Estudio bíblico de Colosenses 1:18-24

Colosenses 1:18-24

Hoy, amigo oyente, nos encontramos en una sección del primer capítulo de esta Epístola a los Colosenses, en la cual estamos tratando con la persona del Señor Jesucristo. Y al comienzo, en el versículo 15, vimos que hay nueve cosas que identifican al Señor Jesucristo, y que éstas le hacen a Él diferente, superior y único. No vamos a volver a mencionar estas cosas porque ya estamos al final de la lista. Y hoy vamos a comenzar nuestro estudio con el versículo 18, que incluye la séptima y la octava declaraciones de la citada lista, y que dice:

"Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia"

(7) En séptimo lugar, aquí se dice que El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Creemos que este es el versículo clave de la carta a los Colosenses, que es una carta complementaria a las cartas a los Efesios y a los Filipenses. En Efesios el énfasis recae en el hecho de que la iglesia es el cuerpo de Cristo aquí en la tierra. El énfasis está en el cuerpo. En Colosenses el énfasis se coloca sobre la cabeza del cuerpo, la persona del Señor Jesucristo. En la epístola a los Efesios, capítulo 1, versículo 22 leemos: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Y finalmente, en Filipenses vemos a la iglesia con pies, caminando por el mundo, es decir, que vemos la experiencia de la iglesia, la experiencia del creyente. Por eso decimos que son epístolas que se complementan entre sí.

Y se añade aquí que Él es el primogénito de entre los muertos. ¿Sabía usted que hoy existe sólo un hombre que ha sido resucitado con un cuerpo glorificado? Él es la primicia, el primer fruto de los que duermen. Así es que, cuando un ser querido que está en Cristo muere y usted coloca su cuerpo en la tumba, lo está colocando en una morada transitoria, por un poco de tiempo, porque muy pronto llegará una mañana brillante. El cuerpo es colocado a descansar, pero la persona ha ido a estar con el Señor. Y, luego, cuando Él regrese a recoger a Su Iglesia y sacarla de este mundo, entonces, amigo oyente, ese cuerpo resucitará en base a la resurrección de Cristo. Como dijo Pablo en 1 Corintios 15:42, se siembra un cuerpo corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible. O sea, que nosotros seremos como Él es. Como dijo el apóstol Juan en su primera carta, 3:2, 2Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.

(8) En octavo lugar leemos: para que en todo tenga la preeminencia, es decir, la primacía. Nadie puede pensar en algo más extraordinario que esto. La voluntad de Cristo debe prevalecer por toda la creación de Dios. Esa es la intención de Dios. Incluso a pesar de la rebelión del hombre aquí en la tierra, en el Salmo 2:6 Dios dijo: Yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte. Dios está hoy avanzando directamente, sin vacilar, inflexiblemente, hacia una meta. La meta es colocar a Jesús en el trono de este mundo que hoy se encuentra en rebelión contra Dios. Este es el objetivo, este es el propósito de Dios.

Ahora, en el versículo 19, leemos:

"Porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud"

(9) Aquí tenemos la novena declaración. Y tenemos una de las palabras importantes de esta Epístola. La palabra en griego es "pléroma", que significa plenitud, totalidad; lo que quiere decir que en Él habita toda la plenitud de Dios. En la Epístola a los Filipenses encontramos que la palabra importante era "kenosis", en el idioma griego, que quiere decir vaciar. Enfatizó que Cristo se vació a sí mismo y se convirtió en un siervo. El se vació a sí mismo de la gloria que tenía con el Padre. El no se vació de Su deidad; El era Dios cuando vino a esta tierra. El "pleroma", toda la plenitud de Dios, habitaba en El.

Así es que cuando Él estaba viviendo en esta tierra, esa plenitud moraba en Jesucristo, de manera que El era totalmente Dios. Y esa pequeña criatura que estaba descansando hace más de 2000 años en los brazos de la virgen María, aunque parecía tan desamparada, podría haber ordenado que el universo dejara de existir. Él fue tan Hombre como el mismo hombre; y Él es tan Dios como el mismo Dios. Eso es lo que Él es.

Podemos bosquejar estos versículos desde otra perspectiva. Quisiéramos hacerlo para contribuir a una mayor comprensión de esta porción de la Escritura.

(1) La relación de Cristo con el Padre (v. 15).

(2) La relación de Cristo con la creación (vv. 16 y 17)

(3) La relación de Cristo con la iglesia (vv. 18 y 19)

(4) La relación de Cristo con la cruz (v. 20)

La obra objetiva de Cristo por los pecadores

Vamos a repasar las cosas que Cristo ha hecho por nosotros. Leamos entonces el versículo 20:

"Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz."

Aquí dice haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Esto significa que al pagar el castigo por su pecado y el mío en la cruz, se ha hecho la paz entre Dios y el pecador. Así es que Dios no se acerca al hombre acusándolo, señalándole su rebelión y pecado, y anunciándole que va a tener que castigarlo. No, amigo oyente. Dios le está diciendo al pecador perdido, en el día de hoy, algo totalmente diferente. El le dice hoy al ser humano: "Yo he sufrido el castigo. Ya he pagado la pena por todos tus pecados, y quiero que sepas que puedes venir a mí. La paz ha sido hecha en Cristo Jesús, si tu simplemente te vuelves y vienes a mí".

Eso es lo que el Apóstol Pablo quiso decir en el capítulo 5, versículo 1, de su epístola a los Romanos, cuando escribió: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. La paz ha sido lograda por medio de la sangre derramada en Su cruz. Y usted puede notar que el Apóstol Pablo colocó juntos el perdón de los pecados y la sangre de la cruz. Dios puede perdonar porque la penalidad ya ha sido pagada. Y Jesús pagó y sufrió ese castigo por media de la sangre que derramó en la cruz; por lo tanto, un Dios justo puede perdonarle, estimado oyente. Dios no es hoy un vecino desagradable que nos está esperando a la vuelta de la esquina para abalanzarse sobre nosotros para ver si encuentra alguna falta. Dios tiene Su mano extendida y está diciéndole al pecador: "Ven, y te daré redención y descanso."

Y ahora podemos leer: y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas. Ahora, observemos esa palabra "reconciliación". La reconciliación es hacia el hombre. La redención es hacia Dios. Dios hoy le dice a cada persona: "Yo me he reconciliado contigo: ¿no re reconciliarás tu conmigo?" Esta es la decisión que el ser humano debe tomar.

El Apóstol Pablo lo explicó claramente en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículos 18 al 20: Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Hay muchas personas que tienen la idea de que uno tiene que hacer algo para ganarse el favor de Dios. Amigo oyente, es Dios quien está tratando de ganarlo a usted para el reino de los cielos. Dios ya está reconciliado. El le está pidiendo al hombre que se reconcilie con El.

Tenemos ahora aquí, una declaración que ha causado que algunas personas tengan la impresión equivocada de que todos van a ser salvos, porque aquí dice: y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas. Aquí tenemos que prestar atención a la gramática de este versículo. Aquí se habla de reconciliar consigo todas las cosas. Bien, entonces, ¿cuáles son todas esas cosas? Bueno, a continuación veremos que eso está en realidad limitado a todas las cosas que tienen que ser reconciliadas, que están señaladas para reconciliación.

Creemos que sería oportuno mencionar un versículo que nos pueda aclarar este punto, y que se encuentra en la epístola a los Filipenses, capítulo 3, versículo 8, donde leemos: Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Escuchemos lo que Pablo estaba diciendo aquí: estimo todas las cosas como pérdida. Ahora, ¿cuáles eran todas esas cosas? ¿Incluía Pablo todas las cosas en este mundo? No, amigo oyente. Se refería a todas las cosas que Pablo tenía que perder. En los versículos inmediatamente precedentes Pablo había enumerado todas las ventajas religiosas que él tenía en su vida. Fueron todas esas cosas las que Pablo consideró como pérdida. Pablo no podía perder algo que no tenía.

Pues, bien, volviendo a nuestro texto, ¿cuáles entonces, eran todas esas cosas? Observemos que Pablo limitó todas las cosas a aquellas que Él había señalado para ser reconciliadas. Él dijo aquí (limitando esas cosas): así las que están en la tierra como las que están en los cielos. Observemos que Él no mencionó aquí a "Las cosas que están debajo de la tierra". Hace unos momentos mencionamos el pasaje de la epístola a los Efesios, capítulo 1, versículo 22, donde Pablo dijo que Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Ahora, ¿cuáles son todas las cosas que serán puestas bajo sus pies? Bueno, en la epístola a los Filipenses, capítulo 2, versículo 10, dijo que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra. Observemos que todas las cosas van a tener que reconocer el señorío de Jesucristo (todas las cosas en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra) Pero eso no quiere decir que todas ellas (es decir, todas las cosas) van a ser reconciliadas. Porque él, aquí en Colosenses capítulo 1, versículo 20, como ya indicamos, Pablo no mencionó que las cosas que se encuentran debajo de la tierra serían reconciliadas con Dios (simplemente habló de las cosas que están en la tierra como las que están en los cielos.)

Amigo oyente, no escuche usted este engaño, a ese canto de sirena que le anuncia que todo, al final todo va a resultar bien, y que para todos en la historia humana habrá un final feliz. No crea que usted puede contar con que Dios al final va a ser bueno y complaciente con todos. Porque las cosas que van a ser reconciliadas, son las cosas que están en el cielo, y en la tierra, no las que están debajo de la tierra. Las cosas que están debajo de la tierra van a tener que inclinarse ante Él, pero no van a ser reconciliadas con Él. Este es el lugar y esta es la vida en la cual nosotros necesitamos ser reconciliados con Dios.

Y queda la frase las que están en los cielos. No solo debemos nosotros prepararnos para el cielo, pero el cielo debe prepararse para recibirnos a nosotros. El Señor Jesús dijo en Juan 14:2, voy, pues, a preparar lugar para vosotros, Por medio de la encarnación, Dios descendió hasta el hombre; por la sangre de Jesús, el hombre fue llevado a la presencia de Dios. Esta sangre también purifica las cosas que están en los cielos, de acuerdo con lo que dice Hebreos 9:23, 24. El cielo también debe ser reconciliado.

Ahora, en el versículo 21, en este capítulo 1 de la epístola a los Colosenses, leemos:

"También a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos por vuestros pensamientos y por vuestras malas obras, ahora os ha reconciliado"

Dios no esperó hasta que nosotros hubiéramos intentado mejorar nuestra apariencia interior y exterior, para emprender la obra de la reconciliación. Fue cuando usted y yo, amigo oyente, aún estábamos en rebelión contra Él, y haciendo obras malas, que nos reconcilió consigo mismo. Nadie puede decir hoy ni podrá hacerlo en el futuro: "Yo estoy perdido porque Dios no ha hecho una provisión adecuada para mí". Una persona está perdida porque quiere estar perdida, porque se encuentra en rebelión contra Dios.

Luego el Apóstol Pablo dijo: erais en otro tiempo extraños y enemigos por vuestros pensamientos. Otras versiones traducen "por vuestra actitud" o "erais de ánimo hostil". Esto nos recuerda que existe un alejamiento mental de Dios, así como también una separación moral. Hay muchas personas que creen que uno está perdido porque ha cometido un pecado horrible. Pero, Amigo oyente, esa no es la razón por la cual una persona está perdida. El motivo por el cual usted o cualquier ser humano está perdido es porque su mente está alejada de Dios. Creemos que esta situación explica el feroz antagonismo hacia Dios por parte de los llamados intelectuales de nuestro tiempo. Hay un odio, una hostilidad abierta y evidente hacia Dios. Y esa actitud se refleja inmediatamente en muchas personas cuando escuchan una presentación del mensaje del Evangelio y se les expone la obra salvadora de Cristo.

Continuemos nuestra lectura con el versículo 22 de este primer capítulo de Colosenses:

"En su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprochables delante de él."

Ahora, en la frase en su cuerpo de carne, vemos una declaración específica de que Cristo sufrió, no simplemente en apariencia, sino que sufrió en un cuerpo verdadero. Esta frase fue una respuesta directa a una de las herejías del Gnosticismo de la época de Pablo.

Y el apóstol continuó diciendo: para presentaros santos y sin mancha e irreprochables delante de él. Prestemos atención a lo que aquí se dice acerca de ser sin mancha, sin tacha, sin imperfección. Este era uno de los requisitos, en el Antiguo Testamento, para un animal que iba a ser sacrificado. Ni usted ni yo no podemos presentar perfección ante Dios. Y Dios no puede aceptar nada que no sea perfecto. Ese es el motivo por el cual no podemos salvarnos por nuestras obras o por nuestro carácter. Simplemente no podemos alcanzar las exigencias de un Dios justo. Pero el puede presentarnos sin mancha. ¿Por qué? Porque El ocupó nuestro lugar. Dijo Pablo en 2 Corintios 5:21, 21Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.

Luego tenemos esa palabra irreprochables. Y eso significa que no se nos puede acusar, no se nos puede culpar de nada. Es decir, que Dios es quien justifica. Y si Dios nos declara justificados, ¿quién puede presentar alguna clase de acusación contra nosotros? El nos ha absuelto y declarado inocentes de toda culpa.

Luego en el versículo 23 el apóstol dijo:

"Pero es necesario que permanezcáis fundados y firmes en la fe, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro."

Otra versión traduce "si en verdad permanecéis en la fe bien cimentados y constantes". Esta no es una cláusula condicional que se basa en el futuro. La conjunción si que Pablo usó aquí es el si del argumento. No significa que algo será si algo más es cierto; más bien significa que algo fue, si algo más es cierto. Podríamos traducir esta frase así: "ya que continuáis en la fe cimentados y constantes". El propósito de Pablo era explicar que hemos sido reconciliados: ese es un hecho consumado. Entonces, si usted es hoy un hijo de Dios, va a continuar en la fe firme y constante. Usted no será apartado, movido, de la esperanza del evangelio que ha escuchado.

Y refiriéndose al evangelio, Pablo añadió del cual, yo, Pablo, fui hecho ministro. A Pablo siempre le gustaba mirar hacia el pasado y apoyarse en su glorioso privilegio de ser un ministro de Jesucristo. Estimado oyente, consideramos a ese, el mayor honor que cualquier persona podría recibir. Por ello, agradezco a Dios cada día por el privilegio que El me ha dado de exponer Su Palabra. No creo que exista una tarea superior a ésta.

Leamos ahora el versículo 24, donde el apóstol comienza a hablar de

La obra subjetiva de Cristo por los santos

"Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia."

Y esta es otra sección que comprende los versículos 24 al 29. Con estos versículos finaliza este primer capítulo.

Otra versión traduce así este versículo: "Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por vosotros, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia". Pablo estaba diciendo aquí que era necesario para él, completar lo que faltaba del sufrimiento de Cristo. Ahora, ¿no es esta una declaración sorprendente? Alguien quizá nos podría: "¿No contradice esto lo que usted ha estado enseñando todo el tiempo? Usted dice que Cristo sufrió por nosotros y pagó el castigo, la pena, y que no podemos hacer nada por nuestra salvación". Esto es totalmente cierto, y para nada contradice lo que hemos expuesto anteriormente. Vamos a hablar de esto, Dios mediante, en nuestro próximo programa. Será pues, hasta entonces; le esperamos para continuar con la exposición de este versículo 24 y del resto de este capítulo 1 de Colosenses.

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