Estudio bíblico de Salmos 114-116

Salmos 114, 115 y 116

Este es otro de los Salmos Hallel (que comienzan o concluyen con un Aleluya). Los Salmos 111 al 113 fueron llamados el Hallel Egipcio, y fueron usados en las Fiestas de Pascua, Pentecostés, Tabernáculos y Dedicación. Aparentemente estos Salmos eran cantados durante el tiempo en que se celebraba la Pascua. Algunos eruditos opinan que se cantaban tres de estos Salmos al comienzo y tres al final. Otros opinan que eran cantados intermitentemente durante la Pascua.

Este Salmo 114 es un llamado de alabanza al Dios que hemos estado contemplando en los Salmos 112 y 113. Por ejemplo, vimos en el Salmo 113, que Él es el Creador, Él también es el Redentor, y será el Redentor de la Creación. Es por eso que debemos alabar a Dios. Y estos Salmos Hallel han sido escritos con el propósito de alabar a Dios.

Observemos que este salmo mira retrospectivamente al tiempo en que los israelitas fueron librados de la esclavitud en Egipto. Leamos entonces el primer versículo de este Salmo 114:

"Cuando salió Israel de Egipto, la casa de Jacob, de un pueblo extranjero"

Ahora, cuando Abraham llegó a la tierra de la Promesa, era un extranjero. Y Dios le dijo que su pueblo iría a la tierra de Egipto, y que allí se convertiría en una nación. Así que Israel comenzó su existencia como nación en Egipto y allí nació también el anti-semitismo. La Biblia nos cuenta sobre sus sufrimientos, dificultades, persecuciones y problemas en Egipto. Entonces Dios recordó Su pacto con ellos, escuchó su clamor, vio la situación de los israelitas y tuvo compasión de aquel pueblo. Les liberó de Egipto, y este Salmo comienza con el viaje por el desierto. Leamos ahora el versículo 2 de este Salmo 114:

"Judá vino a ser su santuario, e Israel su señorío".

Dios estaba hablando de toda la nación como un tabernáculo. La intención original de Dios era que Israel fuera una nación de sacerdotes, no simplemente una de las tribus, sino toda la nación, lo cual implicaría que ellos llegaran a ser los sacerdotes para el mundo. Opinamos que eso es lo que sucederá en el reino, cuando Israel oficiará en el templo terrenal. Ahora, en el versículo 3, se nos dice:

"El mar lo vio, y huyó; el Jordán se volvió atrás".

Los israelitas no solo cruzaron el Mar Rojo, sino que también cruzaron el río Jordán. Y en el versículo 5, leemos:

"¿Qué sucedió, mar, que huiste? ¿Y tú, Jordán, que te volviste atrás?"

Este Dios de la creación, a quien vimos en el Salmo 113, con Su poder omnipotente, hizo retroceder el Mar Rojo, y también fue quien retuvo las aguas del río Jordán. Estos fueron milagros, y no creemos que puedan ser explicados de ninguna otra manera. Cuando ellos cruzaron el mar Rojo, habían sido librados de Egipto por sangre, la sangre en las jambas de las puertas; y cuando cruzaron el río Jordán, fueron separados del desierto y llevados a la tierra prometida. Aquí tenemos entonces las dos fases de la redención, que ilustran las dos fases de nuestra redención. El Señor Jesucristo en la cruz, nos libró del castigo del pecado; esto se refiere al pasado. Él nos libra del poder del pecado en el presente, si nosotros cumplimos con Sus condiciones, y luego, nos librará de la presencia del pecado, lo cual no se ha llevado a cabo todavía. Se refiere al futuro. Así es que el cruce del mar Rojo, y el cruce del río Jordán ilustran las dos fases de la redención. Y dicen los versículos 7 y 8:

"A la presencia del Señor tiembla la tierra, a la presencia del Dios de Jacob, el cual cambió la peña en estanque de aguas en fuente de aguas la roca".

Podemos ver qué apropiada habrá sido la lectura de este breve salmo en la celebración de la Pascua, porque es un llamado para recordar la compasión y el poder de Dios a favor de Su pueblo. Llegamos ahora al:

Salmo 115

Este poema da gloria a Dios porque Él es lo opuesto a los ídolos paganos. Éste fue uno de los Salmos que fueron cantados en el aposento alto por el Señor Jesús y Sus discípulos, cuando celebraron la última Cena. Es emocionante pensar que el Señor mismo cantó éste y los otros Salmos Hallel.

Aquí no se nos dice quién fue el escritor, pero se cree que fue escrito por alguien que estaba celebrando el regreso del remanente de la cautividad en Babilonia. Puede dividirse en 3 estrofas: (1) canta la congregación (vv. 1-8), (2) cantan los levitas (vv.9-11), y (3) canta nuevamente la congregación (vv.12-18) Ahora, el versículo 1, dice:

"No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad".

La nación de Israel estaba ocupando en esa ocasión un lugar muy humilde, y estaban confiando en Dios. Ellos no habían estado confiando en Él, pero aquí les vemos proféticamente en la gran tribulación, aproximándose al reino. Y podemos imaginar que cantar estas palabras durante esas tres fiestas, tenía que causarles una impresión. Los paganos alrededor de ellos les estaban ridiculizando al preguntarles: ¿Dónde está vuestro Dios? Y en el versículo 2, leemos:

"¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios?"

Ésta era la burla de los paganos; echarles en cara su testimonio de Dios y preguntarles por qué no los liberaba. Ahora, el versículo 3, nos dice:

"¡Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho!"

Dios les permitió sufrir a causa de su pecado. Y todo ello les había sucedido según Su propia voluntad, de acuerdo con Sus planes y Sus propósitos. Y ellos estaban comenzando a aceptar que sus circunstancias provenían de Dios.

Ahora escuchemos su denuncia contra la idolatría. Leamos el versículo 4:

"Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres".

Nuestro Dios está en el cielo. Él es el Creador. Él es el Espíritu. El ser humano no le creó. Pero, por otra parte, los dioses de los paganos habían sido fabricados de oro y plata. Y los versículos 5 y 6, continúan diciendo:

"Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; orejas tienen, pero no oyen; tienen narices, pero no huelen"

Los paganos hacían sus dioses con todos los órganos de los sentidos, pero esos ídolos no los usaban; en realidad, no podían usarlos. Y el versículo 7, dice:

"Manos tienen, pero no palpan; tienen pies, pero no andan, ni hablan con su garganta".

En otras palabras, estos dioses no los pueden ayudar a ellos para nada. Creemos que Isaías fue quien posiblemente presentó la mejor sátira contra la idolatría, que uno puede encontrar en las Escrituras. La encontramos en Isaías 44:14-17 y, hablando del carpintero dice: "Corta cedros, toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta un pino, para que crezca con la lluvia. 15De él se sirve luego el hombre para quemar, toma de ellos para calentarse; enciende también el horno y cuece panes; hace además un dios y lo adora; fabrica un ídolo y se arrodilla delante de él. 16Una parte del leño la quema en el fuego; con ella prepara un asado de carne, lo come y se sacia. Después se calienta y dice: ¡Ah, me he calentado con este fuego! 17Del sobrante hace un dios (un ídolo suyo), se postra delante de él, lo adora y le ruega diciendo: ¡Líbrame, porque tú eres mi dios!" O sea, que cuando un carpintero fabricaba un ídolo, tenía que cargarlo sobre sus hombros para llevarlo a la ciudad. O sea que observamos la imagen de un hombre llevando a su dios. Pero Dios le dijo al hombre: "Yo soy el Señor, yo te llevaré". Reflexionemos con la siguiente pregunta: ¿Lo lleva su Dios a usted, o lleva usted a su dios? Para mucha gente, la religión es una carga, algún peso que tiene que llevar sobre sus hombros. Si usted está llevando a su Dios, está practicando una forma moderna de idolatría.

El enemigo ha ridiculizado al pueblo de Dios; entonces los levitas iban a responder a aquellos que se burlaban y que vemos en los versículos 9 al 11, que dicen:

"Israel, ¡confía en el Señor! Él es tu ayuda y tu escudo. Casa de Aarón, ¡confiad en el Señor! Él es vuestra ayuda y vuestro escudo. Los que teméis al Señor, ¡confiad en el Señor! Él es vuestra ayuda y vuestro escudo".

Algunos preguntan: "¿Cuál es la respuesta al ateísmo? ¿Cuál es la respuesta que se puede dar al materialismo? ¿Cuál es la respuesta a la inmoralidad que nos rodea? La respuesta es simple, tan sencilla que mucha gente la ha pasado por alto. Y es, confiar en el Señor. Ésa es la solución, estimado oyente. En medio del ateísmo, del materialismo y de la inmoralidad, deposite su confianza en el Señor. Acérquese a Él. Arrójese en sus brazos. Confíe en Él. Acérquese a Él y ponga todas sus cargas sobre Él. Luego, comenzando con el versículo 12, tenemos la respuesta que daba la congregación, porque este poema puede considerarse un salmo antifonal. Leamos el versículo 12 de este Salmo 115:

"El Señor se ha acordado de nosotros y nos bendecirá. Bendecirá a la casa de Israel; bendecirá a la casa de Aarón".

Él lo bendecirá a usted, estimado oyente, también bendecirá su hogar, su Iglesia y su comunidad. Sí, lo hará, si usted se vuelve hacia Él. Lo maravilloso es que Él piensa en nosotros. Dios no se ha olvidado de usted ni de mí. Yo no sé cuál es su nombre y su dirección, pero Él conoce sus datos personales. Él no lo ha olvidado a usted. Cuando uno vuela en un avión y mira hacia abajo, puede ver todas las subdivisiones de la ciudad y piensa en los miles de personas que viven en esa ciudad. Pero ¿quién las conoce? En el presente parece que la sociedad es muy impersonal. Usted es un número para el lugar donde vive y trabaja; usted es un número en la escuela donde asiste, y es un número para su gobierno. Pero Dios le conoce a usted, no sólo conoce su número. Conoce su nombre, y todo sobre usted. Así que confíe en Él. Ahora, el versículo 13, de este Salmo 115, nos dice:

"Bendecirá a los que temen al Señor, a pequeños y a grandes".

Esta es una declaración categórica y dogmática. Usted la cree, o no la cree. Pero si usted la cree, estimado oyente, ¡qué gran diferencia va a notar en su vida! Leamos ahora los versículos 14 al 16 de este Salmo 115:

"Aumentará el Señor bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos. ¡Benditos vosotros del Señor, que hizo los cielos y la tierra! Los cielos son los cielos del Señor, y ha dado la tierra a los hijos de los hombres".

Dios es el Creador. Cuando el ser humano viajó a la luna, él estaba en cierta medida usando la propiedad de Dios. Porque Él le ha entregado la tierra al hombre. Y en el versículo 17, leemos:

"No alabarán los muertos al Señor, ni cuantos descienden al silencio"

Mientras estamos aquí en esta tierra, es cuando debemos alabar al Señor. Aquí es donde tiene valor. Y el Salmo 115, concluye diciendo en el versículo 18:

"Pero nosotros bendeciremos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!"

Aquellos que le conocen le bendecirán y alabarán desde ahora en adelante y por la eternidad. Hay muchos de nosotros que nos sentimos atados en el presente. Tenemos nuestros problemas, tensiones y complejos. Uno de los mejores remedios es abrir el corazón al Señor, alabar Su nombre y hablar con Él. Ello nos ayudará mucho. Y ahora llegamos al

Salmo 116

Éste es uno de los más grandes Salmos de las Escrituras. Algunos lo colocan al mismo nivel que el Salmo 23 en grandeza. Es un salmo que expresa gratitud. El hombre aquí se encuentra en la angustia y clama a Dios, y Dios en Su misericordia le escucha. Es un poema sencillo que habla de los pasados sufrimientos de Cristo en presencia de la muerte. Él entonó esta canción la noche en que fue arrestado, el día antes de morir. Dijo Hebreos 12:2 que Él soportó la cruz por el gozo que le esperaba y seguramente lo cantó en aquella noche con gran alegría.

Este Salmo también nos habla del futuro, de la liberación del remanente fiel a Dios en el período de la Gran Tribulación. También habla del presente y tiene un mensaje para el hombre postmoderno, para el creyente de la hora en que vivimos. Esto es lo que Dios quiere que usted y yo sepamos. Es una palabra bondadosa para aquellos que se encuentran en dificultades y problemas. Aliviará su ansiedad y disipará sus dudas. Esta canción que Jesús cantó la noche anterior a Su crucifixión puede dividirse como sigue: en los primeros cinco versículos notamos que Dios escucha; en los versículos 6 al 13, Dios ayuda y en los versículos 14 al 19, Dios es Santo. Leamos, pues, el versículo 1 de este Salmo 116, en la sección que:

Dios escucha

"Amo al Señor, pues ha oído mi voz y mis súplicas"

Comienza con la declaración "Amo al Señor". Recordemos que es una canción de amor. ¿Le ha dicho usted a Dios que lo ama? Creemos que lo más importante en la vida cristiana tiene que ver con esta actitud. ¿Ama usted, al Señor Jesús? ¿Tiene usted una relación personal con Él? ¿Tiene usted alguna comunicación con Él? ¿Ha hablado usted hoy con Él? ¿Es Él algo real, algo vital para usted? El mundo ya está cansado de lo que es falso. ¿No está usted cansado de lo mismo? La Escritura nos dice: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". (1 Juan 4:19) "Vosotros, que le amáis sin haberle visto", dijo el apóstol Pedro. (1 Pedro 1:8) Y recordemos que el Señor Jesucristo le dijo a Simón Pedro: "Simón, ¿me amas?" (Juan 21:15) En Apocalipsis 1:5 leemos: "Al que nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre". Luego, en el mismo libro de Apocalipsis 3:9, hablando a la iglesia de Filadelfia, el Señor dijo: "Yo haré que vengan y se postren a tus pies reconociendo que yo te he amado". Esta iglesia de Filadelfia representaba a la iglesia que en la actualidad cree en la Biblia.

Ahora, ¿cuál es la base para todo esto? Lo que leímos en el versículo1; "Amo al Señor pues ha oído mi voz". ¿Debemos orar de forma audible? Bueno, aquí dice "ha oído mi voz", lo cual implica una oración audible. A mí me agrada hablar con Él. El versículo 3 dice:

"Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro; angustia y dolor había yo hallado".

Esta fue la situación desesperada de nuestro Señor sobre la cruz. Él sabía por lo que iba a pasar y, como ya hemos dicho, cantó sobre ello la noche anterior a su muerte. En efecto, la sentencia de muerte estaba sobre Él y se convirtió en Su sentencia. Él no tenía que morir pero entregó Su vida por usted y por mí. Nadie le arrebató la vida en contra de Su voluntad. Escuchemos lo que dice aquí el versículo 4, de este Salmo 116:

"Entonces invoqué el nombre del Señor, diciendo: ¡Señor, libra ahora mi alma!"

Él clamó: "Señor, sálvame". Y su oración fue escuchada. Luego, continuó en el versículo 5, diciendo:

"Clemente es el Señor, y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios".

Él tiene compasión, misericordia, pero es justo. No puede perdonar el pecado arbitrariamente. Tiene que tener un motivo para hacerlo. Él es el dirigente moral del universo. Tiene que hacer lo correcto, tiene que ser Santo, Justo y Compasivo. Y la única manera, era pagar el castigo por el pecado del ser humano. Y entonces puede decirnos: "Ven, que puedo recibirte". Y ahora leamos los versículos 6 y 7, en la otra sección en la que encontramos que:

Dios ayuda

"El Señor guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me salvó. ¡Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien!"

Después de pasar un día frustrante, lleno de presión, necesitamos encontrar un lugar tranquilo donde confesar nuestros pecados, leer la Palabra de Dios y hablar con Él. Este es el santuario del alma. ¡Cuánto necesitamos todos experimentar esto, expresado en las palabras "Vuelve alma mía, a tu reposo"! Ello nos permitirá vivir y enfrentar al mundo para Dios. Ahora, el versículo 13, dice:

"Tomaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor".

Aparentemente la copa de la Pascua se pasaba en ese momento. A medida que iba pasando de un miembro a otro del grupo, ellos cantarían "Tomaré la copa de la salvación". Ellos sabían que la copa de la Pascua estaba señalando hacia Aquel que había venido. Y me pregunto si ésta era la copa de la cual el Señor dijo: "Bebed de ella todos. . . desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre". Fue como si además les hubiera dicho: "Porque mañana tendré que beber una copa". Después, en el jardín de Getsemaní oró para que no tuviera que beber esa copa. Su propia naturaleza se rebelaba contra el hecho de que sería tratado como el pecado mismo. Sin embargo, en el pasaje que ya hemos citado de Hebreos 12:2 se dice que soportó la cruz por el gozo que le esperaba. Es que al día siguiente en la cruz, bebió de la copa con alegría.

Leamos ahora el versículo 15, que nos introduce a la última sección del salmo, titulada

Dios es santo

"Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos".

Su santidad es importante porque es la razón por la cual Él tuvo que morir por nosotros. La muerte de Cristo fue valiosa para Dios. Y valiosas serán las muertes de aquellos que a lo largo de la historia y en la gran tribulación, han entregado sus vidas como mártires. Podemos aplicar esta declaración al día de hoy. La muerte de los Suyos es valiosa para Dios. Y finalmente, leamos los versículos 16 y 17 de este Salmo 116:

"Oh Señor, ciertamente yo soy tu siervo, siervo tuyo soy, hijo de tu sierva. Tú has roto mis prisiones. Te ofreceré sacrificio de alabanza e invocaré el nombre del Señor".

Estimado oyente, lo único que usted puede ofrecerle a Dios es su gratitud. Eso es todo lo que Él quiere de usted. Él quiere que Sus hijos estén agradecidos. ¿Le ha dado usted alguna vez las gracias por su salvación? ¿Le ha dado gracias por este nuevo día de vida? Es un privilegio asomarse a la luz de un nuevo día. Y si usted ha confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, después de esta vida tendrá el privilegio de entrar en la presencia de Dios para disfrutar de la vida eterna.

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