Estudio bíblico de Mateo 10:9-11:6

Mateo 10:9-11:6

En nuestro programa anterior habíamos comenzado a examinar las instrucciones del Señor a los discípulos, que anunciarían al pueblo de Israel que el reino de los cielos se había acercado. Continuamos pues con el mismo Tema, leyendo el versículo 9:

"No os proveáis de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en vuestros cintos"

Tenemos que interpretar estas palabras en su contexto correcto. Eran instrucciones temporales para el período de tres años del ministerio de nuestro Señor. Llegaría un día, hacia el final de dicho período, en que les daría a sus apóstoles instrucciones diferentes, como vemos en el libro de Lucas 22:35 y 36:

"Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿acaso os faltó algo? Y ellos contestaron: No, nada. Entonces les dijo: Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una."

Y el apóstol Pablo escribió, en su primera carta a los Corintios 9, "Así también ordenó el Señor, que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio". En ese escrito el apóstol trató extensamente el Tema del predicador. Por eso, en nuestra época, Dios espera que apoyemos ministerios y actividades cristianas.

Si alguien pretendiese hoy apropiarse de Mateo 10:8 (tratado en el programa anterior, que hablaba de 4 tipos de milagros) que se asegure de adoptar también el versículo siguiente, el 9, que leímos al principio, porque ambos van juntos. No quiero expresarme con aspereza, sino más bien recalcar que debemos interpretar estas palabras en su debido contexto.

Ahora , observemos otras instrucciones que nuestro Señor dio a los doce antes de enviarlos a cumplir su misión. Leamos los versículos 11 al 15:

"Y en cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién es digno en ella, y quedaos allí hasta que os marchéis. Al entrar en la casa, dadle vuestro saludo de paz. Y si la casa es digna, que vuestro saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que vuestro saludo de paz se vuelva a vosotros. Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad."

Reitero lo dicho anteriormente, en el sentido de interpretar estas indicaciones como instrucciones transitorias, para circunstancias locales concretas y válidas para el citado período de 3 años de servicio. Está claro que ésta no es nuestra misión en la actualidad, ni la actitud de requerida a los misioneros modernos. En el próximo capítulo veremos lo que les sucedió a algunas de estas ciudades que fueron juzgadas.

Leamos el versículo 16, que nos introduce al párrafo que explica lo

Qué debían esperar los doce

Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.

Habiéndoles hablado de la situación local, el Señor les presentó a aquellos hombres algunos grandes principios válidos para desempeñar la misión de ser testigos Suyos. Estos principios son válidos para el tiempo y para la eternidad y son verdaderamente apropiados para nuestra época. El hijo de Dios debería ser sabio como una serpiente, y tan inofensivo como una paloma. Resulta peligroso ser una cosa, sin ser la otra. He conocido a algunos que son astutos como las serpientes, pero no precisamente inofensivos como las palomas. Otros son crédulos, inocentes como la paloma, pero les falta la sabiduría de la serpiente. La serpiente es peligrosa y la paloma está siempre en peligro, así que debemos combinar ambas cualidades.

Continuemos leyendo los versículos 17 al 20:

"Pero cuidaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y hasta seréis llevados delante de gobernadores y reyes por mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles. Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis; porque a esa hora se os dará lo que habréis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros."

En aquellos tiempos estas cosas les sucederían a aquellos que servían a Dios. Y desde entonces, mirando a la trayectoria histórica de la iglesia y a situaciones actuales en algunos países, podemos decir que muchísimos cristianos han enfrentado y sufren aún estas situaciones de sufrimiento y persecución.

Estos versículos se aplicarían a aquellos que, en situaciones locales y bajo condiciones adversas, no tendrían ocasión de preparar sus respuestas cuando fuesen arrestados a causa de la tarea que Jesús les había enviado a realizar. En los tiempos actuales, estas indicaciones no pueden aplicarse para justificar la ignorancia, la falta de disciplina, y de estudio y, por supuesto, la falta de meditación y preparación espiritual. Continúa diciendo el versículo 21:

Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.

En efecto, la venida de Cristo al mundo, en un sentido, no trajo unidad, sino división en aquellos casos en que algunos miembros de una familia creían en Cristo y otros no. Es que el encuentro con Cristo cambia la perspectiva general de la existencia. Como bien dijo el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios 1:18: "Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios". El versículo 22, continúa diciendo:

"Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo."

Esta afirmación se refiere a la realidad de que el Señor guardaría a los Suyos durante el período de 3 años de Su ministerio. De forma similar, el pasaje de Mateo 24:13 significa que el Señor guardará a los Suyos durante el período de la gran tribulación, como veremos al estudiar el capítulo 24. El versículo 23 añade:

"Pero cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque en verdad os digo: no terminaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre."

Observemos que dice "las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre", lo cual significa, que no serían capaces de alcanzar todas las ciudades de Israel, antes que El fuese manifestado a la nación. Y había mucha división entre los judíos acerca de Él. Cuando les preguntó a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" los suyos le dieron diversas respuestas. Cada uno tenía su propia opinión sobre El. Y aun en nuestro tiempo, Jesús es la Persona más polémica que ha existido en el mundo.

Llegamos ahora al párrafo que expone los

Principios que debían gobernar las vidas de todos los discípulos

Aquí el Señor Jesús les presentó a sus hombres instrucciones de carácter general. Aunque estos grandes principios se interpreten como dirigidos a los 12 apóstoles, tu y yo podemos indudablemente aplicarlos a nosotros. Leamos el versículo 24:

Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor.

Tenemos que recordar que representamos al Señor Jesucristo y, por lo tanto, El debe estar colocado en primer lugar. Si no fuere así, tendremos problemas en nuestra relación con El. El versículo 25 añade:

"Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!"

Si tú eres fiel a Jesús, no te preocupes por lo que la gente diga de ti. De Jesús, realmente, no dijeron cosas buenas. Si El recibió un tratamiento tan malévolo, Sus discípulos difícilmente podrán esperar algo mejor. Sigue el versículo 26:

"Así que no les temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse."

Estimado oyente, tu vida, igual que la mía, quedará un día totalmente expuesta. El juicio final de Dios reivindicará a los creyentes y se ocupará de los acusadores. Así que sería mejor que el aspecto y situación de nuestra vida interior, fuesen los mismos que los de nuestra vida exterior. Dice el versículo 27:

"Lo que os digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas."

Siempre he pensado que la radio es el mejor medio para predicar desde los tejados. Poniendo una antena allí, puedes captar las estaciones de radio más lejanas. Ese es, pues, el medio tan efectivo que utilizamos hoy para proclamar el mensaje de las buenas noticias del Evangelio. Veamos los versículos 28 al 31:

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos."

Esta es una maravillosa verdad. El Señor cuida a los pequeños gorriones; ¿los has contemplado alguna vez? ¡Y pensar que no hay ninguno de ellos desconocido para el Señor! ¡Cuánto nos ama el Señor, que hasta conoce los cabellos de nuestra cabeza! Nunca te encontrarás en un lugar, por más remoto que sea, que esté fuera del alcance de su mirada. Veamos los versículos 32 y 33:

"Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos."

Resulta razonable pensar que si hemos aceptado al Señor Jesús como nuestro Salvador personal del pecado, lo reconoceremos en público y, siempre que se considere necesario, estaremos dispuestos a dar testimonio de Él. Este proceder haría que el Señor reconociera a sus siervos delante de su Padre. Pero no confesarlo, provocaría su negación de ellos. De los 12 apóstoles originales, solo uno, Judas Iscariote, cayó en esta última categoría.

Leamos los versículos 34 al 37:

"No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su misma casa."

Estas palabras no constituyen una negación del pacifismo, sino el reconocimiento de una realidad. Porque hasta que toda la injusticia sea erradicada y suprimida de esta tierra, la Persona de Cristo causará la enemistad de Satanás y la batalla proseguirá. En su primera venida, Cristo no vino a traer paz. El pecado aun existe en el mundo y mientras permanezca sobre la tierra, Dios dice que no habrá paz para los malvados.

Por causa de la predicación del Evangelio se han dividido familias y se han separado hermanos. Hay unidad entre los creyentes, pero esa misma unidad marca una división entre ellos y el mundo no salvado.

Pasemos a los versículos 37 y 38:

"El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí."

A menos que tú hayas comprometido tu vida a Cristo, pagando el precio de darle la prioridad en tus sentimientos, no puedes hablar mucho sobre un verdadero compromiso. Me impacta la frase "no es digno de mi". Muchos no lo somos, así que El no va a utilizarnos a menos que estemos realmente comprometidos con El. ¡Gracias a Dios que El no nos deja de lado y cuenta con nosotros!

Dice el versículo 39:

"El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará."

El estaba poniendo en contraste la vida presente que tenemos aquí con nuestra naturaleza física y sus limitaciones, con el don de la vida eterna, que se recibe por la fe en el Señor Jesucristo. En aquellos tiempos era posible que alguien que se identificase con Cristo fuera llevado a la muerte a causa de su fe. Esto ocurre también en la actualidad, en algunas países del mundo. Alguien que pierde su vida física por causa de Cristo encontrará la vida eterna en Su Presencia. El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Corintios 5;8, lo expresaba así: "pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y presentes con el Señor".

Leamos los versículos 40 al 42:

"El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo. Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa."

En el Evangelio según Juan el Señor Jesús clarifica esta sección cuando dice que el mundo le odió, y va a odiar también a los Suyos. No deberíamos nosotros ser más populares en el mundo de lo que Jesús fue. La medida de la lealtad y fidelidad a Él, se ve por las recompensas aquí mencionadas. La recompensa iba de acuerdo con la acción realizada.

Mateo 11:1-6

Tema: Jesús continuó Su ministerio; fue interrogado por los discípulos de Juan; rechazó a las ciudades donde había realizado milagros extraordinarios y extendió una nueva invitación a los individuos.

La misma tendencia en el curso de los acontecimientos, continúa en este capítulo. El señor había enviado a sus discípulos a las ciudades de Israel. La recepción que encontraron se resume en la palabra rechazo. Este capítulo marca una coyuntura decisiva en el ministerio de Jesús. En los versículos 28--30 el presentaría un nuevo mensaje, que comentaremos oportunamente.

Leamos el primer versículo, a modo de introducción:

"Y sucedió que cuando terminó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y predicar en las ciudades de ellos."

Y leamos a continuación el versículo 2, que nos relata como

Jesús fue interrogado por los discípulos de Juan

"Y al oír Juan en la cárcel de las obras de Cristo, mandó por medio de sus discípulos a decirle:"

En el capítulo 2 de este libro vimos que Juan el Bautista fue encarcelado. En el momento de nuestro relato ya había estado un tiempo en la prisión, manteniéndose informado, por sus discípulos, de las actividades del Señor Jesús. Juan había estado esperando cada día su liberación porque creía que Jesús establecería su reino en aquel momento. En los versículos 2 al 6 tenemos la pregunta de Juan y la respuesta del Señor:

"¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro? Y respondiendo Jesús, les dijo: Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí."

La pregunta era lógica; Juan no se explicaba por qué el Señor se demoraba en ocupar su trono. La respuesta de Jesús fue notable y puede ser entendida a la luz de las credenciales que el Antiguo Testamento atribuía al Mesías. Sus palabras fueron una referencia directa al libro del profeta Isaías 35:4--6. Sin embargo, cuando vino Jesús, no brotaron aguas en el desierto ni arroyos en la estepa solitaria, como anunciaba Isaías. ¿Por qué? Porque él no estableció Su reino cuando vino por primera vez. Pero El era el Rey, y tenía las credenciales del Mesías, tal como se lo estaba diciendo a Juan, y éste reconocería tales señales y milagros.

En nuestro próximo programa continuaremos con las palabras de Jesús sobre aquel extraordinario profeta y personaje, que fue Juan el Bautista.

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