que él estaba pidiendo en su oración? Bien, el Señor Jesucristo dijo en Juan 8:12: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y también dijo en Juan 14:6: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". Estas declaraciones del Señor Jesucristo no fueron olvidadas por quienes le escucharon, porque ellos sabían que si Él era la luz y Él era la verdad, también sabrían que Él era el Mesías que vendría a liberarles. En la frase me conducirán a tu santo monte y a tus moradas vemos que el salmista deseaba regresar a Jerusalén. Quería adorar en el templo y ser conducido nuevamente a Dios.

Y ahora, el versículo 5, nos dice:

"¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!"

Sus oraciones serían respondidas y el Mesías largamente esperado regresaría. (En aquel tiempo se cumplirá la profecía de Ezequiel 36:26-28, que decía: 26Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra. 28Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.)

Y llegamos ahora al

Salmo 44

Su tema fue el clamor de Israel durante el período de la tribulación. Es otro Salmo Masquil, es decir, un Salmo de instrucción, y era de los hijos de Coré. Aunque es imposible determinar la situación histórica de Israel que produjo esta oración, podemos deducir la interpretación profética. Será la experiencia final del remanente israelita fiel a Dios antes de que el Mesías regrese para liberarlos. Escuchemos lo que dice el versículo 1, del Salmo 44:

"Con nuestros oídos, Dios, hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos".

Recordemos que el juez Gedeón hizo referencia a esos eventos históricos, en Jueces 6:13. Él le dijo al Ángel del Señor: Ah, señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: "No nos sacó el Señor de Egipto?". Y ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de los madianitas. Y en aquel día futuro de aflicción, justamente cuando Dios esté a punto de liberarles nuevamente, los israelitas se referirán a la ayuda de Dios en el pasado. Y Dios, que intervino en el pasado, lo hará otra vez. Escuchemos lo que dice el versículo 2:

"Tú con tu mano echaste las naciones y los plantaste a ellos; afligiste a los pueblos y los arrojaste"

Esta alusión se refiere al tiempo de Moisés y Josué, Dios desalojó a los habitantes de Canaán por el pecado con que se destruían a sí mismos y a los pueblos sometidos a ellos, e instaló allí a Su pueblo. Y el versículo 3 dice:

"Pues no se apoderaron de la tierra por su espada, ni su brazo los libró; sino tu mano derecha, tu brazo, y la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos".

Fue Dios quien les entregó la tierra a los israelitas. Ellos no la conquistaron por sus propias fuerzas e inteligencia.

Ahora, para nuestra aplicación personal, tu mano derecha es el brazo poderoso de Dios en la salvación, revelado hace más de 2.000 años en la cruz.

Luego tenemos el clamor que salió del corazón del salmista, escuchemos lo que dice el versículo 4:

"Tú, Dios, eres mi rey; ¡manda salvación a Jacob!"

Cuando aquí mencionó a Jacob, se estaba refiriendo él como persona, porque Jacob se convirtió en la nación de Israel. Cuando el salmista clamó Tú, Dios, eres mi rey estaba hablando sobre el Rey de Israel. Nuestro Señor Jesús es el Rey de ese pueblo y vendrá a liberar a Su pueblo de sus sufrimientos. Y hay aquí una aplicación para nosotros.

Dios siempre está dispuesto a salvar. En el Nuevo Testamento, el apóstol San Pablo, escribiendo a Tito y después de haber hablado del Dios Salvador, y de decir que la gracia de Dios se había manifestado para salvación a toda la humanidad, habló de la feliz esperanza de todos los cristianos, con estas palabras. .. . la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad. Estimado oyente, ¿es ésta también su esperanza?

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