Estudio bíblico de Filipenses 3:15-19

Filipenses 3:15-19

Volvemos hoy, amigo oyente, al capítulo 3 de esta epístola a los Filipenses que hemos estado estudiando. En este capítulo hemos observado algo del premio del vivir cristiano. En primer lugar, vimos que el Apóstol Pablo cambió sus esquemas del pasado, que ilustramos como el sistema de contabilidad que él utilizaba, en la época anterior de su vida. Antes, él había sido muy religioso, agregando en su columna del "haber", muchas elementos buenos que eran religiosos y piadosos, y que ofrecían la mejor imagen posible de una persona, en cuanto a lo que el mundo considera de valor, en la actualidad. El Apóstol Pablo tenía esas cosas, pero cuando él se encontró con el Señor Jesucristo en el camino hacia Damasco, él dejó su religión a un lado y Cristo llegó a ser el todo para él. Por ello dijimos que este hombre, Pablo, en ese momento cambió su sistema de contabilidad. Lo que antes él había considerado una ganancia, lo consideraba ahora como una pérdida, y lo que antes era para él una pérdida, lo consideraba ahora una ganancia. Es decir, que ocurrió en su vida un tremendo cambio.

Luego, vimos en los versículos 10 al 19, que Pablo había cambiado el "propósito" para su presente. Pablo ya no iba a intentar construir una justicia legal para sí mismo. No estaba dispuesto a ver cuán religioso y piadoso podía llegar a ser, y ello incluía perseguir a la iglesia. Y ya que había cambiado sus esquemas del pasado, -que ilustramos como su sistema de contabilidad- él también iba a cambiar su "propósito", para el presente.

Al leer los versículos 10 y 11 comentamos que algunas personas tienen la impresión de que ser salvo por la fe significa que no hay ninguna motivación para la conducta y las obras. Piensan que si una persona es salvada "por gracia" debe querer decir, figurativamente hablando, que se puede sentar y quedarse tranquila, sin hacer nada. Y nada está más lejos de la verdad. La fe que salva es una fe que lo pone a uno en movimiento. El apóstol Santiago no estaba hablando de las obras de la ley sino de las obras de la fe, cuando escribió en su epístola 2:18, Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras. Estimado oyente: Si usted ha sido salvo por la fe, queremos ver "sus obras". Y, si usted no tiene obras, entonces no es salvo. Esto es exactamente lo que Pablo estaba diciendo. Si usted ha sido salvo por la fe, usted tiene una nueva motivación, un nuevo propósito en la vida, un nuevo estilo de vida. Si su fe en Cristo no le ha cambiado, entonces, usted no ha sido salvado. Usted es aún ese viejo hombre, produciendo la misma vieja vida. Él apóstol disipó esa noción de que el ser salvo por la fe quería decir que uno puede, espiritualmente hablando, sentarse en una mecedora y permanecer allí durante todo el camino hacia el Cielo.

Pablo exhibió en este pasaje un esfuerzo, una energía, que procedía del Espíritu Santo, que era mucho más poderosa que cualquier esfuerzo legal. Bajo la ley, este hombre estaba dispuesto a ir a Damasco para acabar con los seguidores de Cristo. Bajo el sistema de la gracia y la fe, él iba a ir hasta los confines de esta tierra para hacer seguidores de Cristo y para dar testimonio de Él. Es que la fe produce "algo". Debemos ser muy claros en este asunto. Sus obras no tienen nada que ver con su salvación. Usted está limitado a una cruz, para su salvación. Dios sólo le está preguntando a usted, estimado oyente que aún no es salvo, le está preguntando una cosa: ¿Qué va a hacer usted con Cristo, quien murió por usted?" Y si usted le acepta a Cristo como Salvador, usted entonces es salvo por fe. Y esa es la justicia que viene sólo por la fe. E incluso ,su vida después de la salvación no edifica una justicia que tenga algo que ver con su salvación. Su fe en Cristo es para usted una motivación de vivir para Dios. Esa es la razón por la cual Pablo vivió en la forma en que lo hizo.

Observemos la frase de Pablo: quiero conocerle a él. Hacia el final de su vida, el apóstol tenía la ambición de conocer a Cristo. Hay algunas personas que dan la impresión hoy de que ya lo conocen todo; que ya han llegado a un punto en el que ya no necesitan aprender más y lo único que se dedican a hacer es a darle brillo a su aureola cada mañana, y entonces ya están listas para despegar en cualquier instante. Sin embargo Pablo, el misionero más importante que el mundo jamás ha conocido, dijo al final de su vida: mi ambición es aún la de continuar conociendo a Cristo, su persona, y el poder de su resurrección.

Al leer el versículo 12 comentamos que el conocimiento de que Pablo no lograría la perfección no desalentó al apóstol en su determinación de continuar en esa dirección. La perfección significa una madurez completa. Pablo sabía que no había llegado a esa meta. Con toda seguridad, él estaba de acuerdo con Pedro en que deberíamos crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (según Pedro escribió en 2 Pedro 3:18).

Y lo que haría en su nueva época quedó explicado en sus propias palabras cuando dijo, en los versículos 13 y 14. Leamos entonces el versículo 13 de este tercer capítulo de Filipenses, en el cual nos dio su modo de proceder y su nueva línea de conducta.

"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante"

Aquí el apóstol reconoció lo siguiente: yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pablo estaba diciendo que no había llegado. Es lamentable que muchos cristianos se sientan cómodos en su ignorancia. Piensas que lo saben todo.

El Apóstol continuó diciendo pero una cosa se. Hablando de la vida corriente, si pudiéramos llevar la vida cristiana como debiéramos, sería una vida libre de complicaciones; Pablo había reducido su vida a un solo punto.

Dice ahora la frase: olvidando ciertamente lo que queda atrás. Pablo estaba dejando el pasado atrás con todos sus errores, no permitiendo que le perjudicara para su futuro. Él vivía en el presente, en la anticipación del futuro en el que esperaba crecer y desarrollarse.

Y Pablo continuó diciendo en el versículo 14:

"Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús."

La primera frase que nos impacta es: prosigo a la meta, al premio. Pablo se comparó a sí mismo con un atleta corriendo por un premio. Recordemos que Pablo había sido testigo de los juegos Olímpicos; al menos tuvo muchas oportunidades de hacerlo. Había un gran anfiteatro en Éfeso, que tenía capacidad para 100.000 personas, y los Juegos Olímpicos se celebraban allí algunas veces. Pablo estuvo viviendo en Éfeso por 3 años, y nos resulta difícil creer que no vio los juegos, especialmente porque él usó muchas figuras lingüísticas que fueron tomadas de estos eventos atléticos.

Y aquí tenemos la frase al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. El premio no sería una recompensa terrenal sino ser arrebatado y estar en la presencia de Jesús. El supremo llamamiento de Dios es a veces traducido "su llamamiento celestial". Nosotros vamos a estar en Su presencia. Vamos a ser como El. Estas fueron las realidades que Pablo dijo que le esperaban en el futuro.

Tenemos que dejar bien aclarado que nosotros no estamos participando en esa carrera para obtener la salvación. La salvación no es el premio. En realidad solo hay dos estados. Tenemos a Cristo, o no Le tenemos. Confiamos en El, o no confiamos en El. Y la única forma en que podemos tener la salvación es, por medio de la fe en Cristo. La salvación es un don, un regalo. Un regalo, es diferente a un premio. Cuando alguien nos presenta un regalo, lo aceptamos sin dudar y lo agradecemos. Es algo por lo cual no hemos tenido que trabajar ni esforzarnos. El apóstol Pablo le afirmó claramente en Efesios 2:8 y 9 cuando escribió: 8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se jacte. Así que la salvación no se gana como si fuera un premio en una carrera. Sino que es un don, un regalo que uno acepta.

Ahora el apóstol Pablo, después que hubo recibido la vida eterna, estaba viviendo como quien compite para obtener un premio. Cristo se había convertido en lo más importante para El y entonces corriendo su carrera para ganar a Cristo. ¿De qué manera? Bueno, algún día se presentaría ante El, y pensaba en que cuando estuviese en Su presencia, no quería ser avergonzado. El apóstol Juan dijo que era posible que uno se sintiera avergonzado cuando Cristo llegara. Esto lo escribió en su primera carta, 2:28, 28Ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Hoy hay muchos cristianos que expresan su deseo de que Cristo venga, pero que si supieran lo que significa lo que esa llegada significará para ellos, probablemente querrían postergar por un tiempo ese encuentro con Cristo. Si usted cree que puede vivir una vida cristiana descuidada y que no tendrá que responder por ello, está completamente equivocado. Uno de estos días tendrá que presentarse ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de la manera en que ha vivido su vida. Estimado oyente, le sugiero que se sitúe en la pista de carreras y comience a vivir una vida cristiana con la mirada puesta en El. Podemos imitar entonces al escritor de esta carta en su firme resolución. Recordemos que dijo: Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Ahora, en el versículo 15, de este capítulo 3 de la epístola a los Filipenses, el Apóstol Pablo dijo:

"Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios."

Veamos la frase Así que todos los que somos perfectos. Ahora, ¿qué es lo que quiere decir con esto el Apóstol Pablo? Cuando él dice "perfectos" significa llegar al estado en el cual uno debiera estar en el proceso de madurez. Podemos ilustra estas palabras observando a un niño. Cuando un bebé nace, es una de las cosas más hermosas que uno pueda ver. Pero luego ese niño crece, ese bebé crece. Si al pasar los años ese niño permaneciera igual al momento en que nació, nos damos cuenta que hay algo que anda mal. Sería algo trágico. Pero el niño crece, corre de un lugar a otro, y lo vemos desarrollarse; y entonces decimos que es perfecto en ese sentido, en que se encuentra en el estado que debería estar en su proceso de desarrollo, hacia la madurez. Sí, la idea central que Pablo tuvo al expresar esa palabra "perfectos", es la madurez. Entonces él estaba diciendo lo siguiente: "todos los que estamos completos en Cristo, que estamos creciendo y desarrollándonos normalmente en Cristo, debemos tener este modo de pensar, esta manera de sentir". En otras palabras, se trata de tener el sentir el apóstol Pablo y situarse en la pista de carreras con él, y continuar hacia la misma meta.

Y el apóstol continuó escribiendo y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Podría ser que usted tuviera otra idea, y que Dios tiene algo más para que usted haga. Es decir, si usted está dispuesto a hacerlo, El se lo mostrará. Creemos que Dios es capaz de guiar a un creyente que esté dispuesto. Recordemos que el salmista David nos dijo cuando estábamos leyendo el Libro de los Salmos. Allí en el Salmo 32:9 nos decía: No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno. Porque si no, no se acercan a ti. Si Dios lo tiene que llevar a usted de esa manera, amigo oyente, será algo penoso, duele. ¿Por qué no le permite entonces, que Él le guíe con Su mirada? Esa es la manera en que a El le agradaría hacerlo. Bueno, de eso nos estaba hablando Pablo aquí cuando escribió esto también os lo revelará Dios. Dios le revelará a usted Su voluntad, si usted quiere que El le guíe. Uno escucha a los creyentes decir: "Ah, si sólo supiera la voluntad de Dios". Y amigo oyente, para conocerla, usted tiene que estar en contacto con el Señor Jesucristo. Es cuestión de acercarse a Él. Es tener una disposición de hacer la voluntad de Dios cuando El se la muestre, No hay ninguna fórmula mágica o fácil para encontrar la voluntad de Dios. Uno no puede vivir una vida descuidada, una vida de cristiano sólo para uno mismo, y esperar ver una visión, o que un ángel le diga lo que tiene que hacer, o que aparezca una luz verde que le señale el camino que debe seguir, cuando se presente en su vida un momento crítico. Creemos que está completamente equivocado. El conocimiento de la voluntad de Dios viene a través de un caminar día a día con El, y cuando usted tenga una disposición para ser guiado por El. Esta forma de vivir y esa actitud le mantendrán a usted en la ruta correcta a seguir en el viaje de la vida, y le traerá paz y alegría a su corazón. Notemos ahora lo que dijo Pablo aquí en el versículo 16:

"Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa."

Pablo estaba aquí animando a los cristianos de Filipos para que salieran y se implicaran en la carrera cristiana. El quería que continuaran avanzando para recibir el premio que Dios nos llama a recibir en Cristo Jesús.

Después procedió a colocarse a sí mismo como ejemplo y les dijo a sus lectores de Filipos, en el versículo 17:

"Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros"

¡Cómo nos gustaría poder decir lo mismo a nosotros! No podemos, sin embargo, Pablo sí podía decirlo. Fue como si les hubiera dicho: "Si queréis saber como hacerlo, observadme a mí, mirad el ejemplo que os damos". Y no se trataba de hacer un esfuerzo de imitación, como ya hemos explicado anteriormente en otro programa. Sino, de seguir su ejemplo para aprender a compartir el poder de Cristo en la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo aquí en la tierra.

Creemos que la forma adecuada para que un cristiano funcione como tal es que lo haga dentro de una iglesia, en una organización cristiana. Creemos que si usted puede tener acceso a una iglesia o congregación cristiana donde la Palabra de Dios sea expuesta, usted actuaría en contra de la Voluntad de Dios, si no se identificara con ella. Y si conoce alguna buena organización cristiana a través de la cual Dios está llevando a cabo Su obra, y usted no la está apoyando, creemos que Dios no aprobaría esa falta de compromiso y colaboración. Creemos que eso es exactamente lo que Pablo quiso decir aquí, y sabemos que eso es lo que dijo también en otras cartas. Bueno, sigamos leyendo lo que Pablo nos dijo aquí.

En los versículos 18 y 19, del capítulo 3 de la epístola a los Filipenses, él nos mostró el lado negativo de la situación en Filipos; leamos esos versículos.

"Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su gloria es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal."

En este versículo 18 Pablo calificó a algunos como enemigos de la cruz de Cristo. Algunos piensan que el escritor se refería a personas disolutas que practicaban un gnosticismo incipiente, que confiaban en sus propios logros y no en la suficiencia total y única de Cristo. Por lo tanto, no podían ser considerados como hijos de Dios.

Creemos que ésta es probablemente la condena más severa que usted puede encontrar de aquellos que profesan ser creyentes y, en realidad, no lo son. Ellos afirman se cristianos, y sin embargo contradicen su confesión de ser cristianos con sus vidas. Él dijo aquí: su dios es el vientre, o sea, que adoraban al dios de sus propios deseos. Eso es terrible. Estos que se llamaban a sí mismo cristianos estaban siendo guiados por sus propios apetitos. Algunos tienen un apetito por el dinero, e intentarán conseguirlo por cualquier medio. Otros, sienten un apetito por el sexo, que se convierte para ellos en un dios. Otros codician diversas cosas, y esa apetencia es la causante de rivalidades y conflictos. Es importante destacar, además, que todas estas pasiones que hemos mencionado, esclavizan a esas personas y son insaciables; solo producen una satisfacción limitada y momentánea. La causa básica de ello es que sus corazones, sus mentes, están orientados hacia las cosas terrenales. Viven para ellos, y solo para ellos mismos, y se enorgullecen de esa conducta. Es decir, que están orgullosos de lo que debería darles vergüenza.

Lo que Pablo dijo en realidad, traducido a nuestra situación hoy, es que si uno ha confiado en Cristo; si ha experimentado esa revolución, la misma revolución que vivió Pablo en el camino hacia Damasco; y si Cristo es ahora quien absorbe todo su pensar, su tiempo, su talento y sus posesiones, entonces, ese cambio, esa transformación se verá en su vida. El Apóstol Santiago lo expresó de la siguiente manera en su carta, capítulo 2:17, 18: Así también la fe, si no tiene obras, está completamente muerta. Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras. En otras palabras, amigo oyente, que si usted no tiene obras, no va a llegar a convencer a su prójimo. El evaluará su fe a través de sus obras. Como dijo Calvino: "la fe sola, salva, pero la fe que salva, no está sola". Dios conoce su corazón y sabe lo que hay, y no hay en él. Pero aquellos que le rodean a usted en su vida diaria, no pueden ver su parte interior, espiritual, a menos que su vida interior se manifieste al exterior en acción, en conducta, en actitudes, es decir, en obras. Algunas personas consideran que esta frase su dios es el vientre es fuerte. Bueno, no es que sea fuerte, pero la condición a la cual se refiere es sin duda fuerte y cruda. Es trágico ver a quienes profesan ser cristianos entregados a las cosas pasajeras de este mundo, a las que consideran tan importantes.

Creemos oportuno finalizar hoy con unas palabras del apóstol Juan, que parecen haber sido escritas para aquellos que se aferran a las cosas materiales, a las cosas pasajeras, y están esclavizados por satisfacer sus propios deseos. Dijo Juan en su primera carta 2:15-17: Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo ?los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida-proviene del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

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