Estudio bíblico: El carácter sobrenatural de la Biblia -

Serie:   La Biblia   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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El carácter sobrenatural de la Biblia

Dios nos ha dejado su revelación por escrito en la Biblia

La Biblia no se originó por la iniciativa de ningún hombre. Fue Dios mismo quien ordenó que se pusiera por escrito el contenido de lo que él iba revelando: (Ex 17:14) (Ex 34:27) (Is 8:1) (Jer 30:2) (Jer 36:2-4) (Dn 12:4) (Hab 2:2) (Ap 1:11,19).
El hecho de preservar la revelación mediante la escritura fue una decisión sabia de parte de Dios. Por más que antiguamente, y especialmente en Israel, la transmisión oral de las tradiciones alcanzara elevadas cotas de fiabilidad, era inevitable que el contenido de la comunicación original no sufriera desfiguraciones en el transcurso del tiempo. La revelación no habría escapado a los efectos de este fenómeno natural. Sólo la escritura podía fijar la revelación de modo permanente.
La Biblia no recoge todo lo que Dios ha revelado, pero sí todo aquello que Dios ha considerado necesario para que los hombres de todas las épocas puedan conocerle. No todos los escritos de los profetas, aunque eran la Palabra de Dios para aquel tiempo, se convirtieron en Escrituras: (2 Cr 9:29); Jesús hizo muchas otras cosas que no aparecen en los evangelios (Jn 20:30-31); los apóstoles escribieron cartas que no aparecen en el Nuevo Testamento (1 Co 5:9) (Col 4:16). La Biblia es mucho más que un libro con información acerca de Dios. No es un libro para que el hombre satisfaga su curiosidad. Si Dios ha hablado, el hombre debe escucharle con atención y obedecerle, porque sólo sobre esta base es posible tener una relación correcta con Dios. Por lo tanto, la Biblia, debe ser normativa para todas las áreas de la vida del hombre:
(Dt 29:29) "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley."

El carácter sobrenatural de la Biblia

Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios, necesariamente tiene que ser un libro muy diferente al resto de cuantos han sido escritos por el hombre. Y así es, la Biblia es un fenómeno que no puede explicarse de otra manera si no es por su origen divino. La Biblia es un libro que el hombre no escribiría si pudiera, ni que podría haber escrito aunque quisiera. Veamos algunas de las características que lo hacen tan especial.

El carácter de sus autores

Muchas de las cosas que estos hombres escribieron tenían que ver con intervenciones sobrenaturales de Dios. ¿Qué diremos de esto? ¿Nos han dicho la verdad? La actitud que muchos adoptan ante esto es la de descalificar a los autores de estos relatos. Para ellos no existen los milagros, así que, todo aquello que no pueda ser explicado por la ciencia tiene que ser necesariamente falso. Por lo tanto, consideran que estos escritos no pasan de ser leyendas, que en el mejor de los casos, exageran algún hecho histórico. Por lo tanto, los autores de la Biblia son puestos en entredicho y también lo es la propia Biblia.
Pero hacer estas descalificaciones únicamente sobre la base de prejuicios religiosos, no es justo. ¿Sobre qué otra base se podría acusar a Moisés, a Pablo, o a Isaías de tener un carácter moral o espiritual dudoso? Fue precisamente por su elevado compromiso con la verdad por lo que fueron escogidos por Dios para ser los autores humanos de la Biblia. Hay dos detalles muy importantes en cuanto a esto:
Ellos continuamente apelaban a sus lectores en cuanto a la verdad que proclamaban (Hch 2:22) (Hch 26:25-26).
Y además, muchos de ellos, la mayoría, sellaron sus palabras con su sangre. Estuvieron dispuestos a morir por lo que escribieron.

La continuidad de la Biblia

Otro detalle que no deja de sorprender a cuantos se acercan con seriedad a la Biblia es su unidad. Nosotros conocemos la Biblia como un solo libro, pero esto no fue así al principio. Consideremos algunos detalles en cuanto a su formación.
La Biblia fue escrita por más de 40 autores que vivieron a lo largo de un período de unos 1.600 años y que compusieron una colección de 66 libros.
Sus autores procedían de los más diversos lugares y situaciones de la vida: había reyes, campesinos, filósofos, hombres de estado, pescadores, médicos, eruditos, poetas, cobradores de impuestos, rabinos, pastores, agricultores...
Vivieron en tres continentes diferentes: Asia, Africa y Europa.
Su cultura, las experiencias existenciales por las que pasaron, sus propios caracteres, eran completamente diferentes.
Escribieron en tres idiomas distintos: hebreo, arameo y griego.
Usaron de una gran variedad de estilos literarios: historia, leyes civiles, penales, rituales, poesía, tratados didácticos, alegoría, biografía, correspondencia personal, memorias, profecía y escritos apocalípticos.
Debido a toda esta diversidad y teniendo en cuenta que en sus escritos tratan de uno de los asuntos más controvertidos, la Biblia por fuerza natural debía ser la más discordante y contradictoria colección de opiniones humanas que el mundo jamás haya visto.
Y es precisamente aquí donde está el milagro. La Biblia es el más homogéneo, ininterrumpido, armonioso y ordenado relato de la historia de los tratos de Dios con el hombre que este mundo ha conocido.
La continuidad de la Biblia se puede observar en muchos aspectos:
Comienza con la creación del mundo presente en Génesis y termina con la creación de nuevos cielos y nueva tierra en Apocalipsis.
Diferentes temas doctrinales son presentados y desarrollados progresivamente: la naturaleza de Dios, el pecado del hombre, la salvación, el propósito de Dios para este mundo...
Y no sólo en el contenido se observa esta continuidad, sino también en la forma en la que Dios hablaba a los hombres. Inicialmente les enseñó principios espirituales a partir de símbolos y ceremonias, pero terminada esta etapa preparatoria, les mostró las realidades finales a las que todo aquello apuntaba y que se centraban en Cristo y la obra de la Cruz.
Pero sobre todo, hay un énfasis continuado en la persona del Señor Jesucristo. El Antiguo Testamento anunciaba su venida y la obra que iba a realizar, mientras que los evangelios se encargan de presentarnos con qué exactitud cumplió todo cuanto antes se había dicho de él. Posteriormente los apóstoles desarrollan las consecuencias y los beneficios que su obra ha traído para los hombres. Y finalmente nos lo presentan en la gloria a donde él ha ascendido para sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas.
Sin duda, todo esto exige un milagro. ¿De qué otra manera podríamos explicar que un grupo de hombres que no se conocieron entre sí pudieran escribir sobre un tema tan controvertido con esta unidad? ¿Acaso hay algún otro libro parecido en la historia de la humanidad? La Biblia es un libro único.

La Biblia es un libro histórico fiable

Una de las grandes diferencias de la Biblia en relación con otros libros religiosos, es que no consiste sólo en pensamientos teóricos, sino que también recoge hechos históricos. La Biblia sostiene que Dios ha intervenido en la historia de manera sobrenatural y estos hechos le han servido en muchas ocasiones como fundamento de su revelación.
Este detalle es muy importante, porque nosotros no tenemos ninguna forma de comprobar todo aquello que está fuera de nuestro mundo material, pero sí tenemos posibilidad de investigar la historia. Si finalmente llegamos a comprobar de forma fehaciente que las historias que la Biblia relata son falsas, también deberíamos llegar a la conclusión de que el resto de la revelación que Dios ha dado y que está fuera de nuestra posibilidad de ser comprobada, también debe ser igualmente falsa. Pero si por el contrario, nuestro estudio de la historia confirma, tal como la Biblia afirma, que Dios ha intervenido de forma sobrenatural en nuestro mundo, entonces también deberíamos creer en el resto de la revelación.
En cuanto a esto tenemos que decir que la multitud de referencias históricas que encontramos en la Biblia, tanto a eventos como a personajes históricos, han provocado la publicación de muchísimos volúmenes acerca de la confirmación arqueológica de su veracidad. Por supuesto, no podemos detenernos en este momento a resumirlos. Pero podemos decir que esto tenía que ser así porque los escritores bíblicos siempre narran hechos o bien contemporáneos a ellos, o bien porque hicieron una investigación histórica de rigor.
(1 Jn 1:1-4) "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido."
(Hch 2:32) "A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos."
(Lc 1:1-3) "Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido."
Algunos han intentado decir que las historias del cristianismo son mitos. Pero frente a esto, son los propios autores bíblicos quienes se levantan para aclarar que ellos escribieron una historia veraz, apartada de cualquier elemento mitológico. Veamos cómo lo expresa el apóstol Pedro.
(2 P 1:16) "Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad".
A todo esto debemos añadir que los escritos bíblicos encuentran confirmación por autores extrabíblicos contemporáneos. Como ejemplo podemos citar a un historiador judío, no cristiano, llamado Flavio Josefo, que escribió un libro llamado "Las antigüedades de los judíos" que apareció en Roma sobre el año 75 d.C. De él entresacamos el siguiente texto sobre el ministerio del Señor Jesucristo.
"Y sucedió que más o menos en esta época un tal Jesús, un hombre sabio, si es que en verdad podemos llamarlo un hombre, fue obrador de hechos maravillosos, el maestro de hombres que reciben la verdad con placer. Llevó tras sí a muchos judíos y a muchos griegos también. Este hombre era el Cristo. Y cuando Pilato lo hubo condenado a la cruz debido a la acusación que le formularon los principales hombres de entre ellos, aquellos que lo amaban desde el principio continuaron amándolo; porque él apareció vivo a ellos al tercer día, habiendo hablado los profetas divinos todas estas cosas maravillosas y otras mil acerca de él; y hasta ahora la tribu de los cristianos, llamados así por causa de él, no ha desaparecido".

El cumplimiento de cientos de profecías detalladas

En relación con el punto anterior, tenemos que decir también que la Biblia contiene cientos de anuncios proféticos de los que su cumplimiento se puede verificar históricamente. En ocasiones, estas profecías se refieren a naciones individuales, en especial a Israel, pero en otras a todos los pueblos de la tierra o también a ciudades concretas.
Vamos a ver un ejemplo, el de la ciudad de Tiro. Esta ciudad se encontraba en la costa Mediterránea, al occidente de Damasco. Sabemos que Ezequiel escribió en Babilonia en 597 a.C. En la siguiente porción (Ez 26:1-14, 19-21) hay por lo menos siete profecías específicas acerca de Tiro:
Muchas naciones estarían en contra de Tiro (v.3)
Nabucodonosor destruiría lo que quedara en la orilla del mar (v.8)
Tiro quedaría como peña lisa, como piedra completamente plana (v. 4)
Los pescadores tenderían sus redes en su lugar (v. 5)
Los escombros se echarían en medio de las aguas (v. 12)
Nunca se reconstruiría (v. 14)
La ciudad destruida nunca sería hallada (v. 21)
Doce años después de la profecía, el rey Nabucodonosor de Babilonia atacó Tiro. La resistencia fue tan fuerte que no se logró la conquista inmediata sino que tuvo que ser sitiada por 13 años. Al cabo de este período, Nabucodonosor logró penetrar por las puertas y encontró una ciudad casi despoblada. Durante el sitio, casi todos los habitantes la habían abandonado y se habían trasladado por barco a una isla pequeña que se encuentra a aproximadamente un kilómetro de la costa. Allí edificaron una ciudad fortificada. Los babilonios destruyeron la ciudad original en 573 a.C. pero no hicieron nada con la nueva, ya que no tenían barcos para llegar a ella. La ciudad nueva en la isla tuvo una historia de unos 250 años. Los habitantes nunca reedificaron la ciudad original.
En 333 a.C. Alejandro Magno llegó en sus conquistas al sitio original de la ciudad y se enfadó porque no encontró barco para ir hasta la isla. Sin embargo, no se dio por vencido. Dio órdenes a sus tropas de que tomaran los escombros de la ciudad vieja y construyeran una calzada de 60 metros de ancho que conectara la isla con tierra firme. Los habitantes de la isla se resistieron saboteando la obra. De noche deshacían lo que los griegos habían hecho durante el día. Alejandro mandó edificar torres protectoras frente a los obreros, pero de noche eran quemadas. Llegó el día en que se acabaron los escombros de la primera ciudad. Entonces el conquistador mandó excavar los cimientos de todos los edificios para que se usara hasta el polvo. Por fin en 332, después de siete meses de trabajo, los ejércitos de Alejandro llegaron a la ciudad. Inmediatamente mataron a 8.000 personas y vendieron a 30.000 más como esclavos.
La Tiro moderna se encuentra donde antes estaba la isla y que ahora es el extremo de una península. Los turistas que llegan al sitio de la primera ciudad pueden ver a los pescadores tendiendo sus redes porque es un lugar ideal para ello.
Pero sobre todo, hay un grupo muy importante de profecías que anunciaban la venida del Mesías y que encontraron su cumplimiento exacto en Jesús. Cuando leemos los evangelios, una y otra vez, encontramos la expresión: "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo..." (Mt 1:22). Los detalles que los profetas anunciaron acerca del Mesías incluían detalles tales como el lugar de su nacimiento en Belén, que nacería de una virgen, que sería llamado nazareno... pero sobre todo, los detalles sobre la forma en que moriría y resucitaría.
Nuevamente volvemos a preguntarnos: ¿Dónde podemos encontrar, a parte de la Biblia, un registro profético que presente una exactitud del cien por ciento en el cumplimiento detallado de sus anuncios?
¿Cuáles son las probabilidades matemáticas de que todas las profecías de la Biblia se cumplieran en todos sus detalles?
El profesor Pedro Stoner y sus colaboradores hicieron el cálculo tomando sólo ocho profecías. Su conclusión fue que sólo existía una probabilidad en un número con 26 ceros de que se cumplieran (La ciencia habla, Moody). La verdad es que no podemos imaginarnos un número tan grande. A ver si lo podemos ilustrar. Visualicemos toda la superficie del estado de Texas cubierta con monedas de dólar de plata a una profundidad de casi un metro. Ese estado tiene una superficie total de casi 419.414 kilómetros cuadrados. Ahora imaginemos que una de esas monedas está pintada de rojo. Pongamos a una persona con los ojos vendados para que seleccione una moneda de cualquier punto del estado. ¿Cuáles serían las probabilidades de que atinara en el primer intento y encontrara la moneda roja? Serían iguales a las del cumplimiento exacto de las ocho profecías bíblicas. Pero en la Biblia hay cientos de profecías, no sólo unas pocas.

La Biblia es el libro más importante jamás escrito

Millones de copias de la Biblia han sido publicadas en todas las principales lenguas del mundo, sin que haya una sola lengua escrita que no tenga al menos una porción impresa. Por el volumen de sus ediciones, su distribución, y su impacto sobre el mundo, se considera la Biblia como el libro más importante jamás escrito.
Esto toma especial relevancia cuando pensamos que ha sido el libro más atacado de todos los libros, pero una y otra vez ha sobrevivido milagrosamente. Durante siglos fue un libro prohibido en muchos países de Europa donde la Inquisición tenía poder y todos aquellos que lo tenían o leían eran perseguidos cruelmente. Más recientemente, ha tenido que soportar duras críticas desde diferentes sectores, pero sin embargo, sigue manteniéndose años tras año como el libro más difundido en el mundo.
Voltaire, el escéptico francés del siglo dieciocho, expresó su jactancia con las palabras siguientes: "Cien años después de mi época, las únicas Biblias existentes sobre la tierra serán las que se encuentren entre los libros raros que sólo un anticuario estudiará". Siguió diciendo que las obras de él se encontrarían en todos los hogares. Cincuenta años después de su muerte, la Sociedad Bíblica de Ginebra compró la casa en que vivió y la transformó en una casa publicadora de Biblias. Doscientos años más tarde, en la Nochebuena de 1933, el gobierno inglés pagó $510.000 al gobierno soviético por un manuscrito de la Biblia griega, el Códice Sinaítico. Ese mismo día, un ejemplar de la primera edición de un libro de Voltaire se vindió en París por 11 centavos.
Cada época ha sido testigo de que gran parte de su literatura ha sido relegada al olvido, pero la Biblia permanece.
Esto no prueba que la Biblia sea la Palabra de Dios, pero muestra de manera muy real que la Biblia es única.

La Biblia tiene el poder de transformar vidas

La Biblia sigue cambiando la vida de las personas, incluso en la actualidad. Tanto criminales violentos como personas de disposición pacífica son tocados y cambiados por su mensaje. Millones son los que han recibido esperanza, consolación y aliento en sus horas más negras. ¿Qué otro libro hay que haya cambiado tantas vidas de una manera positiva? (He 4:12).

La Biblia tiene una frescura perdurable

Como ninguna otra obra literaria en el mundo, la Biblia invita y estimula a una constante repetición de su lectura. Sus páginas están siempre descubriendo nuevas joyas de la verdad aún para aquellos que están más familiarizados con ésta y su elevada apelación moral, así como su sentimiento conmovedor nunca deja de tocar el alma sensible. Es como si hubiese sido escrita ayer y su tinta aún estuviera fresca. No envejece jamás, supera al tiempo, es siempre presente.
También las leyes morales expuestas en la Biblia, representan principios fundamentales de valor permanente y no sólo de aplicación a un pueblo en un momento concreto. Una declaración de justicia así sólo pudo brotar de la autoridad de Dios, lo que la eleva por encima de la mera relatividad, según las conveniencias del egoísmo o de las costumbres humanas.
De ningún otro libro sino de la Biblia puede decirse verdaderamente que su mensaje es perennemente fresco y efectivo, y esto, a la vez demuestra el carácter y origen divino de la Biblia.

La Biblia no es el tipo de libro que el hombre escribiría

La Biblia se escribió en medio de un contexto idólatra y politeísta. El mismo pueblo judío, del cual proceden las Escrituras humanamente hablando, tampoco fue inmune a esta tendencia y recibió severas correcciones de parte de Dios por apartarse en pos de las culturas paganas de su alrededor.
Cabe preguntarnos, por lo tanto, cómo pudieron los autores bíblicos llegar a escribir un libro así. Si fuera una obra humana, habrían seguido las tendencias politeístas de todas las culturas a su alrededor en lugar de presentar a un Dios único. Y además, no habrían escrito condenando la idolatría, haciendo así culpable a su mismo pueblo.
Otra diferencia importante con las religiones paganas donde se formó la Biblia es que se ocupaban muy poco o nada de los asuntos morales. Por el contrario, sus religiones eran frecuentemente promotoras de los vicios más bajos. En contraste, la Biblia presenta al hombre como un fracasado moral que es merecedor del juicio de Dios. Pero al mismo tiempo, presenta principios éticos desconocidos e impopulares en sus tiempos.
Pero aún nos resulta más extraño que un hombre ideara un plan de salvación como el que es expuesto en la Biblia, en el que quedan desacreditados todos los méritos humanos. En esto también el cristianismo se diferencia de todas las religiones. Mientras que el Dios de la Biblia dice que el hombre sólo se puede salvar por la gracia de Dios y no por sus propias obras, todas las religiones hacen creer al hombre que si se esfuerza lo suficiente terminará ganando el favor de Dios. Evidentemente, si la Biblia hubiera sido escrita por un hombre, estaría en la misma línea de pensamiento que el resto de las religiones inventadas por el hombre.
Al llegar a este punto, tenemos que detenernos para dar las gracias a Dios por habernos dado un libro tan fiable a través del cual podemos conocerlo. Pero no nos podemos quedar simplemente con este sentimiento de gratitud, debemos esforzarnos en conocer la Biblia, porque sólo así podremos llegar a conocer a Dios de forma segura.

Comentarios

Chile
  David González  (Chile)  (12/02/2021)
Muchas gracias por semejante estudio histórico y detallado, que Dios les multiplique a ustedes en sabiduría de Dios y de mi parte toda la honra y la gloria y las riquezas de su sabiduría de Dios sean para el por él y para él .
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