Estudio bíblico de Mateo 5:1-5

Mateo 5:1-5

Tema: el comienzo del llamado Sermón del Monte, que trata sobre las relaciones de los súbditos del reino consigo mismos y frente a la ley.

Introducción al Sermón del Monte

Aunque consideraremos cada capítulo de este sermón por separado, en primer lugar evaluaremos su perspectiva total. El señor pronunció 4 discursos principales, de los cuales Mateo registró 3: (1) el Sermón del Monte, capítulos 5, 6 y 7: (2) el discurso de las Parábolas del Misterio, capítulo 13; (3) el discurso de los Olivos, capítulos 24 y 25. El Sermón del Monte es el manifiesto del Rey. El discurso de las Parábolas del Misterio detalla la trayectoria que seguirá el reino de los cielos después del rechazo a Cristo. El discurso de los Olivos es profético, mirando anticipadamente al futuro. Hay un cuarto discurso, incluido en el Evangelio de Juan, que trata sobre nuevas verdades y relaciones en vista de la muerte, resurrección, ascensión en intercesión de Cristo. Por cierto, tú y yo estamos vitalmente relacionados con este último discurso.

Aunque el Sermón del Monte se encuentra en Mateo 5, 6, y 7, también se pueden encontrar fragmentos del mismo en los otros Evangelios. Es improbable que el Señor lo haya pronunciado solamente una vez. Como es sabido, El repetía muchas de las verdades que enseñaba y probablemente predicó el mensaje que llamamos el Sermón del Monte en varias ocasiones. Lucas solo registró una parte del mismo y mencionó el hecho de que nuestro Señor descendió y se situó en la llanura, indicando así que ésta era una ocasión diferente. Francamente hablando, el informe de Mateo es, posiblemente, solo una parte del Sermón del Monte. Creo que nuestro Señor dijo mucho más de lo que tenemos aquí. Sin embargo, lo existente fue dado para nuestra enseñanza y comprensión en la actualidad.

Hay dos cosas que quisiera decir a modo de introducción a esta sección. La primera, es que las posiciones extremas no se limitan a la política. También entre los teólogos que exponen las Escrituras, pueden apreciarse dichas posiciones extremas. Hay una postura, que podríamos llamar liberal, que considera al Sermón del Monte como el evangelio, es decir, las buenas noticias. Los que la sostienen actúan (incluso aunque no lo digan) como si ésta fuese la parte más importante de las Escrituras. Uno de los líderes de ese sector me dijo en una ocasión que todo lo que el necesitaba de la Biblia era el Sermón del Monte. Hasta llegó a decirme que le bastaba con la "regla de oro", tal como estaba registrada en Mateo 7:12 y que dice: "por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque ésta es la ley y los profetas". Decir que esta declaración equivale a toda la Biblia, hasta podría sonar bien; solo que es una "vaciedad piadosa". La cuestión no es si consideras al Sermón del Monte como tu religión. La pregunta clave es: ¿lo estás viviendo? Esto es lo importante y más tarde diremos algo más sobre ello.

Aquellos que reducen el mensaje cristiano al Sermón del Monte, representan a un gran sector del liberalismo de nuestro tiempo. Pero, por favor, observemos que el contenido del Evangelio cristiano no se encuentra en este Sermón. Por ejemplo, no hay menciones a la muerte y resurrección de Cristo. Ya el apóstol Pablo les dijo a los Corintios: "os hago saber, hermanos, el evangelio . . ." ¿Y cuál es el Evangelio? ¿El Sermón del Monte? No. Pablo aclaró en su primera carta a los Corintios 15:3,4, que el Evangelio era éste: ". . . que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras". Por eso digo que el Evangelio no está en el Sermón del Monte y éste es el motivo por el que a muchísima gente le agrada reclamarlo como su religión. La predicación de esa doctrina ha producido más hipócritas en la iglesia que cualquier otra tendencia. No es otra cosa que una vana palabrería afirmar, "yo vivo según el Sermón del Monte". El que sea sincero y lea este Sermón, sabrá que no está viviendo a la altura de ese nivel.

Si el Sermón del Monte es la norma de Dios (y lo es) y no puedes cumplirla, ¿qué vas a hacer? ¿Tienes un Salvador que pueda tratarte con misericordia? ¿Conoces a Aquel que puede llegar a ti para concederte su gracia y salvarte cuando pongas tu fe en El?

Reducir el mensaje cristiano a este Sermón es una simplicidad que las Sagradas Escrituras no permiten en ninguna circunstancia.

Hay también el punto de vista situado en el otro extremo. Este grupo intenta desvincularse del Sermón del Monte, dando la impresión de que hubiese algo éticamente erróneo en el Sermón. Dicho sector cree que no podemos utilizarlo, en absoluto. De hecho, uno de ellos me dijo que la oración del Señor, es decir, el Padre nuestro, no tienen ningún significado para nosotros hoy. Por supuesto que sí tiene significado para nosotros, aunque no haya sido dirigido a nosotros.

Es cierto que el Evangelio, tal como lo define el Nuevo Testamento, no está en el Sermón y no sería conveniente presentárselo a un no creyente, a una persona no regenerada espiritualmente, como una norma de conducta, diciéndole que si pudiera vivir a ese nivel, llegaría a ser cristiana.

El Sermón del Monte puede definirse como la Ley elevada a un grado sumo. El ser humano no pudo cumplir la Ley del Antiguo Testamento. Así que, ¿cómo se nos ocurre pensar que un ser humano podría cumplir, por su propio esfuerzo, el Sermón del Monte, que ha sido incluso elevado a un nivel más alto?

Es igualmente cierto que la manera de hacer realidad la vida cristiana no se encuentra realmente en el Sermón del Monte. Este sermón presenta la ética sin proveer la dinámica necesaria para trasladar la ética a la vida práctica. Vivir la vida cristiana por el poder del Espíritu Santo que mora en los creyentes no es, precisamente, una de las verdades enseñadas en el Sermón del Monte. El apóstol Pablo dijo, en la epístola a los Romanos 8:3,4

"Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la naturaleza del hombre pecador; Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en la propia naturaleza humana. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir lo que la ley ordena, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu."

Uno no encuentra esa enseñanza en el Sermón del Monte, que no contiene nada sobre la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, sí contiene normas y prácticas de elevado contenido ético que no son contrarias a la vida cristiana; en realidad, expresan la naturaleza de la mente de Cristo, que debería ser también la mente, la forma de pensar de los cristianos. Para el cristiano sería provechoso estudiar y aprender los grandes principios formulados en este discurso, aunque nunca logrará llevarlos a su experiencia por sus propias fuerzas, sino que deberá ir a otra fuente para buscar el poder. Lo que tenemos en este Sermón es una maravillosa bombilla eléctrica; pero carecemos del generador que produzca el poder, la energía que la haga brillar la luz.

El propósito principal del Sermón es establecer ante los seres humanos la ley del reino. En Mateo estamos hablando sobre el Rey que ha venido a presentarse a sí mismo. Juan el Bautista era Su precursor y el Rey invitó a algunos discípulos para que le siguiesen. Después enunció la ley del reino. Este era el manifiesto del Rey y la declaración de principios del Príncipe de Paz. Y era una ley. Sería la ley de un mundo donde Cristo reinase, que alcanzaría así su gozo y complacencia más plena. Cristo reinará sobre la tierra y pondrá en vigor cada palabra de esta ley. El Sermón del Monte finalmente triunfará, cuando venga Aquel que tiene el derecho de gobernar. Ahora bien, para mí resulta inconcebible que cualquiera que le reconozca hoy como Señor desprecie este documento o se aparte de él. El cristiano que llama a Jesucristo Señor procurará hacer lo que El ordene, aunque solo podrá obedecerle por el poder del Espíritu Santo. Sería inútil tratar de forzar o imponer los principios del Sermón del Monte en un mundo rebelde y contradictor. Solo el Evangelio de la gracia de Dios puede convertir a los seres humanos en personas obedientes a Cristo, para lo cual fue proclamado.

El Sermón del Monte tiene que ser predicado para traer convicción a los corazones de los hombres. Este documento permite que los seres humanos sepan que han pecado, revelando que ninguno es justo y que todos se encuentran lejos de la presencia de Dios.

El cristiano puede tomar los principios formulados en el Sermón del Monte y considerarlos a la luz de otros pasajes de las Escrituras. Ello le proporcionará una visión más amplia y una mejor comprensión de la mente de Cristo. Por ejemplo, solo aquí puedes encontrar la definición que Cristo da del asesinato y el adulterio. Cristo citó 2 de los mandamientos, que encontramos en Éxodo 20:13 y 24, y los elevó al máximo nivel: "no matarás" y "no cometerás adulterio". Estos son los únicos 2 registrados en Mateo. Pero El pudo haber elevado cada mandamiento a un nivel de logro más alto. Si de la Ley de Moisés se pudo decir, en Gálatas 2:16: ". . . por las obras de la ley nadie será justificado". Entonces, sería muchísimo más difícil ser justificado por el Sermón del Monte.

Muchos que afirman piadosamente que este Sermón es su religión, lo que en realidad quieren decir es que lo consideran un buen discurso, bellamente expresado, pero que no influye en absoluto en sus vidas. Este discurso inspirado por la ley, que modela todas sus normas, debería afectar la vida individual y en comunidad. Sus grandes principios y metas son muy elevados. Necesitamos conocerlos bien, aunque es cierto que revelan con mucho realismo hasta dónde llega nuestra insuficiencia. Si te acercas a este documento con sinceridad, te sentirás atraído por un Salvador que murió por ti en una cruz.

Consideremos ahora, de forma más específica,

El Sermón del Monte

El contenido de la versión de Mateo puede considerarse como un esquema del mensaje de Cristo propiamente dicho. Lo he subtitulado y dividido de la siguiente manera:

Las relaciones de los súbditos del reino

1. Consigo mismos (Mateo 5:1--16).

2. Con la ley (Mateo 5:17--48).

3. Con Dios (Mateo 6).

4. Con los demás (Mateo 7)

El sermón comienza con las Bienaventuranzas, que expresan lo que son los súbditos del reino, su carácter y personalidad.

El versículo 1 nos aclara por qué este discurso de Jesús ha sido llamado el Sermón del Monte.

Primeramente debiera observarse que, de hecho, el Señor no pronunció este discurso a las multitudes, sino a sus discípulos, es decir, a los que ya eran suyos.

Leamos los versículos 1 y 2, para examinar las

Relaciones de los súbditos del reino consigo mismos

Y cuando vio las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a Él.

"Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:"

Aunque Jesús, en realidad, no pronunció este Sermón a las multitudes, lo dirigió a sus discípulos porque vio la necesidad de las multitudes a las que, indirectamente, llegaron sus palabras.

En nuestro tiempo, las personas necesitan primero acudir a Cristo. Aún cuando el reino está ausente, durante su estado actual la semilla, que es la Palabra de Dios, está siendo sembrada. Nuestra responsabilidad en el mundo consiste en sembrar esa semilla, sabiendo que cuando Cristo venga, establecerá Su reino sobre la tierra.

Leamos el versículo 3;

Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.

Este versículo menciona a los "pobres en espíritu", pero no dice cómo alguien puede llegar a ser pobre en espíritu. En estos 12 versículos, nuestro Señor utilizó la palabra "bienaventurados" 9 veces. Por cierto, el libro de los Salmos se inicia con el término: "Bienaventurado es el hombre . . ." Esta expresión está en contraste con las maldiciones de la Ley de Moisés. Más adelante, veremos que a Josué se le diría que, cuando Israel hubiese cruzado el río Jordán, debían situarse en el monte Gerizim para bendecir al pueblo, y entonces, las maldiciones serían pronunciadas desde el monte Ebal. Las bendiciones del Sermón del Monte presentan un marcado contraste con las maldiciones del monte Ebal, y exceden notablemente a las bendiciones del monte Gerizim, porque solo Cristo puede traer tales bendiciones. En la actualidad, solamente un pecador que ha sido salvado es capaz de conocer su pobreza de espíritu, porque solo el Espíritu de Dios puede revelar esa condición. Y el Señor Jesús no les estaba explicando a sus discípulos cómo convertirse en ciudadanos del reino de los cielos, porque ellos ya eran ciudadanos del reino.

En la actualidad los cristianos somos realmente pobres en espíritu; estamos en una situación de bancarrota espiritual. Pero tenemos algo que dar que es más valioso que el oro y la plata. En su segunda carta a los Corintios, el apóstol Pablo lo expresó de esta manera;

"Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo. "

Aquí se hace referencia a las riquezas espirituales que se encuentran a disposición de todo aquel que pertenece a Cristo.

Podemos ver la próxima bienaventuranza en el versículo 4:

"Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados."

Es interesante observar que los mismos pensamientos expresados en las Bienaventuranzas se hallan en otras partes de la Biblia. Los pobres en espíritu son mencionados en el libro del profeta Zacarías 3.12. Y el profeta Miqueas, como vemos en su capítulo 7, fue un ejemplo de aquellos que lloran y son consolados.

Continuemos con el versículo 5;

"Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra."

Esta idea la encontramos en el Salmo 37:12. En los tiempos en que vivimos, los humildes no están heredando la tierra, como cualquiera podría reconocer fácilmente. Así que, aparentemente, el Sermón del Monte no está vigente en la hora actual. Sin embargo, cuando Cristo esté reinando, ellos heredarán la tierra.

¿Como nos convertimos tú y yo en personas humildes? Nuestro Señor era manso y humilde, y El heredará todas las cosas; y nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo. En la Biblia se nos dice que el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Solo el Espíritu de Dios puede quebrantarte para hacerte manso y humilde. Si tu pudieses producir en ti mansedumbre y humildad por tus propios esfuerzos, te enorgullecerías de ti mismo. ¿no es cierto? Y ahí se terminaría tu humildad. Por eso decimos que solo el Espíritu Santo puede crear ese carácter en el corazón de un cristiano que se ha rendido a Dios. Aquel creyente que ha aprendido el secreto de producir el fruto del Espíritu Santo, puede dirigirse a las Bienaventuranzas para leer; "Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra", y entonces verá que la recompensa de la humildad se encuentra aún en el futuro. El apóstol Pablo, en la primera carta a los Corintios 6:2, les preguntó: "¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo?"

Terminamos hoy nuestro programa reconociendo que las Bienaventuranzas presentan metas que el hijo de Dios desea lograr en su propia vida, pero no las puede lograr por sí mismo. La palabra de Dios nos recuerda, una y otra vez, que tales metas solo pueden alcanzarse, como la humildad, por medio de la acción del Espíritu Santo en nosotros.

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